28/12/08

La Sagrada Familia y los Santos Inocentes

Me gustaría reflexionar ante estas dos festividades que hoy, domingo veintiocho, celebramos en esta comunidad universal: por un lado la Sagrada Familia y por el otro los Santos Inocentes.

Se me hace curioso, y no sé por qué, que estas dos festividades vengan tan de la mano, en un mundo donde aparentemente los valores del matrimonio, de la familia, y por otro, los valores de los hijos no nacidos, quedan más de una ocasión tan bajos, tan denigrados, tan devaluados.

Piensa por un momento, y permíteme el atrevimiento, que tus padres, por un solo momento, hubieran decidido no tenerte, que no hubieras nacido, que te hubieran desechado, como el que tira una cajetilla de pañuelos de papel. A la basura.

Por otra parte, reflexiona en todo lo contrario, en los matrimonios que se han planeado el formar una familia, en esas conversaciones donde los esposos decidieron que ya era hora de tener los hijos. Mucho antes de la concepción, ya que el amor brota como algo especial, con una fuerza imparable, que arrastra a la vida. Es decir, por decirlo bien claro, desde el amor se engendra vida. Y no me vengas con esas situaciones donde, de forma muy minoritaria, se engendran hijos no-deseados en un principio, pero que también por una decisión de amor, permite, desea tenerlos.

Si en una familia hay amor, también hay bondad, humildad, dulzura, y aquí, la Paz tan ansiada, la Paz de Cristo, actúa con sabiduría desde nuestro corazón.

Doy gracias a Dios por mis padres, por mis abuelos, por mis hermanos. Doy gracias por mi Vida, un gran regalo, un doble regalo, en mi caso, primero la vida, y posteriormente la fe. ¡Me alegro de que decidieran tenerme en un acto de amor! Y doy gracias Dios, por que no me convirtieran en uno de esos noventa mil y pico abortos, que según las estadísticas se han “ejecutado”, esos fusilados en el paredón del útero materno.

Doy gracias a Dios, a la Santísima Virgen María, y a san José, la Sagrada Familia, por mi familia bendecida por Jesús, a mi esposa y a mis cuatro hijos, porque cuando llegó el tiempo de la purificación, de crear una familia, impulsados por el Espíritu del amor, así lo hicimos, y así fueron llegando para la mayor gloria del Señor.

Y esto solamente se puede concebir desde la clara actitud de un corazón entregado, convertido, con verdadero deseo de servir a Dios, con oraciones...

Ya fue interesante que este año san José, viera, viviera, la Pasión de su Hijo. El diecinueve de Marzo fue miércoles y el día veinte, la noche siguiente, pocas horas después, era Jueves Santo, la institución de la Santa Cena, la Eucaristía, el dar gracias a Dios por todo su amor, ya que por su amor fuimos purificados.

De ahí que también me llame la atención este evangelio, “Cuando llegó el momento de la purificación”. ¿Qué nos querrá decir? ¿Qué nos indica el Espíritu? Simeón, ese hombre justo y piadoso, tomando al niño en sus brazos, bendijo a Dios, por darnos esto a todos los pueblos, a todo el mundo, queriendo alumbrar, dar luz, como esas mamás que dan a luz, que alumbran a sus hijos, dando gracias a Dios, como en la Santa Misa, purificando nuestros corazones de todo lo perverso, como Cristo actúa en nosotros, llenándonos de Paz.

El amor siempre engendra vida; el egoísmo, muerte. El mal, sólo trae más mal, de ahí que sea importante, permíteme que insista, ese tiempo de purificación verdadera.

Simeón se dejaba conducir por Dios, ¿y nosotros?

¡Doy gracias a Dios por todos vosotros que estáis ahí! Mexicanos, peruanos, bolivianos, puertorriqueños, salvadoreños, argentinos, españoles, californianos, neoyorquinos, suizos, venezolanos, noruegos, franceses, italianos... y a todos los que entran en este blog, abierto a todos los pueblos, a todas las naciones, por eso los comentarios están libres para que incluyáis vuestras opiniones.

¡Dios os bendiga a todos!

1 comentario:

  1. Anónimo29/12/08

    Querido hermano en la fe:

    Ayer tuve el privilegio de asistir a la Santa misa que se celebró en Colón. Maravilloso testimonio. No mucha gente entendería como, en concreto las personas con quien viajaba se levantaron a las 4 de la mañana porque su autobus salía a las 5 y tanto la gente mayor como familias numerosas con niños pequeños compartieronegría del mundo compartieron una fiesta con Jesucristo.
    Sin palabras. Hay que vivirlo.
    Besos. María

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