7/6/09

Tu acción, repercute en mí

Hay personas que se dicen para sí mismas: “Tú haz lo que quieras, y los otros ya se apañarán”. O también esta otra frase: “Ése no es mi problema”.

¿Alguien piensa que esto puede ser verdad? En ese caso, ¿dónde quedaría la dimensión social del hombre? O ¿es que el hombre vive sólo, alejado de los demás? Quien pueda opinar así, está equivocado. ¿Nadie recuerda la huelga de camioneros y la repercusión social que generó?

Un hombre, quemando un rastrojo, prendió fuego a miles de hectáreas de monte de pinos. ¿No es cierto que su error lo pagamos todos? Y en el de Guadalajara murieron unas personas. ¿Eran ellos culpables del mal que cometió el otro?

El hombre y su vida influye en la vida de los demás hombres, desde lo más ínfimo de un pensamiento, en el interior de tu habitación, influye en la vida de muchos.

Y esos conductores que borrachos causan un cadente mortal a otras personas. ¿Son estas víctimas culpables de la borrachera del otro? Ellos no habían bebido una gota de alcohol, habían cumplido las normas, los preceptos y mandamientos, y sin embargo, pagan las consecuencias del mal uso de la libertad de un tercero. ¿Es esto justo?

Conozco a una persona que perdió a su madre, porque un borracho, conduciendo fuera de la ley, se subió a la acera y la aplastó literalmente. ¿Quieres que le preguntemos a esta persona cómo se siente?

No busco abrir heridas viejas, ni tampoco crearlas, tan sólo deseo meditar en voz alta, y quizás con algún error, que el mal siempre tiene una dimensión social. Es decir, el pecador, cuando peca, cuando no cumple con las normas de Dios, cuando va en contra dirección, siempre su error alcanza a más personas. O sea, el pecado tiene una dimensión social, dañina y perjudicial en todos los casos, por poco que pueda parecernos.

Y ¿cómo reparar el daño? A nivel humano ya se sabe, depende de la justicia, como dicen algunos, del juez que te toque. Pero a nivel supra humano, en lo divino, siempre tiene que haber oración de reparación, almas víctimas que se ofrecen por otros, con sacrificios, con ayunos, con mucha oración... Por eso, ya desde la antigüedad lejana, se decía que si querías ser feliz, habías de cumplir los consejos que Dios te da para serlo.

Este es el gran mensaje, el del amor, el del respecto, el de la unidad, yo en ti y tú en mí, en perdonarnos, en ayudarnos, el vivir unidos al Padre, al Hijo y al Espíritu. ¿Buscas la paz en tu corazón? Sólo en Él la puedes encontrar, guardando todo lo que nos ha mandado. Para mí, es muy cierto cuando dice: “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.


PD.: ¿Os puedo pedir un favor? Recemos por esas personas que han perdido a algún familiar de forma tan injusta, por la temeridad, la imprudencia, y el pecado de otros.

Santísima Trinidad, dales la paz de corazón y que puedan vivir felices. Aunque como a mí me ha hecho tanto bien, “si puedes, añádeles la fe”.

1 comentario:

  1. Anónimo7/6/09

    Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios o Tu testigo es el mejor, más para tales testigos no hay más juez que Dios.
    Los actos u omisiones trascienden en lo divino y en lo mundano, y a cada cual su dimensión. Pero aseguremos que nuestra sociedad es justa y solidaria y que los elementos esenciales para que el individuo se desarrolle en todos sus ámbitos estén presentes, a falta de su voluntad para ello. Todos, individual o colectivos (todaslasorganizaciones), son partícipes de lo expuesto por tí, pero los errores evitables y omisiones culpables tienen que trascender también aquí, y eso ya no está tan claro.

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