¿Cómo callar cuando Dios actúa en nosotros? Es
imposible, sencillamente es inadecuado. Como diría un bueno programador
publicitario: es inviable.
Dios, Jesús, te abre y ya no hay forma de callar, y por otra parte es lo justo, ya que la persona como norma es agradecida.
¿Por
qué entonces la Iglesia, tantos milagros como se hacen, no los declara
oficialmente? Muy sencillo, no hace falta de un lado y del otro, por una
sana y buena precaución.
Jesús no es un mago que realiza sus
magias a través de una bola de cristal, o un tarot, sino que todo su
mensaje está lleno de amor, porque la salvación que Él nos trae con su
reino no es otra cosa que la salvación completa, a través del Amor. ¿Hay
alguna energía mayor y más potente que el amor?
Él nos quiere
como somos, nos conoce, y nosotros hemos de aprender a amar al prójimo
como es, sin añadidos ni lujosos envoltorios. El hombre es lo que es, y
siempre con la gracia de Dios.
Dios pone su poder, su brazo, al
servicio del hombre necesitado, del que le pide, y en ocasiones también
del que nada le solicitó. Y esto produce una experiencia de Dios que
cambia toda una vida, generando una conversión de corazón completa.
¿Recuerdas
cómo Pedro se echa a los pies de Jesús, después de ver el milagro de la
pesca? “Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.” Y Él responde “No
temas”, y su vida cambió por completo, pasando a ser un pescador de
hombres, el primer Papa de nuestra Iglesia. Cuántas personas quisieran
ser
religios@s, sacerdotes, pero esperan un “milagro”, porque tienen miedo.
¡No
temas! No esperes más, el milagro es la llamada, y Dios te conoce y
sabe que serás un buen sacerdote, un buen religioso-a. “¡Effeta!”, abre
tu corazón a la salvación que Dios te da. Y lo hago en primera persona,
porque el Señor siempre lo hace en primera persona. A cada uno nos da lo
que necesitamos, pero Él siempre está ahí, vayamos vestidos con mejores
galas o de un modo más pobre.
Jesús a todos nos ama por igual, no hay favoritos.