31/1/10

Imposible amar, sin conocerse.

¿Quién puede amar si antes no conoce? ¿Cómo se puede enamorar uno de una, si no se han visto, ni jamás han oído hablar el uno del otro?

Para amar es imprescindible el conocerse, el comunicarse, el contarse sobre los planes de cada uno. Hay que reír juntos, para formar un matrimonio, hay que convivir antes, las experiencias de uno y de otro, sin mezclarlas con la pasión, porque sería posible que se confundieran los términos, las intenciones.

Un piloto espacial, antes tiene que sufrir un entrenamiento muy duro, y algunos no lo superan, y jamás podrá llevar a cabo ese viaje por el espacio. Y nosotros queremos aventurarnos en una experiencia que nos marcará toda nuestra vida, casi sin importarnos el riesgo.

¿Cómo poder separar la pasión y el amor? Es difícil, porque también el amor lleva pasión, viene en el paquete de compra, y figura en el manual de las instrucciones. Mientras que la pasión, por sí sola, no lleva amor. ¡Aquí está el problema! ¿Cómo saberlo? Entrenándonos en el amor.

Dicho de otro modo, hay grandes teóricos, laicos y no laicos, que hablan de Dios, y toda su boca resuena a piedras vivas, al gran sacrificio realizado, al misterio, bla, bla, bla. ¿Pero? Hablar de Dios no significa que se hable de Dios, que a fin de cuentas es lo que buscamos: ¡Hablar con Dios!

Él es mi refugio, donde yo me encuentro a salvo, porque Él, y solo Él, puede librarme de todos los peligros, tanto de los que yo solito me meto, como de los que vienen a mi del exterior. Y esto, esto sí es por amor.

En el cántico del amor, San Pablo nos lo dice bien claro. Solo es amor cuando uno actúa movido por esta energía tan grande, es decir, cuando el marido no busca su propio bien, su propia comodidad, sino cuando busca lo mejor para su mujer.

Yo actúo así, porque sé que a ella le gusta. Y esto, ¡No pienses lo que no debes!, nada tiene que ver con perder mi libertad, al contrario, si lo hago es única y exclusivamente porque soy libre, libre sí, eso de lo que hoy tanto se habla, y de lo que tan poco se ejerce. Como aquellos que se les llena la boca al hablar de Dios, pero tienen el corazón vacío de amor. Y es que Dios actúa en lo fácil, siempre de modo sencillo y armonioso, porque su infinita, y mucho más, Misericordia, es así.

¡Háblale a Él!

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