29/12/12

LA SAGRADA FAMILIA Y LOS SANTOS INOCENTES

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Se me hace curioso, y no sé por qué, que estas dos festividades vengan tan de la mano, en un mundo donde aparentemente los valores del matrimonio, de la familia, y por otro, los valores de los hijos no nacidos, quedan más de una ocasión tan bajos, tan denigrados, tan devaluados.

Piensa por un momento, y permíteme el atrevimiento, que tus padres, por un solo momento, hubieran decidido no tenerte, que no hubieras nacido, que te hubieran desechado, como el que tira una cajetilla de pañuelos de papel. A la basura.

Por otra parte, reflexiona en todo lo contrario, en los matrimonios que se han planeado el formar una familia, en esas conversaciones donde los esposos decidieron que ya era hora de tener los hijos. Mucho antes de la concepción, ya que el amor brota como algo especial, con una fuerza imparable, que arrastra a la vida. Es decir, por decirlo bien claro, desde el amor se engendra vida. Y no me vengas con esas situaciones donde, de forma muy minoritaria, se engendran hijos no-deseados en un principio, pero que también por una decisión de amor, permite, desea tenerlos.

Si en una familia hay amor, también hay bondad, humildad, dulzura, y aquí, la Paz tan ansiada, la Paz de Cristo, actúa con sabiduría desde nuestro corazón.

Doy gracias a Dios por mis padres, por mis abuelos, por mis hermanos. Doy gracias por mi Vida, un gran regalo, un doble regalo, en mi caso, primero la vida, y posteriormente la fe. ¡Me alegro de que decidieran tenerme en un acto de amor! Y doy gracias Dios, por que no me convirtieran en uno de esos noventa mil y pico abortos, que según las estadísticas se han “ejecutado”, esos fusilados en el paredón del útero materno.

Doy gracias a Dios, a la Santísima Virgen María, y a san José, la Sagrada Familia, por mi familia bendecida por Jesús, a mi esposa y a mis cuatro hijos, porque cuando llegó el tiempo de la purificación, de crear una familia, impulsados por el Espíritu del amor, así lo hicimos, y así fueron llegando para la mayor gloria del Señor.

Y esto solamente se puede concebir desde la clara actitud de un corazón entregado, convertido, con verdadero deseo de servir a Dios, con oraciones...

Ya fue interesante que este año san José, viera, viviera, la Pasión de su Hijo. El diecinueve de Marzo fue miércoles y el día veinte, la noche siguiente, pocas horas después, era Jueves Santo, la institución de la Santa Cena, la Eucaristía, el dar gracias a Dios por todo su amor, ya que por su amor fuimos purificados.

De ahí que también me llame la atención este evangelio, “Cuando llegó el momento de la purificación”. ¿Qué nos querrá decir? ¿Qué nos indica el Espíritu? Simeón, ese hombre justo y piadoso, tomando al niño en sus brazos, bendijo a Dios, por darnos esto a todos los pueblos, a todo el mundo, queriendo alumbrar, dar luz, como esas mamás que dan a luz, que alumbran a sus hijos, dando gracias a Dios, como en la Santa Misa, purificando nuestros corazones de todo lo perverso, como Cristo actúa en nosotros, llenándonos de Paz.

El amor siempre engendra vida; el egoísmo, muerte. El mal, sólo trae más mal, de ahí que sea importante, permíteme que insista, ese tiempo de purificación verdadera.

Simeón se dejaba conducir por Dios, ¿y nosotros?

¡Doy gracias a Dios por todos vosotros que estáis ahí! Mexicanos, peruanos, bolivianos, puertorriqueños, salvadoreños, argentinos, españoles, californianos, neoyorquinos, suizos, venezolanos, noruegos, franceses, italianos... y a todos los que entran en este blog, abierto a todos los pueblos, a todas las naciones, por eso los comentarios están libres para que incluyáis vuestras opiniones.

¡Dios os bendiga a todos!

21/12/12

LA ESPERANZA EN ESTA NAVIDAD


LA ESPERANZA, EN ESTA NAVIDAD,SIGNO Y PROFECIA

Abraham en el Antiguo Testamento es el paradigma de la Esperanza.
Maria en el Nuevo Testamento nos educa a la verdadera  Esperanza.

Motivos para desesperarnos hay muchos,para perder la esperanza y para pensar que es solo una utopia,mezclada con algo de nostalgia.
No es el momento para enumerarlos,pero cada uno sabrá cuales son esos motivos que nos tientan, en lo personal, a la des-esperanza.

Mi saludo de esta Navidad 2012 solo pretende alimentar y motivar la virtud cristiana de la ESPERANZA,dejándonos guiar por Maria Madre, Educadora y Modelo.

Ella espera la llegada del Mesias,como israelita creyente,se sorprende cuando recibe el anuncio de Angel y da su SI al deseo de Dios movida por esa esperanza en que se cumplan las promesas ya anunciadas por los profetas.
Movida por la esperanza parte con prisa a compartir la Buena Nueva con la familia de Isabel y allí eleva su Cantico que es un himno a la esperanza,de los más bellos de toda la Biblia.
Junto con S.José van a Belen para cumplir con el censo y allí da a luz a Jesús viendo que su esperanza en la promesa se hace realidad.

A lo largo de su vida fue probada muchas veces en su esperanza, pero no desfalleció. Solo enumero el exilio,la perdida de Jesus en el Templo,la lejanía cuando Jesus comienza a evangelizar,la aparente negación en las bodas de Cana,la pasión de Jesus y su presencia al pie de la Cruz con el alma traspasada de dolor.

Por eso es capaz de comprender nuestras pruebas y dolores que hacen tambalear o decaer nuestra esperanza y por eso quiere ayudarnos en esos momentos a madurar y a levantarnos para seguir peregrinando con la mirada puesta en Dios que nos guia con su sabia Providencia y nos revela paso a paso su Voluntad.

Al terminar este año,en el que habremos tenido más de un dolor y sin duda muchas alegrías, queremos mirar a María y decirle como en la Salve ¡ESPERANZA NUESTRA,SALVE!
Asi caminaremos en este 2013,AÑO DE LA FE,con un corazón alegre y confiado, de la mano de María hacia el Padre.

Aprovecho para agradecer a cada uno personalmente por tantas expresiones de amistad y cercanía por la Pascua de mi madre que me han ayudado a vivir con serenidad y esperanza el duelo,con la fe que ella esta junto a Jesus Resucitado y a María,nuestra Madre y Modelo de esperanza.

Los recordaré en la Nochebuena y en el dia de Navidad, los saludo con mi afecto de siempre y les envío mi bendición para sus familias con el deseo de un 2013 en que crezcamos en la FE ESPERANZADA.

P.Guillermo M.Cassone


Tucuman,18 de diciembre de 2012

NAVIDAD 2012


“Te diré mi amor, Rey mío, con una mirada suave, te lo diré contemplando tu cuerpo que en pajas yace” (Himno de Vísperas)
                                                                                                                                     Navidad del 2012
Queridos amigos:
¡Otro diciembre! Estamos ya en el último mes del 2012 y como cada año para este tiempo, los sentimientos y pensamientos tienden a mirar hacia atrás y hacia adelante. De alguna manera evaluamos, sea en los sentimientos o en el pensamiento, el año vivido. ¿Cómo será la evaluación? Para quienes tenemos la gracia de creer, los ojos se vestirán de la Providencia y contemplaremos el año en clave divina. No se trata en primer lugar de ¿cómo me fue?, ¿qué logré?, ¿fue un buen año o no? Las preguntas pueden ser interminables.
Los años de vida consagrada me indican que las preguntas de la evaluación son otras: ¿qué dejó de positivo este año que termina?, ¿qué aprendí, en qué crecí, qué oportunidades se me abrieron, cómo respondí a ellas…? Para el creyente la vida está plena de oportunidades y en cada suceso hay una oferta de aprendizaje, de crecimiento, de ir a más y mejor…
Inevitables son los fracasos, desilusiones y sufrimientos. Pero los fracasos, desilusiones y sufrimientos no llegan por acaso a la vida del hombre, también ellos encierran oportunidades. Mucha razón tiene quien afirmó que “se aprende más de los errores que de los aciertos”. José Kentenich solía decir que uno de los artes importantes de la vida es “transformar en peldaños los peñascos que amenazan aplastarnos”. ¡De so se trata! No es casualidad sino providencia que la Iglesia se anticipe por algunas semanas, con el inicio del año litúrgico, al inicio del año civil. Es como si, al cierre de un año -independiente de cómo lo evaluemos- Dios nos dijera: “¡Animo!, todo comienza de nuevo en el Niño”. El nacimiento del Niño en la liturgia y la celebración de la Iglesia, hace posible que cada hombre y mujer de fe “nazca de nuevo”. La Navidad de Jesús, hace posible la nuestra.
Que María y José nos den sus sentimientos para poder acoger, contemplar y adorar al Niño del Padre. Les deseo una muy bendecida Navidad y un año nuevo pleno por la esperanza.                                               
P. Alberto E. Eronti




15/12/12

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Y sintió lástima de nosotros


“ Jesús bordeando el lago de Galilea, subió al monte y se sentó en él”

Cuántas veces tú, en tu caminar por la vida, vas bordeando las dificultades, viviendo en lo gris, en un mundo difícil, donde casi nada parece importar. Donde la supervivencia es el único estímulo de vida.

Mientras unos tienen tanto, otros nada, absolutamente nada, pasando todo tipo de calamidades y penurias. En unos días donde hay tantas luces, parece que las sombras son más inmensas, profundas y dolorosas.

Es normal, porque solo hay una Luz, solo hay uno que ponga orden y paz en tu vida, y por supuesto en la mía. Fíjate que san Mateo dice que sintió lástima de la gente, porque: ¡llevaban ya tres días con él y no tenían que comer!

Es el mismo Jesús quien se preocupa del hambre, y da. Pero para ello se necesita urgentemente la oración de todos nosotros, y nuestras manos, también, para por ellas poder actuar él, sin llamar la atención, sin magias ni hechizos raros. Él es discreto y tiene que actuar por medio nuestro, y entre todos, aunque nos parezca que somos pocos, somos muchos. Y más si nos unimos en la oración con toda la comunión de los Santos, recordando a estos últimos 498 mártires y santos.

Hoy que hay tanto saber en las alturas, nos olvidamos, se olvidan de lo fundamental del pueblo de Dios. Lo que siempre fue: la oración.

Hay quienes se permiten matar en nombre de Dios, y lanzan mísiles, que llaman inteligentes, desde el quinto pino, para destrozar una sala de fiestas, donde la única gente que había, estaba celebrando una fiesta. ¡Donde hay amor allí está Dios! ¿Tú lo puedes comprender? Yo no. Es una vileza más de los poderosos. ¡Un error! Reconocen, nos dicen muy seriamente, ¡ha sido un error!

Menos mal que te tenemos a ti, Señor Jesús. Gracias por estar siempre y en todos los momentos con nosotros.

De ti comemos tanto de espíritu como corporalmente. Después de tres días, nos das a comer, y nos curas los pies, el hígado, los oídos, los ojos.

¡Cuanta ceguera por soberbia! ¡Hay quienes se creen tan superiores! Después un pequeño bichito, un virus, nos pone patas arriba a todos.

¡Menos mal que te tenemos a ti! ¡Id a anunciar sin miedo lo que estáis viendo! Los cristianos damos esperanza, no la vendemos. Si no ves esperanza, habría que hacerse una pregunta muy seria: ¿Estaré enfermo? Ve al médico, de cuerpo y alma.

Gracias por estar con nosotros, Señor Jesús.

8/12/12

AVE MARÍA PURÍSIMA




Ave María Purísima

Inmaculada Concepción
Sé que no os puedo contar nada que vosotros no sepáis, pero sí que me voy a atrever a relataros un acontecimiento que nos ocurrió estando en Santiago de Compostela, en el año 2004.

Fuimos hasta allí en coche, toda la familia, de un tirón, aunque paramos varias veces por diferentes motivos, entre ellos comer y estirar un poco las piernas. Habíamos quedado con un seminarista entonces, pero hoy ya sacerdote, y nos acompañó y nos explicó todo lo de la catedral y lo relativo al apóstol.

Al día siguiente, comiendo en una casa de comidas, nos comentó que deberíamos ir a visitar el convento donde a Virgen María se le apareció en diferentes ocasiones a Sor Lucía, dejándole el mensaje de su Inmaculado Corazón, de cómo ella le pedía sobre los primeros sábados de mes, y todo eso que ya conocéis.

Fuimos a Pontevedra, nos dirigimos al monasterio, y efectivamente nos subieron a la celda, donde Sor Lucía vivía y donde la Virgen se le aparecía. Hoy esta celda se a convertido en una capilla de oración, donde el Señor está guardado en un Sagrario, y unos bancos pequeños han sustituido al mobiliario de entonces. Allí, nosotros, toda la familia, rezamos un rosario, y también Salvador con nosotros. Aunque se hizo tarde y subió una monja para indicarnos la salida, al comprobar que estábamos todos rezando, nos dijo que cuando acabáramos y nos marcháramos, nos aseguráramos de que la puerta estaba bien cerrada.

Y así lo hicimos. ¿Por qué cuento todo esto?

Muy sencillo. Desde ese mes de agosto de 2004, y sin saber por qué, empecé a consagrarme al Inmaculado Corazón de María, y no me preguntes nada, pero los días empezaron a ser diferentes. Mi actitud, mi enfrentarme a los problemas, y sobre todo los mismos problemas en mí, también eran diferentes. Con la Virgen, de su mano, todo se suavizaba, y resultaba ser “más sencillo”. Se lo comenté al P. Alberto de Schoenstatt, y me dio explicaciones y ánimo para seguir haciéndolo. Luego la lectura de algunos santos, como san Maximiliano María Kolbe, me fueron introduciendo en ese corazón de Madre, con Antonio María de Claret... y también un libro que me regalaron sobre Juan Pablo II, cómo él lo hacía todos los días, me fueron llenando de esa fuerza y seguridad.

Os podría contar cómo lo hago, pero es tan sencillo que sé que vosotros, la inmensa mayoría, también tendréis vuestra propia oración para ello. Pero quiero animar a los que no lo hagan, a eso precisamente; a que día tras días se pongan en esos brazos de María. “Ad Jesuum per Mariam.”

¡Madre, te quiero: ruega por nosotros!
Oración
Una vez más estamos aquí para rendirte homenaje
a los pies de esta columna,
desde la cual tú velas con amor
sobre Roma y sobre el mundo entero,
desde que, hace ya ciento cincuenta años,
el beato Pío IX proclamó,
como verdad de la fe católica,
tu preservación de toda mancha de pecado,
en previsión de la muerte y resurrección
de tu Hijo Jesucristo.
¡Virgen Inmaculada!
tu intacta belleza espiritual
es para nosotros una fuente viva de confianza y de esperanza.
Tenerte como Madre, Virgen Santa,
Nos reafirma en el camino de la vida
como prenda de eterna salvación.
Por eso a ti, oh María,
Confiadamente recurrimos.
Ayúdanos a construir un mundo
donde la vida del hombre sea siempre amada y defendida,
toda forma de violencia rechazada,
la paz buscada tenazmente por todos.
¡Virgen Inmaculada!
En este Año de la Eucaristía
concédenos celebrar y adorar
con de renovada y ardiente amor
el santo misterio del Cuerpo y Sangre de Cristo.
En tu escuela, o Mujer Eucarística,
enséñanos a hacer memoria de las maravillosas obras
que Dios non cesa de realizar en el corazón de los hombres.
Con premura materna, Virgen María,
guía siempre nuestros pasos por los senderos del bien. ¡Amén!

1/12/12

¿ME ABRIRÁS LA PUERTA, CUANDO TE LLAME?


Hace no muchos días, fui a visitar a un amigo, un señor mayor, enfermo, y estuve tocando varias veces el timbre de la puerta. Al final, el resultado fue que me tuve que marchar. ¡No está en casa!, pensé.

Al día siguiente, me lo encontré por la calle, y le dije lo que me había ocurrido. Él me respondió que estaba en casa, pero que había comprado una oferta especial de altavoces, y unos auriculares muy buenos, a un precio excepcional, y aunque no le hacían falta -como él dijo- era una buena ocasión.

No está mal, las nuevas tecnologías realmente nos hacen avanzar mucho, pero también pienso que en otras ocasiones nos hacen retroceder.

Todo esto lo digo para que cuando llamen a la puerta no te despistes y no oigas nada, como ocurre tantas veces con la llamada de Dios. ¡No escuchamos! Y lo digo por mí y por ti, no por los que no creen, sino por los que creemos, por los que nos llamamos cristianos, pero que en algunas ocasiones podemos parecer lo contrario.

En este adviento, deberíamos de plantearnos sobre nuestro final. ¿Nos pillaría ahora en pecado, ajenos a la gracia? Por eso hemos de estar “velando”, vigilantes de nuestra actitud, no de la de los otros, sino de la mía, ya que no sabemos cuándo será el momento de la llegada de Jesús. Y lo seguro es que todos nosotros seremos llamados al final, donde se nos pedirá cuentas de nuestras obras, nosotros mismos las veremos enfrente de nosotros, destapadas y sin secretos. Todo se sabrá.

Cuando pedimos por la conversión de los pecadores, parece como si lo hiciéramos por otros, como si no tuviera que ver con nosotros, cuando todos, absolutamente todos, somos pecadores.

“Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!”

He de replanteármelo todo, ver mis acciones, mis obras, y de todo corazón tengo que intentar mejorar, haciendo que todo mi entorno mejore, al menos un poquito, gracias a mí. Solo así estaré vigilante, cuidadoso y mimando la oración, deseando y suplicando al Señor, Dios todopoderoso, que me ayude, que con la ayuda del Espíritu Santo podamos restaurarnos para que no nos alejemos de ti. Sin tu ayuda estoy perdido, Señor.

Por cierto: el Señor busca una casa, un corazón para poder nacer de nuevo, ya que todas las posadas, hoteles, spa, todo está ocupado. El corazón rebosa de propiedades, de deseos, y no oye la llamada de la Puerta-alma.

¿Puede nacer mi Hijo en tu casa? ¿Qué respondes?

A pesar de nuestros olvidos, Tú, Señor, eres nuestro Padre, y nosotros, todos, somos obra de tu mano.

LO QUE DICE EL PAPA

“Ninguna representación del nacimiento renunciará al buey y al asno”
- Lo que realmente dice el Papa sobre la mula y el buey -
Sí, sí, no has leído mal. Después de todo lo que hemos tenido que ver, oír y leer estos días, cuando uno, por fin, puede tomar entre sus manos el nuevo libro del Papa Benedicto XVI lo que se encuentra son estas palabras: “Ninguna representación del nacimiento renunciará al buey y al asno” (pág. 77).
Tal cual.
Esas son las palabras literales con las que el Papa concluye los párrafos precedentes, relativos a la narración evangélica del nacimiento de Jesús:
María puso a su niño recién nacido en un pesebre. De aquí se ha deducido con razón que Jesús nació en un establo, en un ambiente poco acogedor -estaríamos tentados de decir: indigno-, pero que ofrecía, en todo caso, la discreción necesaria para el santo evento. En la región en torno a Belén se usan desde siempre grutas como establo.
El pesebre hace pensar en los animales, pues es allí donde comen. En el Evangelio no se habla en este caso de animales. Pero la meditación guiada por la fe, leyendo el Antiguo y el Nuevo Testamento relacionados entre sí, ha colmado muy pronto esta laguna, remitiéndose a Isaías 1,3: “El buey conoce a su amo, y el asno el pesebre de su dueño; Israel no me conoce, mi pueblo no me comprende”.
En la singular conexión entre Isaías 1,3, Habacuc 3,2, Éxodo 25, 18-20 y el pesebre, aparecen los dos animales como una representación de la humanidad, de por sí desprovista de entendimiento, pero que ante el Niño, ante la humilde aparición de Dios en el establo, llega al conocimiento y, en la pobreza de este nacimiento, recibe la epifanía, que ahora enseña a todos a ver. La iconografía cristiana ha captado ya muy pronto este motivo. Ninguna representación del nacimiento renunciará al buey y al asno.
Una vez más (no es la primera), asistimos a un fenómeno de “desinformación masiva” orquestado por algunos creadores de opinión y medios de comunicación que pone en labios del Papa justo lo contrario de lo que en realidad ha dicho. No sólo algo diferente, sino justo lo contrario.
La pregunta surge inmediata: y de esto ¿quién saca al final provecho?

24/11/12

CUESTIÓN DE AMISTAD

En estos tiempos que vivimos y que son los mejores para conseguir la tan deseada santidad, hoy nuestro Dios, nos promete el envío de un vástago de la casa de David, y nada menos que un vástago legítimo, que hará justicia y derecho sobre la Tierra. Pero aquí y ahora, ¿quién se puede salvar ante la justicia de Dios? ¿quién por sus méritos propios lo puede conseguir?

Yo no. Y quizá a la inmensa mayoría les pase lo mismo. Por eso yo le pido que me enseñe esos camino que conducen a Él, aunque a veces, no se cómo, me pierdo en un cruce de la vida, por esas sendas, le pido que me ayude, cada día que pasa. Veo lo poquito que soy si Él no está continuamente conmigo, como así ocurre. Él no se cansa de enseñarme, me hace caminar con lealtad, por su gran misericordia, a través de su mirada tan tierna y salvadora. Parece que está mirando hacia abajo, y de repente te das cuenta que te mira fijamente. Que su corazón se une al tuyo si se lo pides, si guardas su alianza.

Es un amigo atento, pendiente de mí, de ti, siempre dispuesto a echar una mano, de día o de noche, no le importan las horas trabajadas. Él me colma de amor, de atenciones, siempre recibo muchísimo más que doy. Sus matemáticas, como dice el P. José Emilio, son especiales. Da siempre, sin llevar la cuenta.

Y ahora en este tiempo, me dice que no tenga miedo de nada, cuando haya signos en el sol, en la luna. Cuando la Tierra enloquezca por la angustia de las gentes. Habrán hombres que quedarás sin aliento, por el miedo y la ansiedad de lo que se viene encima.

Pero en este primer domingo de adviento, Él nos dice a todos: “Levantaos, alzad la cabeza”, lo que es lo mismo que decirnos, que mantengamos nuestra dignidad, y para ello nada mejor que apartarse del vicio, de las bebidas, de los agobios, de todo lo que puede embotar nuestra mente. Necesitamos estar despiertos, pidiendo continuamente su ayuda y su fuerza, de lo contrario, no hay posibilidad de salvación.

Y por supuesto, un buen método es poner nuestra alma en manos de la Santísima Virgen María, para que ella, con ese amor de madre, la purifique, para así acabar en las manos del Señor, su tierno hijo. Me resulta imposible no honrar a la memoria de su amado esposo San José.

Gracias a todos vosotros, gracias de todo corazón

17/11/12

SOLUCIONES PARA LA ACTUAL CRISIS DE LA FE

He meditado con sencillez en este trabajo y me ha venido a la mente el capítulo tres del primer libro de los Macabeos, cuando Judas, responde a la pregunta de cómo van a luchar contra toda esa multitud tan bien armada: A Dios lo mismo le cuesta salvar con muchos que con pocos, pues la victoria no depende del número de los soldados, ya que la verdadera fuerza viene del cielo. Además nosotros, que ya hemos tenido la gracia de conocer al Salvador, sabemos que nuestra salvación viene por Él, y como dice san Pablo ya tenemos las armas necesarias.

A mí, todo esto de la Sagrada Escritura, me hace pensar en una solución, en el ejemplo que yo pueda dar, desde mi comportamiento en la calle, en el trabajo, y fundamentalmente en mi casa, a mis hijos, y cuanto más sea capaz de aumentar el círculo de amor más fuerza tendrá este testimonio.

Acción y oración, aunque para mí es Oración, y con las pilas llenas, puedo pasar a darme a otro, a partirme con otros, ya que si no soy Yo, estoy vacío, y nada puedo ofrecer a nadie.

No le digo a nadie lo que tiene que hacer, pero le incito a cambiar a positivo, como dicen otros, y desde mí poder transmitir una fe grande y viva.

Me encanta ir a la eucaristía unos cuarenta minutos antes para entrar en la capilla del Sagrario, para escuchar los buenos consejos, para que me llene Él. Me encantan las homilías todos los días. Me llena la exposición solemne del Santísimo, y la bendición final del sacerdote con el mismo Cristo Jesús. Me hace falta asistir al Sagrario todas las semanas, al menos unas dos horas, para tener tiempo de escuchar desde el silencio. Me llena de gozo cuando Jesús acepta mi invitación de sentarse junto a mí en el mismo banco de madera.

Creo que mi vida es esto, y luego, cuando los tanques de carburante se me han llenado gratis, poder ser un transmisor de ese amor también gratis, y siempre, a ser posible, desde una sonrisa.

Siento no poder dar soluciones, y espero recibir muchas sugerencias, para intentar, desde mi corazón, poder plasmarlas.
¿Qué otras soluciones das tú?

16/11/12

AGRADECIENDO Y COMPARTIENDO


PASCUA DE MI MADRE:    GRATITUD Y HERENCIA

Queridos amigos:
En la madrugada del 10 de noviembre falleció mi madre a los 97 años,su nombre es OTILIA ROSA LA FROSSIA DE CASSONE.
En mi nombre y en el de mi familia agradezco a tantos que nos acompañaron de modo diverso pero con un mismo afecto.

Vivió una vida plena,en todo sentido. Dió mucho amor a muchas personas,y a nosotros nos enseñó con el ejemplo como se ama.
Con mi padre ITALO CELESTINO CASSONE compartieron más de    62 años de casados hasta que él murió hace precisamente 9 años.
Tuvieron 6 hijos,de los cuales Roberto y Rosita fallecieron hace más de 50 años, y hoy vivimos Carlos,Adela,Cecilia y yo.
Su mayor dedicación fue siempre la familia y su gozo verla crecer.

Nos enseñó la FE,siendo ella una mujer de una fe madura,probada y practicada. La oración era lo habitual en su vida diaria y la Misa del domingo era lo que le daba fuerzas para toda la semana. Tenía una confianza profunda en la Providencia del Padre,un amor apasionado a Jesús Eucaristía y siempre invocaba al Espíritu Santo en todo.
Desde chica vivió una profunda piedad mariana consagrándose a la
Virgen y tomándola como su modelo de vida.

Nos mostró una ESPERANZA a toda prueba,aún en los momentos de dolor,mirando siempre al futuro y construyéndolo en el presente con una buena mezcla de realismo y optimismo.Siempre con ganas de vivir y hacer,luchando con sus limitaciones de salud pero sin rendirse.

Sobre todo puso en práctica el AMOR con hechos, tan naturales que uno ni se daba cuenta. Nos parecía evidente que ella siempre estaba disponible para todo y para todos,haciéndose el tiempo para ayudar a cada uno de los de su familia y de cuantos encontraba en su camino sin hacer distinción de personas. Siendo prudente y audaz, era capaz de inventar cualquier cosa para solidarizarse con los que le pedían ayuda,aunque tan solo pudiera escuchar y consolar.

No es el momento de hacer su biografía,sino tan solo de dar este breve testimonio surgido de un corazón agradecido de hijo.

P.GUILLERMO MARIO CASSONE

21/10/12

VALE QUIÉN SIRVE

Vale, quién sirve

Cuántas veces todos nosotros hemos escuchado la expresión de: “¿A quién le amarga un dulce?” Y sin embargo, que le pregunten al diabético lo perjudiciales que son los dulces para su salud. Que atractivo es a veces el honor, el sentirnos respetados por el cargo... Somos hombres, y por ello llevamos nuestras debilidades impresas, como esta de querer ser los de mayor dignidad: “uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda” y los otros diez protestan porque ellos también desean lo mismo.

El servicio, tal y como Jesús nos lo enseña, no tiene nada que ver con esto, ya el Señor nos hablaba por boca de Isaías cuando nos decía que con sufrimiento expiaríamos nuestra vida, único modo de ver la Luz. Hoy en día vas a las librerías y encuentras tratados de teología maravillosos, libros de Cristología, los grandes profesores, los rectores más expertos, todos deslumbrando con sus palabras.

¡Pero! Cuando voy al Sagrario, allí somos muy pocos. Casi nunca hay sacerdotes y ya no digamos obispos, ¿quiere decir esto que no vayan? No, no es esto. Lo único que digo es que yo no los veo. Y esto me viene a colación por este escrito tan magnifico de nuestro admirable papa, Benedicto XVI, al inicio de este año sacerdotal, en ese escrito que por medio de él, se tomaba la figura de uno de los grandes, el Santo Cura de Ars, por modelo para la enseñanza de muchos. Éste, se tomó muy enserio lo del servicio a los demás en su parroquia. Con una dedicación no del cien por cien, sino del ciento cincuenta por cien. Visitaba enfermos, familiares... Pero siempre y ante todo, él mismo mantenía la oración como base principal, junto con las penitencias y ayunos que se imponía.

La frase “no he venido a que me sirvan, sino a servir, a dar mi vida en rescate por todos.” Con estas diferencias entre nosotros, entre aquellos dos apóstoles y los otros diez, Él los reunió a todos, a los doce, igual que hace con nosotros, nos llama a reunión, junto a Él, ¿quizás en los Sagrarios? ¡Qué bien que se está en la capilla de mis hermanas Clarisas! Como en otras donde tanta oración se hace. ¿Tienes miedo de ser una de ellas? ¿Acaso no quieres servir? Quizás aún buscas los honores, los viajes, el disfrutar... Tienes razón.

Pero allí, con Él, charlando amigablemente en esa facultad, en esa capilla de Jesús vivo y presente, Él nos espera con sus palabras sinceras, porque ama la justicia y su misericordia es amorosa, nos abarca a todos. Sus ojos nos miran continuamente, por eso aguardamos su misericordia. ¿Qué más podemos hacer?

¿Quiero que me sirvan a mí, o por el contrario prefiero servir? Ser un apóstol de Jesús, un buen discípulo, un cristiano seguidor de su amor. ¡Menos mal que tenemos a Santa María! La Madre tres veces Victoriosa, que nos ama y enseña con esa ternura propia de una Santa Madre.

19/10/12

"Qué Alegría"

Tercera edición del libro "Qué Alegría", con nuevos comentarios y nuevo formato, editado y publicado por la editoria  "defoto libros".

9/10/12

TODOS SOMOS IGUALES

Este domingo, las lecturas nos llevan al matrimonio, a la importancia del hombre y mujer, como individuos sociales con la misma dignidad y los mismos derechos, y a esos niños, productos de un feliz matrimonio, que son la alegría de la casa. Pero, ¿Esto implica la ausencia de los problemas, quizás no hayan momentos de tensión dentro del matrimonio, incluso con relación a esos niños?

El Génesis, desde la Creación, deja claro que el hombre, tanto masculino como femenino, tenía que “ayudar a la obra de Dios”, ¿cómo? Poniendo nombre a los animales, tanto a las bestias del campo como a los pájaros (cf. Gn 2,19) de modo que nosotros, todos nosotros, todos los hombres hemos de cooperar en el plan de Dios.

¿Qué ocurre cuando esto no es así? Muy sencillo, mira a tu alrededor, o pon las noticias, para ver como va el mundo. Cuando éste se aleja de la moral, cuando los valores se pierden, y los ricos son más ricos gracias a robar de modo continuo, eso sí, alegando que somos progresistas, estas son las consecuencias de dicho abandono. Como aquellos discípulos que no querían que los niños se acercaran a Jesús, por no molestarlo, o ¿quizás, para que los niños no fueran más que ellos mismos?

Del mismo modo los fariseos preguntan a Jesús si le es lícito al hombre divorciarse de su mujer. ¿No podrían haber invertido la pregunta? ¿Es lícito a la mujer divorciarse de nosotros-los fariseos?

La situación está clara, ellos eran los buenos, y las mujeres eran las... Del mismo modo los discípulos eran los importantes y los niños eran... ¿No eran todos iguales para Jesús? ¿No somos todos iguales para Dios?

Y Jesús a unos y a otros da una lección magistral, cómo no, si es Dios mismo el que habla: “El que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él.”

Y a los otros lo mismo, y los fariseos debieron de quedarse con la cara a cuadros: Si él o ella se divorcia, da igual el sexo, y se vuelve a casar, comete adulterio.

En ambos casos, se debieron de quedar un poco serios, ante una respuesta que no esperaban. Pero es que: “por la gracia de Dios, Jesús ha padecido la muerte para el bien de todos.”

Y, ¿qué cara se nos queda a nosotros?

1/10/12

¡NO HAY FAVORITOS!

¿Cómo callar cuando Dios actúa en nosotros? Es imposible, sencillamente es inadecuado. Como diría un bueno programador publicitario: es inviable.

Dios, Jesús, te abre y ya no hay forma de callar, y por otra parte es lo justo, ya que la persona como norma es agradecida.

¿Por qué entonces la Iglesia, tantos milagros como se hacen, no los declara oficialmente? Muy sencillo, no hace falta de un lado y del otro, por una sana y buena precaución.

Jesús no es un mago que realiza sus magias a través de una bola de cristal, o un tarot, sino que todo su mensaje está lleno de amor, porque la salvación que Él nos trae con su reino no es otra cosa que la salvación completa, a través del Amor. ¿Hay alguna energía mayor y más potente que el amor?

Él nos quiere como somos, nos conoce, y nosotros hemos de aprender a amar al prójimo como es, sin añadidos ni lujosos envoltorios. El hombre es lo que es, y siempre con la gracia de Dios.

Dios pone su poder, su brazo, al servicio del hombre necesitado, del que le pide, y en ocasiones también del que nada le solicitó. Y esto produce una experiencia de Dios que cambia toda una vida, generando una conversión de corazón completa.

¿Recuerdas cómo Pedro se echa a los pies de Jesús, después de ver el milagro de la pesca? “Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.” Y Él responde “No temas”, y su vida cambió por completo, pasando a ser un pescador de hombres, el primer Papa de nuestra Iglesia. Cuántas personas quisieran ser religios@s, sacerdotes, pero esperan un “milagro”, porque tienen miedo.

¡No temas! No esperes más, el milagro es la llamada, y Dios te conoce y sabe que serás un buen sacerdote, un buen religioso-a. “¡Effeta!”, abre tu corazón a la salvación que Dios te da. Y lo hago en primera persona, porque el Señor siempre lo hace en primera persona. A cada uno nos da lo que necesitamos, pero Él siempre está ahí, vayamos vestidos con mejores galas o de un modo más pobre.

Jesús a todos nos ama por igual, no hay favoritos

22/9/12

Nuestra Señora de la Merced. El Puig de Santa María.


El próximo lunes, 24 de septiembre, celebramos la festividad de Nuestra Señora de la Merced, patrona de la Orden de la Merced: los Mercedarios.
En Valencia los tenemos en el Monasterio del Puig de Santa María. Estáis, todos los que podáis, invitados a la Misa de la tarde -20h-, para unirnos a ellos ¿Qué diría hoy su fundador, San Pedro Nolasco, de la facilidad con la que se puede perder la libertad? ¡Hay muchos modos de perder la libertad!

Acude y unámonos con los Mercedarios

San Pio de Pietrelcina

8/9/12

¡NO HAY FAVORITOS!

¿Cómo callar cuando Dios actúa en nosotros? Es imposible, sencillamente es inadecuado. Como diría un bueno programador publicitario: es inviable.

Dios, Jesús, te abre y ya no hay forma de callar, y por otra parte es lo justo, ya que la persona como norma es agradecida.

¿Por qué entonces la Iglesia, tantos milagros como se hacen, no los declara oficialmente? Muy sencillo, no hace falta de un lado y del otro, por una sana y buena precaución.

Jesús no es un mago que realiza sus magias a través de una bola de cristal, o un tarot, sino que todo su mensaje está lleno de amor, porque la salvación que Él nos trae con su reino no es otra cosa que la salvación completa, a través del Amor. ¿Hay alguna energía mayor y más potente que el amor?

Él nos quiere como somos, nos conoce, y nosotros hemos de aprender a amar al prójimo como es, sin añadidos ni lujosos envoltorios. El hombre es lo que es, y siempre con la gracia de Dios.

Dios pone su poder, su brazo, al servicio del hombre necesitado, del que le pide, y en ocasiones también del que nada le solicitó. Y esto produce una experiencia de Dios que cambia toda una vida, generando una conversión de corazón completa.

¿Recuerdas cómo Pedro se echa a los pies de Jesús, después de ver el milagro de la pesca? “Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.” Y Él responde “No temas”, y su vida cambió por completo, pasando a ser un pescador de hombres, el primer Papa de nuestra Iglesia. Cuántas personas quisieran ser religios@s, sacerdotes, pero esperan un “milagro”, porque tienen miedo.

¡No temas! No esperes más, el milagro es la llamada, y Dios te conoce y sabe que serás un buen sacerdote, un buen religioso-a. “¡Effeta!”, abre tu corazón a la salvación que Dios te da. Y lo hago en primera persona, porque el Señor siempre lo hace en primera persona. A cada uno nos da lo que necesitamos, pero Él siempre está ahí, vayamos vestidos con mejores galas o de un modo más pobre.

Jesús a todos nos ama por igual, no hay favoritos.

25/8/12

¡Cómo sabes que no te gusta si no lo has probado!

Ya en aquellos tiempos, le decían los mismos seguidores de Cristo, al Señor Jesús, “dura es esta enseñanza, ¿quién puede escucharla?”

Hoy ocurre lo mismo, ¡ni más ni menos!, en todos los tiempos, caminar junto a Jesús ha sido difícil, muchos lo critican y abandonan, porque Él nos dice cosas, nos da palabras de Vida eterna, y yo, sin embargo, prefiero esas cosas, más terrenales, más de la carne, que me hacen sentir mejor, más feliz. Pero ¿es esto cierto, soy realmente más feliz?

Ya el mismo Josué cuestionó a su pueblo a quién debían seguir, o mejor dicho, a quién querían seguir. Es decir, al Señor como verdadero Dios, o a otros señores, a los falsos dioses, a ciertas posesiones, a ciertas ilusiones... Él, Josué, declaró a todos desde su libertad, como la tuya y la mía, para obrar bien o para obrar mal, para desear lo uno o desear lo otros, él dijo: “Yo y mi casa serviremos al Señor.” Y san Pablo dice más o menos lo mismo, pero si embargo muchos al leer, o escuchar: “las mujeres que se sometan a sus maridos...” Por esta palabra, “someter”, ponen el grito en el cielo, sin haber escuchado el comienzo de este relato, “sed sumisos unos a otros con respeto cristiano”. Luego está hablando de un modo cristiano, tal y como los seguidores de Cristo deberíamos hacer, y cómo Él, el Señor, quiere que lo hagamos. Eso en aquellos años, donde la mujer no pintaba nada en la sociedad. Es todo un canto de alabanza hacia la mujer, y para afirmar esto, tan sólo hay que escuchar lo que dice a los maridos: “amar a la mujer es amarse a sí mismo”. Y prosigue redondeando y elevando el tema sobre el cual estamos reflexionando: “Nadie jamás ha odiado su propia carne”. Y aún más: “Como Cristo hace con su Iglesia”, porque Él dio la vida por ella, es decir, pide a los esposos que las quieran hasta incluso entregar su vida por ellas.

¿Aún piensas que hay un menosprecio en la figura de la mujer, con relación hacia los esposos?

Quizás tengas razón, y hoy se llame violencia de género, pero ésta, está muy alejada de las enseñanzas de Dios. Ya entonces, muchos no creyeron que Jesús era el Hijo de Dios, Dios mismo, y por eso lo abandonaron, no entendieron lo que significa amar a sus enemigos, no entendieron lo que significa respetar a sus esposas, “y muchos de sus discípulos se fueron y no volvieron a ir con Él”.

Y Jesús al resto les preguntó, como también nos pregunta a nosotros: “¿También vosotros queréis marcharos?” ¿Qué contestas tú?

¡Qué difícil es seguir al Señor, porque es muy difícil creer que el otro tiene incluso más razón que yo mismo! ¡Qué felicidad! Es seguirte, Señor Jesús, porque nosotros sabemos que Tú tienes palabras de Vida eterna.

Tú eres el Señor, mi Dios. ¡Te bendigo, Señor, en todo momento

19/8/12

Tendriamos que dar más ejemplo

Un amigo me decía días atrás: “¡Yo no voy nunca a la iglesia! ¿Para qué voy a ir?” Tranquilamente le dije que quizás tenía razón, para qué ir, si el ejemplo que damos los que vamos es muy flojo. ¿Cómo van a ir para hacer lo que hacemos nosotros?

Miremos juntos, pongamos unas cámaras de video y grabemos la misa. Al empezar, unos pocos, antes de proclamar el Evangelio algunos más, y para la comunión todos los que van. ¿Acaso la misa se puede separar de todo un Cuerpo? ¿Sirve la comunión, para toda la misa?

Es cierto, quizás mi amigo, Vicente, tenga razón. Criticamos cuando el sacerdote mira varias veces el reloj. Incluso en la consagración -¿tendrá prisa?-. en otras ocasiones ni tan siquiera nos deja hacer los tres silencios: acto penitencial, post-homilía y post-comunión. El silencio es parte de la celebración, y no lo digo yo, sino la “Editio Typica Tertia Missalis Romanis”, o dicho de un modo más claro, la Ordenación General del Misal Romano, que se aprobó en el año 2002, hace justamente ahora siete años, y que en España se publicó en el 2005, por los co-editores litúrgicos.

Entonces: ¿Por qué no se guardan los tres silencios? Perdona, en la página treinta y uno, al final de la misma encontrarás “El Silencio”.

Como nos dicen, el silencio es parte de la celebración, y ha de guardarse, es silencio sagrado. Y se marcan estos tres momentos para recogerse en el interior, meditar sobre lo que se ha oído y por último poder alabar a Dios dentro de mí ya, por eso Jesús hoy nos recuerda: “Os aseguro, si no coméis de mi carne y bebéis mi sangre, no tenéis vida en vosotros.” O sea, que estoy muerto en vida. Que sólo la tristeza, la angustia, el rencor, los celos, las envidias, el pensar mal... viven en mí. Nada más.

Cuando me acerco al altar, el sacerdote me dice: “El Cuerpo de Cristo”, y yo digo “Amén”. Que es lo mismo que decir “así lo creo yo también”. Que el verdadero cuerpo y sangre pasan al mío para darme vida, aquí y ahora, y allá, en la eternidad.

Cristo viene a mí, y yo soy Él. ¡Qué maravilla!

Y entonces hago Comunión –Koinonía en griego–; es cuando formo y forma parte de mí. Yo soy Él, y Él es yo. Y todo esto aún sigue, ya que esa palabreja griega viene de otra que es Koinonós, que se traduce por “compañero”, “participante”.

La comunión es el fruto del Espíritu Santo, y nos hace sentirnos verdaderos hijos de Dios.

Y me pregunto, ¿esto se puede hacer a medias? ¿Se puede vivir sin sentir? ¿Seguiré llegando tarde a misa, por vagancia, porque quizás no siento nada?

Qué necesitados estamos de verdaderas catequesis, no me extraña que no demos el ejemplo debido.

¿Se guardarán los tres silencios, con el profundo y debido respeto?

Todos servimos al mismo, posiblemente con estos calores deberíamos cuestionarnos si servimos, o si simplemente vamos.

¡Va por todos nosotros, grandes y pequeños! Quien tenga oídos que oiga

12/8/12

LO QUE ALIMENTA DE VERDAD

No digo tener yo la razón, lo que sí que digo es lo que siente mi corazón, lo que me hacen sentir y lo que veo de prodigioso con mis propios ojos. Tú, lo puedes llamar como quieras: signos, milagros, proezas, fenómenos, no me importan las palabras que puedan definir un hecho, lo que sí me cautiva es el sentimiento que se puede generar en el corazón de cada hombre.

Hoy, voy a contar una pequeñas historia. Una señora de cuarenta y pocos años, con varios hijos, separada varias veces de sus maridos, y que vive su vida. Desde hace varios años está con una depresión que la deja postrada, tirada en el sofá, sin gana de vivir y deseando la muerte, como el profeta Elías. Tumbada, todo el día durmiendo, desnutrida por no querer comer. Su vida ha estado marcada de médicos de pago, se ha gastado mucho, primero uno le diagnostica una cosa, para posteriormente otro negarlo y cambiar el tratamiento. Así han pasado los años, toda la familia volcada en ella, pobrecita, mírala que enfermita está, qué pena que me da.

Un buen día, no hace mucho, su hermana mayor le arremete con que ella no la puede ver así, abandonada en sí misma y sin aportar nada positivo por su parte. ¡Ya está bien de tanto abandono! Dúchate, hueles fatal y no me extraña que des asco. Y luego vente conmigo que te voy a llevar a la iglesia.

Como puedes pensar, esta conversación tiene matices que no expongo por no alargarme más, pero es totalmente cierto lo que te estoy contando.

Ella, la enferma, más arreglada y limpia, acude y con su hermana se marcha al sagrario. Allí, de rodillas, hace lo que le ha indicado. Las lagrimas resbalan por sus mejillas, no se mueve. Mira fijamente al “cajoncito” y encuentra que está tranquila, más serena que en todos estos años. La misa comienza, y Jesús, tomando la palabra, nos dice: “No critiquéis... todo el que escucha lo que dice el Padre aprende, y viene a mí”.

Ella vivió la escucha, las palabras de la Palabra, le tocaron. Su atención era máxima. Llegó el momento de comulgar, fue con su hermana y lo hizo, y el que “coma de este pan vivirá para siempre”.

¿Quieres saber un poco más? Ella se ducha a diario y se arregla, no está bien todavía pero —y aquí viene la mano de Díos— ha ido al médico de cabecera, y tras unos análisis completos, ha acertado. La ha tomado en serio. Le ha retirado casi toda la medicación y está muchísimo mejor, ya no quiere morir. Su médico de cabecera siempre estuvo ahí, ¿y por qué no fue? Tú puedes llamarlo como quieras pero, ¿por qué ahora ha ido al médico sin gastarse un euro? ¿No será obra del Señor? Quién come de su pan, tiene vida, y fortaleza para avanzar por estos camino, a veces tan duros y complicados.

Aún no he terminado, ella, por si te interesa, reza todos los días el rosario, cuando friega lo hace mentalmente, aunque no lo lleve en la mano ella aprovecha cualquier ocasión para rezarle a la Santísima Virgen María. No ha sido la única vez que ha asistido a la Iglesia, y te cuento esto porque esta señora no había pisado una iglesia desde su primera comunión. Es más, la ha atacado siempre que ha podido, a los curas...

Hay milagros, ¿o no lo hay en la vida diaria? Ella cree que sí, yo sé que si, y ella sabe que la oración le está ayudando en todo, en lo material y en lo espiritual.

Me entran ganas de hacer una pregunta, pero no la hago, no quiero criticar. Pero reflexiona sobre ella y sobre ti.

5/8/12

Santo cura de Ars. Una de sus catequesis

Consideradlo, hijos míos: el tesoro del hombre cristiano no está en La tierra, sino en el cielo. Por esto nuestro pensamiento debe estar siempre orientado hacia allí donde está nuestro tesoro. El hombre tiene un hermoso deber y obligación: orar y amar. Si oráis y amáis, habréis hallado la felicidad en este mundo. La oración no es otra cosa que la unión con Dios. Todo aquel que tiene el corazón puro y unido a Dios experimenta en sí mismo como una suavidad y dulzura que lo embriaga, se siente como rodeado de una luz admirable. En esta íntima unión, Dios y el alma son como dos trozos de cera fundidos en uno solo, que ya nadie puede separar. Es algo muy hermoso esta unión de Dios con su pobre creatura; es una felicidad que supera nuestra comprensión. Nosotros nos habíamos hecho indignos de orar, pero Dios, por su bondad, nos ha permitido hablar con él. Nuestra oración es el incienso que más le agrada.
Hijos míos, vuestro corazón es pequeño, pero la oración lo dilata y lo hace capaz de amar a Dios. La oración es una degustación anticipada del cielo, hace que una parte del paraíso baje hasta nosotros. Nunca nos deja sin dulzura; es como una miel que se derrama sobre el alma y lo endulza todo.
En la oración hecha debidamente, se funden las penas como la nieve ante el sol. Otro beneficio de la oración es que hace que el tiempo transcurra tan aprisa y con tanto deleite, que ni se percibe su duración. Mirad: cuando era párroco en Bresse, en cierta ocasión, en que casi todos mis colegas habían caído enfermos, tuve que hacer largas caminatas, durante las cuales oraba al buen Dios, y, creedme, que el tiempo se me hacía corto.
Hay personas que se sumergen totalmente en la oración, como los peces en el agua, porque están totalmente entregadas al buen Dios. Su corazón no está dividido. ¡Cuánto amo a estas almas generosas! San Francisco de Asís y santa Coleta veían a nuestro Señor y hablaban con él, del mismo modo que hablamos entre nosotros. Nosotros, por el contrario, ¡cuántas veces venimos a la iglesia sin saber lo que hemos de hacer o pedir! Y, sin embargo, cuando vamos a casa de cualquier persona, sabemos muy bien para qué vamos. Hay algunos que incluso parece como si le dijeran al buen Dios: «Sólo dos palabras, para deshacerme de ti ... »
Muchas veces pienso que, cuando venimos a adorar al Señor, obtendríamos todo lo que le pedimos si se lo pidiéramos con una fe muy viva y un corazón muy puro.

28/7/12

FELIZ VERANO

Estamos en días de mucho calor aquí en estas latitudes, desde Valencia, y empiezan algunos a hacer sus cábalas sacerdotales. Tantos se han ido, han colgado el hábito; otros han sido designados a Roma para ampliar su formación, y sus huecos, ahí están. En este año 2009 han sido ordenados 4 sacerdotes. Empiezan a no salir los números, sobre todo en los pueblos y en las aldeas, mientras que en la capital hay parroquias con dos, tres, y puede que más sacerdotes.

Por si fuera poco, algunos se dedican a castigar y sentenciar a los malos sacerdotes que según ellos lo merecen. Y todavía se complican más los números. Algún otro toma drogas, y puede que éste sea un adicto al juego.

Puede que todo esto sea verdad, pero yo te voy a preguntar a ti, a tu corazón directamente, ¿qué has hecho tú para mejorar todo esto? ¿Rezas todos los días por los sacerdotes y por sus intenciones? Las cosas no pasan porque otro lo haga mal, las cosas empiezan en ti y en mí, con deseos de ver más lo malo que lo bueno. ¡Calla ya! Y recemos por ellos, y sobre todo por sus intenciones. ¡Cuántas y pesadas deben de ser éstas! ¿Acaso por un sacerdote y sus errores vas a abandonar a Cristo?

La Iglesia, con sus errores y sus aciertos –muchísimos más- sigue caminando hacia delante, hacia un mundo mejor, aun a pesar de muchos ataques producidos por envidias, y sobre todo por ignorancias. ¿Cuántos errores cometes tú? Y no te voy a hablar del adulterio en los matrimonios, no voy a hablar de las mentiras al cónyuge, de cómo a veces los hijos molestan para los deseos egoístas, sí, he dicho egoístas, de los padres... y luego las lamentaciones, los arrepentimientos. No te voy a decir cómo tu esposo/a te ha perdonado esas “canitas al aire”. Y tu, ¿no eres capaz de comprender, ya no digo de perdonar? Mira lo tuyo, y como nadie te ha nombrado juez, puesto que solo Uno es, ve a lo tuyo.

Empieza por preguntarte, ¿qué tengo que hacer para trabajar en lo que Dios quiere? Él te lo dice bien claro, que creas en Jesucristo, como verdadero Dios y verdadero hombre. Quizás no veas los signos que Él hace, su obra, para que puedas creer en Él. Es normal, si llegas tarde a Misa, no lo puedes ver; si vas por cumplir, porque siempre lo he hecho, así no verás nada. Si criticas tanto y todo; si llevas de intrigas a la parroquia, si te vas de vacaciones sin un buen libro religioso, por ejemplo, este año, uno del Cura de Ars, para conocerlo y ver uno de los muchos curas santos que ha habido y que hoy en día hay en muchas de nuestras parroquias, aunque nadie es perfecto. Si miras bien, con tu corazón enamorado, verás cuántos buenos sacerdotes hay.

Si quieres ver a Cristo ve a su encuentro, en los sacramentos, abrázate con Él en el perdón, con una confesión sincera y profunda, porque Él mismo te está escuchando. Luego acude a la Gran Mesa, a esa fiesta dominical, a escucharle en la Palabra y a saborearlo y adorarlo en comunión, uniendo y no separando, porque Él es el pan de la vida, tanto el material como el espiritual.

Si te quedas en el silencio, una media hora antes de la misa, seguro que lo verás y lo oirás. Y quién mejor que su Madre para que te conduzca a Él, desde esa oración siempre fresca y diferente, incluso diferenciada, que es el Rosario. Algunos comentan que se aburren... No hay duda; no lo rezan, ni lo intentan, ya que María, Madre de Dios y Madre nuestra, no falla jamás, y de modo fácil pero certero nos conduce a Él. Me permito la licencia de pedirte oración por los sacerdotes y por todas sus intenciones. Los obispos también son sacerdotes. Tú quieres ver los signos del Señor, pero y Él, ¿puede ver los tuyos?


PD: Escoger un buen libro también es oración. ¡Feliz verano!

21/7/12

Hay para todos

Jesús conoce mejor que nosotros mismos, nuestras propias y particulares necesidades, Él sabe bien nuestras verdaderas carencias, cual es nuestra pobreza. ¿Cómo podría conocerme yo a mí mismo? ¿Cómo conocer mis situaciones difíciles?

El evangelio nos lo dice claramente, “lo seguía mucha gente”. Es fundamental este requisito para el conocimiento, el seguimiento, la búsqueda verdadera comienza desde uno mismo y para ello, hay que anhelar esos silencios profundos, donde mi yo se desapega de todo lo material, de tanta televisión, del propio teléfono móvil, de tantas cosas que nos hacen perder el tiempo en banalidades, sin ninguna importancia para nuestra auténtica y legítima búsqueda.

Entonces, Él, que está presente y atento a todo lo nuestro, siempre a la escucha, levanta los ojos y nos mira cara a cara. Así es como funciona, mirando a los ojos, es el lenguaje de la sinceridad, el de los verdaderos amigos, el comprensivo.

Si me pides mi opinión, te digo que vayas a la capilla de la Adoración, que te pongas delante de Él, allí, en las Sagradas Formas, ya que Él es el pan de vida, y hagas silencio. Lo saludes, le cuentes y sobretodo, que te escuches en esa quietud. Pero no digo una visita de unos minutos, me refiero al menos a una hora, y si puedes más, más. Una vez por semana, según las necesidades de cada uno. Y tras toda esta salutación le digas: “Aquí me tienes, Jesús, en ti confío”. Y esperas, “algo” te va a llegar y a llenar. Y tú allí, sentado, confiado en Él cómodamente, pues había mucha hierba.

Hoy vemos mucho hambre, tanto espiritual en unos, como físico en otros. Y es que no hay mayor pobreza, que la soledad. Hoy que imperan las comunicaciones y las informaciones de todo tipo, hoy, este mismo día, el hombre parece no tener con quien hablar. Y Jesús siente lástima de nosotros, porque parecemos ovejas sin pastor, y Él mismo da la bendición y nos reparte a cada uno según nuestra necesidad. Y al final, cuando estamos hartos ya, saciados y llenos, nos pide que recojamos, que no tiremos nada, que no se desperdicie, pues aún quedan muchos con hambre, y Él tiene para todos, como un solo cuerpo y un solo Espíritu. Y esta es nuestra fe, cuando decimos: “Padre nuestro, que estas...” Porque es el Padre de todos y de todo. Él todo lo puede, para Dios nada hay imposible.

14/7/12

Curar con Amor

Hoy en día, he podido comprobar, ¡qué poca gente cree en los milagros! Y cuando digo poca, no me refiero a los no creyentes, a quienes no incluyo. No, no me refiero a esos, sino a los creyentes, a los laicos, a los obispos, a los sacerdotes, ¡qué pocos sacerdotes creen en los milagros! Cuando ellos, todos los días, ven el mayor Misterio, en la Consagración. ¿Cómo se puede creer cuestionando desde el razonamiento? Los misterios, son algo cuya explicación no se conoce, inaccesible a la razón, y por ello es objeto de la fe.

En este evangelio de hoy, domingo, vemos cómo el Señor Jesús, los envió de dos en dos, o ¿tendría que decir oímos? Y ellos predicaban la conversión del amor de Dios, y de este modo, con la oración y desde la oración echaban demonios y curaban a muchos enfermos, ungiéndolos de aceite. Es decir, aplicando el Sacramento de la Unción de enfermos. Y, por la oración de toda la Iglesia, la comunidad, ellos sanaban.

Pedro y Juan subían al templo... y curaron a un tullido (Hch 3, 1+). Otro hecho narrado en este libro, (5, 17+), muestra cómo el ángel les suelta de la prisión, de las cadenas, de todo lo que les retenía, de los posibles apegos, pero ¿quién duda que en aquellos tiempos les pusieron realmente las cadenas en los tobillos? Son tantas y tantas curaciones, tantos milagros que no se pueden explicar, y los primeros incrédulos son los de dentro.

Jesús los mandó de dos en dos, porque sabía que así sería más fácil, al poderse comunicar, al poder hablar de tantas cosas buenas como iban a realizar ellos como verdaderos instrumentos de Jesús, pero también ante las dificultades, el uno al otro, se darían ánimos.

¿Qué fuerza hay más poderosa que el Amor? El amor del matrimonio, el amor entre los hermanos, el amor entre amigos, el amor a Dios. Creo que aquí está el secreto de todo, en el amor. Al darlo nosotros, sin ser nuestro... y al recibirlo, sabiendo que es expresión máxima de la divinidad.

Dios es amor, ¿hay algo imposible para Dios? ¿Qué más necesitamos para predicar su Reino?

7/7/12

Anda haz tú lo mismo


Domingo XV T. Ordinario
11 de julio, 2010
Hace pocos días una señora me rebatía con fuerza sobre el significado de los carismas y, como el suyo, no era el de la oración. No entré en mas detalles, la escuché y guardé silencio, pero no estaba, ni estoy en absoluto de acuerdo.
La oración no es un carisma, es una necesidad y, es bien cierto que a veces, la oración parece estar apagada, parece no dar ningún fruto. Es como si no sintiéramos nada al hacerla, incluso da la impresión, de que cuanta más oración haces, mas ataques, mas tentaciones, mas motivos de distracción, mas excusas se interponen entre ella y yo.
Da igual, ¡hazla!
Sin la oración nada funciona, o nada funciona bien. Hay quienes, están estudiando, escribiendo, haciendo la colada, planchando... y, sin embargo están haciendo oración. Pero esto es otra cosa.
No hay nada que Dios nos pida, que nosotros no podamos con ello, porque Él siempre nos da los medios para realizarlo, mucho más de lo necesario.
“ La ley del Señor es perfecta, y es descanso para el alma”, aquí está uno de los frutos de la oración. “Los mandatos del Señor son rectos, y nos alegran el corazón”. Aún en los peores momentos, aún cuando parece que nuestra oración es “pesada”, incluso así, no hay que desfallecer en el intento. De la oración hecha no se pierde ni una coma. La oración mala, la deficiente, es aquella que no se hace.
Está claro que en ocasiones, en demasiadas, nos dejamos llevar por las primeras impresiones de las personas y, lo cierto es que son muy importantes, ¡pero! Si pensáramos siempre así, ¿qué diríamos del sacerdote y del levita, “que dieron un rodeo un rodeo”, por no contaminarse? Su ley, les prohibía determinadas cosas, su religión no les permitía, parar, tocar a un herido con sangre... ellos no podían contaminarse, pecar, sin embargo el hombre que no era tan religioso en apariencia al menos, un samaritano, de religión impura para el pueblo judío, éste, si para, lo toca, utiliza todos los medios a su alcance, tales como aceite, vino, vendas, agua, su propia cabalgadura y, su dinero, para pagar los gastos.
Jesús, hoy, ahora mismo, nos dice a todos nosotros: “Anda, haz tú lo mismo”. De los otros dos, no se oye, ningún reproche. En el Deuteronomio se dice: “el mandamiento de Dios -lo que nos pide-está muy cerca de ti, en tu corazón y en tu boca”.
A veces hacemos lo que hizo aquel Samaritano – y lo pongo en mayúsculas-, a veces, pero acto seguido ponemos verdes a los otros dos, al sacerdote y al levita, con lo cual, echamos por la borda, todo el trabajo bien hecho. ¿Y qué hacer?
Muy sencillo, Dios nos da todo lo necesario para que podamos actuar, nos dio a su Madre, la Santísima Virgen María, a quien yo, le debo todo, para que le pidamos a Ella, maestra en oración, para que nos enseñe a comunicarnos con su hijo Jesús, nuestro gran Amigo

30/6/12

¿Estás dispuesto a aprender?

Me asombra Tomás, el apóstol, cuando no cree y necesita tocar las llagas, las heridas del difunto Jesús, para ver que es Él, que ha resucitado de entre los muertos. Pero lo que más me asombra es que tocando a un hombre “ve”, redescubre a Dios, su Señor.

Nosotros mismos cuidando a los enfermos, lavando y limpiando sus heridas, y no siempre son del cuerpo, sino del corazón, esas pequeñas discordias familiares, vecinales, quitando leña, como solemos decir, podemos apagar un fuego, podemos limar asperezas.

Pero aún así, hay quien no cree, y si no se cree es imposible pedir un milagro. Jesús mismo, en su pueblo Nazaret, sólo pudo salvar a unos enfermos, imponiéndoles las manos, porque no encontró fe, ni entre los suyos mismos, los de su familia.

La cercanía física no acredita casi nada, hay quienes pueden trabajar con alguien toda su vida y no conocen a su compañero. ¡Qué triste es! Así es como vivimos, y a esto lo llamamos vida. ¿Realmente es esto vida? ¿No es más un pasar el tiempo, esperando la muerte?

En aquel tiempo, a los contemporáneos de Jesús, a vecinos y algún que otro familiar, les resultaba escandaloso, no ya que les pudiera enseñar, sino que fuera Él mismo quien lo hiciera.

Y esto seguro que a ti también te ha pasado alguna vez, posiblemente en tu propia casa, con algún hijo tuyo, ¿cómo pretendes enseñarme a mí que soy tu padre? Y añadimos –y no confundo los tiempos verbales- ¡Pero si yo soy tu padre!

Quizás en alguna ocasión sea cierto, quizás. Pero en otras no lo será. Del más pequeño, del más humilde, podemos aprender algo. Pero el verdadero problema radica precisamente en nosotros, en que permanecemos sellados a todo lo que nos venga de los nuestros, porque si viene uno con un nombre pomposo, vestido con lujo, con palabras muy aparatosas, a ése sí, le hacemos caso en todo, aunque no tenga ni idea.

¿Cuántas veces el problema no está en que no oímos, que no queremos oír? Creo que aquí radica el problema, en esa etiqueta inicial, que a uno lo desacredita, y a otro lo eleva a las alturas. ¿Cuál es el criterio? La estupidez que llevamos a cuestas, nuestra soberbia, esa arrogancia que nos hace ser superiores, a los que creemos humildes.

No me extraña que muchos digan que ellos no ven ni oyen a Dios. La arrogancia no les deja ver, y Dios actúa ahí, en las semillas, desde la humildad. Si yo soy Yo, Él no puede ser nada. Todo mi Yo me “engorda”, se hincha, no dejando espacio ni físico ni espiritual a nadie, absolutamente a nadie.

La frase “nadie es profeta en su tierra”, la deberíamos cambiar por esta pregunta: ¿sabes que hay profetas a tu alrededor? ¿No lo ves? Pues eso no lo arreglan los médicos de cuerpos. ¿Tú que opinas?

¡Que el Señor de la Misericordia, cuya fiesta celebramos el segundo domingo de la Pascua, y su Santísima Madre, la Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, os colmen de bendiciones y de salud a todos!

23/6/12

SAN JUAN BAUTISTA

¿Qué será de este niño?


Desde la humildad, el silencio, hemos de crecer en la conversión lenta pero decidida a la escucha de la Palabra de Dios, tanto en las sagradas Escrituras, como en el Sagrario, como en la exposición del Señor, y él, siendo nosotros humildes pero valientes para obedecer, dará testimonio a través nuestro.

“El niño crecía y su espíritu se fortalecía”. Y esto ocurre siempre que el señor nos prepara para una “misión”, para que podamos responder a la pregunta inicial. Pero, ¿Quién es ese niño? ¿Serás tú?

Todos somos elegidos, pero unos con mayor responsabilidad, y a mayor responsabilidad, cuantos más talentos son otorgados, es necesario más humildad, y fortaleza en la fe, para vivir el ahora, el ya, este instante, y luego, sin pensar más, el mañana ya llegará.

¿Qué será de este niño? ¿Cuál será la misión? ¡Que más da! Si es cosa del Señor, seguro que es lo mejor.

Y a modo muy especial, recordar como a veces, lo que no comprendemos, lo que creemos una injusticia, los caminos torcidos de Dios, nos conducen precisamente a Él.

¡Cuando Dios quiere una obra, utiliza los obstáculos como medios!

17/6/12

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS




Entre los múltiples temas que se repiten a lo largo de la Biblia, hay dos que van unidos tanto en boca de los Profetas como en las enseñanzas de Jesús, se trata de la conversión y el corazón. La “conversión” siempre supone un cambio, un modo de vivir diferente, una escala de valores distinta. La meta siempre es la misma: “ir a más”, “ser mejor”. Tanto el “ir a más”, como el “ser mejor” ha de realizarse en función de un “modelo”: Dios. He aquí lo que está en el corazón mismo del mensaje bíblico. La “conversión” del hombre y el “corazón nuevo” suponen que los rasgos de Dios-Amor se realicen más y más en el hombre.

¿Qué importancia reviste este tema hoy? Su importancia es tal que del mismo depende tanto la felicidad personal como la comunitaria. Muchas veces me preguntan: “¿De qué vino a salvarnos Jesucristo?”, o “¿Qué necesito que se salve en mí?”… La Iglesia católica enseña que Dios es la garantía de la humanización del hombre, cuando el hombre se aleja de Dios se aleja de su “modelo”. Un hombre alejado de Dios corre el peligro de perder humanidad y desfigurarse en su ser y hacer. Por lo tanto a la pregunta de si necesito o no “salvación”, desde la fe en Jesucristo respondemos: sí, el hombre necesita ser “salvado”, ayudado a no caer en lo primitivo, en los bajos instintos, en la desfiguración de lo humano. Alguna vez escribí que nadie sabe cuánto amor es capaz de dar, pero tampoco sabe cuánto de malo es capaz de realizar. El ser humano es “capaz” para el bien y para el mal, para la belleza y la fealdad. Justamente, Jesús ha venido para enseñarnos el camino del bien, de la belleza, de la mejor y más noble humanidad. Él, que vino a enseñarnos el camino de la mejor humanidad, fue torturado y crucificado por la maldad, el desamor, el interés, el poder…

No hace falta ser muy listo para percibir el aumento de lo que los dos últimos Papas llaman: “una creciente des-humanización del hombre”. Es más, la sufrimos en carne propia todos los días: inseguridad física, inseguridad económica, inseguridad laboral, prepotencia del poder político y de las corporaciones, manifestaciones callejeras violentas que responden a intereses ocultos (o no tanto), robos, drogas… Son estas las realidades que señalan una humanidad urgentemente necesitada de “humanización” y por lo tanto de “salvación” y de “conversión”.

En este mes que la Iglesia acentúa la devoción al Corazón de Jesús, a Jesús Sumo y Eterno Sacerdote y al Corazón Inmaculado de María, me ha parecido importante que este mensaje volviera a centrarnos sobre la actualidad “del corazón nuevo y del espíritu nuevo”. La Biblia hace referencia a la existencia “del corazón de piedra”. No han faltado personas que me han dicho que les parecía muy duro el término. Si hoy vuelvo sobre ello, no es por todo lo desagradable que sale en los periódicos y en los medios sobre la violencia o el horror que producimos a diario, vuelvo sobre el tema por una vivencia que no se publicita, pero que me ha dejado entristecido y dolido.

Una joven mamá llevó a su hijita de un año a un Hospital público en plena celebración del Bi-Centenario. Le diagnostican un edema pulmonar agudo, la pequeña queda internada en terapia y con respirador. La madre podrá verla sólo una vez al día, pero no tocarla. Pasan dos días, no hay mejoría y tampoco informes de los médicos, nadie sabe nada, nadie dice nada. Todo es espera, incertidumbre y angustia para la familia. Por fin, aunque la niña no mejoraba, dejan que la madre la toque. Viendo lo despeinada que estaba su hijita, toma un peine fino y se lo pasa por los cabellos. Cuál no sería su sorpresa y horror, cuando vio que el peine sacaba piojos de la pequeña cabeza. Gritó angustiada, vino una enfermera y tras enterarse del motivo del grito le dice a la madre: “Si le parece que está mal atendida, llévesela de acá”. En eso interviene la médico pediatra quien, al enterarse de la reacción histérica de la mamá, dice agresivamente: ¿Qué preferís?, ¿la salud o que esté sin piojos…?” La nena falleció al día siguiente…

Objetivamente hablando, las reacciones de la enfermera y de la pediatra son comportamientos de “un corazón de piedra”. Pero, y aquí está “el punto” de esta reflexión, tanto la una como la otras son también mamás, tanto la una como la otra querrían y quieren lo mejor para sus hijos. Pero hay algo, hay una realidad que produce reacciones de corazones de piedra. Cuando las conductas de “un corazón de piedra se multiplican, la sensibilidad también se endurece. Se trata de la realidad agobiante que vivimos: hospitales públicos en los que muchas cosas no funcionan o no hay, cuando debiera haberlas. Disposiciones irracionales de algún funcionario que logran formar en las calles, frente a los Bancos, colas interminables de ancianos que sufren frío o calor, para cobrar su jubilación, muchas veces insuficiente. Calles de la ciudad por las que no se pueden transitar sea por colapso del tránsito, sea por manifestaciones o piqueteros agresivos…

Las reacciones propias de “un corazón de piedra”, son las que nacen en la zona débil de todo hombre cuando se experimenta atropellado, ninguneado. Jesús, en el Huerto de los Olivos, le dice a su Padre “mi alma está triste hasta morir” (Mt.26,38). Su tristeza se debía a que sabía todo lo que en su cuerpo y en su espíritu iba a producir la maldad de muchos. ¡Qué rápido cambió el grito de “¡Hosanna!”, por el de “¡Crucifícalo!”. Fueron los corazones de piedra de unos pocos, los que lograron la conducta de piedra de una multitud confundida.

¿Por qué escribo esta circular sobre este tema, cuando la Patria acaba de celebrar, su Bi-Centenario? Porque la celebración de los 200 años nos encuentra más desintegrados de lo que imaginamos, pero nadie que ame a la Patria querría que lo que la marcó en buena parte su segundo siglo, sea la impronta del que se inicia. La propuesta está en asumir el compromiso de hacer todo lo posible para transformar todo lo que haya de “piedra” en la vida social, en “carne”. Por eso, lo primeo es trabajar sobre la propia conducta y sobre el propio corazón. Recién entonces se podrá influir sobre la comunidad social.

La Virgen nos fue dada por Jesús como la “Educadora del corazón de carne”. Esta educación ella la hace en la fuerza de la Alianza de Amor. Al enseñarnos a amar con y como ella, nos sumerge en Cristo y nos da ser “imágenes y semejanza” de Dios. Ella nos da corazón y conducta de puro amor, para una Patria nueva y para un mundo nuevo.

Que en la Adoración Eucarística, Jesús nos de un corazón semejante al suyo. ¡Así sea!

P. Alberto E. Eronti

9/6/12

Corpus Christi

Estaba con mi familia al fondo de la iglesia, cuando de pronto, el sacristán, el señor Adolfo, vino a mí, y me dijo que me necesitaba para llevar el Palio en la procesión.

¡Quedé como aturdido! No sabía qué decir. Pero fui tras él. Cogí el cuarto palo del lado izquierdo, y en silencio me mantuve en la sacristía. Los demás estaban hablando, pero yo estaba en completo silencio, de todo. Mi corazón desbordaba de alegría, pero no podía decir nada. ¡Claro que recuerdo la fecha, era en Junio de 2005! Mi primera procesión del Corpus. Antes no había ido, sólo siendo un niño, pero jamás había vuelto.

Mi primera procesión, porque verdaderamente el Corpus es “La” procesión, es la salida con el Señor Jesús a visitar a tantos como no pueden ir a la iglesia.

Delante de mí iba un señor, llamado José María, que algún golpecillo le di sin querer, ya que no sabía cómo se llevaba el palo. Detrás de mí, venía José Luis, un señor que descansa en paz junto al Señor Jesús, y fue éste quien en un momento de parada me dio unos consejillos. Yo sigo rezando por ti, José Luis, y por tu familia, como bien sabes.

Marchábamos al paso, poco a poco, y la banda de música tocaba tras nosotros. El incienso lo gozábamos de forma continua, pues delante de nosotros, dos seminaristas iban con el incensario. Hoy ya uno es sacerdote; el otro... ahí está. ¡Pero déjame seguir, no me hagas tantas preguntas! El sacerdote, Don José, portaba la Custodia con el Señor, justo un paso delante de mí, de tal modo que mi mirada coincidía y se encontraba continuamente con la de Jesús. Hacia el final de la procesión, colocaron una mesilla donde descansa y dieron la bendición a todos los presentes de corazón. Pero ésta no era la única mesilla. Aunque sí que fue aquí donde me llamó la atención una chica joven. ¡Cómo miraba al Señor! Y yo, vi su corazón, cómo le pedía al Señor Jesús. Éste le devolvió la mirada, le sonrió y le concedió el favor. Pero además derramó muchas más gracias, y yo allí, también derramé más lágrimas. ¡Cuánta delicadeza, cuánto amor nos das, Señor!

Comprendí que el Señor juega no a una banda, sino a muchas, y de paso alegra a éste, a aquél... incluso al señor que desde lejos contemplaba toda la escena, encendido de presencia, y el Señor Jesús era como su fuera caminando junto a nosotros, pero al mismo tiempo fuera entrando a todas las casa que lo solicitaban. Eran como “muchos” Señor Jesús, se daba a todos, y eso que algunos no le pedían nada, ni lo miraban de modo temeroso, sino porque Él quería dar. De tal manera, que nunca sabrán que fue Jesús el que les solucionó... no importa, lo llamarán un golpe de suerte. Aún así, qué bonito es.

A partir de aquí, Él, mi amigo Jesús, aún se multiplicó más, o quizás yo lo vi más. Empezó a repartir y se volvía loco de alegría. En una de las calles, en la de San Cristóbal, había otro altarcito, donde lo llenaron de flores, pétalos de rosas, por miles. Y el Señor les derramó millones de gracias, bendijo a las familias enteras, a los campos, a sus cosechas. Aún conservo uno de estos pétalos de rosa, en el interior de uno de mis libros. En esta calle, si me lo permites, en una casa de esas de pueblo, con las puertas abiertas de par en par, allí, junto a sus hijas, estaba sentado un hombre que llamamos “el tío Cristo” que al llegar nosotros a su altura, como pudo, apoyándose de mil modos, se puso en pie para saludar con el corazón a Jesús. Allí, se fundieron en un abrazo inmenso.

¡Gracias Señor Jesús, por enseñarme!

Y tú, ¿vas a quedarte sentado? Otros, al pasar, se arrodillaban. ¿Y tú?

Alabado sea el Señor Jesús por siempre.

Sea por siempre bendito y alabado

2/6/12

LA SANTISIMA TRINIDAD

La Santísima Trinidad

Hoy todos nosotros celebramos, vivimos, la Santísima Trinidad: un solo Dios, y tres Personas distintas.

¿Cómo comprender esto? Es muy difícil, a no ser que sea desde el amor. ¿Cómo entender que María queda embarazada por obra del Espíritu Santo? Los mismos discípulos, que anduvieron tres años con Jesús, verdadero Hombre y verdadero Dios, que le vieron realizar tales proezas, no le comprendían. ¡Muéstranos a tu Padre y nos basta! ¿Tanto tiempo con vosotros y aún no me comprendéis? No lo entendían: ¡Enséñanos el camino y nos basta! Y Jesús, en alguna ocasión, se lamenta diciéndoles: “Hombres de poca fe”.

Aquí está la verdadera cuestión. En creer, en convertir el creer en saber. ¿Es científico? No lo es, pero sé que es así.

Sin ofender a nadie, ¿tú sabes quién es tu madre? Cierto, ella es. Pero permíteme la preguntita: ¿Y tu padre? ¿Cómo estás tan seguro? ¿Sabes que es él, o crees que es él? ¿Y científicamente lo sabes? ¿Acaso es matemático? ¿Llamaron al notario en el momento de tu concepción? Estoy contigo, no lo necesitas: yo tampoco. ¿Alguno de los presentes ha pedido la prueba del ADN? Lógico, es una estupidez, un gasto tremendo, no lo necesitamos. Mi madre lo es, y mi padre también. Lo sé, y basta. Esto está por encima de la comprensión, por encima de toda prueba matemática.

Pues algo así ocurre. Sé que Dios Todopoderoso, el Padre, nos dio a su hijo Jesús, verdadero Dios y verdadero Hombre, nos lo entregó por María, la santísima Virgen María, para sentir con nosotros, para vivir con nosotros, para hacernos hijos del Padre, para indicarnos el camino: Yo Soy el Camino. ¿Y por qué hizo esto el Padre?

Creo que es muy sencillo. En las Sagradas Escrituras, Dios va mostrando al hombre la forma de salvarse, la liberación del mal, cómo salir del mal camino. En definitiva, la manera de vivir en verdadera libertad. Y todo, como digo, de modo sencillo, porque Dios es Amor.

A Jesús, sus discípulos no le entendieron hasta Pentecostés, donde se les abrieron sus ojos espirituales. Entonces supieron con sabiduría de Dios porque el Espíritu Santo les enseñaba, a ellos, a nosotros, toda la verdad.

Dios es Amor, pero no un amor cualquiera, es una locura de amor. Por eso nos envía al Hijo, para que tengamos el camino, y nos regala el fruto de ese Amor, el Espíritu Santo, el Engendrador, el que nos hace saber incluso sin necesidad de comprender.

Un día dos niños de esos idénticos, gemelos, de esos que siempre van vestidos igual, estaban separados. Uno de ellos se cayó un porrazo y se golpeó en la rodilla. El otro hermanito, que estaba en casa enfermo, empezó a llorar, poniéndose la mano en la misma rodillita. ¿Quién se lo había dicho?

Un matrimonio, estando en una fiesta social, de pronto el marido sintió algo, y fue a buscar a su mujer. ¿Nos vamos, cariño? Sí, respondió la esposa. Luego, hablando, resultó que la esposa se empezaba a encontrar mal y había deseado irse. ¿Quién se lo dijo?

A veces, tú mismo, ves entrar a tu hijo y le dices: ¿Qué pasa? Y, efectivamente, algo pasó. ¿Quién te lo ha dicho?

¡Que Dios te bendiga, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo!

PD : ¿Sabes ya quién te lo dijo?