13/5/12

LA CRUZ GLORIOSA


LA CRUZ GLORIOSA,
CRUZ DE AMOR
LUZ, BÁCULO Y LLAVE
QUE ABRE EL CAMINO HACIA LOS NUEVOS TIEMPOS.

“A pesar de mi pequeñez, quisiera iluminar a las almas como los profetas y doctores. Tengo la vocación de apóstol; quisiera recorrer la tierra, predicar tu Nombre y plantar sobre el suelo infiel tu Cruz Gloriosa”.                                                Santa Teresita de Jesús  (Doctora de la iglesia)                                                                                                                       
Alabado sea el Padre, Alabado sea el Hijo y Alabado sea el Espíritu Santo.
La grandeza del alma no está en grandes acciones sino en un gran amor. Vuestra santidad y perfección consiste en una estrecha unión de vuestra voluntad con la voluntad de Dios. ¿Quién es Dios en su esencia? nadie lo sabrá; ni  mente angélica ni humana. Trata de conocer a Dios por sus atributos, el más grande es el de la Misericordia Divina.
El alma que me ama tiene que vivir en fidelidad a mi voluntad, que es la misericordia misma. El alma más feliz es aquella que deposita su confianza en Mí; todos sus asuntos los hago Míos. Yo no dejaré confundidos ni defraudados a aquellos que han puesto su confianza en Mí. Yo me hago dependiente de vuestra confianza. Sí vuestra confianza es grande y mi generosidad no conocerá límites.
A través de la oración y el sacrificio Dios ofrece la gracia a los humildes por las inspiraciones e iluminaciones. Éstas, si son buenas para el alma u otras almas, deben ser aprovechadas si concuerdan con la fe, el consejo de la dirección espiritual y son conformes con el espíritu de la tradición de la Iglesia. De esta manera, estas gracias atraerán otras gracias. Cuando se hace el bien o el mal, no sabemos hasta dónde llegará.
La oración y el sacrificio abren el apostolado para llegar a los nuevos tiempos; buscaremos la luz y la fuerza en el báculo de la Cruz Gloriosa. En el centro de la cruz se encuentra el amor de Dios, que es la flor, junto a su misericordia, que es el fruto. Todo comienza en mi Misericordia y acaba en mi Misericordia. Ella es el Alfa y el Omega. En el centro de la cruz también está la llena de gracia, María Milagrosa, deseando conceder innumerables gracias a aquellas almas que se las pidan con confianza.
Todas las obras que surgen de mi voluntad están expuestas a grandes sufrimientos y contrariedades, pues el sufrimiento es un misterio, que purifica el alma y es el tesoro más grande que hay en la tierra. Nada es por casualidad. No desconfiéis de Mí, pues con ello laceráis mi corazón. Yo os he creado; nunca os he abandonado y menos lo haré cuando más me necesitéis. Y aunque que las obras de Dios caminan lentamente, sed fuertes, tomándola de mi propia fuerza. Yo os doy mi Misericordia como defensa, pues  la  fuerza reside en la paciencia y esta conduce a la victoria.

En los tiempos antiguos, Abraham fue el primero que condujo al pueblo, siendo probado en la fe a través de Isaac; después fue Moisés quien liberó al pueblo de Dios de la esclavitud  hacia la libertad y cuantas veces, a través del báculo, también fue probado en la fe; incluso María también fue probada  en la Anunciación. Y por eso nosotros, en esta época, también somos y seremos probados en la fe. Ahora, quien nos conducirá hacia los nuevos tiempos será la Cruz Gloriosa, que es el resplandor de la Divina Misericordia, fusionada con la Redención y la Luz de la Resurrección del Señor, estando entrelazada con María, desde donde derrama sus rayos de gracia para quienes en Ella depositan su confianza. La Cruz no es un camino, es el único camino.

En la Cruz Gloriosa está reflejado San José, que fue el gran protector  del tesoro más grande que Dios tenía en la tierra, a Jesús y María. Y continuará siendo el protector de los hijos de María durante nuestra tribulación. En la Cruz Gloriosa también están reflejados los ángeles, los santos, las almas del purgatorio y la sangre de  los mártires de todos los tiempos que riegan la cruz, para que dé sus frutos en el eterno presente de Dios.

En honor a la Cruz Gloriosa dirijamos, humildemente, nuestro corazón y nuestra mirada al centro de la misma, donde está la imagen de “Jesús, en Ti confío” y a nuestra madre María Milagrosa, con las gracias de sus promesas, para quienes  en ellos confían. Recordemos las palabras del Señor “Sin Mí, no podéis hacer nada”. Con confianza entreguémosle lo único que nos pertenece, nuestra propia miseria.  Y una vez purificados a través de ese gran tesoro de la penitencia y del sufrimiento, que es lo que eleva el alma, si en nuestra libertad así lo sentimos, plantaremos y sembraremos el mundo de Cruces Gloriosas. Primeramente en nuestros corazones y luego en el de nuestros projimos. Construyámoslas y tengámoslas cerca de nosotros para que siempre nos recuerden la Cruz de Amor y la Cruz de la confianza en la promesa del Señor.

Yo os he escogido y os he destinado para que vayáis y deis fruto y vuestro fruto permanezca, para que el Padre os dé todo lo que pidáis en mi nombre”. Yo no premio por el éxito sino por el sufrimiento, que es el termómetro del amor a Dios. ¡Cuánta fuerza tiene un alma llena de confianza! Lo que más une a Dios es negarse a sí mismo, uniendo con una intención pura nuestro sacrificio  al sacrificio de Dios. De esta manera se hace omnipotente; este tiene una gran fuerza, la fuerza de aplacar la ira divina. No temáis, pues las humillaciones y las alabanzas son pasajeras, pero la grandeza del alma reside en el amor y en la humildad; por eso el amor tiene  importancia,  fuerza y  mérito. Recibid la luz de Dios y conoced lo que Él exige de vosotros; el no hacerlo es un ultraje a la majestad divina. El que sigue fielmente la inspiración de Dios prepara el mundo para su segunda venida y   un mismo espíritu será vuestro guía.
Si recibes la cruz con la convicción de que vas a ser salvado en la tribulación, pero no la alimentas con la oración, el sacrificio y la confianza, la cruz no podrá dar sus verdaderos frutos.  En el eterno presente de Dios todo cuenta. La cruz no es efectiva si tú no la haces vivir en tu corazón, con amor.

SIMBOLOGÍA DE LA CRUZ
COMO LUZ, BÁCULO Y LLAVE QUE ABRE LOS NUEVOS TIEMPOS

En este plantar y sembrar de Cruces Gloriosas que decía Santa Teresita, deberemos hacerlas vivir y sentir en nuestro corazón, con amor. Hagamos innumerables cruces para poder atravesar estos tiempos de tribulación; sembrémoslas en los trigales, que son los hijos de Dios, para que sean  luz, báculo y llave que abre el camino hacia los nuevos tiempos, y entregándoselas a María, Madre Milagrosa, Ella, con la mirada dirigida a Dios, le entregará en sus manos ese globo de oro, coronado por la cruz que representa al mundo y a cada uno de nosotros en particular. Porque en el momento de esa entrega Ella aplastará la cabeza de la serpiente y se dará cumplimiento a la promesa del Génesis: “Una mujer atraves de su estirpe, te aplastará la cabeza…..”
Por eso  construiremos con nuestras manos y llevaremos en nuestro caminar estas cruces con fe, confianza y amor, en memoria de lo que representa la Cruz Gloriosa.
En ella estará representada la 1ª,2ª y 3ª persona de la Santísima Trinidad, y en honor a Ella serán de 1,23 metros de alta.
Los brazos medirán 23 centímetros cada uno, pues dos más tres son cinco. Si sumamos cinco más cinco, nos da diez  y diez son los mandamientos de la Ley de Dios que rigen nuestro mundo.
El grosor será de cuatro centímetros, porque cuatro son los evangelistas que proclaman al mundo la Palabra del Dios encarnado.
Las caras frontales de la cruz serán de color blanco, en honor a Jesucristo resucitado y en espera de su segunda venida.
Los lados laterales, de color azul, en honor a la Virgen María, porque María siempre está junto a la cruz y en la cruz. Ella también es Corredentora.
En la cara frontal, donde se cruza el stipes (palo vertical) con el patíbulo (palo horizontal), figura la imagen Misericordiosa de “Jesús en Ti confío”. Y en ese mismo lugar, pero en la cara posterior, la imagen de María (de la medalla milagrosa) y los dos corazones, unidos con la letra M entrelazada con la cruz. María nos dice; “La letra M y los dos corazones dicen lo suficiente”- todo esto según la visión de Santa Catalina Labouré.
Al lado de los  corazones y la M, se pondrá la vara de San José, a quien Dios Padre confió el cuidado y protección de la Sagrada Familia aquí en la tierra. Ahora, en estos tiempos de tribulación que atravesamos, pidámosle con confianza su protección y auxilio, porque también somos hijos del Padre e hijos pequeñitos de María, formando parte de su familia. San José es el terror de los demonios, lo que él pida  el cielo nada le niega; busquemos su intercesión y demos ese honor en estos tiempos a San José. (Si se cree conveniente, se podrá poner en la parte posterior  el Alfa y el Omega, para recordarnos que todo empieza y acaba en la misericordia de Dios)
El remate de la cruz  por donde se apoya en tierra, quedara diferenciada en la forma (pudiendo ser triangular , redonda o según se desee) del resto de la cruz y este remate será de7 ctms, porque siete son  los Sacramentos y siete son los dones del Espíritu Santo, que entrelazados son como las potencias del alma para caminar aquí en la tierra, no olvidéis que estáis en el mundo , pero no sois de este mundo. El Padre os ha enviado a cada uno de vosotros y de forma particular con una misión de amor a este mundo.
En honor a la pasión del Señor, la cruz deberá ser construida de madera,  según la zona geográfica, que sea de madera noble, resistente, y pueda servir como báculo. En el examen botánico que fue realizado al “ Lignum Crucis “ de Liébana (Cantabria- España), la clasificación de la madera fue ” Cupresus Sempervivens”; es decir, madera de ciprés. Este árbol es uno de los más evolucionados de naturaleza, de madera muy dura y resistente; no es atacada por los insectos y no se pudre. Curiosamente significa la unión entre el cielo y la tierra, y representa la inmortalidad. Las cosas relacionadas con Dios no son por casualidad, siempre tienen su trascendencia.
Aquel que por voluntad Divina, obtenga una cruz de estas, en su libertad y por amor a la Cruz Gloriosa, debería ofrecer una misa, en acción de gracias,  por la aceptación y el cumplimiento de la voluntad de Dios en esa alma.
Finalmente falta lo más importante. En las cosas de Dios, el mejor vino se guarda para el final. En este predicar y sembrar de cruces por el mundo, que nos decía Santa Teresita, tendrán que ser bendecidas con fe y confianza según la tradición de la iglesia, por la mano del santo sacerdote que en su corazón entenderá la fuerza de la Cruz Gloriosa y que Dios, en su eterno amor, le habrá concedido esa gracia.
La Cruz Gloriosa,
Cruz de Amor.
La Cruz Gloriosa de la promesa del Señor.
La Cruz Gloriosa de la confianza en Jesús.
La Cruz Gloriosa de María, Madre Misericordiosa.
La Cruz es la Luz, el Báculo y la Llave
que abre el camino a los nuevos tiempos.
Jesús de la Misericordia y María, Auxilio de los cristianos y del mundo
os bendicen.
ECCE CRUCEM DOMINI
“He aqui la Cruz del Señor”
AMEN                                                                                                                                              JOSÉ MªBUENO

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