5/10/08

La Iglesia orante

Me contaba una buena señora, un día en su casa, de cómo sus hijos, que lo habían recibido todo de ella y de su difunto esposo, podían ahora actuar así, abandonándola prácticamente, en una soledad profunda, verdadera pobreza de esta sociedad donde nos sobra de todo menos amor y oración.

Hay tantas prisas, hay tantos intereses, hay tantos negocios, que el egoísmo y la mentira se adueñan de nuestras vidas, llenándonos de falsas metas, inalcanzables. Todo esto nos lleva al camino del abandono de uno mismo, y la depresión. Y la depresión se nos viene encima.

Es lamentable y ruinoso contemplar las estadísticas oficiales de sanidad sobre las personas que recaen, y en los nuevos enfermos por depresión. Es una exageración. Y para ello la solución: vengan pastillitas, que van enriqueciendo a alguien. No es tráfico de armas, pero quizás...

Hay más televisores, más coches, más de todo, abundancia de todo, y los enfermos de todos los estratos sociales, da igual la condición o el poderío económico, o aquello de estar montado en el dólar. La soledad amarga cada día es mayor. Es la verdadera pobreza espiritual de nuestras sociedades ricas.

Yo lo he comprobado, y ya lo cuento en el libro “¡Qué Alegría!” en el capítulo “Ante la depresión, oración.” Es un pareado, quizás parece una broma, pero yo lo voy comprobando cada cierto tiempo. Personas con grandes depresiones se inician en la oración, acompañándolas nosotros, en el rosario, en la capilla del Sagrario, en la Santa Misa, y con paciencia pero mucho más deprisa que otras, van encontrándose mejor, incluso la medicación se la va rebajando el médico-psiquiatra. Van viendo la luz, vuelven a descubrir el amor y su origen. Valoran de otra manera a la familia, dándose más, entregándose con más valor, y “algo” cambia en ellos, en sus vidas, en sus familias.

Y es que la vida de competición continua donde sólo los valores humanos priman, y un porcentaje de suerte, no funcionan. Hace aguas, vuelve locas a las personas. No nos podemos olvidar de la paz, del perdón hacia el prójimo, porque resulta que yo también me equivoco, y con toda esta competición deshonesta y deshonrosa, sólo ganan unos cuantos millonarios, pero que sólo ganan dinero, porque ellos mismos viven en la locura de la mentira, del robo, se podría decir en muchas ocasiones, ya que nace de conductas muy dudosas, de especulaciones muy egoístas y sectarias.

¿Dónde queda la oración? ¿Cuándo la practicas tú? ¿Es que no tienes tiempo? ¿Cuánta televisión ves? ¿Cuánto hablas con tu familia?

Nada os preocupe, nos recuerda san Pablo, y como es costumbre en él, todo se soluciona en la oración, tanto suplicando como dando gracias a Dios. Y entonces, el Dios de la paz, que está por encima de todo, se encargará de vigilar nuestros corazones y pensamientos, y la paz de Dios estará con todos nosotros. Mi pregunta es, ¿no será que hacemos poca oración por parte de todos? ¿No será que la Iglesia orante está adormecida?
¿Tú que opinas?

4 comentarios:

  1. Anónimo6/10/08

    Tienes mucha razón

    ResponderEliminar
  2. Anónimo6/10/08

    si que está debilitada, por culpa de todos nosotros, porque tenemos muy pocas ganas y demasiadas excusas

    ResponderEliminar
  3. Anónimo6/10/08

    hoy es el dia en que se da gracias por todo lo que hemos recibido, y también por lo que no hemos recibida para nuestro bien.

    ResponderEliminar
  4. Anónimo6/10/08

    Dar gracias también es hacer oración, pero también tenemos que saber orar en todos los demás momentos, no sólo acordarnos cuando nos conviene. También hay que acostumbrase a pedir, como dice Jesús, pedid y se os dará.

    ResponderEliminar