27/9/09

Caza de brujas

Al parecer desde siempre el deseo del hombre ha sido el de poseer todo tipo de riquezas, y menudo repaso les da el Apóstol Santiago a los que han amontonado riqueza, defraudando a los obreros, lo que era de ellos. Y siempre, queda claro, que para el hombre de todos los tiempos, al igual que para mí y para ti, la culpa es del otro. Él es el que actúa mal, porque yo lo hago bien, y además soy del “grupito” mientras que “ése” no es de los nuestros.

¿Por qué hemos de pensar que sólo nosotros estamos en posesión de la verdad? Más que buscar lo falso en ese otro, más que ir a la caza de brujas, posiblemente nos iría mejor revisar nuestra propia vida cristiana. ¿Miro por encima del hombro a alguien? Puede que veamos lo falso del otro, para no ver nuestra propia verdad.

Cuántos hombres actúan desde la ley natural y lo hacen de un modo tan acertado. Cuántos buenos samaritanos existen en nuestros días. El mismo San Vicente de Paúl decía: “Pronto te darás cuenta de lo pesado que es llevar la caridad. No consiste todo en distribuir sopa y pan, eso también lo pueden hacer los ricos”.

El mensaje de Jesús, no es para un grupito de elegidos, para un determinado grupo de oración, su mensaje es para todos, universal a todos los hombres. Dios no excluye a nadie, no lo hagamos tampoco nosotros. ¿Por qué no me escuchas?

La Iglesia de Jesús es una comunidad de bondad, no de falsos jueces. Donde hay un poco de amor, allí está Él. Si no abrimos nuestra mente como ya lo hizo Moisés en aquellos tiempos, no podemos edificar ese cuerpo místico de Cristo.

Moisés le dijo a Josué, hijo de Nun, nada menos que uno de sus propios ayudantes: Yo no echo a nadie fuera. ¡Ojalá todo el pueblo del Señor recibiera el Espíritu del Señor y fuera profeta y echara los demonios!

¡Menuda lección! Y es que la ley del Señor es perfecta, y llena de paz mi alma, además de instruirme de un modo u otro. ¿Cómo voy a interpretar yo su ley? ¿Cómo puedo hablar de amor si no lo pongo en práctica, si no lo vivo en los otros, si yo mismo no conozco mis propias faltas?

3 comentarios:

  1. María José27/9/09

    Es verdad, la Caridad puede resultar pesada, como decía San Vicente de Paúl; pero hay que llenarla de amor, de ti mismo ... y entonces puedes llegar a adquirir la CARIDAD constante, la del justo.
    De todos modos creo que la mejor caridad es la de ayudar a pensar en libertad y verdad.
    Saludos Tono, María José del Instituto.

    ResponderEliminar
  2. Anónimo30/9/09

    Me ha encantado.

    ResponderEliminar
  3. Anónimo3/10/09

    Buenísimo!Eso si que reconfortara a la juventud de hoy en día.Gracias.

    ResponderEliminar