1/5/11

¿Continua el miedo?

Continúa siendo de noche. Si recordamos el evangelio del domingo anterior, María Magdalena, Pedro y Juan fueron al sepulcro de noche. La noche, como dijimos, significa temor, falta de fe, dudas… Esta vez la noche y el miedo son consecuencia, según cuenta el evangelio, de los romanos.
Los discípulos se encerraron, estaban aterrorizados. Sabían que los romanos les buscarían, pero ellos todavía no se encontraban preparados para dar la cara por Jesús. Es entonces, cuando Jesús se aparece en medio de ellos. El sentido que tienen las apariciones, es de dar luz a nuestra oscuridad, a salir de nosotros mismos, a darnos la fuerza necesaria para emprender la misión encomendada.
Y de nuevo, una misión más: perdonad los pecados. Este es el momento en que Jesús instaura el sacramento de la penitencia. Les regala el Espíritu Santo y les pide que perdonen los pecados. Fijaos bien, detrás de cada aparición hay una misión: primero, se aparece a María Magdalena y le pide que transmita su mensaje, ahora se aparece al resto y les encomienda otra labor importante: la confesión.
Jesús vuelve a aparecérseles, pero esta vez, estando Tomás con ellos. Pero, él, parece que no se había fiado de la palabra del resto de los discípulos. Así, pues, Jesús le dijo: no seas incrédulo, sino creyente. Abramos nuestro corazón, creamos sin necesidad de tocar nada, para que podamos proclamar nuestra fe, como Tomás confesó su fe al final de todo: Señor mío y Dios mío.
Hoy en el cielo y en la tierra todos se alegran por la beatificación de Juan Pablo II: un Papa que ha sabido encontrar a Cristo entre todos los sufrimientos de su vida, ha creído sin condiciones y ha sido luz para todos los cristianos. Ya lo proclamó al principio de su Pontificado: “NO TENGAIS MIEDO: Cristo está con vosotros”.

SANTIAGO CHECA RUBIO.

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