28/11/11

Reflexion matrimonial para el Adviento. P. Alberto Eronti.

Pensando en la “espiritualidad matrimonial”: Los discípulos de Emaús (Lc. 24,13-35)

Pasaron ya varios días desde que llegó a mis manos una lámina de la revista “Umbrales”, editada por la Comunidad de los padres Dehonianos. La lámina lleva transcriptas, del lado izquierdo, unas palabras del P. León Dehon que me impresionaron: “El culto del Corazón de Jesús no es para nosotros una simple devoción, sino una verdadera renovación de toda la vida cristiana”. ¡Hermosa y profunda afirmación!

Del lado derecho está el icono de Quinto Regazzoni titulado: “Nuestro corazón ardía”. En el mismo están, sentados en torno a una pequeña mesa, Jesús en el centro, a su derecha un varón y a su izquierda una mujer. Sobre la mesa hay una plato con la imagen del Cordero inmolado. A los pies de ambos acompañantes de Jesús están escritos sus nombres: “Cleofás” y “María de Cleofás”. Se trata, obviamente, de los llamados comúnmente “discípulos de Emaús”. Pero, ¿un varón y una mujer?, ¿no eran acaso dos varones? Regazzoni escribe, además a los pies del icono: “Nuestro corazón ardía mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras”

El Evangelista San Lucas sólo nombra a uno de ellos, Cleofás, pero no al otro o a la otra. ¿Qué asidero evangélico habría para decir que eran varón y mujer y que, además era un matrimonio? El Evangelista San Juan al relatar la escena de la crucifixión escribe que “estaban junto a la cruz de Jesús su madre, la hermana de su madre, María de Cleofás y María Magdalena” (Jn. 19,25-26). Según la costumbre de la época a los hijos varones se les conocía por el nombre y se hacía referencia al nombre de su padre; así en el caso de Pedro Jesús le llama “Simón, hijo de Juan”. Igualmente a las mujeres casadas se les decía su nombre y el del marido: “Susana, (mujer) de Cusa”, “María (mujer) de Cleofás”. Si bien no hay una certeza total de que se tratara de los esposos Cleofás y María, no hay forma de probar que no fueran, al menos partiendo de los Evangelios.

Es así que reflexionando sobre la vida conyugal, es realmente sencillo asumir este texto de San Lucas como la más bella descripción de lo que es el amor y la vida de un varón y una mujer unidos en Jesucristo por el Sacramento del matrimonio. El rito de la celebración de la boda es un final y un comienzo. El final de un tiempo en el que un varón y una mujer se enamoraron, se conocieron y concluyeron que eran el uno para el otro. Esto es lo que llamamos noviazgo. El Sacramento, a su vez, es el inicio de un camino “hasta que la muerte nos separe”. Tras la celebración de la boda, el joven matrimonio se va. Se va a vivir su vida, la que soñaron y planificaron. El camino es largo, llevará años recorrerlo. Es un caminar entre Jerusalem y Emaús, para volver un día a Jerusalem a dar la buena noticia que el amor está vivo y es pleno. Pero, han de caminar juntos y no todo es fácil en el caminar.

¿Qué hacían Cleofás y María en su caminar? San Lucas escribe que: “comentaban lo sucedido…conversaban y discutían” ¿No son estos tres verbos una descripción de la vida conyugal? En el diario vivir los esposos comentan los sucesos de la vida y de su vida, conversan sobre ellos y sus hijos, discuten hasta llegar o no a un acuerdo. Ahora bien, los esposos, que se unieron en el altar, no salen a caminar solos, el Señor los ha bendecido por la persona y las manos del sacerdote y se les ofrece para “caminar con ellos”.

Cleofás y María estaban tan centrados en su tema, que no tuvieron ojos para “reconocer” a Jesús en el caminante que se les aparejó. Es así que busca introducirse en lo que les ocupa y preocupa: “¿Qué conversación es esa que os traéis en vuestro caminar?”. Como suele ocurrir frecuentemente los cónyuges responden un tanto sorprendidos y algo molestos: “¿Eres tu el único…que no se ha enterado de lo ocurrido…? Jesús, que quiere tender un puente entre ellos dos y entre ellos y él les pregunta a su vez: “¿Qué? Es así que los esposos le cuentan de qué hablaban y de su desazón por lo que habían esperado y lo que finalmente ocurrió. La expresión “nosotros esperábamos…”, es reveladora de su actitud interior: estaban centrados en ellos y no atinaban a mirar más allá, a ampliar su visión de los hechos. Le contarán al Caminante que después de tres días ha habido rumores que el cuerpo de Jesús no estaba en el sepulcro, que se habían aparecido ángeles, “pero -terminan lacónicamente- a él no lo vieron”.

La reacción del Caminante es llamativa por lo segura y enérgica: “¡Qué torpes sois y qué lentos para entender…! Y es así que les fue explicando lo que para los esposos era inexplicable. Al aproximarse a la aldea de Emaús, el Caminante hace ademán de seguir su marcha, pero algo ya estaba ocurriendo en el interior de Cleofás y María, por eso más que invitarle le ruegan: “Quédate con nosotros, que está atardeciendo y el día ya declina” El texto dice literalmente: “Él entró para quedarse” y agrega luego: “Recostado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo ofreció. Se les abrieron los ojos y le reconocieron”. En ese instante Jesús desapareció…, ya había hecho su labor y los esposos lo reconocieron y se les iluminó lo que habían vivido.

En la vida matrimonial los esposos conjugan los tres verbos señalados, también hay momentos y sucesos que los muestran lentos, torpes para comprender. Momentos que se centran en ellos, que se enfrentan entre ellos, y que no logran tener una mirada de fe hacia lo que viven y experimentan. Sin embargo, según el relato de San Lucas, esas experiencias están destinadas a producir un doble encuentro: de los esposos entre sí y de ambos con Aquel que camina en ellos y junto a ellos. Sólo si aceptan que Jesús se les una, que le pidan que les ayude a entender lo que les desborda, podrán superar la oscuridad de sus vidas y entrar en la luz. Pero el Caminante no sólo pone luz en lo oscuro, sino que hace de toda alegría una plenitud. Por esto “el corazón les ardía”, el Amor había abrasado la vida y el amor de ambos. ¡Es cuando el amor se hace ardiente!

Al elaborar una espiritualidad conyugal, es fundamental reflexionar que no es casualidad que el primer milagro Jesús lo realizara, en Caná, como un servicio al amor de unos jóvenes esposos y por la acción mediadora de María (Jn.2,1-11). Tampoco es casualidad que la primera aparición del Resucitado, en el Evangelio de Lucas, sea a un matrimonio. Ambos sucesos debieran constituir la base firme de toda espiritualidad matrimonial.

¡Que bueno sería que los matrimonios tuvieran en sus hogares los iconos de la boda de Caná y de los discípulos de Emaús!

P. Alberto E. Eronti

19/11/11

ESTAD ATENTOS PARA QUE NADIE OS ENGAÑE

"¡Cuidado que nadie os engañe” es una advertencia que hoy nos hace Jesús tan próximos ya a este final del tiempo litúrgico, no del final de los tiempos.

Hay una serie de advertencias que quizá algunos “usurpadores” utilizarán para meter miedo con el final de los tiempo. Las guerras, las catástrofes, las persecuciones, y todo tipo de epidemias, tales como la deslealtad, y a pesar de que nos pide con estos evangelios que seamos leales para salvar el alma, que es lo realmente importante. Todo lo demás, las casas, nuestras pequeñas posesiones, el coche, todo absolutamente todo, quedará aquí el día de nuestro final. Éste si que será el final del tiempo de cada uno.

¿Qué se nos pide? Oración y perseverancia, si queremos salvar nuestras almas. Y qué mensaje más esperanzador es éste “ni un pelo de vuestra cabeza perecerá”. ¿Quién puede estar más atento a mis necesidades?

En todos los tiempos de la historia, ha habido, han creído ver todas estas señales, y ninguno estaba en lo cierto, y hoy en día hay quienes, van metiendo miedo de que esa fecha es en el 2012. ¿Qué nos importa la fecha? Lo importante es perseverar en la confianza de Dios, “Jesús, en ti confío”, y Jesús mismo nos lo repite una y otra vez: “vigilad y orad, pues no sabéis cuándo es el momento”.

Aún a pesar de esto, algunos se empeñan en poner fechas, ¿no será que saben más que Dios mismo? ¿No serán éstos los que nos quieran engañar, usurpando el nombre de Jesús? “No vayáis tras ellos... No tengáis pánico”. Esto si es de Dios, abandonémonos a su confianza, a sus brazos misericordiosos, desde la oración y la vigilancia, ésta si es nuestra tarea, ésta si es nuestra misión.
Nadie excepto el embustero, puede decir a alguien que tiene la misión de dar a conocer la fecha, puesto que ninguno la conoce. ¡Gracias a Dios!

Nosotros a la nuestra, hemos de seguir mirando a Cristo, y no a nuestro alrededor, porque de lo contrario nos despistamos y dejamos de ser seguidores de Cristo, por lo tanto, dejamos de ser cristianos.

¿No estará pasando ya algo de esto? Mi misión es seguir a Cristo, y para que me resulte más accesible lo hago a través de la Virgen María, su madre y nuestra madre, y a Ella le pido la ayuda para perseverar.

Gracias a la Iglesia, por dejarme ser un miembro de ella, y aunque soy pecador, ella es santa. Así nos ocurre a todos nosotros, queremos... pero a veces... no podemos, no sabemos, no nos damos cuenta.

“Orad y perseverad” que la Navidad está ya cercana, ese Amor nacerá para todos nosotros.

¿Tú que opinas?

12/11/11

Soluciones para la crisis actual de la fe.

He meditado con sencillez en este trabajo y me ha venido a la mente el capítulo tres del primer libro de los Macabeos, cuando Judas, responde a la pregunta de cómo van a luchar contra toda esa multitud tan bien armada: A Dios lo mismo le cuesta salvar con muchos que con pocos, pues la victoria no depende del número de los soldados, ya que la verdadera fuerza viene del cielo. Además nosotros, que ya hemos tenido la gracia de conocer al Salvador, sabemos que nuestra salvación viene por Él, y como dice san Pablo ya tenemos las armas necesarias.


A mí, todo esto de la Sagrada Escritura, me hace pensar en una solución, en el ejemplo que yo pueda dar, desde mi comportamiento en la calle, en el trabajo, y fundamentalmente en mi casa, a mis hijos, y cuanto más sea capaz de aumentar el círculo de amor más fuerza tendrá este testimonio.

Acción y oración, aunque para mí es Oración, y con las pilas llenas, puedo pasar a darme a otro, a partirme con otros, ya que si no soy Yo, estoy vacío, y nada puedo ofrecer a nadie.

No le digo a nadie lo que tiene que hacer, pero le incito a cambiar a positivo, como dicen otros, y desde mí poder transmitir una fe grande y viva.

Me encanta ir a la eucaristía unos cuarenta minutos antes para entrar en la capilla del Sagrario, para escuchar los buenos consejos, para que me llene Él. Me encantan las homilías todos los días. Me llena la exposición solemne del Santísimo, y la bendición final del sacerdote con el mismo Cristo Jesús. Me hace falta asistir al Sagrario todas las semanas, al menos unas dos horas, para tener tiempo de escuchar desde el silencio. Me llena de gozo cuando Jesús acepta mi invitación de sentarse junto a mí en el mismo banco de madera.

Creo que mi vida es esto, y luego, cuando los tanques de carburante se me han llenado gratis, poder ser un transmisor de ese amor también gratis, y siempre, a ser posible, desde una sonrisa.

Siento no poder dar soluciones, y espero recibir muchas sugerencias, para intentar, desde mi corazón, poder plasmarlas.

¿Qué otras soluciones das tú?

6/11/11

Hagamos ecología de verdad

Siempre he oído la expresión: “que nos coja confesados”, y yo creo que es mucho mejor decir: “que nos coja comulgados”. Voy a intentar explicarme si puedo, un poco más. La situación las cosas, los acontecimientos parecen ir muy mal, como de hecho así es. Da la impresión de que el sol se este haciendo tinieblas, es decir, que la luz se hace oscuridad, por lo tanto la luna que refleja la luz del sol, no puede darnos su resplandor propio. Ni tampoco las estrellas del rock, ni los súper futbolistas, ni los súper adinerados, ni los súper bancos, ni el súper capitalismo desmesurado y egoísta. De tal modo que muchos que se creen astros del firmamento, con una simple torcedura de tobillo, quedan postrados sin la posibilidad de poderse mover por ellos mismos.


Tu y yo, todos nosotros, nos necesitamos, y todos somos igual de importantes, cada uno en la responsabilidad del don recibido, según el virtuosismo personal, pero todos nos necesitamos. Y ahora, al acabar el año litúrgico, precisamente es la Iglesia a través de la liturgia la que nos recuerda que algún día nos marcharemos dando igual que seas estrella o estrellado, aquí nadie se va a quedar.

Pero dentro de tanta inmoralidad, debido a la escasez de columnas que nos sustentan, nos queda la esperanza, precisamente porque las “palabras no pasarán”. El sol lucirá aunque intenten teñirlo de oscuridad, porque el Bien, que es el Padre, puede en todo momento con las fuerzas del mal, que no son otras que las del demonio, donde para la perdición de los hombres utiliza sus mayores empresas, como la mentira, la difamación, la soberbia, la arrogancia, la avaricia...

Y ese final, tanto el nuestro, el de nuestros familiares, el apocalíptico, nadie lo sabe, ni los mismos ángeles, ni buenos ni malos (demonios), conocen el momento y la hora en que ocurrirá. Tan solo uno es el conocedor.

¿Por qué digo que nos coja comulgados?, precisamente porque al ser tomadores del cuerpo de Cristo, intentamos ser como Él quiere que seamos: Santos. Y tan solo con su gracia lo podemos conseguir. Al tomar el cuerpo de Cristo, precisamente hacemos comunión con la Iglesia, esa comunidad universal, donde los hombres somos hermanos, y ya no cabe el pasar por encima de los otros, el engaño ya no es necesario. Tan solo siguiendo a Jesús, todo este mundo raro que nos envuelve se puede vencer. Tan solo caminando con Jesús, verdadero Dios, podemos poner las cosas donde tocan.

¿Es justo que yo me haga rico a costa de empobrecer a otros? Eso es injusticia, y no desarrollo empresarial, y tampoco es caridad, el darles a esos pobres lo que les ha sido robado.

Solo sintiéndonos todos hijos de Dios, siéndolo, podemos llegar a ser hermanos. ¡A un hermano no se le puede hacer una guarrada de esas! Es difícil, pero hay que intentarlo, nos va mucho más que la vida en ello.

El cielo pasará, y también la tierra, pero únicamente tenemos la esperanza de unas palabras tan humanas, tan llenas de vida, de igualdad, de progreso, de modernismo, que nunca jamás pasarán. De hecho son más de dos mil años de continua actualidad.