26/12/10

Lo anatural, no puede ser natural.

La Sagrada Familia
26 de diciembre, 2010


Hoy es el domingo que celebramos de un modo muy especial la Sagrada Familia, la formada por la Virgen María, su esposo San José y el niño Jesús. Por esto, es la Sagrada Familia, porque Dios mismo quiso venir entre nosotros para darnos esos consejos, ese modo de vivir, lo que llamamos el Evangelio. Y quiso hacerlo de la mano de la Virgen y de su esposo San José, hombre justo y bueno.

Pero todo esto es para los cristianos, porque para los que no creen, quizá estas palabras les signifiquen poco, pero lo que está claro es que la familia sigue siendo por siglos y siglos una de las instituciones más válidas y antiguas y que siguen dando ese calor de hogar a nuestras relaciones, a nuestras casas.

Hoy hay parejas de hecho, es decir, no se han casado ni por lo civil ni por lo religioso, y es muy digno, porque para el no creyente el Sacramento del matrimonio no les dice nada, y me parece bien ese respeto hacia el mismísimo Sacramento. Y en los tres casos, siguiendo la ley natural, vienen los niños, ya que estos solo pueden nacer de un papá y de una mamá, o sea, de un hombre y de una mujer, y siempre o casi siempre son producto del amor que une con una gran fuerza al matrimonio.

Pero de donde no vienen hijos es de una mujer con otra mujer, ni de un hombre con otro hombre. Estas uniones son anaturales, que hoy por producto de una demagogia rara y enrarecida, algunos pretenden legitimar como naturales, a base de legislaciones que se sacan del forro.

¡Y así va la cosa! ¡Y así va este mundo nuestro! ¿Cómo va a ser natural lo que es anatural? ¿Cómo una pared pintada de blanco puede ser al mismo tiempo roja? Es querer sacar las cosas de tiesto, y todos sabemos que una planta sin sustrato y sin tiesto: se muere. No hay vida, y esto es mucho más antiguo que el matrimonio. Pero ningún gobierno modernillo, saca una legislación para que las plantas no tengan que estar metidas dentro de la tierra. ¡Sería absurdo!

Y acaso, lo que algunos nos dicen, ¿no lo es?

Lo natural es una mujer, un hombre y de ellos una descendencia. Pero de una mujer-mujer o de un hombre-hombre es imposible, ya que su naturaleza no está preparada, luego digan lo que digan y quienes lo digan no es lo natural.

¿Alguien pregunta a los niños si quieren tener dos mamás o dos papás? ¿Se respetan los derechos del niño? Hay personas que defienden más a un perro que a los propios niños. ¡No hagamos experimentos con los niños!

Todos los psicólogos, sean de la escuela que sean, hablan del rol del padre y del rol de la madre en los hijos, y de lo importante que estos dos lo son. Acaso ¿ya no es importante? A veces ser un “moderno” en la sociedad del consumismo y del confort, no es más que una falacia demagógica de determinados politiquillos. ¿No será ésta parte de la crisis?

¿Qué opinas? Deja tu opinión, si lo deseas en los comentarios.

Feliz Navidad y feliz día de la Sagrada Familia. Gracias a mis padres.


21/12/10

Después de escuchar...al cielo

Y EL VERBO SE HIZO NIÑO PARA COMPARTIR NUESTRA VIDA...

Miramos al Pesebre y nuestra mirada se detiene en el Niño Jesús,lo admiramos y lo saludamos con oraciones y cantos,lo rodeamos de figuras y adornos,luces y flores,pero de nuevo nos centramos en Él,el Verbo de Dios.

Este año que ya concluye nos trajo alegrías y dolores,encuentros y desencuentros,sorpresas y novedades,pero todo esto queremos agradecerlo al Padre providente que siempre guía nuestros pasos y los orienta al bien.
Que hermoso es ser agradecidos! Que lindo es saber admirar los dones!
Nos hace felices y nos da un sentido positivo de la vida.

Ante el Verbo hecho Niño queremos descubrir la presencia continua de Dios en nuestra vida y en la historia humana subrayando el valor supremo de la VIDA tanto la propia como la de cada ser humano,desde el pequeño embrión hasta el moribundo,que nada ni nadie puede eliminar ni privarle del derecho fundamental a vivir y a desarrollarse en todas sus potencialidades.

Valoramos la VIDA porque creemos en el Autor de la Vida,que es Dios mismo y porque en Belen se nos reveló como quien vino a compartir nuestra vida humana con todas sus características,las hermosas y las dolorosas también.

Les propongo en esta Navidad 2010 que nos planteemos tres preguntas:

+ Amo mi vida de verdad,la valoro y la cuido,la comparto generosamente?

+ Valoro y respeto la vida de mi prójimo,así como es, y ayudo a mejorarla?

+ Me comprometo en todos los campos por promover siempre la vida?

Que cada uno ante el Niño de Belen,que nos dijo YO SOY LA VIDA, se cuestione y le responda directamente a El.
Ese es mi deseo y mi saludo de Navidad para cada uno de Uds.,mis amigos.

Con un afectuoso abrazo y una bendición personal a cada uno

P.Guillermo Mario Cassone Roma,18-12-2010

20/12/10

Navidad. Por el P. Alberto Eronti

“Callaron los ángeles
y las aves del cielo,
cesaron los vientos
y sus desafíos,
se cubrió la noche de día Navidad 2010
y la luna fue la luz
de la Luz primera” (1)



El mes de diciembre avanza raudo hacia su fin, con él se irá también un nuevo año –“viejo”, le decimos- y se colmará de esperanzas el nuevo. Esta mañana, en la panadería, una clienta dijo sobre el tema: “Esperemos que sea mejor que este…” Camino a casa pensaba que desde hace al menos tres décadas escucho lo mismo en esta época del año. Me pregunto, ¿cuándo un año es mejor que otro? Por lo general hacemos referencias a tres aspectos: salud, seguridad social y política y éxitos económicos. ¡Qué pena!, me digo. No me va calificar la bondad o no de un año por lo que “hay” y se “tiene”. Porque los haberes y tuvieres no pueden ser el fundamento de nada duradero. El Sabio bíblico los designaba como “paja que arrebata el viento”. ¿Entonces? Prefiero medir la bondad de cada año desde el ser. ¿Pude ir a más?, ¿mis éxitos o fracasos me enseñaron a ser mejor?, ¿es mi amor más pleno y por lo tanto mi vida es más don para con los demás? Lo que somos nos recuerda que la felicidad y la plenitud están dentro y no fuera, su lugar es el corazón.

Para que no se nos pierda el ser en el haber y tener, la Providencia dispuso que antes, sólo seis días antes, celebremos la Navidad. La Navidad es una fiesta cristiana, es bueno recordarlo porque no es evidente que se lo recuerde. Celebramos el nacimiento del Hijo de Dios en su “condición de hombre”, como escribe San Pablo. El Niño, como todos los niños, apenas es, nada tiene y de todos depende. El Niño, y Dios en este caso, es todo desvalimiento, por eso la Virgen es toda ternura, José es todo servicio, los pastores son todos contemplativos en la noche única, los Reyes son peregrinos y adoradores… ¿El Niño?, casi nada, pañales y pesebre, amor y ternura, es casi nada…, años más tarde dirá “Yo Soy”, que es el Nombre de Dios.

Fuimos creados “a imagen de Dios”, para que lo entendamos el Hijo amado del Padre se hizo hombre y caminó el camino del hombre, de todo hombre…por eso “comenzó” en el seno de María y fue alumbrado como todo hombre: ¡niño! Es el Niño. El Niño de todos y para todos. Por eso tiene sentido seguir saludándonos tan simple y repetidamente: ¡Feliz Navidad!

Este saludo comenzó donde debía comenzar: en la panadería, quizás sea bueno recordar que Belén significa “casa del pan”.

A todos y cada uno, desde el Santuario del Monte Sión, en las tierras del Plata, les una bendecida y alegre Navidad y un nuevo año colmado de plenitud interior

P. Alberto E. Eronti

(1) “Del vivir y la vida”, Marcelo Mario Blanco, Ed. Dunken.

19/12/10

Enlace para buscar muchas cositas para las web de navidades

http://www.lapaginademmm.com/misce.htm

Pre-Navidad

Domingo IV de Adviento
19-XII-2010



Ya estamos, ya la tenemos aquí, la Navidad, la genuina Navidad, la que nos anuncia que el Señor Jesús, va a nacer de la Virgen María, y que José, San José, que era Justo, y después de haber tomado la decisión de repudiarla en secreto, tras su primer paso, Dios mismo actúa, dándole todo tipo de explicacones, llévatela. San José, al despertar hizo lo que Dios le mandó por medio del Angel y se marcha con su mujer, la Virgen María, a su casa, en espera de ese nacimiento que celebramos en recuerdo y en verdad el día de Navidad.

Pero quizá más de uno debemos preguntarnos: ¿Yo celebro algo, o me dejo llevar por la sociedad consumista que tanto mal nos está haciendo a todos?

¿Espero, la actuación de Dios en mí, con la absoluta confianza de ser lo mejor para mí?

Me encantan los villancicos, porque me dan ese toque de alegría, esa viveza llena de buenas emociones, me gusta sentarme con los míos, pero no me gustan los excesos, porque, para mí es fundamental asistir a la Misa del Gallo, que por cierto, el año pasado, no pude asistir por enfermedad, y Dios mediante, este año sí que iré. Pero también me gusta el día de Navidad, 25 de diciembre, fum, fum, fum, ¡Maravilloso!

Tengo tantos recuerdos con mis padres de esa noche, de esa tarde, de ese día de Navidad ¡y todos son alegres!

Cierto, ellos no están pero aquí estamos otros, y no me vale la tristeza, cuando ellos, en compañía de mi hermano, nos miran desde el cielo y nos pide lo que Jesús, nos dice continuamente:¡estad alegres!

Son días para la alegría, en familia, pero valorando todo lo que tenemos, como un verdadero regalo de Dios,¡ porque lo es!

Fuera los cuentos, la pamplinas y las modernices:
¡Feliz Navidad para TODOS!
Gracias un año más.

15/12/10

Nuevo Libro ¡Qué Felicidad! Reserva tus ejemplares


El siglo XXI difiere con mucho de todos sus antecesores, a todos los niveles. En la actualidad, vivimos en una sociedad sabia, autocrítica y equilibrada. La gente habla sobre cualquier tema, y sabe todo lo que se pueda saber. Basta andar por las calles: la gente habla de medicina, de educación, de espiritualidad... La gran mayoría tiene al menos una idea de cómo solucionar el mundo. O tal vez no. Tal vez solo crean saberlo, tal vez la sociedad no es tan sabia. Tal vez este siglo no es tan diferente a los anteriores, pues ¿acaso no hay textos del pasado que ponen en lo más alto a la sociedad de su momento?

En este contexto surge este libro, que no es sino una respuesta a todos aquellos que aceptan que todavía queda por aprender. Este libro contiene enseñanzas de cómo vivir la felicidad, cómo obtenerla. Directo y sencillo, sin rodeos ni florituras. Pero ameno.

Cuando las palabras de un libro son capaces de entretener, de ayudar o enseñar, hacen reflexionar, o se pueden usar como una guía a la que acudir en diferentes circunstancias, es entonces cuando uno debe preguntarse si tal vez lo que tiene entre las manos es un gran libro.



Prólogo

Doy gracias a mi amigo Guillermo por haber puesto en mis manos el primer libro que publicó Antonio Escobedo García: ¡Qué Alegría! Ahora tienes en tus manos su segundo libro: ¡Qué Felicidad!
Si eres lector de su segundo libro, vas a descubrir el pozo del que bebe nuestro autor. Te va a cautivar la personalidad de este hombre que buscaba a Dios sin saberlo... y “de la mano de un percance laboral, un día lo encontró con María, ante la gruta de la Virgen de Lourdes”.
Sus sencillos relatos nos asombran, y despiertan en nosotros profundos sentimientos de amor y de paz. Si vas leyendo, poco a poco, irás interiorizándote, conociéndote mejor, desearás, tal vez, ser tan feliz como él.
Estamos viviendo acelerados y profundos cambios en todos los órdenes de la vida. Así lo experimentamos muchos de nosotros.
En las páginas del libro descubrirás la clave que responde a tantas preguntas que nos podemos hacer: ¿Qué está pasando? ¿Hacia dónde vamos? Con su estilo sencillo y fácil, nuestro autor transmite su alegría, su felicidad. Vive la vida, y la suya, como un fruto de un designio divino, no del azar ni de la casualidad. Considera que practicar la justicia es lo más gratificante, lo más razonable. Y exclama: “Mi teoría es prácticamente mi vida, lo que vivo”. Y por la ventanilla de sus dos ojos, contempla y admira absorto tanta belleza como el Creador ha derramado en sus criaturas. Así se ha transformado el autor en pregonero de ese Dios... “que lo mejor que nos desea es la felicidad”.
En estos relatos tendrás noticia de su numerosa familia: cuatro hijos les ha dado Dios. ¿Has leído lo que le dice a su esposa en la dedicatoria de este libro?
Querido lector: ¿Verdad que no hay rosas sin espinas? Te adelanto unas palabras de otro gran relato: “El sufrimiento es necesario: es oración”. Ante un brutal dolor que le acompaña con una angustia de muerte, me comenta: “El Señor me ha regalado una partícula de su Gloria... Cuando yo lo ofrezco, ya no son dolores, sino oración”.
Perdona que te haya adelantado un poco de la vida de... ¿un místico en acción? ¡También conoce el humor! “No puedes cultivar un melón, si antes no has plantado la mata, la madre, de donde saldrá no sólo un melón, sino muchos más. De manera que, ¡no seas melón! No te lo tomes a mal. Es una broma”.
Deseo que goces de tan integrada humanidad.

Padre Germán Llorca, sacerdote claretiano

Muy pronto podrás adquirir este nuevo libro a un precio de oferta de lanzamiento de 12€, así mismo, los interesados en realizar alguna presentación, tan sólo tienen que ponerse en contacto conmigo. Los envíos a cualquier parte de España se harán a partir de 6 ejemplares.

12/12/10

Sed fuertes, no temáis.

3º domingo de Adviento
12 de diciembre, 2010


“¿Eres tú el que has de venir?” En realidad, ¿a quién estamos esperando?, y también deberíamos preguntarnos qué estamos esperando para ponernos en marcha. El adviento lo tenemos ya a mitad camino, tan solo nos quedan dos semanas, para renovar nuestro corazón, ¿hemos limpiado las viejas estanterías de las cosas inservibles?
Para meter lo nuevo, hemos de vaciarnos, hacer una profunda reflexión desde el silencio, en compañía de la oración. ¿Has visitado el sagrario con mayor frecuencia y por más tiempo en estos días de adviento? Si no lo hemos hecho, ¿qué más podemos decir? Cada unos nos conocemos, o debemos conocernos. La pregunta sería, ¿de qué sirve tanto, para nada?

Si no vivimos nuestro cristianismo, quizá no comprendamos nunca lo que somos.

Hace dos días me contaba un sacerdote que había hecho una homilía de más de cuarenta minutos, y que nadie se movía, estaban encantados, “la misa ha durado una hora y veinte minutos, ha sido algo maravilloso, todos hemos disfrutado mucho” acababa de contarme.

Esto es lo que necesitamos, el alimento del amor realizado con amor y esperado y ansiado con amor. El día tiene 24h, y da tiempo incluso de ver esa programación de TV que se empeñan en imbuirnos como sea.

¿Recordáis el mundial de fútbol? Lo ganó España, y fueron dos horas de estar pegados al aparato. ¿No es más tiempo que el de cualquier misa? ¿No son todos los partidos de dos horas con el intermedio? ¿Alguien se queja?

A mí al menos me parece muy desigual. No hay punto de comparación, entonces ¿en qué cambia?
Nos va como nos va, porque somos como somos, y porque actuamos como lo estamos haciendo. No nos callemos todos, vayamos a anunciar lo que estamos viendo y oyendo.

¿Tú que opinas?

11/12/10

Reflexion matrimonial para el Adviento. P. Alberto Eronti.

Pensando en la “espiritualidad matrimonial”: Los discípulos de Emaús (Lc. 24,13-35)

Pasaron ya varios días desde que llegó a mis manos una lámina de la revista “Umbrales”, editada por la Comunidad de los padres Dehonianos. La lámina lleva transcriptas, del lado izquierdo, unas palabras del P. León Dehon que me impresionaron: “El culto del Corazón de Jesús no es para nosotros una simple devoción, sino una verdadera renovación de toda la vida cristiana”. ¡Hermosa y profunda afirmación!

Del lado derecho está el icono de Quinto Regazzoni titulado: “Nuestro corazón ardía”. En el mismo están, sentados en torno a una pequeña mesa, Jesús en el centro, a su derecha un varón y a su izquierda una mujer. Sobre la mesa hay una plato con la imagen del Cordero inmolado. A los pies de ambos acompañantes de Jesús están escritos sus nombres: “Cleofás” y “María de Cleofás”. Se trata, obviamente, de los llamados comúnmente “discípulos de Emaús”. Pero, ¿un varón y una mujer?, ¿no eran acaso dos varones? Regazzoni escribe, además a los pies del icono: “Nuestro corazón ardía mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras”

El Evangelista San Lucas sólo nombra a uno de ellos, Cleofás, pero no al otro o a la otra. ¿Qué asidero evangélico habría para decir que eran varón y mujer y que, además era un matrimonio? El Evangelista San Juan al relatar la escena de la crucifixión escribe que “estaban junto a la cruz de Jesús su madre, la hermana de su madre, María de Cleofás y María Magdalena” (Jn. 19,25-26). Según la costumbre de la época a los hijos varones se les conocía por el nombre y se hacía referencia al nombre de su padre; así en el caso de Pedro Jesús le llama “Simón, hijo de Juan”. Igualmente a las mujeres casadas se les decía su nombre y el del marido: “Susana, (mujer) de Cusa”, “María (mujer) de Cleofás”. Si bien no hay una certeza total de que se tratara de los esposos Cleofás y María, no hay forma de probar que no fueran, al menos partiendo de los Evangelios.

Es así que reflexionando sobre la vida conyugal, es realmente sencillo asumir este texto de San Lucas como la más bella descripción de lo que es el amor y la vida de un varón y una mujer unidos en Jesucristo por el Sacramento del matrimonio. El rito de la celebración de la boda es un final y un comienzo. El final de un tiempo en el que un varón y una mujer se enamoraron, se conocieron y concluyeron que eran el uno para el otro. Esto es lo que llamamos noviazgo. El Sacramento, a su vez, es el inicio de un camino “hasta que la muerte nos separe”. Tras la celebración de la boda, el joven matrimonio se va. Se va a vivir su vida, la que soñaron y planificaron. El camino es largo, llevará años recorrerlo. Es un caminar entre Jerusalem y Emaús, para volver un día a Jerusalem a dar la buena noticia que el amor está vivo y es pleno. Pero, han de caminar juntos y no todo es fácil en el caminar.

¿Qué hacían Cleofás y María en su caminar? San Lucas escribe que: “comentaban lo sucedido…conversaban y discutían” ¿No son estos tres verbos una descripción de la vida conyugal? En el diario vivir los esposos comentan los sucesos de la vida y de su vida, conversan sobre ellos y sus hijos, discuten hasta llegar o no a un acuerdo. Ahora bien, los esposos, que se unieron en el altar, no salen a caminar solos, el Señor los ha bendecido por la persona y las manos del sacerdote y se les ofrece para “caminar con ellos”.

Cleofás y María estaban tan centrados en su tema, que no tuvieron ojos para “reconocer” a Jesús en el caminante que se les aparejó. Es así que busca introducirse en lo que les ocupa y preocupa: “¿Qué conversación es esa que os traéis en vuestro caminar?”. Como suele ocurrir frecuentemente los cónyuges responden un tanto sorprendidos y algo molestos: “¿Eres tu el único…que no se ha enterado de lo ocurrido…? Jesús, que quiere tender un puente entre ellos dos y entre ellos y él les pregunta a su vez: “¿Qué? Es así que los esposos le cuentan de qué hablaban y de su desazón por lo que habían esperado y lo que finalmente ocurrió. La expresión “nosotros esperábamos…”, es reveladora de su actitud interior: estaban centrados en ellos y no atinaban a mirar más allá, a ampliar su visión de los hechos. Le contarán al Caminante que después de tres días ha habido rumores que el cuerpo de Jesús no estaba en el sepulcro, que se habían aparecido ángeles, “pero -terminan lacónicamente- a él no lo vieron”.

La reacción del Caminante es llamativa por lo segura y enérgica: “¡Qué torpes sois y qué lentos para entender…! Y es así que les fue explicando lo que para los esposos era inexplicable. Al aproximarse a la aldea de Emaús, el Caminante hace ademán de seguir su marcha, pero algo ya estaba ocurriendo en el interior de Cleofás y María, por eso más que invitarle le ruegan: “Quédate con nosotros, que está atardeciendo y el día ya declina” El texto dice literalmente: “Él entró para quedarse” y agrega luego: “Recostado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo ofreció. Se les abrieron los ojos y le reconocieron”. En ese instante Jesús desapareció…, ya había hecho su labor y los esposos lo reconocieron y se les iluminó lo que habían vivido.

En la vida matrimonial los esposos conjugan los tres verbos señalados, también hay momentos y sucesos que los muestran lentos, torpes para comprender. Momentos que se centran en ellos, que se enfrentan entre ellos, y que no logran tener una mirada de fe hacia lo que viven y experimentan. Sin embargo, según el relato de San Lucas, esas experiencias están destinadas a producir un doble encuentro: de los esposos entre sí y de ambos con Aquel que camina en ellos y junto a ellos. Sólo si aceptan que Jesús se les una, que le pidan que les ayude a entender lo que les desborda, podrán superar la oscuridad de sus vidas y entrar en la luz. Pero el Caminante no sólo pone luz en lo oscuro, sino que hace de toda alegría una plenitud. Por esto “el corazón les ardía”, el Amor había abrasado la vida y el amor de ambos. ¡Es cuando el amor se hace ardiente!

Al elaborar una espiritualidad conyugal, es fundamental reflexionar que no es casualidad que el primer milagro Jesús lo realizara, en Caná, como un servicio al amor de unos jóvenes esposos y por la acción mediadora de María (Jn.2,1-11). Tampoco es casualidad que la primera aparición del Resucitado, en el Evangelio de Lucas, sea a un matrimonio. Ambos sucesos debieran constituir la base firme de toda espiritualidad matrimonial.

¡Que bueno sería que los matrimonios tuvieran en sus hogares los iconos de la boda de Caná y de los discípulos de Emaús!

P. Alberto E. Eronti
Diciembre del 2010.

5/12/10

¡Da frutos abundantes!

2º Domingo de Adviento
5 diciembre, 2010



Un domingo más, me pongo ante todos vosotros, ante vuestra atenta lectura, y como muchas veces me pregunto el por qué, ya que vosotros... Pero en fin, al parecer tengo esta misión, y la acepto, hago lo que puedo y lo mejor que puedo. Vamos a dejar esto ya.

San Juan el Bautista, decía hace un rato: “convertíos, porque está cerca el Reino de los cielos.”
Yo os digo que este Reino, ya está aquí entre nosotros, ¿no lo has visto? ¿lo has deseado de todo corazón?

Bien, vayamos por partes, para que lo veas son precisas unas cuantas cosas. Lo primero es la conversión, imprescindible, si no hay cambio en tu vida no puede haber nada más. Muchos lo atacan aún sin conocerlo, luego, ¡figúrate lo cerca que está! Está aquí, entre nosotros, por eso algunos buscan la forma de destruirlo. Y tú, ¿todavía no lo has visto? El testimonio que tú y yo damos, no tan solo acudiendo a misa –menos de una hora- sino las 24 horas del día, ser cristiano es serlo todo el día, y precisamente a misa se va a dar gracias y a recargar las pilas, como dice mi madrina Gloria, es decir, a tomar fuerza, a sanear los defectillos, a ser modelados por los mismísimos sentimientos de Jesús.

Y, ¿qué podría ser lo siguiente que necesitáramos? Es bien sencillo, tan solo hemos de seguir escuchando la proclamación del Evangelio de hoy: ¡dad el fruto! Ahí es nada. Sin frutos... No basta con ir a misa un ratito, sino vivir todo el día con ese Espíritu, y entonces, y siempre con la gracia por delante, decimos y debemos decir: “el Reino de Dios ya está aquí entre nosotros”.
Sé que todos a veces damos un testimonio defectuoso. Hace unos pocos días estaba en la presentación del Itinerario de Renovación, que toda la diócesis valenciana quiere poner en marcha. Lo presentaban 4 sacerdotes, uno de ellos nuestro obispo Carlos, pues bien, dos de los cuatro sacerdotes, estaban durmiéndose, y a uno de ellos le costaba verdaderos sacrificios sujetarse la cabeza. No pasa nada, esto a cualquiera nos puede pasar, pero tal y como decía una señora “da muy mal ejemplo”.

Demos los frutos que podamos, cada uno según sus posibilidades, sin preocuparnos por lo que hagan otros. Pero es que a veces los malos testimonios arrastran a muchos, del mismo modo que los buenos testimonios también atraen a muchos.

El Espíritu Santo hará de nosotros y con nosotros grandes obras, pero aprendamos con la Virgen María y su esposo San José a mantenernos en oración.

¡Madre, enséñanos a decir: el Reino de Dios ya está aquí entre nosotros, ayúdanos a dar buenos frutos a la Santa Iglesia!

28/11/10

“Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado…”

Florencio Varela, Adviento del 2010


Queridos hermanos y hermanas del Círculo de Adoración, “Monte Sión”:


En la Iglesia, Familia de Dios en la tierra, hemos aprendido a “celebrar”, de hecho vivimos celebrando. Lo que llamamos “año litúrgico” nos sumerge en 365 celebraciones, es decir todo el año. Celebramos el nacimiento de Jesús, de María y de Juan Bautista; celebramos la muerte de Jesús y de los mártires; celebramos la Vida de Jesús resucitado y la vida de cada ser humano. La vida es lo primero, la muerte la celebramos como el paso a la Vida.

Se preguntarán el por qué de todo lo que acabo de escribir. El “contexto vital” de esta reflexión, ha sido el durísimo impacto que he sufrido viendo las fotos y leyendo declaraciones, slogans y consignas, de lo que se ha dado por llamar “Mujeres auto-convocadas”, cuyo encuentro anual se ha realizado hace pocas semanas en la ciudad de Paraná. Lo que comenzó hace años, como un esfuerzo lícito y necesario por rescatar lo que algunos pensadores llamaron “el eterno femenino”, ha derivado hacia una ideología cada vez más vacía de contenidos y ha terminado en una patología siniestra. No me refiero a las obscenidades -de palabras y hechos-, tampoco a los insultos y frases agresivas pintadas en las paredes y puertas de los templos, tampoco me refiero a las caricaturas de lo femenino que reflejaban muchas caras pintadas y cuerpos semidesnudos…; no, lo que me conmovió es la frase que agresivamente dijera una joven participante: “En mi vientre no llevo un ser humano, sino un pedazo de carne, por lo tanto tengo el derecho de abortar”.

Se que la frase puede herir la sensibilidad de algunos, pido disculpas. Pero lo que no puedo es negar la realidad: algo está muriendo en muchas mujeres, sobre todo en muchas mujeres jóvenes. Se que no todas piensan o sienten así, también -¡gracias a Dios!- veo a muchas mujeres vivir profunda y felizmente su maternidad. Pero, cuando los vientres no son cunas algo oscuro está ocurriendo. No hago un juicio de valor; lo que sí me pregunto es: ¿qué civilización estamos creando? Las y los jóvenes son un “resultado”, son la última expresión de algo que comenzó hace largo tiempo.

El Padre José Kentenich decía ya antes de la segunda Guerra Mundial, que la separación entre fe y vida, entre lo sobrenatural y lo natural, iba a terminar desfigurando al hombre. Al alejarse de su “Modelo” (“Dios creó al hombre a su imagen…”), era inevitable que el hombre se desfigurara. Un intelectual europeo, creyente él, afirmó: “Cuando el hombre se aleja de los principios morales, primero se embrutece, después se bestializa”. ¡Otra expresión fuerte!; pero que refleja buena parte de la sociedad actual. No podemos engañarnos, algo se está rompiendo en lo profundo de muchos jóvenes, algo que los desfigura. Los medios no son ajenos a esta desintegración. Hay mucha basura en los medios, hay mucha superficialidad e ignorancia en un buen número de sus conductores. Hace años se hablaba de “formadores de opinión”, en general se los escuchaba porque tenían nivel. Hoy se puede hablar de que abundan los “deformadores” de opinión cuya falta de contenido y de nivel produce compasión, pero tienen el poder de confundir. Un conocido periodista español, viendo lo que había pasado en un encuentro de rokeros, escribió: “He visto, azorado, el desmadre del despadre”.

Entre muchas jóvenes hay un “desmadre”: no querer ser madres; y en muchos varones un “despadre”: no querer asumir la consecuencia de un encuentro íntimo. Cuando la mujer no quiere ser madre y el varón no quiere ser padre, es que algo está muriendo en el hoy de la sociedad del Siglo XXI. Todo lo dicho me abruma, pero no me desespera, dolor y tristeza no es lo mismo que desesperanza o sin sentido. Lo que contemplo (y uso este verbo con total intención, porque es “mirar” como mira Dios), es una gran parte de la humanidad está gimiendo, está pidiendo sentido, valores, luz para su noche.

Isaías anuncia al Mesías clamando: “Sobre los hombres que habitan en tierras de sombra, ha brillado una luz”. Es mucha la sombra, pero es infinita la luz que viene del Mesías anunciado. No podemos, como creyentes, celebrar la Navidad sin mirar la realidad y buscar responder a ella. En las Jornadas Nacionales de Delegados del Movimiento de Schoenstatt, llevada a cabo los días 30 y 31 de octubre pasado, los diálogos se centraron en el tema de la vida y la necesidad imperiosa de crear una “cultura de alianza”. También recordamos que los Papas Pablo VI y Juan Pablo II, hicieron referencia a que “es necesario optar entre la civilización del amor o una cultura de muerte”. Es así que el lema de la Familia de Schoenstatt de Argentina desde ahora y hasta octubre el año que viene es: “Herederos del Padre, profetas de la vida”. Sí, queremos -como los profetas- anunciar la vida, crear vida, defender la vida y denunciar los gérmenes de muerte que incuba la civilización actual. Cuando el Padre Kentenich decía que “hoy no basta con creer, esperar y amar; hoy hay que ser un milagro viviente de fe, esperanza y amor”, tenía total conciencia de las fuerzas desintegradoras que se abrían paso en la civilización Occidental. Hoy el problema es global. ¡Occidente ha exportado su propia desintegración!

Navidad es una celebración paradojal en este inicio del siglo XXI…, el hombre cada vez más margina a Dios de su vida y se margina de Dios, sin embargo sigue celebrando la Navidad… ¡He aquí una de las semillas de esperanza! No importa hoy en primer lugar qué se celebra, sino que se celebra. Hemos marginado, roto y atropellado muchos valores, pero todavía hay uno, al menos uno, que se sigue celebrando y que lleva a decir… ¡feliz Navidad! Mientras la sociedad siga celebrando esta fiesta, hay esperanza. La Iglesia es la depositaria de esta esperanza y nosotros somos Iglesia. Iglesia que espera, que anhela, que peregrina, que busca y que al encontrar al Niño y a su Madre, se arrodilla, adora, se conmueve e implora. Sí, Navidad es el canto a la Vida. La Vida es Dios y nació en Belén. La Vida es Dios y sigue naciendo. En esta Nochebuena celebraremos el nacimiento del Hijo de Dios “hecho carne”. ¡Un capullo de carne humana!, un cuerpito con bracitos y piernitas, con llanto y hambre, con ganas de vivir,… lo contemplaremos en el regazo de María, lo miraremos con los ojos de Ella y le susurraremos palabras que brotan desde el alma. Aquella joven auto-convocada que dijo, “es carne”, tenía razón. El Niño de Belén también “es carne” ¡y es Dios! El Niño de Belén es Hijo de Dios, todos los engendrados son hijos de Dios. Dios no despreció la “carne” humana, la asumió y por ella nos redimió, es decir: nos dio la Vida.

Que esta Navidad nos encuentre amando y sirviendo apasionada y abnegadamente a la vida humana, a toda vida. ¡Bendecida Navidad!, los bendigo desde Sión:

P. Alberto E. Eronti

Llega el momento de la verdad

1º domingo de Adviento
28- noviembre-2010



Entramos en el primer domingo de adviento y todo este final del año litúrgico que acaba en la mañana del sábado 27 de noviembre, día de la medalla Milagrosa, igual que ocurriera en el año de las apariciones, que era 27 de noviembre, sábado, y el domingo fue también el primer domingo de adviento. Curioso, muy curioso. Que cada uno piense lo que quiera.
Terminamos un año más de nuestra vida, y todas las lecturas, todos los evangelios, nos han hablado del final, de nuestra vida, y también con alusiones a la parusía, la segunda venida del Señor Jesús. Pero lo que nos han ido cuestionando desde la litúrgia es: ¿estás preparado para el final, tu final? ¿Has hecho los deberes?

Cualquier maestro, hace esta pregunta a sus alumnos, pero llega un momento en que el examen está ahí, y también la nota final de la evaluación, del curso. Unos aprueban, y otros suspenden. Tal y como lo oyes. Pero con nuestra vida no podemos jugar, no al menos los cristianos, ¿me he preparado por si llega hoy mismo el momento de morir? Hablando con unos y otros, todos coinciden en las múltiples tareas en el hogar, en el trabajo, en todas partes: ¡es que no tengo tiempo para nada!

¡Pues no cenes, no comas! Pero vive la oración.

“Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor” ¿acaso no es importante tener los deberes hechos?

Creo que hoy, como se hace de un modo rutinario, a veces vacío de sentido, en la noche vieja, hoy, hemos de plantearnos seriamente el grado de vivencia cristiana, o la no vivencia. Creo, que llega la hora de sinceridad personal, de dejar los cuentos, las misas cantadas tan preciosas, tan llenas de éxito popular, dejar aquello que socialmente queda bien, para ser cristianos de verdad, en pleno día, con toda la dignidad, y al que no le guste que no mire.

Hay mucho en juego, es nuestra vida, y un día u otro se acaba. Seguro.

“Estad en vela, estad preparados”, ¿no crees que vale la pena?

27/11/10

¡Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros, que recurrimos a vos!

21/11/10

UN AMANACER


Domingo XXXIV T. Ordinario
21-11-2010


Hoy, en esta mañana fría y llena de una luz especial, con este amanecer, con estas primeras luces, donde abunda la belleza del color, la belleza de los sonidos, y sobre todo, la belleza de la oración, en el silencio de la admiración contemplativa. En cuántas ocasiones no nos dejamos bañar por todo esto, sin embargo, si nos ponemos a remojo, cuánta paz nos invade, nos sentimos a rebosar: ¡Qué bien se está aquí!
¿Pueden acaso convivir sentimientos opuestos al mismo tiempo y en el mismo espacio?
Si no reconozco la belleza en la creación, me pierdo una gran parte de mi vida. ¿Cómo encontrar la paz si no la deseo? ¿Cómo enamorarme de mi mujer si nunca la conocí?
En el abandono de no hacer nada, descubro este “amanecer” de luz cálida, con un viento del norte frío que me hace taparme con mi manta de cuadros rojos, dándome ese calorcito tan suave, tan mimoso. Para amar hemos de abandonarnos, y de este modo descubriremos lo que siempre está, y que unos días se nos presenta de un modo y otros adquiere otra forma, pero que en el fondo nos da lo mismo: la paz. Al amar, nos llenamos de paz. Pero para amar hemos de reconocer al otro, sin prisas, admirándolo, escuchándolo.
Jesús, Jesucristo, está todos los días ahí, llamando nuestra atención, diciéndonos: ¿Tienes un minuto?
¿Cómo va a reinar si no tenemos tiempo para Él? Él desea reinar en nosotros, en nuestros corazones, quiere darnos su paz, quiere nuestra felicidad, quiere lo mejor para todos nosotros, como un padre y una madre con sus hijos. ¿Acaso alguno de los que leéis esto no estáis de acuerdo conmigo? ¿Acaso todos no queremos que nuestros hijos tengan paz y sean felices?
Hoy la Iglesia, la santa Iglesia, aunque llena de pecadores, nos propone la felicidad. Nos indica que celebremos a Jesucristo como Rey, y para ello hemos de dejarnos amar, dejando que Él reine, que sea el centro de nuestra vida, como ése sol que hoy hemos observado en el amanecer, que primero ha teñido el cielo de luz con pinceladas de gran maestro, y que en silencio, sin prisas, dándonos tiempo para que gozáramos mirando este nacimiento. El día se ha ido completando, y el sol lo ha invadido todo. Así hemos de dejar que Él reine, permaneciendo en su amor, contemplando sus obras en nosotros, tanto en la vida espiritual como en todo, porque si le dejamos hacer Él lo va tocando todo, y de este modo lo vemos, lo contemplamos en todo y en todos.
Él, siempre, como el sol, nos acompaña, camina junto a nosotros, en nosotros, aunque a veces aparezcan unas nubes oscuras que no nos permitan ver su luz, ¡no nos preocupemos! Él está ahí, sigue a tu lado, sigue a mi lado.
¡Bendito sea Jesucristo, Rey del universo!
¡Bendito y alabado sea por siempre!

14/11/10

ESTAD ATENTOS PARA QUE NADIE OS ENGAÑE

Domingo XXXIII T. Ordinario
14 de noviembre, 2010

“¡Cuidado que nadie os engañe” es una advertencia que hoy nos hace Jesús tan próximos ya a este final del tiempo litúrgico, no del final de los tiempos.

Hay una serie de advertencias que quizá algunos “usurpadores” utilizarán para meter miedo con el final de los tiempo. Las guerras, las catástrofes, las persecuciones, y todo tipo de epidemias, tales como la deslealtad, y a pesar de que nos pide con estos evangelios que seamos leales para salvar el alma, que es lo realmente importante. Todo lo demás, las casas, nuestras pequeñas posesiones, el coche, todo absolutamente todo, quedará aquí el día de nuestro final. Éste si que será el final del tiempo de cada uno.

¿Qué se nos pide? Oración y perseverancia, si queremos salvar nuestras almas. Y qué mensaje más esperanzador es éste “ni un pelo de vuestra cabeza perecerá”. ¿Quién puede estar más atento a mis necesidades?

En todos los tiempos de la historia, ha habido, han creído ver todas estas señales, y ninguno estaba en lo cierto, y hoy en día hay quienes, van metiendo miedo de que esa fecha es en el 2012. ¿Qué nos importa la fecha? Lo importante es perseverar en la confianza de Dios, “Jesús, en ti confío”, y Jesús mismo nos lo repite una y otra vez: “vigilad y orad, pues no sabéis cuándo es el momento”.

Aún a pesar de esto, algunos se empeñan en poner fechas, ¿no será que saben más que Dios mismo? ¿No serán éstos los que nos quieran engañar, usurpando el nombre de Jesús? “No vayáis tras ellos... No tengáis pánico”. Esto si es de Dios, abandonémonos a su confianza, a sus brazos misericordiosos, desde la oración y la vigilancia, ésta si es nuestra tarea, ésta si es nuestra misión.
Nadie excepto el embustero, puede decir a alguien que tiene la misión de dar a conocer la fecha, puesto que ninguno la conoce. ¡Gracias a Dios!

Nosotros a la nuestra, hemos de seguir mirando a Cristo, y no a nuestro alrededor, porque de lo contrario nos despistamos y dejamos de ser seguidores de Cristo, por lo tanto, dejamos de ser cristianos.

¿No estará pasando ya algo de esto? Mi misión es seguir a Cristo, y para que me resulte más accesible lo hago a través de la Virgen María, su madre y nuestra madre, y a Ella le pido la ayuda para perseverar.

Gracias a la Iglesia, por dejarme ser un miembro de ella, y aunque soy pecador, ella es santa. Así nos ocurre a todos nosotros, queremos... pero a veces... no podemos, no sabemos, no nos damos cuenta.

“Orad y perseverad” que la Navidad está ya cercana, ese Amor nacerá para todos nosotros.

¿Tú que opinas?

7/11/10

Antes o ahora

Domingo XXXII T. Ordinario
7 de noviembre, 2010



Hoy, un día soleado, y aunque frío en las primeras horas de la jornada, pero luego un calorcito, nos alimenta. Es un día lleno de vida.
Hace muy pocos días les contaba a mis hijos lo que se hacía con los gatitos nada más nacer, apenas tenían un día, ya que antes, no se operaban ni a los machos ni a las hembras, y era raro, en las casas del pueblo, no hubiera uno o más gatos. Eran preciosos, ya que al haber animales y piensos, esos roedores de cuatro patitas y largo rabo se hacía dueños de la noche.
Hoy sin embargo, con las castraciones a los unos y a las otras, esto no pasa, no se pueden quedar embarazadas, hoy son gatos domésticos y, ¿antes qué eran? Lo que puede cambiar una conciencia. Como te digo, los gatitos a las pocas horas, a excepción de uno o dos, eran estampados contra una tapia, era su final, de un golpe duro.
Mis hijos me han mirado diciendo: ¡qué horror! Y yo les he preguntado a la gallega, y ¿por qué la gente es capaz de estampar a sus propios hijos?
Parece una paradoja, pero no lo es, es una tremenda brutalidad de nuestra sociedad, que parece pensar que si una ley lo permite, no es tan malo. ¿Dónde queda la conciencia personal, también en esa ley antinatural?
Y todo esto nos devuelve la realidad, y es que cuando uno muere, tan solo deja su uniforme terrenal, para llenarse del celestial. Pero claro en el juicio ¿cómo podemos juzgarnos “absueltos” de estos crímenes silenciosos?
El evangelio de hoy dice: “los que sean juzgados dignos de la vida futura... ya no podrán morir... porque Dios no lo es de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos”
¡Me quedo sin palabras! Tú y yo responderemos de nuestros actos. ¿No nos valdría la pena pensar más en la verdadera vida?
Aunque se meta la cabeza debajo del ala, la muerte es segura, nos alcanza, en un momento determinado. Algunos parecen tenerla más cerca, pero todos, todos pasaremos por ese trance: ¡afortunadamente!
¡Y veré al Señor cara a cara!

Posdata:
Me encantan los gatos, y hoy le rindo un humilde homenaje a Juan “Míau”.

31/10/10

Crisis ecómica o moral

Domingo XXXI T. Ordinario

31 de Octubre, 2010


¿Dónde está la crisis? Mira a tu alrededor y búscala. Desde luego parados hay muchos y es muy lamentable, aunque algunos de esos están hasta que se les agote el subsidio y, ¿luego qué? Realmente hay una crisis moral muy profunda, y hoy, como siempre, una vez más el evangelio del domingo nos da la respuesta clara.

Siempre, cuando llego a este punto, hay personas que dejan de leer, porque ellos no quieren ser religiosos. Es una tontería, porque si lo lees puede que te guste o no, pero sin leerlo... Bueno, haz lo que quieras, pero esa actitud tuya tiene un nombre, y no es tolerancia, ¿cuál será?

Como decíamos, este domingo nos presenta a un hombre, a un gran pecador, el que era jefe de los recaudadores de impuestos para los romanos, ¡casi nada!

Pero hay algo dentro de él que le mueve a querer ver a Jesús, trataba de situarlo, pero no podía verlo, pues era un hombre bajo de estatura. Por esto tenemos la crisis que tenemos, porque no ven más que para ellos. Roban y roban, y cuando el saco de la avaricia se rompe, aparecen las crisis de los ladrillos, de los mineros, de las alcaldías... Todas, pero en el fondo una tan solo: la de la desvergüenza, la de la moral.

Nuestro amigo, bajito, y no lo dice solo por la estatura, saca tú más conclusiones. Se adelanta corriendo y sube a una higuera. ¡Cuánto interés tiene en verlo! ¿No crees? Tú y yo, ¿tenemos el mismo interés? Y allí ocurre lo más grande, y es que Jesús lo ve a él, y a pesar de ser un gran pecador, lo llama por su nombre. Para que hayan personas que sigan diciendo ¡que Dios no habla! “Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa”. Los del grupito, de los que van a todas partes a criticar, aquí también hacen su aparición, hablando de lo que no saben: “ha entrado a hospedarse en casa de un pecador”.

Y el evangelio ahora nos muestra el cambio, la actitud, la rectificación, la conversión de Zaqueo: “mira, la mitad de mis bienes, Señor, se los doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más” que era lo que exigía la ley de los judíos. Se ha producido un bellísimo cambio, desde luego radical. ¿Cuántos de los que han engordado sus arcas y han provocado la crisis, han hecho algo similar? ¿Alguno ha hecho alguna devolución? No me extraña que digan que Dios no les habla. No me extraña nada.

Jesús dice que todos somos hijos de Dios, y que Él “ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”. No me extraña que no quieras terminar de leer, pero te recuerdo que Jesús no se escondió de decir lo que pensaba a nadie: “hipócritas”.

Todos somos libres, y podemos escoger hacer el bien..¿Por qué entonces hacer el mal? Es tu decisión siempre.

Dios quiere salvarnos a todos, ¿quieres tú salvarte?

24/10/10

Qué cerquita está Él.

Domingo XXX T. Ordinario

24 de octubre de 2010

Había un sacerdote en mi ciudad, que siempre en todas sus homilías nos decía lo que debíamos de hacer, y en qué fallábamos. Lo curioso es que siempre él, quedaba excluido, él estaba elevado sobre todos nosotros, él lo sabía todo...

No me sirve el encubrimiento de algunos, ocupen la situación que sea. Conozco a laicos que porque rezan uno o varios rosarios, y van a misa todos los días, se creen ya mejores que esos que no van a misa. ¡Qué poco les sirve todo lo que hacen!

Y es que nos empeñamos en ver a Dios donde no está, queremos que se cumpla según nuestro deseo, sin confiar en Dios. ¿De qué me sirve ir a misa, si luego no lo practico? “Lo que hicisteis a uno de estos mis hermanos, a mí me lo hicisteis.”

Dios está tan próximo, tan cerquita de nosotros, y sin embargo no empeñamos en buscarlo donde no está. Hay gentes que han contratado un refugio, tipo nuclear, para cuando llegue eso que va a venir, lo que se nos echa encima. Me pregunto, ¿dónde queda: “Señor Jesús, en ti confío”?

Si mi confianza es esa, ahora me explico como va el mundo.

Dios está ahí, aquí conmigo, tan solo he de decir como en el salmo: “Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca.”

Esto es lo que necesitamos, bendecir y alabar al señor Jesús, siempre y en todo momento, y en todos los lugares. Santa Teresa de Jesús decía: “Dios está entre los pucheros”, en lo más ordinario de la vida, y allá donde hay un hermano, está Él. No hay que buscarlo entre los super-man, ahí seguro que no está, aunque Él, todo lo puede.

Yo al lado de Él, ¿quién soy? Esto es lo que le pasaba al pecador de la parábola, que lo conocía tan bien, que no podía ponerse delante de Él. Se siente indigno, pero CONFÍA en la capacidad de ser PERDONADO, a quién se lo pide.

Todos necesitamos de Dios, unos de un modo, y otros, de otro, pero lo bien cierto es que deberíamos bendecirlo y a alabarlo más frecuentemente.

¿Tú no lo crees así? Entonces, ¿qué crees tú?

Bendito y alabado sea el señor Jesús, hijo de la Virgen María. Madre, enséñanos a confiar en él, y que no hagamos tantas tonterías.

16/10/10

Una vez más, y las que hagan falta.


Domingo XXIX T. Ordinario

17 de octubre de 2010

La oración es necesaria y vital, es decir, de capital importancia en la vida cristiana. ¿Cómo se puede ser humilde, si no es desde la oración? ¿Cómo perdonar aquella ofensa que tanto daño y tantas lágrimas provocaron en mí? La oración es fundamental para todo, para la humildad, para poder perdonar a mis hermanos...

En el campamento de la Esperanza, en Chile, al principio, las familias montaron las tiendas de campaña de modo precario, pero una cosa si tenían: la fe de ver cómo serían devueltos a la superficie de la tierra. Aquellas mujeres comenzaron a rezar y a llenar el espacio con sus plegarias llenas de confianza, aún a pesar de la desazón de sus corazones en más de un momento. Es normal, son y eran sus mujeres, sus familiares y sus mineros estaban a setecientos metros de profundidad.

Hoy hemos visto las imágenes llenas de luz, esas imágenes que hablan por sí mismas; pero en el principio, ¿quién estaba con ellos?

Una tarde, entró en mi ordenador un e-mail diciéndome que debíamos empezar a rezar en cadena por aquellos hombres y sus familias, para que no perdieran la fe en esa esperanza.

Hoy, Jesús en el Evangelio, nos recuerda la viuda que pedía justicia a un juez, “que ni temía a Dios ni le importaban los hombres”. Y finaliza este relato con una pregunta: “Cuando venga el hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?

Las mujeres del campamento mantuvieron la fe en la soledad de esas noches heladas, en mitad del desierto, donde ni las zorras se acercaban, pero ellas allí rezando y rezando, pidiendo al Padre de todos por aquellos treinta y tres hijos suyos, sus maridos, sus papás...

Nosotros, gracias a Amparo, mi compi, comenzamos una de tantas cadenas de oración en el mundo entero. Desde la oración mandábamos el mismo mensaje de esperanza. Recuerdo que estando en la ermita rezando el rosario, con unas sesenta personas más, la sensación fue muy buena. En muchísimas misas, los sacerdotes incluían esta misma plegaria.

La oración nos llena de fe, de esperanza, de paz. Es decir, vayas a donde vayas, sea cual sea el viaje que vas a comenzar, es necesaria la oración, porque de este modo “obligamos” a actuar a Dios mismo, porque Él ve en nosotros la pequeñez, pero también ve la confianza que tenemos. Nosotros ponemos nuestras manos, pero debido a nuestra insuficiencia, Él actúa, y ¡cómo lo hace! Una maravilla, y al igual que la pobre viuda encontró la justicia, así también esos mineros hermanos nuestros.

Hay una imagen de unos de ellos al salir, y lo primero que hacen es ponerse de rodillas para dar gracias a Dios.

¡Qué bello!

14/10/10

TRIUNFO DE LA VIDA, LA ESPERANZA Y LA SOLIDARIDAD


Estamos viendo paso a paso el rescate de los 32 mineros chilenos y un boliviano, que pasaron más de dos largos meses en el seno de la tierra a 700 metros de la superficie, en Atacama, en la mina San José.

Muchos hablan de un milagro y sin duda lo es, ya que ante todo se debe a la Gracia de Dios que estén vivos y de a uno vayan saliendo a la luz del sol.

Por eso ante todo debemos dar gracias a Dios y cantar un Alleluia pascual, valorar lo que por ellos millones de personas en todo el mundo han orado y que Dios nos ha escuchado y la Virgen Maria con S.Jose y todos los santos han intercedido.

Al mismo tiempo este milagro fue posible porque todo un pueblo y muchos de otros pueblos tuvieron fe y esperanza primero para buscarlos y despues de encontrarlos para preparar y realizar el rescate. Felicitaciones al pueblo chileno y a cuantos compartieron esta fe esperanzada y luchadora.

Es el triunfo de la VIDA,es una imagen actualizada de la Pascua de Jesus que paso tres dias en el seno de la tierra y verdaderamente resucito. En el Credo decimos que descendio a los infiernos ya que se traduce del latin inferi que son las regiones inferiores, subterraneas, no el infiermo como el lugar de la ausencia de Dios.

Es el triunfo de la ESPERANZA ya que todos los actores de este milagro estaban motivados por una esperanza tenaz,perseverante y creativa. Lucharon con esperanza mientras oraban,trabajaron con grandes sacrificios,esperaron en ese campamento al que bautizaron ESPERANZA y hoy estan viendo el premio.

Es el triufo de la SOLIDARIDAD ya que todo esto se hizo como una gran accion comun,ordenada e inteligente.No se escatimaros esfuerzos y bienes,se apelo a la ayuda de los que podian ayudar y tenian los elementos tecnicos y las capacidades profesionales y laborales. Se actuo coordinadamente y con una conduccion clara y firme. Se vivio pendiente de los mineros todo este largo tiempo,sin desfallecer. Se los asistio de manera integral y con los conocimientos que hoy la ciencia nos brinda.

Por eso fue posible un milagro que sirve de modelo de conducta social. y no sololo en las emergencias.Deberia ser el modo habitual de actuar en sociedad y de crear un modo de convivencia regido por estos codigos que son la expresion concreta del AMOR, sin el cual es imposible una verdadera vida que sea plenamente humana.

Demos gracias a Dios y aprendamos esta magnifica leccion de nuestros hermanos chilenos.A todos ellos mi felicitacion y admiracion.

Los saludo con afecto y los bendigo

P.Guillermo Mario Cassone

Roma,13-10-2010

Viva Chile


13-10-2010

Hoy, decía un joven de Chile: “Me siento orgulloso de ser chileno.” Y la verdad es que sí, que hay muchos y contundentes motivos para estar orgulloso.

Pero también yo quiero hoy glorificar a Dios, darle gracias, por atender las miles y miles y miles de oraciones que desde todos los rincones del mundo hemos dedicado a estos bravos mineros y a sus familias. Veo su mano moviéndose en la mina de San José, precisamente el padre adoptivo en la tierra, el esposo de la Virgen María. Treinta y tres, treinta y tres son los mineros encerrados, perdidos en las profundidades de la tierra. Y el campamento que montan sus familiares, curiosamente, se llama el campamento de la Esperanza. Por un lado, la edad de Jesús, representada en esos hombres del pueblo, y las mujeres, como siempre, sabiendo que volverían a verlos.

Hoy todo el mundo ha estado pendiente de Chile, y todos hemos rezado mucho porque esta realidad pudiera ser narrada por los medios de comunicación.

El hombre encuentra en Cristo su esperanza de vida, da la impresión de que éste sea el mensaje. Y así lo han expresado más de uno de los propios mineros: “Ha sido un milagro”.

Y es que Dios, sigue siendo el mismo, los que hemos cambiado somos los hombres, pero cuando el hombre queda reducido a su pequeñez, sale a relucir de nuevo, del mismo modo que nadie abre la puerta de su casa si no lo llaman.

El mundo, nosotros, Chile, estamos de fiesta.

¡Bendito sea Dios!

10/10/10

Ser agradecidos

Domingo XXVIII T. Ordinario
10 Octubre 2010



“Nos acordamos de santa Bárbara, cuando truena”, dice un dicho, un refrán popular, y es que en lo popular hay mucha sabiduría. Un viejo amigo pastor me enseñaba, hace unos años, como mirando, observando las bellotas, él, en pleno verano, me hacía un pronóstico sobre el invierno, si sería más o menos frío. Y ciertamente fue un invierno muy duro, el hielo todas las mañanas estaba presente. Incluso hubieron días en que no desapareció en ninguna hora.
Todo esto, ¿por qué, qué relación guarda con este evangelio de hoy domingo?
Jesús hoy cura a diez leprosos, a la totalidad, a todos los que se presentan a Él, a los que a gritos le piden tras el reconocimiento, y con la oración continua: “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros”. La suplica es en plural, y en plural es atendida. Todos quedan curados, limpios, mientras caminaban.
Tan solo uno vuelve alabando a Dios, y postrado a los pies de Jesús, le da gracias. Jesús se pregunta, ¿y los otros nueve? ¿Dónde está su gratitud?
Un amigo mío diría: “es la condición humana”, añadiendo él “estómagos agradecidos”.
Esto, o algo muy similar, nos pasa a nosotros, pensando que podemos con todo, pero cuando llega el momento, cuando nos enfrentamos a la cruda realidad, cuántas veces oímos: “Dios mío...” y la súplica, para pasar después a una actitud bien diferente, de olvido.
Por eso tú y yo, hemos de dar gracias y alabanzas a Dios, por esos otros que no lo hacen, porque si comenzamos a criticar todos... “apaga y vámonos”.
Hay que mostrar lo que somos, somos la iglesia de Cristo, fundada en Pedro, ¡gracias a Dios!
Por cierto, ¿cuántas veces has mostrado tu gratitud a los sanitarios que te han atendido?
Os voy a dejar una frase de una monja dominica, del convento de la Consolación de Jativa, sor Milagro Zamora:
“Si el contacto con Dios,
no te hizo más humano,
no era Dios a quién tocaste”.
Gracias Señor por tanta ayuda y comprensión, gracias por darnos a tu Madre y a su Esposo, como ejemplo matrimonial.
¡Bendito y alabado seas por siempre, Señor!

3/10/10

¡No te engañes!

XXVII T. Ordinario
3 de octubre 2010




Cuantas veces hemos pensado, ¡yo he hecho esto o aquello! Y por ello merezco... ¡Deja de pensar lo que no debes! Si haces algo positivo, algo desprendido, algo que te ha costado mucho empeño, una gran caminata de meses, sea lo que sea, ¡no esperes recompensa alguna! Es peor. Haz y olvida lo hecho. Ayuda y a ser posible sin que se enteren muchos, o ninguno.

Es cierto que en nuestras parroquias tenemos a personas afincadas al micrófono, salen a leer sin haber leído el texto, y lo desgracian, cambian el sentido, no siempre, de las lecturas. Hay un protagonismo en hacer, y mucho, delante de todos los ojos, porque, claro está, yo, tú, todo lo hacemos bien.

No te engañes, sé más humilde, sé más sincero contigo mismo. Si tienes esa capacidad, si tienes esa fuerza, a buen seguro no es tuya, quizá sea un regalo. ¿Has hecho lo que tenías que hacer? ¿Esperas algo por ello? No te preocupes, haz y olvida lo hecho.

Pide fe para comprender que cada uno de nosotros somos diferentes, y no digo ni mejores ni peores. Unos cojean, y otros corren, pero, ¿quién de ambos se esfuerza más? ¿También sabes tú la respuesta? Pide fe, para no comparar, para no verte mejor que nadie. ¿Qué no te reciben como quieres? Mejor, por algo será: ¡Bendito sea Dios! Esto sí es muy importante, bendecir y alabar continuamente al Señor.

Pide fe, para “hacer todo lo mandado, y luego decid: somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer”. ¡Éste! Éste es el premio, hacer lo que teníamos que hacer, ¡desde luego que no es poco!

Quizás por las prisas, nos dejemos conducir en esa carrera de que yo merezco esto o aquello, incluso más que aquél... ¡Déjate de tonterías! Y en lugar de eso, pide fe, para saber amar, pero de verdad, empezando por tu familia... bueno, no quiero que pienses que te estoy dando muchos consejos, pero permíteme una cosa más.

La fe, nos sirve para Vivir, y esto sí es importante. Que Santa Teresita, los Santos Arcángeles, y los Ángeles de la Guarda, nos ayuden a aumentar nuestra fe.

26/9/10

Cuánta desigualdad hay

Domingo XXVI T. Ordinario
26 Septiembre 2010

Hoy en día, mires donde mires, hay una gran desigualdad entre los hombres, no ya solo de un mismo municipio, sino dentro del mismo país, y no digamos por continentes.

Mientras unos tiran a la basura cosas muy servibles, otros no tienen nada, y buscan entre las basuras. Cómo nos impactan esas fotos de los niños recogiendo entre los metros cuadrados de basura y más basura.

Con lo que unos tiran otros viven. Este es el ejemplo del evangelio de san Lucas, el pobre, que sabemos que es Lázaro, esperaba algo de las sobres, el rico tiraba a manos llenas. ¿Quién era este rico? ¿Cómo se llamaba? Eras tú, ¿cuántas veces no has tirado a la basura cosas que otros se hubieran comido perfectamente?

Conozco varios restaurantes que, al final del día, lanzan alimentos buenísimos a la basura; no tienes más que mirar en los banquetes de bodas, ¡cuánta comida se tira, que se podía llevar a casas de misericordia, o a las cáritas parroquiales! ¿Y qué más da? Estás pecando de omisión, porque ni tan siquiera lo intentas. No podemos actuar como si nada. El rico, no hace nada malo, pero ahí radica lo malo, no se preocupa por aquel que vive muy por debajo de sus necesidades, por eso “estaba echado en su portal”.

¡Cuánta diferencia hay entre los hombres! A nuestro alrededor, y todos los días. Luego también, después del paso a la otra vida, es Lázaro quien disfruta de los placeres del cielo, mientras que el tico (tú, todos nosotros) está allí intentando... y qué más da, si algunos aunque vean la verdadera evidencia de Dios, no la quieren ver. “Eso son cosas de viejas”.

A quien no escucha a nadie, ni incluso aunque un muerto vaya a hablarle. ¡Ni caso!

Por eso el Señor dice: “Entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar”.

Ahora que tanto tenemos, deberíamos quizá pensar en que algún día, cuando muera físicamente, ¡qué habré hecho o qué no habré hecho?

El rico no cometía nada malo, a excepción de no preocuparse por Lázaro, a quien todos los días veía. Para ver la desigualdad, no es preciso hacer muchos kilómetros; aquí, entre los nuestros están, y muy próximos. ¿Quién es mi prójimo?

Yo soy. ¿Recuerdas? Siempre en el prójimo está Dios.

19/9/10

Cómo han ido las recuperaciones

Domingo XXV T. Ordinario
19 Septiembre 2010



Siempre estamos con lo mismo, o eso parece, ya que los evangelios son nuestra escuela, donde el maestro se empeña en que todos aprovechemos los exámenes de junio, porque él quiere que pasemos unas vacaciones de verano en primera clase.
¿Por qué tanto interés por nosotros? Por lo mucho que nos quiere, y no escatima en esfuerzos para que yo ponga atención y no tenga que repetir ninguna asignatura.
Sólo busca nuestra salvación, y nos pide una y otra vez, que repasemos las tablas de multiplicar, es decir, lo que nos exigen en la evaluación es que cada cosa ocupe su lugar original, y Él es el centro, el Creador, y nos dice lo fácil que es hacerle caso, pero una y otra vez mi atención se desvía.
Fíjate: ¡Ese avión, que bajito vuela! Ay, ya me he despistado de nuevo, y por más atención que pongo, no hay manera. Y está este otro que se queda mirando la pizarra como si entrara en trance. Cada uno tenemos un despiste. Pero hay una norma válida que Él nos recuerda: “El que es de fiar en lo menudo, también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo, tampoco en lo importante es honrado.”
Y finaliza su clase con esta exposición magistral que todos anotamos en nuestros cuadernos: “Ningún siervo puede servir a dos amos, porque o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.”
Lo dice bien claro, si no estudiamos no hay manera de aprobar. El esfuerzo es imprescindible, y hay que sacrificarse, no salir muchos domingos, y es que en la vida, hay que estar batallando continuamente, pero vivir con Él es muy sencillo, tan sólo consiste en tenerlo en cuenta en todo momento, en ofrecerle esos pequeños sacrificios como oración, decirle más de una vez: ¡Te quiero! El amor todo lo puede, es la mayor energía que existe, y a veces este es nuestro fallo: no amar.
Madre Santísima, enséñanos a amar.

12/9/10

La transformación

Domingo XXIV T. Ordinario
12 Septiembre 2010

Sin querer, sin darnos cuenta, en más de una ocasión, nos vemos sorprendidos por lo que otros opinan de nosotros, ¿tú no? ¡Qué suerte que tienes si no es así! Pues a mí sí que me pasa, en algunas ocasiones, lo que opinen de mí me pasa factura, y esto me paraliza en momentos muy concretos. No me deja moverme con libertad y no es bueno, ya que quedo estancado, sin recursos y posiblemente me haga incluso enfermar.

A Jesús, sin embargo, no le importaba lo que opinaban los fariseos y los maestros de la ley sobre Él, y se acercaban a escuchar todo lo que decían las personas de mala fama, los pecadores, los excluidos de aquella época, los recaudadores de impuestos para Roma.

¿Cuántas barreras sociales tenemos cada uno de nosotros? ¿Cuál debe ser nuestra transformación interior, nuestra conversión continua, diaria?

Jesús nos busca por la pureza de corazón, no por las apariencias, busca nuestros buenos actos, nuestra misericordia con los hermanos, con todos los hombres. Él nos quiere a todos, incluso a los más alejados de Él, por el motivo que sea, porque se alegra más por uno que andaba perdido, que por ese resto de justos. Y lo exclamaba diciendo: “Habrá más alegría en el Cielo por un pecador que se convierte que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse”. Éstos ya están con Él, y quien conoce a Jesús no desea jamás separarse de Él. ¡Esto es el cielo! Pero es que para encontrar a uno, al que estaba perdido, hay que removerlo todo, buscar y rebuscar, encender la luz, limpiar a fondo toda la estancia. Y por fin, allí está Él esperándonos.

Éste es un buen ejemplo de conversión, hay que activar todo nuestro ser y plantearnos cómo queremos vivir a partir de ahora de verdad, en Jesús, verdadera luz que alumbra para poder realizar la limpieza total, para volver cuando se está perdido, porque el Padre siempre está con los ojos abiertos, mirándonos, y Él mismo sale corriendo a nuestro encuentro.

¿Nos va a importar lo que piensen otros de este encuentro, de esta transformación?

Recemos todos por los que no lo conocen y que Santa María y su esposo San José intercedan por esta intención.

5/9/10

Acompañar no es seguir.


Domingo XXIII T. ordinario
5 septiembre 2010

Hoy quizá deberíamos preguntarnos con mucho rigor: ¿somos seguidores de Jesús?
A lo mejor creemos que lo somos, pero Él, nos aclara perfectamente el cómo. Él está por encima de todo y de todos, y esto no quiere decir que nos tenemos que olvidar de nuestros hermanos, ni de nuestros esposos, ni de las esposas, ni olvidar a los hijos: ¡ya se apañarán! No, rotundamente no.

Lo que ocurre es que muchas veces el “yo” de cada uno de nosotros se sitúa incluso por encima de Jesús, de Dios mismo. Yo he hecho… yo he sido capaz… yo he pensado y acertado… Para los cristianos, para los que seguimos a Jesús, aun con todas nuestras deficiencias y lacras, sabemos que sin su ayuda nada podemos.

Pero hay que aclarar lo de la libertad, uno tiene que hacer el cien por cien, y entonces, y solo entonces, Dios actuará también otro cien por cien. ¿Me comprendes?

Tú, yo, y todos nosotros, hemos de actuar de pleno corazón, con toda nuestra libertad y, aceptar las consecuencias, los resultados tal y como son, tal y como nos vienen.

Hay muchos que acompañan a Jesús, pero ¿cuántos son sus discípulos? Se puede vivir en una orden religiosa y no ser discípulo, y tan sólo porque no hay entrega plena de corazón. A Jesús, ahora sí, ahora no, no le sirve, y tampoco a ti, por mucho que te autoengañes.

Nos empeñamos en construir fortalezas en esta vida, y es lícito, pero a veces nos empeñamos en lo que no podemos, y sólo porque queremos aparentar una posición social fuerte y alta. Esto ya no es lícito.
Merecemos el descanso, pero hay que trabajar, y hay que hacerlo pensando que esta vida se acabará, y después habrá otra vida, para siempre, la eterna.
Si no te interesa… pero cada uno es responsable de lo suyo.

¿Intentamos ser humildes y sencillos, haciendo participar de todo lo nuestro al Señor Jesús?

¡Que Dios nos bendiga y tenga misericordia de todos nosotros!

29/8/10

Sobre la humildad


Domingo XXII T. Ordinario
29-08-2010


Es posible que haya algunos que piensen realmente, que tras la muerte de nuestro cuerpo, el fin a esta existencia sea el punto final de todo nuestro recorrido. Pero la inmensa mayoría de la humanidad piensa que hay un “algo” y para la gran masa de los hombres, pensamos después de este acontecimiento, hay vida eterna. Y como consecuencia de esta idea, se debe corresponder, para alcanzar algún día esa eternidad de nuestra alma y para lograrlo contamos con el consejo de los Santos, que ya llegaron a su destino: el cielo.

Y todos, coinciden en la humildad, como una de las principales virtudes para lograrlo, estar dispuestos a servir a nuestros semejantes, no a buscar las posiciones sociales más altas y respetadas, sino a ayudar al necesitado allá donde nos encontremos, porque en todas partes existen éstos.

Hoy Jesús nos recuerda por medio de las celebraciones sociales, lo importante de la humildad y utiliza el doble juego de las palabras. A uno que se había quedado en el último puesto, cuando lo ve le dice: “Amigo, sube más arriba”. No creo, como tampoco tú lo estás haciendo, que lo mande a una tarima alta, pero sí utiliza esta forma de presentarnos el convite como ejemplo de su reino, el reino de Dios, donde las grandezas y el poderío de las personas no se miden por las posesiones, sino que tan solo cuenta la misericordia que hayamos sido capaces de realizar, es decir, cuenta todo lo que aquí, en esta tierra, no cuenta para nada. Y como decía ayer san Pablo a los Corintios: “lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar el poder”.

Dios nos busca ansiosamente a nosotros, no a nuestros intereses económicos, a Él no le hacen falta para nada. Dios nos quiere a nosotros, y nos pide un poquito de esfuerzo y, humildad, para no creernos superiores a nadie, ni económicamente, ni religiosamente, ni humanamente. ¿Y cómo conseguir todo esto? Desde la oración, en las visitas largas al Sagrario, el mismo Jesús nos enseña cómo ser más humildes.

Muy importante también es la dirección espiritual, y a tenor de cómo nos va, podríamos casi asegurar que esta figura del director se ha perdido prácticamente.

Pidamos a nuestra madre del cielo, la Virgen María y a su esposo san José, que nos ayuden a conseguirlo, porque nuestro principal propósito es: el cielo.

Oh María sin pecado concebida; rogad por nosotros que recurrimos a vos.

27/8/10

Petición de oración

Por los mineros enterrados en la mina de Copiapó (Chile), y por sus familiares: para que puedan ser confortados en la angustia del encierro y en la esperanza de la liberación.

Son (creo recordar) 33 personas enterradas y montones de familiares viviendo en la zozobra ...

22/8/10

¿Quién eres tú?

Domingo, 21 del T. Ordinario
22 de agosto 2010



Vino un señor a visitar al médico de urgencias, porque tenía mucha tos e incluso fiebre. Se le asignó un tratamiento y se marchó. Cuál sería la sorpresa del médico, cuando pasadas hora y media, llamó y puso verde al médico, aludiendo que seguía tosiendo y seguía teniendo la misma fiebre.

¿Cómo puede ser un evangelio, escrito dos mil años atrás, por San Lucas tan actual?

Los seguidores de Jesús, todos queremos ir al cielo, todos deseamos la salvación, pero, ¿la valoramos en su justa medida? ¿Nos esforzamos para ello? ¿O por el contrario, vivimos a nuestro aire aún a sabiendas de no estar actuando bien? Poco a poco, hemos ido engañando, autoengañando a nuestra conciencia.

Jesús, recordándonos que siempre estamos caminando hacia nuestra meta, nos recuerda que el esfuerzo, el dolor, el sacrificio, forman parte de toda peregrinación. Jesús nos evoca que hemos de esforzarnos en todo, a veces el camino es más llevadero, más fácil, con menos cargas, pero no por ello hemos de vivir nuestro cristianismo de un modo descuidado, descafeinado, porque esto no existe, o vas o no vas. No hay término medio. Quizá la pregunta siga siendo la misma, ¿serán pocos los que se salven?

La salvación no está en nuestra mano, no es mérito propio, sino siempre un regalo de Dios, pero aún así, nosotros hemos de hacerlo nuestro, hemos de esforzarnos en desearlo con actuaciones que así lo demuestren, y luego, el Señor, de un modo u otro, Él nos salvará. ¿A todos?

Es una pregunta que desde siempre nos azota. ¿Cuál debe ser nuestra preocupación? Muy sencilla, “Jesús de camino a Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando”. Tenemos que vivir el esfuerzo como lo mejor de nuestra vida. No permitiendo infidelidades de ningún tipo. Vivir el tiempo de oración como lo que es, como un tiempo verdadero de encuentro con el Señor. Vivir pensando que los demás hombres también son hijos de Dios, e involucrarnos como sea por demostrarlo.

¿Es Dios un castigador? En absoluto, tan solo algunas sectas o cristianos radicales lo pueden pensar. “Dios es amor” y esto ya lo decía San Juan también hace unos cuantos miles de años, pero nosotros hemos de poner lo nuestro, recordemos que somos libres, y desde mi libertad escojo actuar bien o mal. Dios no es el que me hace actuar, soy yo, y así, de un modo libre y por deseo mío, Él actúa en todo lo mío, lo nuestro.

Hemos de esforzarnos para que Él nos conozca, y lo más importante, que nos conozcamos nosotros también, y nada mejor para ello que invocar a nuestra madre, la santísima Virgen María.

“Si el contacto con Dios no te hizo más humano, no era Dios a quien tocaste”. Es un regalo de sor Milagro Zamora, monja dominica del convento de Xátiva.

Gracias a todos por estar ahí. Recemos por todos los que no creen.

15/8/10

Cómo nos manifiesta Dios su voluntad.

La Asunción de María
15 de Agosto de 2010
Domingo XX Tiempo Ordinario



María, por su amor a Dios, permitió que éste actuara a través de ella. María, la siempre Virgen María, llevó al Señor Jesús. Ella siempre nos lleva a su Hijo, por eso la devoción a María es la misma devoción a Jesús.

“La voluntad de María, es exactamente la voluntad de su hijo Jesús, es la voluntad de Dios.” (San Maximiliano María Kolbe).

Así es como actúa Dios, en lo cotidiano, en lo que podría parecer una coincidencia, una casualidad. Ahí, encubierto y visto desde la fe, ahí está Dios, desde la sencillez, en lo más normalito de la vida, ahí, está su brazo Todopoderoso.

¿Cómo nos manifiesta Dios su propia voluntad? Una forma es la que nos indica el santo Maximiliano María Kolbe, y es por medio de sus representantes en la Tierra. Y esto sirve tanto para el prior del monasterio, como para esa sencilla y humilde muchacha deseosa de amar más a Dios. Al amar, tenemos necesidad de más amor; Dios es así, se deja amar de modo muy sencillo, es posible que lo grande... quizá no nos acerque tanto a Dios. Dios está donde uno lo necesita, en realidad, está siempre, pero, no siempre nosotros lo miramos. Y aquí estamos todos, desde los sacerdotes, que corren el peligro de hacer el culto eucarístico de un modo formal y vacío, en las celebraciones, sin la participación de corazón. (Homilía de Benedicto XVI, el día del Corpus Christi del 2009, en la basílica de san Juan de Letrán)

En los laicos que no viven este culto, porque acuden de un modo rutinario, pero sin más: ¡Hay que ir! Y aquí interviene Dios. La fuerza del espíritu llenó a María del mismísimo Dios, una mujer sencilla, pero que se dejó llenar, permitió a Dios actuar, sin valorar los posibles riesgos.

Nosotros hemos de hacer nuestra labor, nuestro trabajo, sin abandonar jamás la oración, porque si no hay oración, quizá caigamos en la trampa de creer que “yo” valgo mucho. Cuando actuamos unidos a él, desde el deseo, por el amor, Él actúa en nosotros y por medio de nosotros. Él se está manifestando por mediación nuestra.

Como María, hemos de ser portadores de Dios, como templos del Espíritu Santo. Hemos de hacer ver a otros a Dios, en nosotros mismos, y nosotros, más maravilloso aún, ver en ésos al verdadero Cristo.

María, con su sencillez, nos enseña a todo: a orar, a ser más humanos, a vivir con la comunidad. Nuestra Madre, la Virgen María, desde todas sus advocaciones, nos llena de fe, nos llena de todo, y siempre con ella, y a través de ella, vamos al Señor Jesús.

Deja al Todopoderoso hacer cosas grandes en ti y por medio de ti.
Hay que humanizar esta sociedad infrahumana, y eso siempre es fácil con la Virgen María.

8/8/10

Estamos de guardia


Domingo XIX T. Ordinario
8 de agosto, 2010



¿Habéis visto alguna vez a los bomberos cuando están de guardia y no tienen servicio? Están haciendo gimnasia, otros jugando al ping-pong, leyendo en la sala, y algunos, viendo lo que tiran por la tele.

De pronto suena una alarma, y una voz fuerte exclama: ¡fuego! Todos se lanzan a los camiones a toda velocidad, cada uno en su sitio y aquí, mientras el conductor sale disparado en dirección al siniestro, ellos se van colocando esos trajes especiales. ¿Cuánto tiempo transcurre desde que suena la alarma hasta la salida del parque? Posiblemente no pasa ni un minuto.

Ellos están allí, y mientras no hay urgencia, están relajados, pero siempre, preparados.

Esto es lo que nos pide el Señor a nosotros, que tengamos esa actitud en nuestra vida, que tengamos las lámparas encendidas, es decir, que aportemos luz a nuestros ambientes, no que las colguemos de la pared, y nos quedemos de brazos cruzados, mientras otros nos necesitan.

Los bomberos inmediatamente preguntan nada más llegar: ¿hay alguien en el edificio? Ellos, antes de nada, se interesan por las personas, lo más importante, como aquel samaritano que cuidó del enfermo. ¿Y nosotros? Las medias tintas no sirven, porque se puede ahogar la persona de tanto humo, por eso hay que estar preparados, y con nuestras lámparas, con nuestro ejemplo, aportar esperanza de vida. ¡Pero! Las lámparas tienen que estar encendidas, no apagadas un rato y otros encendidas.

La mediocridad no sirve, hay que tener claro esto y de no ser así, está claro, hay que redoblar en y desde la oración personal de cada uno de nosotros.

La oración es la actitud de nuestro corazón, con verdadera entrega, es el encuentro con Dios, nuestro creador, y ahí, es donde conseguimos las pilas, el aceite para que las lámparas brillen siempre. Es nuestra actitud la que da, pero el Señor mismo no puede actuar, si no lo deseamos.

¿Se puede ser cristiano y tener las lámparas apagadas?

¡Qué fácil es hablar! Escribir, ya no tanto.

1/8/10

No basta con tener

Domingo XVIII Tiempo Ordinario
1 Agosto 2010


Una cosa es tener lo necesario para vivir bien, y otra muy diferente el querer más incluso de lo que uno puede disfrutar. La felicidad no viene por tener mucho, y si no lo crees date una vuelta por los hospitales, por las clínicas privadas, por las salas de oncología, por nombrar un pequeño y duro ejemplo. Verás cuántas personas con mucho dinero están allí, y sin embargo no les sirve de nada, no pueden comprar su salud. Algunos que yo he visto, eran millonarios, y en algún momento de su vida terminal, me dijeron: “Ni con todo lo que tengo, puedo acabar con esta enfermedad”.

La felicidad no se puede comprar, es gratis, desde siempre y para siempre, lo que adquieres son productos de placer muy efímero. Hoy lo deseas, mañana lo tienes, y luego, de nuevo hay que volver a desear otro nuevo producto. Sea lo que sea, qué más da.

El tener en exceso, la codicia, no vale de nada, tan sólo hace mala sangre, como dicen los hombres sabios del campo: “Hay que tener para vivir”.

Cuántas familias se han separado, se han roto, por una herencia que a veces no vale nada. Pero la codicia produce ceguera en el corazón-alma, y no nos permite actuar más que con embustes y trampas.

El del evangelio, ése del público, es decir, uno de nosotros, reclama una parte de la herencia. Esto, para comprenderlo, hay que saber lo que es el hereu. El primogénito era el que recibía todo lo de la casa, y los demás miembros de la casa dependían de él totalmente en todos los sentidos, y mientras hubiera, nada le faltaría. En Cataluña, hoy en día, se sigue haciendo. Pero no nos conformamos con eso, con que no nos falte de nada, y en esta sociedad equivocada y marcada por el consumismo descabezado y sin sentido, nos lleva a pedir más de todo, incluso nos atrevemos a pedirle a Dios, más todavía, como si la vida no fuera bastante, nos atrevemos a desafiarle, a enfrentarnos a Él en ciertos momentos. Pero cuando llega la hora de la verdad, cuando uno está en sus últimas, siempre hay una aclamación, una plegaria: “¡Ay, Señor! ¡Madre, no me abandones!”

Mientras uno está más o menos bien, o más o menos mal, se atreve a gritar a Dios, a pedirle cuentas, pero cuando la noche cae, y el silencio se va imponiendo, cuando quedamos solos... en ese momento he visto grandes confesiones personales, miran al techo de la UCI, estrechan sus manos, te llaman a las 4:00 para contarte algo familiar...

La felicidad no está en tener, en poseer sin medida, la tan buscada felicidad está en vivir todos y cada uno de los días dando gracias por la vida, por nuestra familia, por los amigos, por esos compañeros de trabajo, por tanta y tanta gente que nos encontramos a lo largo de nuestra vida, y que de un modo u otro tienen su importancia en nosotros. Esto, para los que dicen no creer, para los que decimos creer en Dios, tan sólo en Él encontramos la felicidad, en muchos pequeños detalles de todos los días: Dios es muy sencillo, y siempre se presenta con gran humildad.

¿Cómo se presentó la Virgen en Lourdes? ¿Cómo se presentó en Fátima? ¿Cómo lo hizo en México? Y en otros tantos sitios. ¿Cabe todavía más humildad?

¡Oh, María, sin pecado concebida; ruega por nosotros que recurrimos a Vos!