7/12/08

Te imaginas que te pregunten

Te imaginas que te pregunten: ¿Puede nacer mi Hijo en tu casa? ¿Cómo se te quedaría la cara, si te hicieran esa pregunta?

Qué difícil puede resultar decir ese “Sí” que dijo la Virgen, desde su pureza, desde su inmaculada, “Sí, hágase tu voluntad”.

Cuánto amor se necesita para decir Sí, pero lo que más me impresiona es que Ella debería sentirse muy amada, entregada totalmente a la voluntad de Dios.

Este último planteamiento me ayuda mucho a superar momentos difíciles, momentos duros, donde a veces creo que no llego, que no alcanzo esa fuerza de sentir el amor, esa corriente que me impulsa, posibilitándome desarrollar algo en mi interior, que me hace verlo, que me hace sentirme pleno, lleno de alegría.

El cristiano tiene que cambiar continuamente, convertirse a diario en cada pequeño momento, en cada circunstancia, desde lo mínimo, como en esas pequeñeces, hasta en las grandes oportunidades que se nos presentan.

Alguien te pregunta por la calle por una dirección. Pues sencillamente indícale del modo mejor posible, pero eso sí, siempre desde la sonrisa de un corazón que sabe ver al Señor Jesús en esos que nos necesitan.

Una señora que va cargada con las bolsas de la compra, y nosotros caminamos en la misma dirección. Ver a Jesús, y prestarle nuestros brazos, para ayudarle con esos pesos hasta su misma puerta.

Una indicación sobre una dirección; “¿Cómo ir a Alicante?” Así, desde la ventanilla de nuestra oficina, en el hospital, en la obra, en la calle, desde el parque de bomberos: “Señora, no se preocupe, no me ha molestado en absoluto”. Desde la sonrisa y la gratitud.

¿A quién no le gustaría que Jesús naciera en su casa? El veinticuatro por la noche, en la misa del gallo, va a nacer para nosotros, pero la pregunta es: ¿Dónde? Sí, ¿dónde le vamos a dejar nacer? Quizás en el viejo sótano que no usamos, quizás en la vieja cambra, allí, junto a aquellos trastos. Pero antes lo limpiaremos y le daremos un aspecto agradable. Tal vez le prestemos una buena habitación, en el mismo espacio que utilizamos nosotros mismos. Eso es, lo dejaremos nacer cerca de nosotros. ¡Qué bien! Resuelto, esta vez no nacerá en una cueva, con una vaca...

Mi pregunta es: ¿Y por qué no lo dejamos nacer en nuestro corazón? ¿Por qué no le entregamos lo único que Él nos pide? Nuestro amor, nuestro deseo de verle, de compartir todo con Él, para que así vayamos convirtiéndonos en mejores personas, en mejores cristianos. ¡Es tiempo de conversión! Con Él, todos mejoramos, somos más felices, tenemos más alegría, porque somos más justos con nosotros mismos y con los demás. Sí, el cambio es posible, y tan sólo es necesario el deseo, anhelar su amor, recordando que también yo necesito amarlo.

Creo que cuando compruebo cómo me quiere, todo en mí cambia, todo se transforma, convirtiéndome en un mejor cristiano. ¿Recuerdas alguna vez que Él te haya reñido o se haya enfadado? ¿Que te haya gritado? No, es imposible, nunca hace esas cosas. Su amor es tanto, que me comprende incluso en mis errores. Todo, todo lo perdona desde el amor, y para ello sólo necesita un corazón que le diga te quiero.

¿Cómo amar a Dios, si no amas al que tienes junto a ti?

Para que Él venga, es preciso que tú y yo le preparemos el camino, allanando sus senderos, de un modo sencillo, como san Juan el Bautista, que vivía con ropas sencillas, sin lujos innecesarios, pero con el corazón volcado en un “Sí” continuo.

Piénsalo, qué responderías: ¿Puede nacer mi Hijo en tu casa?

Tuya es la palabra, tuyo es el corazón. De ti depende.

4 comentarios:

  1. Anónimo6/12/08

    Hay personas que en los momentos extremos son capaces de manifestar sus sentimientos de un modo tan claro, que los demás podemos percibir el mensaje tan profundo y lleno de amor, de una manera clara y bella, transportándonos más allá de nuestros sentidos.
    Tú logras eso y mucho más.

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  2. Anónimo6/12/08

    y es tan sencillo...

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  3. Anónimo6/12/08

    si, sencillo es uno de los adjetivos que más han usado para describir a Antonio. Yo creo que es una virtud. Gracias

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  4. Anónimo7/12/08

    ¿Recuerdas alguna vez que Él te haya reñido o se haya enfadado?
    Buena pregunta, muy buena.
    No, no recuerdo algo así.
    ¿Podemos nosotros llegar a ese nivel de comprensión.
    Buena pregunta... otra buena pregunta.
    Kaplan

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