1/6/08

La importancia de la Palabra

Cuántas veces hablamos por hablar, para no decir nada, y cuántas también para poner a alguien verde, la murmuración, ese pequeño “comentario inocente”.

¿Acaso tú nunca has hablado de nadie? ¿Nunca has criticado?

Estoy pensando lo mismo que tú: si supiéramos todo lo que podemos construir con una buena palabra, con una bendición, lo haríamos más veces. ¡Que Dios te bendiga! Y por el contrario: si supiéramos, o en el tiempo pudiéramos comprobar el daño que podemos hacer con una mala palabra, seguro que nos callaríamos.

¡Cuánta responsabilidad tenemos nosotros!

Hoy Moisés nos recuerda esto de las buenas palabras, y cómo debemos introducirlas en nuestro corazón, porque con ellas construimos una casa bien cimentada, sobre piedra, y aunque llueva abundantemente, aunque bajen los ríos de la oscuridad, aunque el mal nos ataque, la casa aguanta, y resiste todos los envistes que pudiera sufrir, porque la bendición siempre será más fuerte, más poderosa, que la maldición. Y esto lo podemos practicar escuchando la Palabra de Dios, en esa mesa que compartimos en la Santa Eucaristía, la Palabra que escuchamos y debemos meter en nuestra alma, para que en todo momento nos aleje de pronunciar esas malas palabras contra alguien, cotorreando como gallinas.

La casa cimentada sobre la piedra -como Dios quiere, que siempre es lo mejor para nosotros- aguanta contra toda corriente, y a pesar de que por alguna ventana, mal cerrada, o con alguna pequeña fisura, puedan entrar esos vientos raros, esas aguas atormentadas, aún así, la casa aguanta en su conjunto.

En todas las casas hay algunas manchas por humedad, siempre hay pequeños detalles por algún golpe, una tubería que no funciona bien. Aun así, la casa, la Iglesia fundada en esta Piedra, ahí está, sosteniéndose y dando fortaleza y cobijo a todos los caminantes que pasan por ella, recibiendo la bendición del Señor, escuchando su Palabra, para poderla poner en práctica las veinticuatro horas del día.

La puerta está abierta siempre, ¿quieres entrar?

1 comentario:

  1. ¡la murmuración!. ¡quien esté limpio de culpa, que eche la primera piedra......lo dijo Jesús a los que querían apedrear a la mujer adúltera.
    ¿cuántos de nosotros podríamos echar la primera piedra? ¿quien puede reparar el daño hecho por una murmuración ?, ¿quien puede recoger un vaso de agua echado por "accidente"? con la murmuración pasa lo mismo y eso es que muchas, demasiadas veces damos por bueno el "comentario" de alguien sin comprobar su veracidad.
    yo he practicado un ejercicio con niños adolescentes que dan por bueno el dicho popular de:" no te creas nada de lo que te digan y sólo la mitad de lo que veas".
    El ejercicio era el siguiente: le contaba un cuento a un niño y los demás estaban fuera del recinto, al terminar pasaba otro niño a la sala y yo mantenía silencio mientras el primer niño contaba el cuento al segundo,al finalizar salíamos el primer niño y yo y se quedó el segundo contándole el cuento a un tercero, salía el segundo y quedaba el tercero para contar el cuento al siguiente, así sucesivamente hasta completar el grupo.
    no podéis imaginar el resultado: la historia primera no tenía nada que ver con la historia final.
    Así puede acabar toda murmuración, y yo digo como Jesús "...si tu lengua te es motivo de pecado cortatela......." ( no la saques de la boca)¡¡tanto nos cuesta ver, oír y callar!! mejor dicho no callar ante la maledicencia sino afear la conducta al murmurador diciéndole que otro día puede caer el/ella, en boca de un "murmurador" ¿le gustaría?
    Señor, líbranos de la maledicencia.

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