31/7/11

Cinco panes y dos peces.

Jesús se acaba de enterar que su mejor amigo ha muerto a manos de Herodes. Todos conocemos ya la escena en que Herodes desea que su hija Salomé baile para él; y esta le pide a cambio la cabeza de Juan el Bautista en bandeja de plata. Cumplida esta sentencia, Jesús se entera de ello y decide retirarse a un lugar desierto. No se retira porque se sintiera incomprendido ni para evitar un peligro, sino que simplemente sigue enseñando a sus discípulos.

La gente de los alrededores lo seguía tal y como se fueron enterando que estaba en este lugar. Fijaos la contradicción: Jesús buscaba soledad y se encontró con la muchedumbre. Cualquiera de nosotros hubiéramos cambiado de lugar en tal de estar solos. Pero Jesús, no lo hizo así, sino que por el contrario se quedó y curó a los enfermos.

La tarde iba cayendo, anochecía, y, los discípulos le dijeron a Jesús que les mandará al pueblo para que les dieran de comer, y Jesús en cambio les dijo: dadles vosotros de comer. Estos se justificaban diciendo: Señor, no tenemos más que cinco panes y dos peces y no hay para tantos. Y aquí llega el milagro. Con esos cinco panes y dos peces, Jesús dio la bendición y misteriosamente “comieron todos hasta quedar saciados”- dice la Escritura. Y no solamente eso, sino que también sobraron doce cestos.

De aquí podemos sacar unas conclusiones: primero, Jesús dio la vuelta a la petición de los apóstoles y les dijo que les dieran ellos de comer. Esto significa que Jesús quiere que colaboremos nosotros con Él y de esta manera seamos administradores de la caridad. En segundo lugar, los apóstoles les dicen que tienen poco, y Jesús con ese poco hace que coman todos y aún sobra comida. Es decir, Jesús cuando nos pide algo y nosotros no nos vemos capaces, nos pide lo que tenemos, y el resto lo hará Él. Cuando sentimos que Jesús nos encomienda una misión que nosotros vemos que nos viene grande, entonces nos justificamos diciendo que no tenemos suficiente. Y aquí llega su misericordia: “El te dice: tráeme aquí tu humildad, tu bondad, tus cualidades, todo lo que tu tengas que yo lo voy a multiplicar”. Y así ocurrió con los panes y los peces. Sobraron doce cestos. El número doce en las Sagradas Escrituras significa la humanidad entera, las doce tribus de Israel… esto que significa que, de nuestra pequeñez Jesús multiplica y llega a toda la humanidad.

Finalmente, una vez comieron las gentes, Jesús las despidió y se marchó Él con los apóstoles.

SANTIAGO CHECA

24/7/11

EL REINO DE LOS CIELOS.

Esta semana Jesús nos ilustra con tres parábolas sobre el Reino de Dios. Las parábolas (como habré explicado en otras ocasiones) son metáforas que Jesús contaba a la gente para que éstas entendieran su similitud con el Reino de Dios.

Además, este evangelio se puede dividir en dos partes o dos mensajes. La primera parte va desde el que encuentra el tesoro hasta el comerciante que vende sus joyas para comprar la otra que vale mucho más. La segunda parte que cambia la temática y nos habla de pescadores y el final de los tiempos.

Con esto, se nos quiere decir dos cosas: la primera, en ambos casos, supone un cambio a mejor, un sacrificio, porque el que lo lleva a cabo sabe que vale la pena. El que ha encontrado el tesoro sabe y conoce que si vende todo lo que tiene y reúne lo que necesita para comprar el campo en el que está enterrado el tesoro, sabe que cuando lo compre quedará más que satisfecho. A continuación, nos habla del comerciante. El comerciante es aquel que conoce el valor de lo que ha encontrado y decide vender sus joyas para comprar otra mejor. En ambos casos, se deriva un desprendimiento, un abandono de sus posesiones más valiosas a cambio de otra mejor. En este caso, se trata del Reino de Dios, que supone desprenderse de los malos hábitos porque sabemos que la recompensa supera en creces la vida anterior.

En segundo lugar, Jesús dice claramente que en el Reino de los Cielos separan a los buenos hombres de los malos. Los buenos hombres son los que han sabido sacrificarse. Es como el que decide cambiar de armario porque la ropa que tiene no le viste bien y se ha ahorrado mucho para cambiar.

¿Qué os parece? ¿Estáis dispuestos a sacrificaros para conseguir la joya o no?

Santiago Checa.

10/7/11

BENEDICTO XVI,SACERDOS ET PONTIFEX. 60 AÑOS CONSTUYENDO PUENTES.

Roma.7 de julio de 2011

P.Guillermo M.Cassone

El 29 de junio celebramos junto al Santo Padre,en la Basílica de San Pedro, los 60 años de su ordenación sacerdotal,con una Misa hermosísima desde los cantos polifónicos,la solemnidad de los ritos,la presencia de tantas personas de tan variados paises y culturas,el clima festivo y sobre todo la homilía testimonial en la que habló en primera persona de su vocación,abriendo su corazón con sencillez y calidez. La verdad es que me conmovió.

He seguido reflexionando esta semana sobre la persona y el carisma de nuestro Santo Padre y me pareció que al decir CONSTRUCTOR DE PUENTES, traducción del latin PONTIFEX,hay como una constante de su estilo personal.

Repasando sus documentos,homilias,discursos,encíclicas y conferencias se nota la inquietud por unir la FE Y LA RAZON mostrando que ambas exprimen la búsqueda de VERDAD del hombre,del sentido religioso de la vida y la historia,de la primacía de Dios para un verdadero y liberador humanismo.

Siguiendo sus gestos,audiencias,viajes y entrevistas se revela la PRIMACIA DEL AMOR,capaz de unir personas,culturas,formas de pensar y orar a traves del DIALOGO sincero,honesto y respetuoso.

Observando su modo de darse a las personas,los grupos y las multitudes se ve siempre la misma ACTITUD DE HUMILDE SERVICIO Y ACOGIDA,con su mirada transparente,llena de respeto y su capacidad de escuchar con atención y empatía,creando un vínculo de sobria afectividad.

Participando en sus Eucarístias,celebraciones de la Palabra o del Oficio divino se manifiesta un hombre de una piedad profunda,sobria,austera y a la vez con el gusto por la BELLEZA DE LA LITURGIA,que irradia naturalmente. Allí es donde ejerce como Pontifex entre el cielo y la tierra lo más significativo de su ministerio sacerdotal y episcopal.

Agradezcamos a Dios que en esta etapa de la vida de la Iglesia y de la historia de la humanidad nos ha regalado este gran hombre de Dios, Pastor, Testigo y Maestro.Oremos por él y su ministerio de unir a a toda la Iglesia y de ser Evangelizador de nuestra humanidad sedienta de Dios y de esperanza.

Y tú, ¿quién dices que soy yo?

La pregunta del millón, ¿quién es Jesús para ti?. Para mi es el Dios Todopoderoso que vino a nosotros, para que nos pudiéramos salvar todos por Él, de todos los pueblos, de todas las razas. Aquí enlazaría con ese salmo, “mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.” ¿Te apetece que lo leamos?, vamos a leerlo al tiempo que lo escuchamos, con ese silencio de todo mi yo-tú.

“Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua”.

Viene como anillo al dedo, es todo un recital poético sobre la amistad, sobre las ganas de estar con Él.

Lo de la cruz, eso ya es otra cosa. Muchos se refieren a la cruz, a las cruces de su vida, a todo lo malo, lo no deseado, lo no comprendido... las dificultades, las tristezas...

Y para ti, ¿cuál es la cruz?

Para mí la cruz no son todos esos problemas ni tampoco mi enfermedad, ya que me está acercando más todavía a Jesús, casi tengo que dar gracias de vivir esos dolores, esos... ¿qué más da? Si cada uno tiene los suyos.

Para mí, lo realmente penoso, lo que me produce angustia, mi cruz, es mi propio pecado. Esos pensamientos negativos, esas dudas hacia aquel otro, esa boquita ácida que no calla... Esas basuras, porque todo esto ensucia mucho más que otras cosas. La cruz de cada uno es eso, porque fijaros lo que dice al comenzar su carta el apóstol Santiago, 1,2-4.

“Teneos por muy dichosos cuando os veáis asediados por toda clase de pruebas. Sabed que, al ponerse a prueba vuestra fe, os dará constancia. Y si la constancia llega al final, seréis perfectos e íntegros, sin falta alguna”.

No intento darte ninguna clase, pero me ratifico en eso de que mi cruz es aceptarme a mí mismo, y a ti, no lo olvides, porque tú, todos nosotros tenemos que cargar con todo lo nuestro, la cruz, nos hace comprender que hay que hacer el bien allá donde estemos, en la escuela, en la clase, en el quirófano, en el puesto de guardia, en las tareas de la limpieza, en los desplazamientos, en los paseos...

El Señor Jesús sabe bien quién somos cada uno de nosotros, a Él no lo podemos comprender, ¡gracias a Dios!, pero nunca nos deja solos, y menos en los momentos más difíciles de nuestra vida. El sufrimiento hay que aceptarlo como ayuda para la perfección.

¿Por qué no te animas y me das tu opinión, me dices lo que piensas? ¿Te das cuenta de cómo empieza todo? ¡Orando solo! Sin la oración no hay respuesta. O sea, si no encuentras respuesta revisa tu oración, porque puede, y solo digo puede, que haga algo de tiempo que la has olvidado, abandonado. ¡No pasa nada! Pero retómala de nuevo, intensifícala.

Y tú, ¿quién dices que soy yo?

4/7/11

LOS HUMILDES Y LOS MANSOS.

Una vez más Jesús nos da una de sus lecciones magistrales. Que suerte tenemos. El Gran Maestro nos da clases a nosotros. Y nuestra recompensa por llevar a cabo sus enseñanzas sería la Vida Eterna.

En primer lugar, nos dice que sólo Dios se revela en los humildes de corazón y en los sencillos. Y no es que no quiera revelarse a los demás, ya que la salvación es para todos, seamos como seamos. Sólo falta que le abramos la puerta. Por eso, los humildes lo tienen más fácil porque tienen su corazón y su alma vacía de todo nuestro mundo lo quiere llenar. Los demás, los que no son humildes habrán de hacer un gran esfuerzo para vaciarse de ellos mismos. Lo primero de todo es reconocer que les falta humildad, están llenos de otras cosas que no son Dios y por eso no le reconocen cuando Dios se les está mostrando. Pero, de lo que más cuesta librarse para llegar a ser humilde y la que más obstaculiza a Dios es nuestro propio Yo, nuestro egoísmo, nuestro amor propio. En nuestra fe, tenemos muchos ejemplos de esto. Así pues, Dios se apareció a María, una joven nazarena que era sencilla y humilde. Jesús resucitado se apareció a los doce porque sabía que le reconocerían por su fe. ¿Por qué no se le apareció, por ejemplo, a Pilatos, o a Herodes? Por la sencilla razón de que el poder que tenían ellos no lo iban a reconocer. Hace mucho tiempo en Lourdes se apareció la Virgen a una niña también muy sencilla llamada Bernardita. Aquí, tenemos ya muchos ejemplos de revelaciones dirigidas a la gente pobre y humilde.

En segundo lugar, la mansedumbre que nos muestra Jesús es el fruto del Espíritu Santo que nos hace ser dóciles, tener mano izquierda con los demás. No dejarse llevar por los arrebatos de la ira ni los enfados. San Juan en sus cartas que quien no ama al hermano, no conoce a Dios. Y de eso se trata precisamente. ¿Qué padre o madre hay que permita que sus hijos se peleen o se riñan? ¿No son iguales todos los hijos para los padres? De la misma manera, como todos somos hijos de Dios, Él no permitirá que no amemos a los demás hermanos.

Finalmente, después de esta lección de Jesús sobre a quien se revela Dios. Se pone Él mismo de ejemplo y sólo nos pide que descansemos en ÉL cuando estemos cansados y agobiados. Y Él hará lo demás. ¡Pues adelante!

SANTIAGO CHECA