LA CRUZ GLORIOSA,
CRUZ DE AMOR
LUZ, BÁCULO Y LLAVE
QUE ABRE EL CAMINO HACIA LOS NUEVOS
TIEMPOS.
“A pesar
de mi pequeñez, quisiera iluminar a las almas como los profetas y doctores.
Tengo la vocación de apóstol; quisiera recorrer la tierra, predicar tu Nombre y
plantar sobre el suelo infiel tu Cruz Gloriosa”. Santa Teresita de Jesús (Doctora de la iglesia)
Alabado sea el Padre, Alabado sea el Hijo y
Alabado sea el Espíritu Santo.
La grandeza del alma no está en grandes acciones
sino en un gran amor. Vuestra santidad y perfección consiste en una estrecha
unión de vuestra voluntad con la voluntad de Dios. ¿Quién es Dios en su
esencia? nadie lo sabrá; ni mente
angélica ni humana. Trata de conocer a Dios por sus atributos, el más grande es
el de la Misericordia Divina.
El alma que me ama tiene que vivir en fidelidad a
mi voluntad, que es la misericordia misma. El alma más feliz es aquella que
deposita su confianza en Mí; todos sus asuntos los hago Míos. Yo no dejaré
confundidos ni defraudados a aquellos que han puesto su confianza en Mí. Yo me
hago dependiente de vuestra confianza. Sí vuestra confianza es grande y mi
generosidad no conocerá límites.
A través de la oración y el sacrificio Dios ofrece
la gracia a los humildes por las inspiraciones e iluminaciones. Éstas, si son
buenas para el alma u otras almas, deben ser aprovechadas si concuerdan con la
fe, el consejo de la dirección espiritual y son conformes con el espíritu de la
tradición de la Iglesia. De esta manera, estas gracias atraerán otras gracias.
Cuando se hace el bien o el mal, no sabemos hasta dónde llegará.
La oración y el sacrificio abren el apostolado para
llegar a los nuevos tiempos; buscaremos la luz y la fuerza en el báculo de la
Cruz Gloriosa. En el centro de la cruz se encuentra el amor de Dios, que es la
flor, junto a su misericordia, que es el fruto. Todo comienza en mi
Misericordia y acaba en mi Misericordia. Ella es el Alfa y el Omega. En el
centro de la cruz también está la llena de gracia, María Milagrosa, deseando
conceder innumerables gracias a aquellas almas que se las pidan con confianza.
Todas las obras que surgen de mi voluntad están
expuestas a grandes sufrimientos y contrariedades, pues el sufrimiento es un
misterio, que purifica el alma y es el tesoro más grande que hay en la tierra.
Nada es por casualidad. No desconfiéis de Mí, pues con ello laceráis mi
corazón. Yo os he creado; nunca os he abandonado y menos lo haré cuando más me
necesitéis. Y aunque que las obras de Dios caminan lentamente, sed fuertes,
tomándola de mi propia fuerza. Yo os doy mi Misericordia como defensa, pues la fuerza reside en la paciencia y esta conduce a la victoria.
En los tiempos antiguos, Abraham fue el primero
que condujo al pueblo, siendo probado en la fe a través de Isaac; después fue Moisés
quien liberó al pueblo de Dios de la esclavitud hacia la libertad y cuantas veces, a través del báculo, también
fue probado en la fe; incluso María también fue probada en la Anunciación. Y por eso nosotros, en
esta época, también somos y seremos probados en la fe. Ahora, quien nos conducirá
hacia los nuevos tiempos será la Cruz Gloriosa, que es el resplandor de la
Divina Misericordia, fusionada con la Redención y la Luz de la Resurrección del
Señor, estando entrelazada con María, desde donde derrama sus rayos de gracia
para quienes en Ella depositan su confianza. La Cruz no es un camino, es el
único camino.
En la Cruz Gloriosa está reflejado San José, que
fue el gran protector del tesoro más
grande que Dios tenía en la tierra, a Jesús y María. Y continuará siendo el
protector de los hijos de María durante nuestra tribulación. En la Cruz
Gloriosa también están reflejados los ángeles, los santos, las almas del
purgatorio y la sangre de los mártires
de todos los tiempos que riegan la cruz, para que dé sus frutos en el eterno
presente de Dios.
En honor a la Cruz Gloriosa dirijamos,
humildemente, nuestro corazón y nuestra mirada al centro de la misma, donde
está la imagen de “Jesús, en Ti confío”
y a nuestra madre María Milagrosa, con las gracias de sus promesas, para quienes en ellos confían. Recordemos las palabras
del Señor “Sin Mí, no podéis hacer nada”. Con confianza
entreguémosle lo único que nos pertenece, nuestra propia miseria. Y una vez purificados a través de ese gran
tesoro de la penitencia y del sufrimiento, que es lo que eleva el alma, si en
nuestra libertad así lo sentimos, plantaremos y sembraremos el mundo de Cruces
Gloriosas. Primeramente en nuestros corazones y luego en el de nuestros
projimos. Construyámoslas y tengámoslas cerca de nosotros para que siempre nos
recuerden la Cruz de Amor y la Cruz de la confianza en la promesa del Señor.
“Yo os he
escogido y os he destinado para que vayáis y deis fruto y vuestro fruto permanezca,
para que el Padre os dé todo lo que pidáis en mi nombre”. Yo no premio por
el éxito sino por el sufrimiento, que es el termómetro del amor a Dios. ¡Cuánta
fuerza tiene un alma llena de confianza! Lo que más une a Dios es negarse a sí
mismo, uniendo con una intención pura nuestro sacrificio al sacrificio de Dios. De esta manera se
hace omnipotente; este tiene una gran fuerza, la fuerza de aplacar la ira divina.
No temáis, pues las humillaciones y las alabanzas son pasajeras, pero la
grandeza del alma reside en el amor y en la humildad; por eso el amor tiene importancia,
fuerza y mérito. Recibid la luz
de Dios y conoced lo que Él exige de vosotros; el no hacerlo es un ultraje a la
majestad divina. El que sigue fielmente la inspiración de Dios prepara el mundo
para su segunda venida y un mismo espíritu será vuestro guía.
Si recibes la cruz con la convicción de que vas a
ser salvado en la tribulación, pero no la alimentas con la oración, el
sacrificio y la confianza, la cruz no podrá dar sus verdaderos frutos. En el eterno presente de Dios todo cuenta.
La cruz no es efectiva si tú no la haces vivir en tu corazón, con amor.
SIMBOLOGÍA
DE LA CRUZ
COMO
LUZ, BÁCULO Y LLAVE QUE ABRE LOS NUEVOS TIEMPOS
En este plantar y sembrar de Cruces Gloriosas que
decía Santa Teresita, deberemos hacerlas vivir y sentir en nuestro corazón, con
amor. Hagamos innumerables cruces para poder atravesar estos tiempos de
tribulación; sembrémoslas en los trigales, que son los hijos de Dios, para que
sean luz, báculo y llave que abre el
camino hacia los nuevos tiempos, y entregándoselas a María, Madre Milagrosa,
Ella, con la mirada dirigida a Dios, le entregará en sus manos ese globo de
oro, coronado por la cruz que representa al mundo y a cada uno de nosotros en
particular. Porque en el momento de esa entrega Ella aplastará la cabeza de la
serpiente y se dará cumplimiento a la promesa del Génesis: “Una mujer atraves de su estirpe, te aplastará la cabeza…..”
Por eso construiremos con nuestras manos y llevaremos en nuestro caminar
estas cruces con fe, confianza y amor, en memoria de lo que representa la Cruz
Gloriosa.
En ella estará representada la 1ª,2ª y 3ª persona
de la Santísima Trinidad, y en honor a Ella serán de 1,23 metros de alta.
Los brazos medirán 23 centímetros cada uno, pues
dos más tres son cinco. Si sumamos cinco más cinco, nos da diez y diez son los mandamientos de la Ley de Dios
que rigen nuestro mundo.
El grosor será de cuatro centímetros, porque
cuatro son los evangelistas que proclaman al mundo la Palabra del Dios
encarnado.
Las caras frontales de la cruz serán de color
blanco, en honor a Jesucristo resucitado y en espera de su segunda venida.
Los lados laterales, de color azul, en honor a la
Virgen María, porque María siempre está junto a la cruz y en la cruz. Ella
también es Corredentora.
En la cara frontal, donde se cruza el stipes (palo
vertical) con el patíbulo (palo horizontal), figura la imagen Misericordiosa de
“Jesús en Ti confío”. Y en ese mismo
lugar, pero en la cara posterior, la imagen de María (de la medalla milagrosa)
y los dos corazones, unidos con la letra M entrelazada con la cruz. María nos
dice; “La letra M y los dos corazones dicen lo suficiente”- todo esto según la
visión de Santa Catalina Labouré.
Al lado de los corazones y la M, se pondrá la vara de San José, a quien Dios
Padre confió el cuidado y protección de la Sagrada Familia aquí en la tierra.
Ahora, en estos tiempos de tribulación que atravesamos, pidámosle con confianza
su protección y auxilio, porque también somos hijos del Padre e hijos
pequeñitos de María, formando parte de su familia. San José es el terror de los
demonios, lo que él pida el cielo nada
le niega; busquemos su intercesión y demos ese honor en estos tiempos a San
José. (Si se cree conveniente, se podrá poner en la parte posterior el Alfa y el Omega, para recordarnos que todo
empieza y acaba en la misericordia de Dios)
El remate de la cruz por donde se apoya en tierra, quedara diferenciada en la forma (pudiendo
ser triangular , redonda o según se desee) del resto de la cruz y este remate
será de7 ctms, porque siete son los
Sacramentos y siete son los dones del Espíritu Santo, que entrelazados son como
las potencias del alma para caminar aquí en la tierra, no olvidéis que estáis
en el mundo , pero no sois de este mundo. El Padre os ha enviado a cada uno de
vosotros y de forma particular con una misión de amor a este mundo.
En honor a la pasión del Señor, la cruz deberá ser
construida de madera, según la zona
geográfica, que sea de madera noble, resistente, y pueda servir como báculo. En
el examen botánico que fue realizado al “
Lignum Crucis “ de Liébana (Cantabria- España), la clasificación de la
madera fue ” Cupresus Sempervivens”; es decir, madera de
ciprés. Este árbol es uno de los más evolucionados de naturaleza, de madera muy
dura y resistente; no es atacada por los insectos y no se pudre. Curiosamente
significa la unión entre el cielo y la tierra, y representa la inmortalidad. Las
cosas relacionadas con Dios no son por casualidad, siempre tienen su
trascendencia.
Aquel que por voluntad Divina, obtenga una cruz de
estas, en su libertad y por amor a la Cruz Gloriosa, debería ofrecer una misa,
en acción de gracias, por la aceptación
y el cumplimiento de la voluntad de Dios en esa alma.
Finalmente falta lo más importante. En las cosas
de Dios, el mejor vino se guarda para el final. En este predicar y sembrar de
cruces por el mundo, que nos decía Santa Teresita, tendrán que ser bendecidas
con fe y confianza según la tradición de la iglesia, por la mano del santo
sacerdote que en su corazón entenderá la fuerza de la Cruz Gloriosa y que Dios,
en su eterno amor, le habrá concedido esa gracia.
La Cruz Gloriosa,
Cruz de Amor.
La Cruz Gloriosa de la promesa del Señor.
La Cruz Gloriosa de la confianza en Jesús.
La Cruz Gloriosa de María, Madre Misericordiosa.
La Cruz es la Luz, el Báculo y la Llave
que abre el camino a los nuevos tiempos.
Jesús de la Misericordia y María, Auxilio de los
cristianos y del mundo
os bendicen.
ECCE CRUCEM DOMINI
“He aqui
la Cruz del Señor”
AMEN JOSÉ MªBUENO