12/8/12

LO QUE ALIMENTA DE VERDAD

No digo tener yo la razón, lo que sí que digo es lo que siente mi corazón, lo que me hacen sentir y lo que veo de prodigioso con mis propios ojos. Tú, lo puedes llamar como quieras: signos, milagros, proezas, fenómenos, no me importan las palabras que puedan definir un hecho, lo que sí me cautiva es el sentimiento que se puede generar en el corazón de cada hombre.

Hoy, voy a contar una pequeñas historia. Una señora de cuarenta y pocos años, con varios hijos, separada varias veces de sus maridos, y que vive su vida. Desde hace varios años está con una depresión que la deja postrada, tirada en el sofá, sin gana de vivir y deseando la muerte, como el profeta Elías. Tumbada, todo el día durmiendo, desnutrida por no querer comer. Su vida ha estado marcada de médicos de pago, se ha gastado mucho, primero uno le diagnostica una cosa, para posteriormente otro negarlo y cambiar el tratamiento. Así han pasado los años, toda la familia volcada en ella, pobrecita, mírala que enfermita está, qué pena que me da.

Un buen día, no hace mucho, su hermana mayor le arremete con que ella no la puede ver así, abandonada en sí misma y sin aportar nada positivo por su parte. ¡Ya está bien de tanto abandono! Dúchate, hueles fatal y no me extraña que des asco. Y luego vente conmigo que te voy a llevar a la iglesia.

Como puedes pensar, esta conversación tiene matices que no expongo por no alargarme más, pero es totalmente cierto lo que te estoy contando.

Ella, la enferma, más arreglada y limpia, acude y con su hermana se marcha al sagrario. Allí, de rodillas, hace lo que le ha indicado. Las lagrimas resbalan por sus mejillas, no se mueve. Mira fijamente al “cajoncito” y encuentra que está tranquila, más serena que en todos estos años. La misa comienza, y Jesús, tomando la palabra, nos dice: “No critiquéis... todo el que escucha lo que dice el Padre aprende, y viene a mí”.

Ella vivió la escucha, las palabras de la Palabra, le tocaron. Su atención era máxima. Llegó el momento de comulgar, fue con su hermana y lo hizo, y el que “coma de este pan vivirá para siempre”.

¿Quieres saber un poco más? Ella se ducha a diario y se arregla, no está bien todavía pero —y aquí viene la mano de Díos— ha ido al médico de cabecera, y tras unos análisis completos, ha acertado. La ha tomado en serio. Le ha retirado casi toda la medicación y está muchísimo mejor, ya no quiere morir. Su médico de cabecera siempre estuvo ahí, ¿y por qué no fue? Tú puedes llamarlo como quieras pero, ¿por qué ahora ha ido al médico sin gastarse un euro? ¿No será obra del Señor? Quién come de su pan, tiene vida, y fortaleza para avanzar por estos camino, a veces tan duros y complicados.

Aún no he terminado, ella, por si te interesa, reza todos los días el rosario, cuando friega lo hace mentalmente, aunque no lo lleve en la mano ella aprovecha cualquier ocasión para rezarle a la Santísima Virgen María. No ha sido la única vez que ha asistido a la Iglesia, y te cuento esto porque esta señora no había pisado una iglesia desde su primera comunión. Es más, la ha atacado siempre que ha podido, a los curas...

Hay milagros, ¿o no lo hay en la vida diaria? Ella cree que sí, yo sé que si, y ella sabe que la oración le está ayudando en todo, en lo material y en lo espiritual.

Me entran ganas de hacer una pregunta, pero no la hago, no quiero criticar. Pero reflexiona sobre ella y sobre ti.

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