15/2/09

Si quieres, puedes


Desde siempre, las enfermedades más desagradables han sido las de la piel, las que se ven. Ver una úlcera con su mal aspecto, con su olor, echa hacia atrás al más pintado.

Sin embargo, a Jesús se le acerca un enfermo de piel, un leproso, y lo hace de rodillas, porque sabe a quién se está dirigiendo, y le pide: “Si quieres”. Antepone el deseo de Jesús al suyo propio. Es como decir: “Hágase tu voluntad.” Acepta de Dios lo que le mande, “si quieres, puedes limpiarme”. No duda del poder de Dios, de Jesús, acepta lo que le dé, aunque él pide lo que cree mejor para sí mismo: la limpieza de cuerpo y alma.

Estas enfermedades son visibles, bien por llevar un vendaje, o bien porque están en la misma piel. Pero hay otras enfermedades que no se ven, se pueden intuir por algunos síntomas o por aspectos de la persona.

¿Cómo ver la envidia? ¿Cómo ver la estafa, la prevaricación, la apropiación indebida? ¿Cómo diagnosticar todo esto? Está claro, con la ayuda de un juez. Pero, ¿y si el juez también padece alguna enfermedad?

Yo lo tengo claro, me tengo que acercar a Jesús y decirle: “Amigo, yo quiero esto, pero como no sé si es lo mejor, mira, yo te lo pido, y Tú me concedes lo mejor para mí; si quieres”.

Y Jesús, verdadero hombre y verdadero Dios, que me conoce, como también a ti, por lástima, por quererme muchísimo, por vernos sufrir tanto y no poder hacer nada nosotros, nos limpia de las enfermedades. De todas.

¿Cómo explicar la muerte de seres tan queridos y de forma tan rara, accidentada, antes del tiempo natural?

Yo no puedo, pero acepto, intento aceptar, porque creo que es lo mejor, aunque no lo pueda comprender. Si tú lo puedes explicar, escríbemelo en un documento de Word, y me lo mandas. Yo lo publicaré con tu nombre.

Pero lo que sí que tengo claro es que yo, enfermo y lisiado, cuando acudo al Señor, siempre me atiende, y dentro de su iglesia, donde hay muchos enfermos y algunos muy graves, pero dentro de ella, Él me envía a mí y a todos vosotros un buen remedio: los diferentes sacramentos.

Y para mayor gozo, con la Virgen, esa Virgen de Guadalupe, que desde México nos bendice a todos los hijos, desde aquel Indio puro de corazón, hasta todos nosotros.

“Señor Jesús, si quieres, puedes limpiarme.”

Gracias por tu atención.

1 comentario:

  1. Anónimo15/2/09

    El amor regenera a la persona, restableciéndola en su dignidad. Para Jesús es impuro, lo que sale del corazón del hombre. Quién sigue a Jesús acoge a quienes la sociedad margina y abandona.
    Perdemos el tiempo si no amamos y servimos a los demás, porque no encontraremos al Señor más que en aquellos con quienes el quiso identificarse: victimas del dolor, pobres, marginados y necesitados de la tierra.

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