31/8/08

Todo es obra de la Gracia

Hoy el día es precioso para mí, el sol luce en todo lo alto, e ilumina mi vida, mi camino, con abundantes rayos de gracia, marcándome muy bien los linderos de esta gran autopista.

Todo te lo debo a Ti, Señor, porque tú me sedujiste, y aunque intentara yo callarme, no puedo, me resulta imposible, porque en mis entrañas llevo ese fuego ardiente que Tú has encendido.

Cómo callar que mi alma está sedienta de Ti, cómo negar que mis ojos te buscan y te miran incesantemente.

Tu gracia, Señor, todo es obra de ella, de Ti, y vale más que mi propia vida, por todo eso te bendigo y te ensalzo. Mi alma está unida a Ti, y de Ti proviene mi transformación, incluso mi mujer me lo dice, Señor. ¡Todo es obra de tu gracia!

Y con todo esto no olvido hacia dónde me dirijo, cada vez más viajo hacia la muerte terrenal, hacia la vida eterna, para nosotros, porque somos tuyos, y a Ti vamos. ¡Cada uno como puede, según las gracias recibidas!

Hoy disfrutamos de gran comodidad, de ahí que no queramos reconocer hacia dónde nos dirigimos con el paso de los años, la vejez, la enfermedad, el dolor, y poco a poco hacia la Pascua, el tránsito de una vida a la otra, donde Tú nos esperas con los brazos abiertos... ¡En tus manos pongo mi espíritu!

¿Pero qué ocurre? Ay, la comodidad, que nos hace protestar de todo: ¡No lo permita Dios, esto no puede pasar!

Y justo en este momento de mi interés humano, el Señor nos lo recuerda con claridad: “¡Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar, porque tú piensas como los hombres, no como Dios!”

Danos fe y más fe, Señor, como dice José María Bueno, para aguantar confiadamente en Ti. Que sepa llevar mis cargar, mis tropiezos, mis alegrías, mis penas, y que siga dando testimonio como el Bautista, no callándome por comodidad ante la injusticia, sino hablando y proclamando la Verdad en todas partes, con bonitas palabras, sin nada amargo en ellas, para ayudar a los otros.

¿Para qué quiero tener el mundo entero, si te pierdo a Ti?

¡Quédate con nosotros, Señor, porque anochece ya!

30/8/08

Petición de oración

Os pido a todos vosotros, y a los que vosotros deseéis reenviar esta súplica de oración, por los libros que, como sabéis, he escrito.

¡Qué Alegría! Es el primer libro publicado por la editorial Edicep, hace ahora aproximadamente un año. Es la narración y “algo más” de lo que ocurrió la noche del uno de Mayo del 2003, en la gruta de Lourdes. Es un proceso de conversión. ¡El mío, el de mi familia!

¡Qué Felicidad! Todavía no publicado. Después de la alegría de conocer a Santa María y de que ella me llevara al Señor, en ese camino que dura toda la vida, aprendizaje de conversión continua a Cristo Jesús, es donde radica la felicidad. La felicidad no consiste en tener... sino en Ser.

3º Aún lejos, pero acabado por completo, tan sólo falta mecanografiarlo, y es el libro de las ¡Conversaciones entre Tú y Yo! Donde le cuento a Jesús algunas cosillas.

4º Hay un cuarto libro, pero en proyecto, y como con los otros, sólo sé que voy escribiendo.

Por favor, ayudadme con vuestra oración, y que Santa María y su esposo San José, a quienes ofrecí y ofrezco estos libros, os bendigan y os colmen de gracias.

24/8/08

Gracias, Señor, de todo corazón

¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Es decir, ¿quién es Jesús?

No me queda más que darte las gracias, Señor, de todo corazón, por tu misericordia y tu lealtad. Todas tus acciones superan tu fama. A veces pienso, desde el júbilo, que si quizás tuviera un regalo más, de tantos como me das, no lo sabría digerir. Y me consuela y llena de ánimo saber que Tú me conoces más que yo mismo, que desde lejos me reconoces, y que tu misericordia es eterna.

Estas palabras que te estoy escribiendo, las dominas, son del libro de los salmos, y con ellas nos enseñas a orar, tal y como dice san Juan Crisóstomo.

Pero viendo todo lo que veo, qué más puedo decirte: gracias, y por supuesto, de todo corazón, del único modo servible, ya que es el corazón lo que buscas, Señor Jesús. El amor es lo tuyo, y eso precisamente es lo que quieres que aprenda. Quieres que aprenda a amar, a entregarme a Ti, por medio de los otros, de los que Tú has convertido en mis hermanos.

Y nos preguntas: ¿Quién eres Tú para nosotros? Y no hay otra respuesta más que la de san Pedro: “Tú eres el Mesías”. Que es lo mismo que decir: Tú eres la salvación que esperaba el pueblo de Israel, tu Pueblo. Tú eres el Salvador que profetizaban los profetas antiguos y los jóvenes. También tu precursor, san Juan, lo anunciaba. Todos hablaban y hablan de Ti, porque sin Ti, todo es un caos.

Tú nos das el sentido que andamos buscando, a veces por caminos equivocados, y aunque todos queremos lo mismo, sólo Tú eres la Verdad, sólo Tú eres el Camino, sólo Tú eres la Vida. Sin Ti, la vida pierde sentido, lo auténtico desaparece.

Y para que nunca me encuentre solo en esta tierra, me pones a la Iglesia, para que me fortalezca, para prestarme la ayuda necesaria. Y lo mejor de todo es que me anuncias que el Mal nunca podrá con ella.

Sólo te puedo decir gracias, por todo, y por darnos a la Virgen María, Madre de la Iglesia, y a san José, patrón de la Iglesia.

¡Para mí, Tú eres el Mesías! Gracias, Señor, de todo corazón.

21/8/08

Oración por los difuntos del aeropuerto de Madrid


Monseñor D. Esteban Escudero


Hoy la oración debe de estar presente en todos nosotros, por los difuntos de Madrid, y sobre todo por los familiares.
Descansen en paz. Amén



Todas las parroquias e iglesias de la diócesis de Valencia incluirán plegarias en las misas del próximo domingo por las víctimas del accidente aéreo de ayer en el aeropuerto de Madrid-Barajas, y por sus familiares. El obispo auxiliar de Valencia monseñor Esteban Escudero, en nombre del cardenal arzobispo de Valencia, Agustín García-Gasco, ha invitado hoy a que en todas las eucaristías del fin de semana en los templos de la diócesis se introduzcan oraciones expresas por las almas de las víctimas mortales, por el restablecimiento de los heridos y por el consuelo de sus familiares.

Monseñor Escudero ha presidido este mediodía un responso a las puertas del Palacio Arzobispal, cuyas banderas ondeaban hoy a media asta en señal de duelo por las víctimas del accidente aéreo. Posteriormente, el prelado ha oficiado una eucaristía en la capilla del Arzobispado por el eterno descanso de los fallecidos en el accidente.

San Pio X

Hoy celebramos al Papa San PIO X, que dijo muchas cosas, pero esta es una:
" Nuestro mundo sufre un mal: la lejanía de Dios. Los hombres se han alejado de Dios, han prescindido de Él en el ordenamiento político y social. Todo lo demas son claras consecuencias de esa postura"
Tal y como suena. ¡Que real! ¿No te parece?

Escogió el nombre de Pío inspirado en que los Papas que eligieron ese nombre habían sufrido por defender la religión.

Una vez que fue elegido Papa decretó que ningún gobernante podía vetar a Cardenal alguno para Sumo Pontífice.

Dentro de sus obras destaca el combate contra dos herejías en boga en esa época: Modernismo, la cual la combatió en un documento llamado Pascendi estableciendo que los dogmas son inmutables y la Iglesia si tiene autoridad para dar normas de moral; la otra herejía que combatió fue la del Jansenismo que propagaba que la Primera Comunión se debía retrasar lo más posible; en contraposición Pío X decretó la autorización para que los niños pudieran recibir la comunión desde el momento en que entendía quien está en la Santa Hostia Consagrada. Este decreto le valió ser llamado el Papa de la Eucaristía.

Fundó el Instituto Bíblico para perfeccionar las traducciones de la Biblia y nombró una comisión encargada de ordenar y actualizar el Derecho Canónico. Promovió el estudio del Catecismo.

17/8/08

Señor, socórreme

Me encanta este Jesús nuestro, cómo nos hace escucharnos desde su silencio. Y lo hace para todos, para ti, para mí, para los que están en otro país, en otro creer, para los que viven de otro modo, con otras costumbres.
Él va de un sitio para otro, ahora aquí, ahora en la otra orilla, pero también guarda sus silencios para nosotros.
Un amigo me contaba que fue a una fiesta, y el griterío era tan grande que no se entendía nadie. Era imposible escuchar nada. Y cada vez se gritaba más y se oía menos. ¿No te ha pasado a ti nunca?
Jesús, desde su silencio, nos escucha, pone máxima atención, como con la señora cananea, que le gritaba aunque “él no le respondió nada”.
¿Por qué será que no le responde nada? Incluso sus mismos discípulos le comentan que la atienda, que viene detrás gritando. Pero Jesús sigue callado, ¿por qué?
Siguiendo el evangelio de este domingo 20 del tiempo ordinario, “la mujer cananea los alcanza, llega hasta a él”, se esfuerza al máximo en la súplica, y “se postra ante Él”.
¡Qué bonito! Ella, a pesar de la aparente negativa, sabe que lo va a conseguir, porque tiene fe, -“pedid y se os dará”- en Jesús, el Dios verdadero, el Todopoderoso. Ella pide y pide, por ello recibe.
Su fe aumenta con la prueba, con el esfuerzo de la carrera, del seguimiento, por fiarse, por alcanzarlo. ¡Cuantas veces rezamos, pedimos, suplicamos... y, nada! Nos falta esa fe, la fe que mueve montañas. Donde no hay fe nada se puede hacer. Hay que confiar al máximo para lograr el máximo.
Me encanta la respuesta del Señor ante la petición de socorro, y él le responde: “No está bien echar a los perros el pan de los hijos”.
Aparentemente es fuerte, muy dura esta respuesta, incluso puede sonar mal en un principio, pero al contrario, creo que es un exponente más de la libertad que nos concede para todo. En ella encuentro un “test” donde poder ver cómo voy de confianza, cómo va mi propia fe, ya que una migaja del Señor es una tonelada para mí. Un poquito es una eternidad, y está claro que no lo podría asumir, por eso va regalándome poquitos, pero sin faltar, todos los días mi ración.
Y el final es impresionante, cómo nuestro Señor le dice: “mujer, qué grande es tu fe, que se cumpla lo que dices. Y su hija quedó curada”.
La fe, con la oración, va aumentando, y poco a poco, se va cumpliendo lo que deseas. Tanto en estas tierras como en esas, argentinas, portuguesas... Las del otro lado.
Me llena de felicidad saber esperar, pero mientras tanto sin dejar de hacer.
¡Me alegra saber de ti! Gracias por estar ahí.

15/8/08

La dormición de María

Estudio Fotográfico
defoto l'estudi

Mateo Cerezo(1663)


La voluntad de María, no hay duda alguna, es la voluntad del mismo Dios. Nosotros, por tanto, consagrándonos a ella, somos también, como ella, en las manos de Dios, instrumentos de su divina misericordia.
Dejémonos guiar por María; dejémonos llevar por ella y estemos, bajo su dirección, tranquilos y seguros: ella se ocupara de todo y proveerá a todas nuestras necesidades, tanto del alma como del cuerpo; ella misma removerá las dificultades y angustias nuestras.

San Maximiliano María Kolbe

Rosa entre rosas,
flor de las flores,
virgen de vírgenes
y Amor de amores.

Rosa en que el señor
puso su querer,
flor la mas hermosa
que se vio nacer,
Virgen que hace dulce
nuestro parecer,
Amor que hace nuestros
sus santos amores.

Rosa entre rosas,
flor de las flores,
virgen de vírgenes
y Amor de amores.

Cántiga de Alfonso X, el Sabio

10/8/08

La oración

Jesús necesitaba descansar, relajarse, pensar, pasar el mal trago de la decapitación de su pariente. Pero no lo dejamos, y después de atendernos, con una comida que nos deja saciados, a sus discípulos los manda para la otra orilla, y cuando los despide a todos, entonces y sólo entonces, llega su momento, el de la oración, tan vital y necesaria. Se eleva con ella, sube al monte, se une al Padre y se funde con Él. La oración siempre nos levanta.

Es la que nos da la confianza para seguir haciendo lo nuestro, lo de todos los días, aún a pesar de que puedan soplar vientos contrarios. Cuántas veces nos parece que las cosas no salen a nuestro entender, incluso da la impresión de que van en contra nuestra, o que te miran mal, o que comentan de ti, o que la sociedad...

¿Quién no ha perdido a un amigo? ¿Quién no se ha sentido traicionado?

Aquí es donde Jesús de nuevo me llena, el Dios Todopoderoso, me conmueve, ¿cómo puedo tener miedo si lo tengo a Él?

Porque lo que me paraliza, lo que me detiene, lo que no me deja ascender es el miedo, esos vientos contrarios que me inmovilizan, que me hacen perder la confianza, por eso San Pedro “empezó a hundirse y gritó: ¡Sálvame, Señor!”

Y enseguida Jesús, gran conocedor de mí, dándome la mano, me dice: “¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?”

Es cierto. He dudado. ¿Y cómo puede ser que dude de ti, Señor, cuando tú me acabas de decir “ven”?

A veces, en el silencio del corazón, medito sobre quién eres, sobre toda tu grandeza, sobre tu poder si yo me pongo en tus manos. ¿Y, cómo puedo dudar?

Realmente es falta de oración, es falta de encuentros, para conocerte tengo que encontrarme contigo a menudo. Tenemos que charlar, para que tú mismo me vayas enseñando tantas y tantas cosas.

¡Qué grande eres, Señor! Siempre atento a mi llamada, a mis necesidades. Y menos mal que tú lo haces, porque yo mismo me despisto en ocasiones. Pero tú me llamas, te adelantas a mí, a mi pensamiento. Y todo ello gracias a que me consagro a diario, en el primer momento del día, en cuanto tú me llamas para la oración.

¡Qué bien que estamos juntos! Por esto decimos: “Realmente eres Hijo de Dios.” Dios mismo.

Gracias, amigo Jesús, por esta amistad tan bonita, tan sincera, tan limpia. Y gracias por darme el ciento por uno, aunque a veces es mucho más.

7/8/08

Santa Clara de Asís, un canto de alabanza


¡En el nombre del Señor!

A vosotras, hermanas pobres de Santa Clara; a todas vosotras, contemplativas que os inspiráis en la espiritualidad franciscano-clariana; a todos los hermanos y a todas las hermanas que aman a Clara y a Francisco: como Ministro y siervo de todos, os deseo «paz verdadera del cielo y caridad sincera en el Señor» (2CtaF 1).
«Ya que, por divina inspiración, os habéis hecho hijas y siervas del altísimo sumo Rey Padre celestial y os habéis desposado con el Espíritu Santo, eligiendo vivir según la perfección del santo Evangelio, quiero y prometo dispensaros siempre, por mí mismo y por medio de mis hermanos, y como a ellos, un amoroso cuidado y una especial solicitud» (RCl 6,3-4; cf. FVCl).
Clara prorrumpe, al principio de su Testamento, en esta acción de gracias: «Entre otros beneficios que hemos recibido y seguimos recibiendo de nuestro benefactor el Padre de las misericordias, y por los cuales estamos más obligadas a rendir gracias al mismo glorioso Padre de Cristo, se encuentra el de nuestra vocación; y cuanto más perfecta y mayor es ésta, tanto es más lo que a Él le debemos» (TestCl 2-3). Por tanto, todos, vosotras y nosotros, tenemos la obligación de conocer cada vez mejor nuestra vocación, de amarla y de responder a ella con fidelidad y generosidad.

El lunes 11 es Santa Clara, y en el Monasterio de la Puridad y de san Jaime de las Monjas Clarisas donde yo voy, en la c/ Puridad, 4 en Valencia, celebran la Misa a las 10,30h.
Sería precioso que todos acudieramos a darles el abrazo que se merecen, a rezar con ellas que tanto rezan ellas por nosotros.

4/8/08

La generosidad bien entendida

Me encanta ver a nuestro Jesús, verdadero hombre, cómo entiende nuestra problemática, incluso mejor que nosotros mismos. No es de extrañar, pues es verdadero Dios.

Tras un fatal contratiempo, tras el asesinato de su pariente y precursor Juan el Bautista, queda sin ganas de nada, como nosotros tantas veces quedamos vencidos, y se retira para estar solo, apartado de todos. Pero hay urgencias de sus hermanos, es decir, de ti y de mí, que acudimos a Él, pidiendo auxilio. Él mismo sintiendo lástima de nosotros, se dispone a escucharnos, dedicándose a curar a los más necesitados, a los enfermos, a los que sufren de tantos modos diferentes.

A continuación de todo esto, aún le quedan fuerzas para dar de comer a un gentío tan inmenso, a muchísimos. Y lo hizo a su modo, como todos los domingos hace el sacerdote “in persona Christi”, como hace Él mismo, alzando la mirada, siendo alto de miras, no conformándose con cualquier cosa, y pronunciando la bendición que tantas veces escuchamos: “Éste es mi cuerpo... ésta es mi sangre...”

Menuda transfusión nos pone a nosotros, a los enfermos, por eso nos cura y nos llena de fuerzas para seguir por este camino, donde tantas veces se nos hace cuesta arriba, en el cual, en ocasiones, casi siempre, no entendemos lo que pasa ni por qué.

Los discípulos reparten el verdadero alimento, domingo tras domingo, todos los días. Y que, sorprendente, es esto: “Todos comieron hasta quedar satisfechos.”

Y el mismo alimento sirve a unos y otros: a hombres, mujeres, niños, abuelos, para todos los que quieren acercarse a Él de buen corazón, con sencillez y llenos de amor, del suyo, por supuesto.

¿Quién nos podrá apartar de Él?

Tan sólo nos pide: “Escuchadme y comeréis bien.”

“Señor, abres la mano y nos sacias de favores.”

¡Enséñanos a ser generosos con todos! Gracias por darte a conocer.