21/6/09

¡Los milagros existen!

Cuántas veces hemos podido comprobar que cuando las “cosas” se ponen cuesta arriba, no hay forma de andar. Hay quien dice: “Cuando llegan las desgracias, nunca van solas”. Y es cierto, esto en muchas ocasiones lo hemos visto, en nosotros, en familiares muy cercanos, en amistades.

Y me pregunto yo, en estos casos, ¿de qué nos sirve la arrogancia? Al final nos pasa como a aquellos discípulos de Jesús que al atardecer, cuando la esperanza es abatida por fuertes vientos, venidos desde la otra orilla, desde donde no son de los “nuestros”. Cuando nos atacan y lanzan contra nosotros todo tipo de “golpes”. Y se nos hace de noche al perder la paciencia, la esperanza, al dejarnos vencer por las adversidades, perdemos el mayor tesoro que tenemos: LA PAZ.

Llegados a este punto vemos cuál es la situación de nuestra fe, a qué nivel se encuentra espiritualmente, y valoramos, ¿qué hago entonces? Estamos necesitados del amor de Cristo, el único capaz de dar este amor.

Desde mi pobreza, desde mi pequeñez, desde lo que soy, tengo que decirle: Señor, ¿dónde estás? ¿estás dormido?

Y cuál es nuestra sorpresa al escuchar su voz: “Estoy contigo, aquí, ahora, no temas nada.” El viento cesa, la lluvia desaparece, las hojas dejan de golpearnos, porque para Dios nada hay imposible. ¡El milagro es una realidad! Pero esto sólo funciona desde la fe, por eso le pido: “Señor, dame fe.”

Más de uno se queda como espantado ante el milagro, “no puede ser”, “seguro que hay algún fallo en alguna parte”, “no es posible”. Qué difícil es ver para algunos, y es que no hay mayor pobreza, que la falta de amor.

Señor, que yo te quiera siempre, pero que tu gracia me ayude para seguir pidiéndotelo. “Jesús, en ti confío”.

¿Para ti los milagros son reales?

No hay comentarios:

Publicar un comentario