12/4/09

Pascua 2009

“Tu victoria
en nuestra vida, por la sangre
de tu herida”


Por el P. Alberto E. Eronti de Schoenstatt, desde Buenos Aires



Los Evangelios hacen referencia a que el “primer día de la semana, muy de madrugada”, fueron al sepulcro “Algunas mujeres”, “María Magdalena”, “Pedro y Juan”…

¿A qué fueron todos ellos?, fueron a buscar un muerto amado, el Maestro de Nazareth, Jesús. ¿Qué encontraron?, la tumba vacía. Vendas y sudario doblados y colocados en lugares diferentes. Vieron, no entendieron, ¿quién se lo llevó?, ¿dónde lo pusieron? Estupor y lágrimas en las discípulas fieles.

¿Qué había ocurrido?, fueron a buscar la muerte y las sorprendió la Vida. Donde había reinado la muerte ahora había nada. Los mensajeros avisaron, “no busquen entre los muertos al que vive”. He aquí el mensaje de esta Pascua 2009. ¡No buscar donde hay muerte al que vive! Hay muchas realidades difíciles, tristes y absurdas, la tentación es quedarnos en las “fuerzas de muerte”, las que no ilusionan, no dan alegría ni vida. La famosa frase “la belleza salvará el mundo”, se hace más real, más urgente. Se trata de la belleza del amor y de la vida.

¿Qué se espera de un discípulo de Jesús? Que anuncie la “Buena Nueva” y no las nuevas pálidas, que anuncie la Buena Nueva la Vida y no la desesperanza, que sea creador de futuro y no anunciador de calamidades. ¿Es posible esto hoy? Sí, siempre es posible. El discípulo ha recibido una bendición y está llamado a ser una bendición para otros. El discípulo no es alegre por “decreto” sino por su fe y su confianza, por su esperanza y certeza, por su amor hecho servicio.

Que cada uno de nosotros seamos un signo de luz y un canto a la vida. Es decir, que seamos como la Virgen en la Pascua, como la Magdalena madrugadora en aquel domingo único. Amén.

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