23/5/10

BUSCANDO LA PAZ

Domingo de Pentecostés
23 de mayo, 2010



¿Qué os puedo decir, yo, a vosotros? Me he sentado delante de este papel, con mi estilográfica, regalo de mi hermana, y me siento muy poca cosa, para decir nada. Hoy se dirá tanto y tan bonito. Perdonadme, pero no me viene nada más. Quizá lo mejor sea que os cuente, que todos los días le pido que rellene mi frasco, con sus esencias, con sus frutos.

Ante las adversidades, ante las enfermedades, ante un proyecto que me ilusiona tanto como ir a Lourdes, a Fátima, ante la tribulación, ante la tentación, ante cualquier cosa que me desestabilice. Ante todo y siempre, le pido al Espíritu Santo que se haga grande en mi, y yo, que me haga pequeño, sencillo, humilde, que sepa escuchar, y en esto último siempre hago presente a San José, al esposo de la Santísima Virgen María.

Pero además siempre le pido ayuda para leer y “ver” a través de la Sagrada Escritura. Cuando veo sus frutos, la paz, la alegría, la paciencia, la bondad, la modestia... todavía me alegro más y se que andamos juntos.

Es decir, siempre me alegro, mejor dicho, siempre hace que me alegre. Y es que la alegría es algo característico del cristiano, porque nosotros tenemos la gran esperanza, pero además, tenemos grandes “armas” con los sacramentos para reciclar este mundo que parece que se tambalea, pero que en realidad son los frutos de la indecencia, de la inmoralidad, del mal, los que están haciendo tambalear al hombre.

El hombre hoy más que nunca, y cuando digo hombre me refiero a cualquier hombre, busca la paz. Pero por ignorancia o dificultad o por influencia la busca donde no está: en el exterior. La paz, siempre está en tu interior. ¿Quieres comprobarlo?

Respira hondo, con los ojos cerrados, y di para dentro de ti:
- Ven Espíritu Santo, lléname de tu paz.

Hazlo varias veces, y guarda silencio unos minutos, no temas, es gratis, y seguro que te vas a encontrar mejor, vas a encontrar la paz, y te la van a regalar.




¡Ven, Espíritu Divino!
(Secuencia)


Ven, Espíritu Divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.


Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.


Entra hasta el fondo del alma,
divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.


Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.


Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. a

Amén.

3 comentarios:

  1. Gracias por tus comentarios, Tono. Siempre tan acertado, tan certero.

    Gracias por escribir.-

    ResponderEliminar
  2. Gracias a ti por mucho.................................................................................................................................

    ResponderEliminar
  3. Estoy a tu lado pido paz y fuerza para llevar este proyecto de vida adelante,pero a veces se me hace pedregoso,y es ahí cuando veo que la ayuda y el aliento me acompaña Alguien con el que confio.

    ResponderEliminar