6/11/11

Hagamos ecología de verdad

Siempre he oído la expresión: “que nos coja confesados”, y yo creo que es mucho mejor decir: “que nos coja comulgados”. Voy a intentar explicarme si puedo, un poco más. La situación las cosas, los acontecimientos parecen ir muy mal, como de hecho así es. Da la impresión de que el sol se este haciendo tinieblas, es decir, que la luz se hace oscuridad, por lo tanto la luna que refleja la luz del sol, no puede darnos su resplandor propio. Ni tampoco las estrellas del rock, ni los súper futbolistas, ni los súper adinerados, ni los súper bancos, ni el súper capitalismo desmesurado y egoísta. De tal modo que muchos que se creen astros del firmamento, con una simple torcedura de tobillo, quedan postrados sin la posibilidad de poderse mover por ellos mismos.


Tu y yo, todos nosotros, nos necesitamos, y todos somos igual de importantes, cada uno en la responsabilidad del don recibido, según el virtuosismo personal, pero todos nos necesitamos. Y ahora, al acabar el año litúrgico, precisamente es la Iglesia a través de la liturgia la que nos recuerda que algún día nos marcharemos dando igual que seas estrella o estrellado, aquí nadie se va a quedar.

Pero dentro de tanta inmoralidad, debido a la escasez de columnas que nos sustentan, nos queda la esperanza, precisamente porque las “palabras no pasarán”. El sol lucirá aunque intenten teñirlo de oscuridad, porque el Bien, que es el Padre, puede en todo momento con las fuerzas del mal, que no son otras que las del demonio, donde para la perdición de los hombres utiliza sus mayores empresas, como la mentira, la difamación, la soberbia, la arrogancia, la avaricia...

Y ese final, tanto el nuestro, el de nuestros familiares, el apocalíptico, nadie lo sabe, ni los mismos ángeles, ni buenos ni malos (demonios), conocen el momento y la hora en que ocurrirá. Tan solo uno es el conocedor.

¿Por qué digo que nos coja comulgados?, precisamente porque al ser tomadores del cuerpo de Cristo, intentamos ser como Él quiere que seamos: Santos. Y tan solo con su gracia lo podemos conseguir. Al tomar el cuerpo de Cristo, precisamente hacemos comunión con la Iglesia, esa comunidad universal, donde los hombres somos hermanos, y ya no cabe el pasar por encima de los otros, el engaño ya no es necesario. Tan solo siguiendo a Jesús, todo este mundo raro que nos envuelve se puede vencer. Tan solo caminando con Jesús, verdadero Dios, podemos poner las cosas donde tocan.

¿Es justo que yo me haga rico a costa de empobrecer a otros? Eso es injusticia, y no desarrollo empresarial, y tampoco es caridad, el darles a esos pobres lo que les ha sido robado.

Solo sintiéndonos todos hijos de Dios, siéndolo, podemos llegar a ser hermanos. ¡A un hermano no se le puede hacer una guarrada de esas! Es difícil, pero hay que intentarlo, nos va mucho más que la vida en ello.

El cielo pasará, y también la tierra, pero únicamente tenemos la esperanza de unas palabras tan humanas, tan llenas de vida, de igualdad, de progreso, de modernismo, que nunca jamás pasarán. De hecho son más de dos mil años de continua actualidad.

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