28/6/09

¿Qué padre no hace lo que sea por salvar a su hijo?

Últimamente vamos de milagro en milagro, pasando a la otra orilla, donde las dificultades nos pueden aumentar. El domingo pasado, Jesús se queja de la poca fe, de la cobardía. No parece que nos creamos que Él está siempre con nosotros cuando la adversidad nos golpea, le reprochamos “¿no te importa lo que sufro?”

Ayer sábado, todo un ejemplo de cómo hay que pedir, “dilo de palabra, y el milagro se hará”. El centurión pedía por su criado, y sabe que Jesús puede hacerlo. ¿Sabemos nosotros que puede hacerlo?

Hoy, de nuevo, cruzando el lago de las dificultades, dos mujeres impuras representan a todos los marginados, una es la hija del representante del poder político, religioso y social de la época, un jefe judío, un alto cargo de la sinagoga, le pide a Jesús un milagro. ¿Qué padre no haría lo mismo? La otra, por detrás, para no molestar a nadie, pues no es bien vista, pero eso sí, sabiendo que con tan solo tocarle el vestido se curaría.

El judío pide que le imponga las manos, pide que la toque, ésta otra, sin llamar la atención a nadie, sin que nadie se dé cuenta, ni sus discípulos tan siquiera, se acerca a Él. Pero Jesús se ha dado cuenta de todo, está con todos y con cada uno, por eso pregunta: ¿Quién me ha tocado? Él sabe quién, pero nos llama la atención a nosotros, y parece que nos dice: ¿Te das cuenta de lo que se puede hacer si hay fe? Por eso mirándola – esa mirada del corazón – le dice: “Hija” porque es su Padre, ¿qué padre no daría lo bueno a su hijo? “Vete en paz”. Él es quien da la paz, al que se le acerca. Tú y yo, ¿tenemos paz? ¿Nos acercamos a Él? Y por si fuera poco, le devuelve la salud, y gratis.

Me llama la atención que las dos guardan relación con el doce. Las doce tribus de Israel, el pueblo que el Señor se había escogido, los doce discípulos. Una enferma doce años, la otra es ésa la edad que tiene. Todos somos hijos de Dios.

Tan sólo nos pide fe, “No temas, basta que tengas fe”, si no nos lo creemos, ¿cómo podrá darnos Él el milagro? Ya por aquel tiempo se reían de Él, así que no nos extrañemos de que hoy también se rían, y qué más da. ¿Tienes la fe necesaria? Qué curioso que todo ocurriera en la calle, y en una casa, en lo íntimo de una familia. El Señor nos permite la cercanía, ¡eso es lo que quiere! Hoy, que tanto se habla de Dios, y sin embargo creo que se habla poco con Él. ¡Que se rían lo que quieran! Si estás con Él, andas por las nubes, viendo visiones, de las proezas que realiza todos los días, sin corsés, sin protocolos, sin tanta parafernalia. Él siempre está, si yo lo deseo, y si le hablas, Él te contesta siempre.

¡Dame fe, Señor Jesús! Gracias por ser mi amigo.

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