10/12/08

Nos regalan otro comentario precioso

FIESTA DE LA INMACULADA 2008

“Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. (Lc. 1, 26-38).
Estas palabras, dichas a María, están destinadas a toda la Humanidad representada en Ella. Estas palabras son también para nosotros, hoy: “Alégrate, llena de gracia, el Señor estás contigo…”

El Evangelio comienza diciendo: “El Angel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea…” El ángel puede ser una metáfora de la proximidad de Dios en nuestra vida… En realidad, la aparición del Angel es una posibilidad con la que cuenta todo ser humano y el ángel de Dios nos es enviado siempre en esos momentos de silencio interior. La aparición del ángel es una experiencia interior… Esta experiencia interior de María y de cada uno de nosotros nos permiten escuchar “voces” que nadie es capaz de decirse a sí mismo, se trata, entonces, de estar atentos a un mensaje que nos sobrepasa y brota en nosotros como una luz interior.

En la escena del Evangelio de hoy aparece Nazaret, un pueblo insignificante y de mala fama y una joven, María, desposada con un hombre… Y sin más preámbulos el Angel Gabriel, comienza con un saludo: “Alégrate”, favorecida, el Señor está contigo. “Alégrate” (Jaire, kejaritomene). Ese “Alégrate”, ese “Jaire” es mucho más que “Alégrate”, quiere decir: “exulta de gozo, danza, baila, baila al son del pandero”... Alégrate, alegraos, el Señor está con vosotros. No es una alegría engañosa, es una alegría fundada en la certeza del amor de Dios, de sentirnos amados por Dios. La invitación a la alegría, con este verbo, (en griego), aparece 123 veces en el N.T.... Significa que el Evangelio es un mensaje de alegría.

“El Señor está contigo”. Cuando el Angel se dirige a María comienza comunicándole la certeza del amor de Dios: “el Señor está contigo”. Esa es el motivo por el que María puede exultar de gozo. “El Señor está contigo”. Es la experiencia más fundamental de la vida humana. No estás solo/a… Alguien nos acompaña.

“Ella se turbó ante estas palabras”. Realmente, fueron un choc para María estas palabras, Ella quedó impactada, desconcertada a nivel de cabeza…son demasiadas impresiones para una muchacha joven. Se siente perpleja, asombrada.

Realmente, nos cuesta trabajo creer de verdad en la bondad de nuestro ser y en nuestra propia vocación, que nos sobrepasa. Por eso, la palabra de un Angel siempre es como el saludo a María: “No temas, María”.

No temas, María, has encontrado gracia ante Dios”… El ángel la llama por su nombre: María. “No temas, María”. El nombre tiene una importancia particular en la cultura bíblica, es la expresión del amor de Dios. Dios nos conoce a cada uno por nuestro nombre, nos ama personalmente. Ante Dios no somos un número, ni siquiera una cosa más entre tantas en su creación. Dios nos ama como únicos… Sólo Dios puede amar así. Y siempre es así… siempre que Dios irrumpe en nuestra vida, nos ama y nos dice: “no temas”. El nos libera siempre de nuestros miedos. La voz del ángel despierta en María la confianza...

Pero, también, María escucha el “designio de Dios” sobre Ella: “Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo”. A María, Dios le promete un hijo que llevará por nombre Jesús, que significa Dios salva, Dios es Salvador; y salvación quiere decir: Vida plena.

María se siente conturbada ante la sorpresa de que Dios le haya concedido el don de dirigirse a Ella y llamarla; por eso pregunta: “¿Cómo será eso, pues no conozco varón?” María, mujer de fe, conocía las normas morales de su época que le impedía la relación matrimonial antes de los desposorios. La Anunciación se sitúa en ese intervalo antes de vivir juntos)… Por eso, María, pregunta: ¿cómo puede ser eso si no conozco varón? No duda de su palabra; sólo desea conocer el camino. La promesa que el Angel anuncia aquí es aparentemente fantástica. ¿Cómo puede ser? También nosotros nos preguntamos: ¿Cómo puede ser? ¿Podremos comenzar una vida nueva? ¿Podríamos superar el poder de la costumbre, de nuestras tendencias negativas y abrirnos a la ternura y a los deseos de felicidad que llevamos dentro

Una vez más, la respuesta es sencilla: Dios se encargará de todo: “El Espíritu del Señor te cubrirá con su sombra”. El Espíritu, es decir, la fuerza poderosa de Dios, actuará en tu seno virginal. Lo imposible se hará posible. Esa fuerza es como una nube, (la nube era el signo de la presencia de Dios sobre el pueblo, ahora designa la presencia de Dios sobre María). Nosotros también necesitamos recordar que el Espíritu nos cubre con su sombra… Necesitamos renovar nuestra confianza en que el Espíritu nos cubrirá con su sombra, que es una Presencia en nuestra vida.

Y el Angel le da a María una señal: Isabel, una anciana estéril, ha concebido un hijo y ya está de seis meses... (En Israel, ser estéril, era un oprobio para las mujeres). Es una llamada a la confianza total porque Dios puede hacer fecunda nuestra vida estéril, (lo que hay de estéril en nuestra vida).

María responde: “Yo soy la esclava del Señor, que se haga en mí todo lo que has dicho”. María expresa su “sí” radical a Dios. Esa actitud de María de total disponibilidad y confianza es la que Dios nos invita a vivir. Dios necesita la colaboración de nuestra libertad para realizar su obra en el mundo.

La Fiesta de María Inmaculada, en medio del Adviento, no es un paréntesis para los que nos preparamos a la venida del Señor en Navidad. El testimonio de María pone de relieve lo que es prepararnos al Misterio del Dios encarnado, que es la fiesta del amor gratuito de Dios que renueva nuestra esperanza. María acoge el amor de Dios. Con María, la humanidad aprende a decir “sí” a Dios.

Que hoy, en la fiesta de la Inmaculada, la llena de gracia, podamos renovar nuestro sí a Dios como María: “Hágase en mí según tu palabra”.



Benjamín García Soriano.
8 Diciembre 2008

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