31/12/08

Feliz año nuevo 2009






Que los ruidos de esta noche, que todo el bullicio, que los fuegos artificiales, que toda la lencería roja, no te tapen los ojos, privándote de lo auténtico.

Que el camino salga a tu encuentro.
Que el viento siempre esté detrás de ti.
Que la lluvia caiga suave sobre tus campos.
Y hasta que nos volvamos a encontrar,
que Dios te sostenga con el puño de su mano.

Antigua bendición Irlandesa.
Feliz año 2009

ES EL FINAL

Hoy es el final del año 2008, es el último día del año y se podría decir, como lo hace san Juan, “hijos míos, es el momento final”.

¿Cómo explicar esta primera lectura del evangelio de hoy a mis hijos? No lo hago para vosotros, sino para ellos. Y lo hago, no se ni por qué, es una necesidad que me brota de dentro, necesito escribir, contar, de una manera muy personal, algunos pasajes muy importantes. Ten en cuenta, que no intento enseñar nada, si te sirve, cógelo.

Voy a ver, intento contarles a mis hijos, que a veces, nos pueden venir pensamientos raros, tales como: “si a mi amigo, que no cree en Díos, le va bien”, ¿por qué entonces yo tengo que creer? A veces una tentación nos puede bombardear, con aquello de “qué más da” , “ese no es mi problema”. ¿Cómo creerme que Díos existe? Somos hombres, y por tanto, nos podemos ver asaltados de este modo.

San Juan nos dice que el anticristo ya está aquí, que hay muchos, que quizás, y ¿por qué no? Este mal pensamiento este ocasionado por este anticristo. Es hábil para poner la cizaña de modo sigiloso, sin darnos cuenta se adueña de nuestra mente humana.

Perdona un inciso, si ya lo tienes claro, no sigas leyendo, porque te lo digo de corazón, no intento dar ninguna clase y tampoco soy ningún profesor, lo hago, créeme, porque lo necesito. Es el último día de este año, y reflexiono en voz alta para que mis hijos me comprendan. Como san Juan digo, “hijos míos”, os voy a explicar, o al menos intentarlo.

Yo, vuestro padre, os digo que en la calle hay aparcado un Ferrari. Precioso, y es verdad porque yo os lo digo. Salimos y lo vemos, incluso lo tocamos, y como da la casualidad de que está el dueño, le pedimos si lo puede poner en marcha y dar unos acelerones para escuchar su motor potente. Él, encantado accede a nuestra petición, se mete dentro del coche y da unos acelerones. De tal modo, que lo vemos, lo oímos, e incluso lo hemos tocado.

Le damos las gracias al dueño, y tras realizar todas estas comprobaciones, volvemos al interior de la casa y lo comentamos.

Pero ahora les digo, que cuando yo era joven, vi un Ferrari aparcado en mi puerta, y le pedí al dueño, si lo podía poner en marcha... Y él, accedió, como ya sabes. Mis hijos me creen, porque yo se lo digo, simplemente me creen.

Un poco más lejos, les cuento que mi abuelo era militar, por ejemplo, y les digo que yo tuve unos revólveres muy viejos en mis manos, y también se lo creen. Y así vamos retrocediendo en los años de modo milagroso.

Pues bien, san Juan, les cuenta a sus “hijos”, a toda su comunidad, que él vio, y escuchó, y toco al Señor Jesús, y que se lo cuenta para que lo crean, porque es verdad, y si lo es, no puede ser mentira, y la mentira solo es del anticristo. Él les cuenta a sus hijos para que lo crean.

¿Cuál es el problema?. Sencillo, hijos míos, pues que san Juan murió, y sus hijos, sus discípulos también. Incluso murieron los nietos de los discípulos, y ¿cómo sabemos lo que decía Jesús? Porque san Juan y los otros evangelistas, lo pusieron por escrito, y esos escritos se divulgaron de modo rápido, y nos han quedado hoy en día para nosotros.

¿Me sigues? Mis antepasados, bisabuelos, y mucho más lejos, me dejaron unos escritos, unas cartas, para que yo estuviera enterado no de lo del Ferrari, que por aquellos tiempos ni había, sino porque Dios ya existía antes de nada, desde el principio mismo ya existía la Palabra, y era Dios. Luego Dios, por medio de la palabra, nos ha dado vida, y es la luz de nuestra vida.

Y esto os lo cuento porque es así, no es de otra manera, y hoy lo repito yo, pero llevan dos mil años contando lo mismo. El primer testigo fue san Juan el Bautista, y hoy lo soy yo, para que creáis en la Verdad, porque ninguna mentira puede venir de la verdad. Y quien diga lo contrario es el Anticristo, y hay muchos, han salido, y salieron de entre nosotros, pero no eran hermanos nuestros, es decir, no creyeron a su Padre.


P.D. Te puedo garantizar que el Ferrari está en la puerta, y que lo he visto, oído y tocado. Su dueño, me ha dicho que se llama Jesús.


Feliz año nuevo 2009.

28/12/08

La Sagrada Familia y los Santos Inocentes

Me gustaría reflexionar ante estas dos festividades que hoy, domingo veintiocho, celebramos en esta comunidad universal: por un lado la Sagrada Familia y por el otro los Santos Inocentes.

Se me hace curioso, y no sé por qué, que estas dos festividades vengan tan de la mano, en un mundo donde aparentemente los valores del matrimonio, de la familia, y por otro, los valores de los hijos no nacidos, quedan más de una ocasión tan bajos, tan denigrados, tan devaluados.

Piensa por un momento, y permíteme el atrevimiento, que tus padres, por un solo momento, hubieran decidido no tenerte, que no hubieras nacido, que te hubieran desechado, como el que tira una cajetilla de pañuelos de papel. A la basura.

Por otra parte, reflexiona en todo lo contrario, en los matrimonios que se han planeado el formar una familia, en esas conversaciones donde los esposos decidieron que ya era hora de tener los hijos. Mucho antes de la concepción, ya que el amor brota como algo especial, con una fuerza imparable, que arrastra a la vida. Es decir, por decirlo bien claro, desde el amor se engendra vida. Y no me vengas con esas situaciones donde, de forma muy minoritaria, se engendran hijos no-deseados en un principio, pero que también por una decisión de amor, permite, desea tenerlos.

Si en una familia hay amor, también hay bondad, humildad, dulzura, y aquí, la Paz tan ansiada, la Paz de Cristo, actúa con sabiduría desde nuestro corazón.

Doy gracias a Dios por mis padres, por mis abuelos, por mis hermanos. Doy gracias por mi Vida, un gran regalo, un doble regalo, en mi caso, primero la vida, y posteriormente la fe. ¡Me alegro de que decidieran tenerme en un acto de amor! Y doy gracias Dios, por que no me convirtieran en uno de esos noventa mil y pico abortos, que según las estadísticas se han “ejecutado”, esos fusilados en el paredón del útero materno.

Doy gracias a Dios, a la Santísima Virgen María, y a san José, la Sagrada Familia, por mi familia bendecida por Jesús, a mi esposa y a mis cuatro hijos, porque cuando llegó el tiempo de la purificación, de crear una familia, impulsados por el Espíritu del amor, así lo hicimos, y así fueron llegando para la mayor gloria del Señor.

Y esto solamente se puede concebir desde la clara actitud de un corazón entregado, convertido, con verdadero deseo de servir a Dios, con oraciones...

Ya fue interesante que este año san José, viera, viviera, la Pasión de su Hijo. El diecinueve de Marzo fue miércoles y el día veinte, la noche siguiente, pocas horas después, era Jueves Santo, la institución de la Santa Cena, la Eucaristía, el dar gracias a Dios por todo su amor, ya que por su amor fuimos purificados.

De ahí que también me llame la atención este evangelio, “Cuando llegó el momento de la purificación”. ¿Qué nos querrá decir? ¿Qué nos indica el Espíritu? Simeón, ese hombre justo y piadoso, tomando al niño en sus brazos, bendijo a Dios, por darnos esto a todos los pueblos, a todo el mundo, queriendo alumbrar, dar luz, como esas mamás que dan a luz, que alumbran a sus hijos, dando gracias a Dios, como en la Santa Misa, purificando nuestros corazones de todo lo perverso, como Cristo actúa en nosotros, llenándonos de Paz.

El amor siempre engendra vida; el egoísmo, muerte. El mal, sólo trae más mal, de ahí que sea importante, permíteme que insista, ese tiempo de purificación verdadera.

Simeón se dejaba conducir por Dios, ¿y nosotros?

¡Doy gracias a Dios por todos vosotros que estáis ahí! Mexicanos, peruanos, bolivianos, puertorriqueños, salvadoreños, argentinos, españoles, californianos, neoyorquinos, suizos, venezolanos, noruegos, franceses, italianos... y a todos los que entran en este blog, abierto a todos los pueblos, a todas las naciones, por eso los comentarios están libres para que incluyáis vuestras opiniones.

¡Dios os bendiga a todos!

23/12/08

Desde Buenos Aires - Argentina (otro regalo)

“Poner paz en tanta guerra,
calor donde hay tanto frío,
ser de todos lo que es mío,
plantar un cielo en la tierra”
Buenos Aires, Navidad 2008


Queridos amigos:

El domingo 30 de noviembre comenzó el “año litúrgico”. La Iglesia prepara el primer misterio de Cristo, su nacimiento, con cuatro semanas de anticipación, por aquello que bien decía un teólogo español: “como sea tu adviento será tu Navidad”. Toda celebración ha de ser preparada adecuadamente, lo que decide lo “adecuado” en este caso es la fe que se posea y el amor con el que se viva.

¿Qué nos plantea la fe y el amor a y en Dios hoy? La economía mundial ha sido sacudida casi ochenta años después de aquella “fatídica crisis de los años 30”. La causa directa que desencadenó la conmoción se debe a los Estados Unidos de América, pero fue posibilitada por las llamadas “naciones más desarrolladas” y por una colosal hambre de lucro de quienes se alinearon en un camino de deshumanización y de idolatría. Sí, la crisis se debe al “dios dinero”, que genera el “dios lucro exorbitante” y una hija nefasta llamada “corrupción”. ¡El mundo de rodillas ante las pizarras de las bolsas del mundo y la cotización de las llamadas “monedas fuertes”!

Desempleo, inseguridad, insatisfacción, pobreza…y una enorme carga de indignidad revolotea sobre millones de personas, los más desvalidos y desposeídos, claro. En una situación tal, ¿habrá espacio para el “motivo” de la fiesta? Una vez más, Dios es marginado por los dioses, muchos hombres llevan el corazón monetarizado y cosificado. Tal vez muchos bautizados vivan esta Navidad excusándose, como aquellos invitados al banquete que no aceptaron participar porque tenían que ocuparse de “sus negocios” uno y el otro de “sus yunta de bueyes.

Me pregunto, ¿qué nos está diciendo Dios por estas “voces (¿gritos?) del tiempo”? Creo que es una invitación a preguntarnos por el sentido de nuestra vida, por la escala de valores, por el lugar que le damos a los encuentros, a las conversaciones, a la ternura…al amor. Está claro que no son los bienes, ni siquiera los legítimos, los que nos dan felicidad. Ayudan, claro está, pero la felicidad tiene una raíz más honda, más profunda: proviene de un corazón pacificado, abierto, sereno y apto para el amor y el don de nosotros mismos. He aquí el sentido de celebrar la natividad de Jesucristo. Él nos “trae” todo este cúmulo de anhelos y esperanzas. Él viene a “provocar” el nacimiento y renacimiento de lo mejor de nosotros mismos. ¡Siempre es tiempo para amar, para ser generosos y magnánimos.

Que esta Navidad 2008 haga nacer las mejores tendencias y desarrollar los mejores impulsos de nuestros corazones. Que en la Nochebuena podamos experimentar que algo nace en cada uno para ir a más y ser mejor. Junto al Niño, María y José los tendré presente en la noche más hermosa y buena del año. ¡Feliz y bendecida Navidad!


P. Alberto E. Eronti

21/12/08

¡Estad atentos!

Hace unos días, me encontré con una persona que desde hacía un tiempo no veía, y me preguntó por la familia. Le respondí, pero tuve la impresión de que aunque no le hubiera contestado, no habría pasado nada. Sencillamente, creo que ni me escuchó. Al mismo tiempo que me preguntaba, sin esperar respuesta, empezó a contarme cosas y más cosas, de manera atropellada, no contándome nada en concreto, ni tampoco yo pude saber qué me decía.

Me costó, pero lo conseguí. Me marché despidiéndome de él, y deseándole unas buenas navidades.

Todo esto me ha hecho pensar si a mí no me pasará en alguna ocasión algo parecido. ¿Alguien me querrá contar algo? ¿Me necesitará y yo no estaré atento?

Es verdad, y es una pena, la cantidad de ruido que metemos por todas partes. Y no lo digo por los de la moto, que yo también tuve una, sino por la poca escucha que prestamos a los demás: a nosotros mismos.

Ahora mismo miro a San José, y él me mira también. Está atento incluso a mis pensamientos, enseñándome que en el silencio está Dios. Necesito parar un poco esta actividad frenética y escucharme, ¿qué necesidades tengo? ¿realmente quiero eso y es lo mejor para mí, para mi persona?

Dios, nuestro Padre, está siempre atento a cumplir sus promesas, por eso dice el evangelista: “En aquel tiempo” como diciendo que para Dios el tiempo no es lo más, sino la disposición de nuestra persona. Nos recuerda que para Él nada hay imposible. La Virgen María estaba en oración cuando el Ángel le habló. ¿Cómo si no lo habría podido oír? La Virgen en silencio, dispuesta a Dios en todo, charlando con Él, escuchó esas palabras que la turbaron, no por las palabras en sí, sino por lo que decían. La Virgen estaba acostumbrada a orar, y ella en esta Navidad nos enseña cómo puede nacer Jesús, la Salvación en nosotros, pero para ello hemos de estar en oración. Dios no puede “nacer en nosotros”, no puede habitar, si no se le deja pasar. Nos hace libres, incluso para poder rechazarlo a Él.

Con Dios es muy fácil hablar, tan sólo lo tienes que desear, desde la oración, orando en silencio, estando dispuestos a Él. Y en estos momentos llenos de gracia el Señor está con nosotros, y el Espíritu Santo nos llena de su fuerza, poniéndonos las palabras en la boca, en la pluma, rellenando todos los baches y puliendo esos bultitos que nos afean como chepas, allanando los caminos, porque para Dios, insisto, nada hay imposible.

Y ante esto, ¿qué respuesta se puede dar? No hay otra, la única posible: “hágase tu voluntad”. Es decir, que mi voluntad coincida con la tuya, Señor. Es lo mejor, lo sé, sin ningún tipo de duda. Por eso “cantaré eternamente tus misericordias”.

Feliz Navidad del Señor en todos nosotros. Que Santa María nos enseñe a orar y que su esposo San José nos ayude a escuchar.

¿Me estás escuchando?


14/12/08

Una antorcha

Érase una vez un poblado de la alta montaña que sufrió unos embistes muy grandes por unas tormentas, con unos vientos huracanados, y todo el pueblo quedó en la más completa oscuridad. Nadie podía distinguir cuándo era de día o cuándo era de noche. Todas las cerillas habían volado como por arte de magia. Vivían sumidos en la profundidad de las tinieblas. Eran monstruos con forma humana, algunos prácticamente irreconocibles, desformados en su totalidad.

Aunque ellos no lo sabían, la Navidad, el Espíritu de la Salvación, estaba por venir, pero nadie podía decir cuándo ni cómo.

Un día apareció un hombre sencillo y bueno, alegre, en una mano llevaba un rosario, en la otra una antorcha. Se sentó en lo que hacía muchas décadas había sido un banco, y comenzó a rezar. Al pronto, todos aquellos habitantes que ya no se acordaban de la luz, fueron apareciendo como pequeños fantasmas.

El hombre empezó a decirles cómo allanar su propio camino, y para ello era preciso pulir pequeños promontorios, pero también sería conveniente rellenar esos grandes baches, donde tantas veces habían caído, debido a su ceguera.

Este hombre se llamaba Juan, y era el testigo de la luz, por eso en su mano portaba la antorcha, pero el verdadero Salvador era él mismo, la luz. Quien se acercaba a él, quien hacía su voluntad, no volvía a tener tinieblas, y para ello sólo era preciso estar alegres, rezando continuamente, dando gracias por todo lo recibido, que era mucho más que mucho. ¡Era todo! Todo era recibido. Porque el Espíritu estaba sobre ellos, por el bautismo.

¿Dónde pasaba todo esto? Era en tu pueblo, en tu ciudad, en esos barrios llenos de intereses creados, de politiqueo, de políticas de ladrillazo. Era en Betania, al otro lado del río. Era un poco antes del bautismo, antes de la renuncia al mal de todo corazón, era antes de la conversión.

Por la Navidad, se formó la Sagrada Familia, y por ella la luz, por su Hijo, la luz ya no faltó nunca más. Tan sólo quedaron sin ella los que voluntariamente se alejaron de la Luz.

Si nos alejamos del Bien, ¿a dónde vamos? Creo que al mal.

¿No parece ya que este mundo está necesitado de luz?

Si tú y yo, portáramos una antorcha, si aquél de allá y este de aquí abajo, si vosotros doce, si aquellos de más lejos, si todos cogiéramos una antorcha, el mundo volvería a brillar de tanta Luz.

Entonces: ¿Tú quién eres?

12/12/08

Un sacerdote, nos pide oración urgentemente.

Tono hoy te escribo porque me encuentro en una situación muy difícil. Necesito mas que nunca de la gracia de Dios y de su infinita misericordia.
Te ruego encarecidamente que pidas por mi y pidas también a todos los que puedan que recen por esta intención.Todo es posible para el que tiene fe.
En estos momentos necesito que el señor aumente mi fe y me conceda la paz y serenidad para desempeñar este ministerio del cual soy tan indigno.
Perdona que no te cuente mas, no me siento con fuerzas, solo te pido tu oración y la de todos los que me puedan ayudar con su oración.
Gracias de antemano, cuento contigo y con la intercesión de los hermanos de la cadena de oración.
Que el señor y la virgen me concedan realizar en mi vida su voluntad.
Jesús y María sed mi salvación.
Que el Señor nos una con su gracia y misericordia.

10/12/08

Nos regalan otro comentario precioso

FIESTA DE LA INMACULADA 2008

“Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. (Lc. 1, 26-38).
Estas palabras, dichas a María, están destinadas a toda la Humanidad representada en Ella. Estas palabras son también para nosotros, hoy: “Alégrate, llena de gracia, el Señor estás contigo…”

El Evangelio comienza diciendo: “El Angel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea…” El ángel puede ser una metáfora de la proximidad de Dios en nuestra vida… En realidad, la aparición del Angel es una posibilidad con la que cuenta todo ser humano y el ángel de Dios nos es enviado siempre en esos momentos de silencio interior. La aparición del ángel es una experiencia interior… Esta experiencia interior de María y de cada uno de nosotros nos permiten escuchar “voces” que nadie es capaz de decirse a sí mismo, se trata, entonces, de estar atentos a un mensaje que nos sobrepasa y brota en nosotros como una luz interior.

En la escena del Evangelio de hoy aparece Nazaret, un pueblo insignificante y de mala fama y una joven, María, desposada con un hombre… Y sin más preámbulos el Angel Gabriel, comienza con un saludo: “Alégrate”, favorecida, el Señor está contigo. “Alégrate” (Jaire, kejaritomene). Ese “Alégrate”, ese “Jaire” es mucho más que “Alégrate”, quiere decir: “exulta de gozo, danza, baila, baila al son del pandero”... Alégrate, alegraos, el Señor está con vosotros. No es una alegría engañosa, es una alegría fundada en la certeza del amor de Dios, de sentirnos amados por Dios. La invitación a la alegría, con este verbo, (en griego), aparece 123 veces en el N.T.... Significa que el Evangelio es un mensaje de alegría.

“El Señor está contigo”. Cuando el Angel se dirige a María comienza comunicándole la certeza del amor de Dios: “el Señor está contigo”. Esa es el motivo por el que María puede exultar de gozo. “El Señor está contigo”. Es la experiencia más fundamental de la vida humana. No estás solo/a… Alguien nos acompaña.

“Ella se turbó ante estas palabras”. Realmente, fueron un choc para María estas palabras, Ella quedó impactada, desconcertada a nivel de cabeza…son demasiadas impresiones para una muchacha joven. Se siente perpleja, asombrada.

Realmente, nos cuesta trabajo creer de verdad en la bondad de nuestro ser y en nuestra propia vocación, que nos sobrepasa. Por eso, la palabra de un Angel siempre es como el saludo a María: “No temas, María”.

No temas, María, has encontrado gracia ante Dios”… El ángel la llama por su nombre: María. “No temas, María”. El nombre tiene una importancia particular en la cultura bíblica, es la expresión del amor de Dios. Dios nos conoce a cada uno por nuestro nombre, nos ama personalmente. Ante Dios no somos un número, ni siquiera una cosa más entre tantas en su creación. Dios nos ama como únicos… Sólo Dios puede amar así. Y siempre es así… siempre que Dios irrumpe en nuestra vida, nos ama y nos dice: “no temas”. El nos libera siempre de nuestros miedos. La voz del ángel despierta en María la confianza...

Pero, también, María escucha el “designio de Dios” sobre Ella: “Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo”. A María, Dios le promete un hijo que llevará por nombre Jesús, que significa Dios salva, Dios es Salvador; y salvación quiere decir: Vida plena.

María se siente conturbada ante la sorpresa de que Dios le haya concedido el don de dirigirse a Ella y llamarla; por eso pregunta: “¿Cómo será eso, pues no conozco varón?” María, mujer de fe, conocía las normas morales de su época que le impedía la relación matrimonial antes de los desposorios. La Anunciación se sitúa en ese intervalo antes de vivir juntos)… Por eso, María, pregunta: ¿cómo puede ser eso si no conozco varón? No duda de su palabra; sólo desea conocer el camino. La promesa que el Angel anuncia aquí es aparentemente fantástica. ¿Cómo puede ser? También nosotros nos preguntamos: ¿Cómo puede ser? ¿Podremos comenzar una vida nueva? ¿Podríamos superar el poder de la costumbre, de nuestras tendencias negativas y abrirnos a la ternura y a los deseos de felicidad que llevamos dentro

Una vez más, la respuesta es sencilla: Dios se encargará de todo: “El Espíritu del Señor te cubrirá con su sombra”. El Espíritu, es decir, la fuerza poderosa de Dios, actuará en tu seno virginal. Lo imposible se hará posible. Esa fuerza es como una nube, (la nube era el signo de la presencia de Dios sobre el pueblo, ahora designa la presencia de Dios sobre María). Nosotros también necesitamos recordar que el Espíritu nos cubre con su sombra… Necesitamos renovar nuestra confianza en que el Espíritu nos cubrirá con su sombra, que es una Presencia en nuestra vida.

Y el Angel le da a María una señal: Isabel, una anciana estéril, ha concebido un hijo y ya está de seis meses... (En Israel, ser estéril, era un oprobio para las mujeres). Es una llamada a la confianza total porque Dios puede hacer fecunda nuestra vida estéril, (lo que hay de estéril en nuestra vida).

María responde: “Yo soy la esclava del Señor, que se haga en mí todo lo que has dicho”. María expresa su “sí” radical a Dios. Esa actitud de María de total disponibilidad y confianza es la que Dios nos invita a vivir. Dios necesita la colaboración de nuestra libertad para realizar su obra en el mundo.

La Fiesta de María Inmaculada, en medio del Adviento, no es un paréntesis para los que nos preparamos a la venida del Señor en Navidad. El testimonio de María pone de relieve lo que es prepararnos al Misterio del Dios encarnado, que es la fiesta del amor gratuito de Dios que renueva nuestra esperanza. María acoge el amor de Dios. Con María, la humanidad aprende a decir “sí” a Dios.

Que hoy, en la fiesta de la Inmaculada, la llena de gracia, podamos renovar nuestro sí a Dios como María: “Hágase en mí según tu palabra”.



Benjamín García Soriano.
8 Diciembre 2008

7/12/08

Te imaginas que te pregunten

Te imaginas que te pregunten: ¿Puede nacer mi Hijo en tu casa? ¿Cómo se te quedaría la cara, si te hicieran esa pregunta?

Qué difícil puede resultar decir ese “Sí” que dijo la Virgen, desde su pureza, desde su inmaculada, “Sí, hágase tu voluntad”.

Cuánto amor se necesita para decir Sí, pero lo que más me impresiona es que Ella debería sentirse muy amada, entregada totalmente a la voluntad de Dios.

Este último planteamiento me ayuda mucho a superar momentos difíciles, momentos duros, donde a veces creo que no llego, que no alcanzo esa fuerza de sentir el amor, esa corriente que me impulsa, posibilitándome desarrollar algo en mi interior, que me hace verlo, que me hace sentirme pleno, lleno de alegría.

El cristiano tiene que cambiar continuamente, convertirse a diario en cada pequeño momento, en cada circunstancia, desde lo mínimo, como en esas pequeñeces, hasta en las grandes oportunidades que se nos presentan.

Alguien te pregunta por la calle por una dirección. Pues sencillamente indícale del modo mejor posible, pero eso sí, siempre desde la sonrisa de un corazón que sabe ver al Señor Jesús en esos que nos necesitan.

Una señora que va cargada con las bolsas de la compra, y nosotros caminamos en la misma dirección. Ver a Jesús, y prestarle nuestros brazos, para ayudarle con esos pesos hasta su misma puerta.

Una indicación sobre una dirección; “¿Cómo ir a Alicante?” Así, desde la ventanilla de nuestra oficina, en el hospital, en la obra, en la calle, desde el parque de bomberos: “Señora, no se preocupe, no me ha molestado en absoluto”. Desde la sonrisa y la gratitud.

¿A quién no le gustaría que Jesús naciera en su casa? El veinticuatro por la noche, en la misa del gallo, va a nacer para nosotros, pero la pregunta es: ¿Dónde? Sí, ¿dónde le vamos a dejar nacer? Quizás en el viejo sótano que no usamos, quizás en la vieja cambra, allí, junto a aquellos trastos. Pero antes lo limpiaremos y le daremos un aspecto agradable. Tal vez le prestemos una buena habitación, en el mismo espacio que utilizamos nosotros mismos. Eso es, lo dejaremos nacer cerca de nosotros. ¡Qué bien! Resuelto, esta vez no nacerá en una cueva, con una vaca...

Mi pregunta es: ¿Y por qué no lo dejamos nacer en nuestro corazón? ¿Por qué no le entregamos lo único que Él nos pide? Nuestro amor, nuestro deseo de verle, de compartir todo con Él, para que así vayamos convirtiéndonos en mejores personas, en mejores cristianos. ¡Es tiempo de conversión! Con Él, todos mejoramos, somos más felices, tenemos más alegría, porque somos más justos con nosotros mismos y con los demás. Sí, el cambio es posible, y tan sólo es necesario el deseo, anhelar su amor, recordando que también yo necesito amarlo.

Creo que cuando compruebo cómo me quiere, todo en mí cambia, todo se transforma, convirtiéndome en un mejor cristiano. ¿Recuerdas alguna vez que Él te haya reñido o se haya enfadado? ¿Que te haya gritado? No, es imposible, nunca hace esas cosas. Su amor es tanto, que me comprende incluso en mis errores. Todo, todo lo perdona desde el amor, y para ello sólo necesita un corazón que le diga te quiero.

¿Cómo amar a Dios, si no amas al que tienes junto a ti?

Para que Él venga, es preciso que tú y yo le preparemos el camino, allanando sus senderos, de un modo sencillo, como san Juan el Bautista, que vivía con ropas sencillas, sin lujos innecesarios, pero con el corazón volcado en un “Sí” continuo.

Piénsalo, qué responderías: ¿Puede nacer mi Hijo en tu casa?

Tuya es la palabra, tuyo es el corazón. De ti depende.

1/12/08

A los miembros del Círculo de Adoración “Monte Sión”.

“…y cayendo de rodillas lo adoraron;
luego abriendo sus cofres y como regalos
le ofrecieron oro, incienso y mirra” (Mt. 2,11)


Buenos Aires, Adviento del 2008



Recordados hermanos y hermanas:
Estamos al término del año litúrgico 2007/2008. En el horizonte se vislumbra un nuevo inicio, la Iglesia se prepara para celebrar a Cristo Rey e iniciar un nuevo ciclo litúrgico con el llamado “tiempo de Adviento”.

La Providencia ha querido que nos toque vivir “tiempos difíciles”, tiempos en los que Dios no solo “habla”, sino que “grita” a través de los sucesos que conmocionan el mundo. Lo que llevamos viviendo y viendo en estas últimas semanas es patético: los gobiernos, los grandes capitales, la gente de todo tipo, vive en la preocupación, y muchos en la angustia, que plantea la economía mundial. Los ojos de millones de hombres y mujeres están fijos en las Bolsas del mundo o en las cotizaciones de las llamadas “monedas fuertes”. Los países del primer mundo, los emergentes y los pobres, tiemblan ante la palabra “recesión”.

¿Cómo formular lo que vemos?, ¡el mundo entero está de rodillas ante el “dios dinero”! La tendencia innata del hombre a fundar su vida sobre lo frágil, ha alcanzado aquí su punto patético: el “dios dinero” no ofrece seguridad, trabajo, alimentación, vivienda…y pretende sumergirnos a todos en una espiral de indignidad. Los titulares que nos ofrecen los medios dicen mucho y nada al mismo tiempo, pero todo tiene ese extraño “color inseguridad” que preocupa y agobia.

A la luz de nuestra fe y del sentido de nuestro Círculo, lo que estamos contemplando es la desfiguración del hombre. Un nuevo y enorme golpe a su vocación original: ser imagen de Dios. Como he dicho en otras oportunidades, hemos sido creados según un modelo: Dios. Cuando el hombre se aleja del modelo se desfigura, cuando se acerca se configura. Hoy hay mucha desfiguración porque hay mucho alejamiento de Dios-Modelo-del-hombre. Cuando el hombre se desvía de su camino, el peligro que corre es la idolatría. La idolatría es la adoración de los dioses y el alejamiento del Dios-que-da-Vida. Es conmovedor saber que en Europa hay países en los que la Iglesia ha puesto en venta templos. No sólo porque no hay sacerdotes que los atiendan, tampoco hay personas que los frecuenten; pero en contraposición los “templos” del dios dinero, los llamados “Centros Comerciales”, están repletos de gente gastando su dinero en cualquier cosa, a menudo banal.

La adoración ha sido vista por los místicos como la cumbre del amor. Se trata del embelesamiento, de la fascinación por Dios. El hombre “es” según qué ama. Cuando el hombre ama el dinero “monetariza” su corazón y su vida, cuando ama cosas se “cosifica”, cuando ama a Dios se diviniza. He aquí la opción: ¿a quién amar?

¿Cómo discernir el mensaje que Dios nos da por medio de esta realidad? Somos un Círculo de Adoración Eucarística, es decir: tenemos claro a quién hemos decidido amar y por eso colocar en el centro de nuestra vida. ¿Cómo nos está yendo?, ¿cómo repercute todo lo dicho en nuestra vida personal y familiar? Hemos de vigilar a fin que la paz económica no falte en nuestras familias. Deberíamos hacer de estos problemas un motivo de diálogo familiar. Si Dios habla por los sucesos del mundo, entonces ahora está dando una “clase magistral” y hemos de entender y aprender su contenido.

Hay bienes que no debiera tocar la crisis mundial, son la fe, la esperanza y el amor; la alegría, la paz y la serenidad; la amabilidad, el diálogo y la comprensión. Si no vigilamos, dicho esto en el sentido evangélico, podemos perder los “bienes del espíritu” a raíz de los bienes materiales. Nuestra mayor riqueza no está en el dinero, sino en lo que somos, en los dones que Dios nos ha confiado. Los llamados Reyes de Oriente, cuando llegaron donde Jesús, María y José, lo primero que hicieron fue arrodillarse y adorar. Sólo después que adoraron abrieron sus cofres y ofrecieron al Rey lo mejor de sus bienes: oro, incienso y mirra. Ninguna de estas ofrendas eran importantes en sí mismas, su importancia radica en que los tres dones eran símbolos del corazón creyente de aquellos magos buscadores de Dios. Cuando el amor y la interioridad preceden a los bienes, éstos se cargan de dignidad y sentido; cuando es al revés, los bienes se desfiguran y se vacían de contenido.

El Padre Kentenich tuvo muchos “tiempos difíciles” en su vida: nacimiento e infancia, adolescencia y estudios, la primera Guerra Mundial y la muertes de muchos jóvenes, Dachau, Milwaukee… ¿Cómo venció? Fundando su vida en Dios. Nos es conocida la frase: “Creo firmemente que jamás se perderá, quien permanece fiel a su Alianza de Amor”. He aquí su “secreto” y el nuestro: fidelidad a la Alianza. La Virgen supo de “tiempos difíciles”, la cumbre de ellos tiene nombre: Monte Calvario. ¿Cómo venció la Virgen los momentos difíciles? Viviendo hasta el extremo lo que dijera al Mensajero: “He aquí la servidora del señor, ¡hágase en mí según tu palabra!”. ¡Fundando su vida en Dios!

Sólo Dios es la “Roca” inconmovible, sólo Dios no depende del humor de los mercados ni de la confianza o desconfianza en las diversas medidas económicas. Sólo Dios no depende de las cotizaciones de las monedas ni de los bienes perecederos. No hay desprecio de lo material en las actitudes y enseñanzas de Jesús, lo que sí hay es una escala de valores sólida e inconmovible: Dios, primero Dios y luego el hombre, por fin los bienes. A esto se refería cuando dijera a sus oyentes: “mirad las aves del cielos y los lirios del campo…mi Padre cuida de ellos...” Si el Padre cuida de “ellos”, ¡cómo no va a cuidar de nosotros que somos su imagen! Quizás sea esta la Navidad de la austeridad y la sencillez, de lo importante y no de lo superfluo. Quizás sea este tiempo difícil la oportunidad de ser más libres, más alegres y más imágenes del Modelo que, para conquistarnos, comenzó como Niño.

En esta Nochebuena del 2008 nos encontraremos, recordaremos y pediremos los unos por los otros. Sobre todo pidamos un corazón de adoradores, de adoradores de la Eucaristía. Nos arrodillamos ante un trozo de Pan y por eso somos revestidos de sencillez y paz. ¡Feliz y bendecida Navidad para todos y cada uno! Que Dios les lleve en la palma de su mano y los bendiga desde Sión:

P. Alberto E. Eronti