9/11/08

La Iglesia

Una casa no se construye por solo. En una ocasión en la que yo era estudiante, trabajé con el señor Ricardo, un fontanero experto y honrado de mi pueblo, y recuerdo que por entonces se inició una finca de pisos, veintiocho viviendas, y fuimos a ella para trabajar. Yo era una especie de ayuda para esto y aquello. Era un auxiliar de fontanero.

Recuerdo que al entrar en el edificio en construcción, en la planta baja, habían unos albañiles haciendo un tabique. Más arriba estaba un señor puliendo con una máquina el suelo, todo lleno de un caldo pastoso blanco, y así en cada planta, había mucha gente trabajando en diferentes tareas.

Necesitaba yo un enchufe para la máquina que hace las roscas a los tubos de hierro de media pulgada, y encontré uno, le quité el cable y coloqué el mío. Los gritos fueron inmediatos, las palabrotas no se hicieron esperar, el encargado de la obra bajó de la terraza donde estaban, acompañado de otros que usaban un montacargas. El dueño de la obra y empresario de construcción también se apareció ante mí. Ricardo, mi jefe, también vino: ¿Qué has hecho? Se habían reunido unas diez o doce personas inquisitoriamente a mi alrededor. Yo no comprendía el motivo y contesté claramente: He quitado de este enchufe ese hilo gris y he puesto el mío, para poder conectar la máquina y realizar mi trabajo.

¡La que se armó! Todos de pusieron a despotricar, y no conseguí entender nada, total, sólo era un hilo, ¿por qué estaban tan furiosos?

El dueño, Miguel, me lo explicó: de ese cable de corriente eléctrica dependía también el trabajo de los otros. Incluso la radio dejó de sonar. Ahora sí, me daba cuenta, y Miguel me dijo: cuando necesites luz, me la pides, y yo te pongo un cable para ti, pero no puedes actuar tú solo.

¡Qué lección tan bonita! Cuánto celo por el trabajo de cada uno bien hecho, y qué necesarios somos todos para construir un buen cuerpo, un buen edificio, la Iglesia de nuestro Señor Jesús, y de la cual nuestra Madre, la Santísima Virgen María, es la Madre, Madre de la Iglesia. Y san José, su esposo, el patrón de la misma.

Ya ves, la Sagrada Familia. ¡Qué importantes son nuestras familias para Dios!

Que Dios nos bendiga. ¿Deseas añadir algo tú?

1 comentario:

  1. Anónimo8/11/08

    Y que nos acompañe y guie en cada acto u omisión.

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