24/1/10

Secretos o engaños.

Me encanta San Lucas, no lo puedo, ni lo quiero evitar. Desde su comienzo “Excelentísimo Teófilo”, es decir, para ti y para mí, ya que Teófilo es “ama a Dios”. Pero bueno, esto solo es un detalle. Y sigue: “después de comprobarlo todo exactamente desde el principio”. Con que minuciosidad, se lanza a esta aventura de contar y dejar por escrito, los hechos y dichos de Jesús, y lo hace para todo el mundo, no solo para unos privilegiados, sino para anunciar a los cautivos de libertad, a los ciegos, a los pobres... Lo hace para todos.

Pero san Lucas para hablar se informa bien, como él mismo dice, lo ha comprobado todo. Y aquí es donde podríamos percibir si esto se cumple en nosotros, si cuando hablamos tenemos una información profunda, o por el contrario no nos importa mentir, difamar, desacreditar, y todo ello de modo sencillo, sin que nadie nos exija, nos meta prisas. No me importa desprestigiar, y todo esto va unido a la dignidad de la persona, donde cada uno es por lo que es, y no por lo que vale.

Los valores de la bolsa son una cosa, y los de la persona es otra. La pureza de la persona, nos tiene que llevar a vivir una vida más armoniosa en todos los sentidos.

Hay quién habla mucho de ecologismo pero luego... no da ejemplo. Hay personas tan piadosas y religiosas, que mantienen secretos con su esposo (más frecuente en mujeres, por ser la mayor de las veces, las más piadosas.) Hay quienes lo dan todo por Dios, pero no por su marido, que vive unido sacramental con ella hace más de veinte años.

¿Acaso se creen superiores, o mejores, las personas piadosas? La reflexión debería ser amplia, no se puede amar tanto a Dios y tener en una cuarta fila al marido, a la mujer...

Quizás nos tendríamos que preguntar: “hoy se cumple esta escritura”.

Moraleja: “No guardes secretos con tu marido”.

1 comentario:

  1. En alguna ocasión, es cierto que ha habido, y hay personas que dicen amar por entero a Dios, pero lo que les ocurre es que no son capaces de amar a nadie, y se engañan a sí mismos, pero no así a Nuestro Señor. Si no puedes amar al prójimo/próximo a quien ves, ¿cómo puedes amar a Dios, que no le ves?

    San Agustín ya sabía que no se podía salvar si no se salvaba con sus hermanos. Decía que un cristiano que se aislaba de la Iglesia no era un cristiano.

    La Iglesia es más que un templo, una jerarquía, una doctrina,... La Iglesia es el Pueblo de Dios, el Cuerpo Místico de Cristo. Está formada por TODOS nosotros. Cada uno, en el lugar que le corresponda, tiene que formar parte de ese Cuerpo en unidad con el resto de sus miembros.

    ¿Qué miembro eres tú? ¿Lo sabes?

    Busca la respuesta en tu interior. Allí te encontrarás contigo mismo y con tu Cabeza (Cristo), con los demás miembros del Cuerpo (Iglesia) y sabrás, entonces, el verdadero sentido de la UNIDAD. Nadie puede salvarse a sí mismo. Un pie no puede caminar si no tiene otro pie a su lado que complete el paso que acaba de iniciar. Lo mismo que un cuadro no puede pintarse sólo, ni una escultura esculpirse sola, nosotros necesitamos siempre de los demás para poder llegar hasta el Cielo. Ellos son los colores de la pintura, el cincel que esculpe, el martillo que golpea, la fragua que funde el metal, el pincel que pinta, etcétera. Si de verdad queremos ser agradables a los ojos de Dios, debemos interactuar con los demás, aunque nos molesten, nos jeringuen y nos rompan los esquemas, porque ellos son nuestra vida, y, sin ellos careceríamos de los colores, rasgos y perfecciones que el Señor ha puesto en nosotros por anticipado, pese a que nos pinten, nos esculpan, o nos fundan en una fragua. El oro puro se funde a fuego lento, y sólo pasando por el fuego se separa el oro fino de lo que no lo es.

    Sin unidad, no hay Iglesia. La primera Iglesia es la DOMÉSTICA, aunque, hoy por hoy, se nos haya desdibujado el concepto y la vivencia de lo que es una familia. Pues bien, la familia es oro fino, y ya sabéis como se acrisola. Abrid vuestro corazón a Dios, pero a través de vuestro prójimo. Nadie que conozca la Verdad dirá que eso sea fácil. ¿Acaso fue fácil la vida terrena de Nuestro Señor, su pasión y muerte en la cruz? No olvidéis nunca que Él vivió todo eso por AMOR. Así, el amor, junto con la fe y la esperanza, es lo que hace que el yugo sea suave y la carga llevadera. Amad lo concreto de cada día y sólo entonces llegaréis a degustar del Amor Absoluto por toda la eternidad.

    Un abrazo a todos.-

    ResponderEliminar