27/12/09

El respeto es imprescindible, para vivir nuestras vidas.


Hablar de la sagrada familia, quizás para algunos suene un poco extraño hoy en día, pero darle el sentido en cuanto a lo que es la veneración y respeto, quizás ya no nos dé esa connotación primaria.

De todos modos, a unos padres, nada de lo expuesto les puede resultar extraño. ¿Qué padres no desean comprender, amar, participar de la vida de sus hijos? Y esto siempre implica una cuestión de educación, desde antiguo se enseña a respetar a los padres, en todas las culturas siempre se ha considerado, siempre se ha ensalzado a las personas mayores, desde los indios, los judíos, los budistas, los musulmanes. Siempre se ha hablado de maestro, y siempre se ha tratado de una persona de cierta edad.

Hoy, quizás debido a una praxis de sacar a la planta de su cesto, e intentar justificar que debe de crecer igual, porque “yo” así lo digo... Pero no, vemos a los pocos días como dicha planta se marchita, adquiere un color amarillento y muere. Sencillamente porque las raíces de esa planta necesitan estar enterradas bajo tierra. ¡Así son las cosas! No podemos cambiar el rumbo de lo natural.

De este mismo sentir es la familia, el padre y la madre, y no cómo dicen algunos: progenitor uno y progenitor dos. Los padres son una figura, mucho más que un símbolo, merecen todo el respeto por parte de sus hijos. Pero también los padres debemos respetar y enseñar a caminar por sí solos a nuestros hijos. ¿Cómo se hace esto? Sencillamente con amor, apagando la televisión, que de tanto estiércol llena nuestros hogares, y aprendiendo a escuchar.

Yo, con todo mi respeto, tengo que añadir, que rezando también juntos, para que no tenga que hacerlo el profesor de religión, sino nosotros, los padres, los que enseñemos a vivir, a tocar al niñito Jesús, de esa manita tan chiquitita, como la de cualquier recién nacido.

A veces, no comprendemos, pero la fuerza del respeto, con el amor y el cariño, se vencen todas las dificultades. Acaso ¿la vida de José, María y Jesús fue de color de rosa? Claro que no, sino, contempla los siete dolores de la Virgen María, así como los de su esposo San José.

Solo desde el amor y el respeto se puede construir una sociedad positiva, donde el Padre y la Madre son lo que son, no lo que “algunos politiquillos” quieren que sean. Lo natural es siempre lo que es.

Que el niño nacido, Jesús, nos permita a todos acariciar esa manita tan diminuta, con esos cinco deditos tan preciosos, para lograr ese cambio tan necesario en los corazones de todos los hombres.

2 comentarios:

  1. Gracias por tu reflexión, Tono. Realmente, cuando una persona recibe el don de la fe y responde favorablemente a ello, la esperanza y la caridad habitan también en ella. Más que las obras que esa persona realiza, lo que nos puede mostrar sus verdaderas motivaciones son sus actitudes. Aquí es donde entra de lleno el tema que nos expones. Una fe vivida sin respeto hacia los demás, hacia la sociedad y hacia todo, no es verdadera fe, sino filosofía, ideología, o cualquiera otra cosa. Creo que el respeto es una dimensión de la persona que es directamente proporcional a la vivencia de su fe. Y si el grado de respeto que es capaz de mostrar una persona nos permite ver su fe, también nos permite ver su esperanza y su caridad. De todas formas, no se puede juzgar aquello que no se ve, y el propio Jesús nos advirtió que no lo hiciéramos. Fuere como fuere, la contemplación del respeto, como algo inherente al misterio mismo de Dios, nos ayuda a saber con quien estamos y a poder apreciar la imagen divina que hay en cada uno de nosotros y en aquellos que nos rodean. Busquemos la imagen de Dios en cada hombre y ayudemos a todos a descubrirla, pero eso sí, siempre desde el amor, la verdad y el respeto. Respetemos, pues, también a aquellos que no quieren descubrirla y oremos mucho por ellos.

    ResponderEliminar
  2. Anónimo27/12/09

    El respeto se aprende con la educación (dentro y fuera de la familia) de los valores humanos eternos y se ejerce con mucho sentido común de la sociedad en la que cada cual vive.
    Parece que ambas no son frecuentes y menos con el amor que desde tu reflexión haces.
    Como estamos en Navidad, demos opción a la esperanza y que nunca nos falle.

    ResponderEliminar