1/12/08

A los miembros del Círculo de Adoración “Monte Sión”.

“…y cayendo de rodillas lo adoraron;
luego abriendo sus cofres y como regalos
le ofrecieron oro, incienso y mirra” (Mt. 2,11)


Buenos Aires, Adviento del 2008



Recordados hermanos y hermanas:
Estamos al término del año litúrgico 2007/2008. En el horizonte se vislumbra un nuevo inicio, la Iglesia se prepara para celebrar a Cristo Rey e iniciar un nuevo ciclo litúrgico con el llamado “tiempo de Adviento”.

La Providencia ha querido que nos toque vivir “tiempos difíciles”, tiempos en los que Dios no solo “habla”, sino que “grita” a través de los sucesos que conmocionan el mundo. Lo que llevamos viviendo y viendo en estas últimas semanas es patético: los gobiernos, los grandes capitales, la gente de todo tipo, vive en la preocupación, y muchos en la angustia, que plantea la economía mundial. Los ojos de millones de hombres y mujeres están fijos en las Bolsas del mundo o en las cotizaciones de las llamadas “monedas fuertes”. Los países del primer mundo, los emergentes y los pobres, tiemblan ante la palabra “recesión”.

¿Cómo formular lo que vemos?, ¡el mundo entero está de rodillas ante el “dios dinero”! La tendencia innata del hombre a fundar su vida sobre lo frágil, ha alcanzado aquí su punto patético: el “dios dinero” no ofrece seguridad, trabajo, alimentación, vivienda…y pretende sumergirnos a todos en una espiral de indignidad. Los titulares que nos ofrecen los medios dicen mucho y nada al mismo tiempo, pero todo tiene ese extraño “color inseguridad” que preocupa y agobia.

A la luz de nuestra fe y del sentido de nuestro Círculo, lo que estamos contemplando es la desfiguración del hombre. Un nuevo y enorme golpe a su vocación original: ser imagen de Dios. Como he dicho en otras oportunidades, hemos sido creados según un modelo: Dios. Cuando el hombre se aleja del modelo se desfigura, cuando se acerca se configura. Hoy hay mucha desfiguración porque hay mucho alejamiento de Dios-Modelo-del-hombre. Cuando el hombre se desvía de su camino, el peligro que corre es la idolatría. La idolatría es la adoración de los dioses y el alejamiento del Dios-que-da-Vida. Es conmovedor saber que en Europa hay países en los que la Iglesia ha puesto en venta templos. No sólo porque no hay sacerdotes que los atiendan, tampoco hay personas que los frecuenten; pero en contraposición los “templos” del dios dinero, los llamados “Centros Comerciales”, están repletos de gente gastando su dinero en cualquier cosa, a menudo banal.

La adoración ha sido vista por los místicos como la cumbre del amor. Se trata del embelesamiento, de la fascinación por Dios. El hombre “es” según qué ama. Cuando el hombre ama el dinero “monetariza” su corazón y su vida, cuando ama cosas se “cosifica”, cuando ama a Dios se diviniza. He aquí la opción: ¿a quién amar?

¿Cómo discernir el mensaje que Dios nos da por medio de esta realidad? Somos un Círculo de Adoración Eucarística, es decir: tenemos claro a quién hemos decidido amar y por eso colocar en el centro de nuestra vida. ¿Cómo nos está yendo?, ¿cómo repercute todo lo dicho en nuestra vida personal y familiar? Hemos de vigilar a fin que la paz económica no falte en nuestras familias. Deberíamos hacer de estos problemas un motivo de diálogo familiar. Si Dios habla por los sucesos del mundo, entonces ahora está dando una “clase magistral” y hemos de entender y aprender su contenido.

Hay bienes que no debiera tocar la crisis mundial, son la fe, la esperanza y el amor; la alegría, la paz y la serenidad; la amabilidad, el diálogo y la comprensión. Si no vigilamos, dicho esto en el sentido evangélico, podemos perder los “bienes del espíritu” a raíz de los bienes materiales. Nuestra mayor riqueza no está en el dinero, sino en lo que somos, en los dones que Dios nos ha confiado. Los llamados Reyes de Oriente, cuando llegaron donde Jesús, María y José, lo primero que hicieron fue arrodillarse y adorar. Sólo después que adoraron abrieron sus cofres y ofrecieron al Rey lo mejor de sus bienes: oro, incienso y mirra. Ninguna de estas ofrendas eran importantes en sí mismas, su importancia radica en que los tres dones eran símbolos del corazón creyente de aquellos magos buscadores de Dios. Cuando el amor y la interioridad preceden a los bienes, éstos se cargan de dignidad y sentido; cuando es al revés, los bienes se desfiguran y se vacían de contenido.

El Padre Kentenich tuvo muchos “tiempos difíciles” en su vida: nacimiento e infancia, adolescencia y estudios, la primera Guerra Mundial y la muertes de muchos jóvenes, Dachau, Milwaukee… ¿Cómo venció? Fundando su vida en Dios. Nos es conocida la frase: “Creo firmemente que jamás se perderá, quien permanece fiel a su Alianza de Amor”. He aquí su “secreto” y el nuestro: fidelidad a la Alianza. La Virgen supo de “tiempos difíciles”, la cumbre de ellos tiene nombre: Monte Calvario. ¿Cómo venció la Virgen los momentos difíciles? Viviendo hasta el extremo lo que dijera al Mensajero: “He aquí la servidora del señor, ¡hágase en mí según tu palabra!”. ¡Fundando su vida en Dios!

Sólo Dios es la “Roca” inconmovible, sólo Dios no depende del humor de los mercados ni de la confianza o desconfianza en las diversas medidas económicas. Sólo Dios no depende de las cotizaciones de las monedas ni de los bienes perecederos. No hay desprecio de lo material en las actitudes y enseñanzas de Jesús, lo que sí hay es una escala de valores sólida e inconmovible: Dios, primero Dios y luego el hombre, por fin los bienes. A esto se refería cuando dijera a sus oyentes: “mirad las aves del cielos y los lirios del campo…mi Padre cuida de ellos...” Si el Padre cuida de “ellos”, ¡cómo no va a cuidar de nosotros que somos su imagen! Quizás sea esta la Navidad de la austeridad y la sencillez, de lo importante y no de lo superfluo. Quizás sea este tiempo difícil la oportunidad de ser más libres, más alegres y más imágenes del Modelo que, para conquistarnos, comenzó como Niño.

En esta Nochebuena del 2008 nos encontraremos, recordaremos y pediremos los unos por los otros. Sobre todo pidamos un corazón de adoradores, de adoradores de la Eucaristía. Nos arrodillamos ante un trozo de Pan y por eso somos revestidos de sencillez y paz. ¡Feliz y bendecida Navidad para todos y cada uno! Que Dios les lleve en la palma de su mano y los bendiga desde Sión:

P. Alberto E. Eronti


4 comentarios:

  1. Anónimo1/12/08

    Gracias P.Alberto, por esta generosidad de escrito, tan real y dramático, pero tán Verdadero. Solo Dios basta.

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  2. Muy inspirado post.Ciertamente de lo único que se oye hablar es del dinero,sobre todo de su falta.Sin darnos cuenta con eso alimentamos lo negativo: aunque sea necesario para el "físico",puede acarrear grandes problemas a nuestro espíritu.Sólo aferrándonos al Señor,tratando de vivir en la fe,esperanza y caridad,podremos sobrevivir al ansia,por supuesto,ficticia,que nos crea e impone el mundo sobre el dinero.Los cristianos tenemos que apoyarnos los unos en los otros y tenemos que mantenernos unidos en estos tiempos revueltos,donde cada vez más se trata de apartarnos de la vida pública,relegándonos al ámbito de la privacidad.Jesús vino a salvar y en su acción sorprendió a unos y a otros los cabreó,pero siguió adelante.Nosotros debemos perder el miedo y sobre todo, ser luz y mostaza y levadura para el mundo,demostrando que es en el espíritu donde está la salvación.
    Saludos y bendiciones

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  3. Anónimo5/12/08

    me ha dicho que el libro ¡Qué alegría1 va a estar pronto en el Corte Inglés. Enhorabuena! Así habrá más gente que pueda conocerlo, y el libro estará al alcance de todo el público.

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  4. Anónimo5/12/08

    me quedo con eso de: ¿a quién amar?

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