19/7/09

No puedes encontrar, si no buscas.

“Nunca las prisas fueron buenas consejeras”. Es uno de nuestros refranes populares y parece ser muy verdad. Todo requiere un tiempo, una calma. Es imposible realizar varias funciones al mismo tiempo. ¿Cómo comer y dormir a la vez?

Hoy, en este evangelio del domingo, se nos pide esa tranquilidad, ese descansar de tanta tarea y de este modo, en paz y desde esa paz, es posible la comunicación con Jesús. Hay quién dice que Dios no habla y posiblemente sea cierto, si tú no te callas. Cómo lo va a hacer si tú no lo dejas. Para que hable tienes que callarte. Pero no te preocupes por si Él habla o no, mi consejo sería: “¡¡CALLA Y ESCUCHA!!”

Silénciate todo tú, y deja que Él te diga, si no es imposible que esto pueda ocurrir. Por eso Jesús nos dice ven a un sitio tranquilo, reúnete conmigo y cuéntame, mientras descansas de modo relajado y relajante.

La segunda parte, a primera vista, da la impresión de que no los dejan ni tan siquiera hablar, comunicarse, sin embargo, creo, es más de lo mismo. Los que tenían, los que tenemos necesidad de paz, los que vamos buscando lo auténtico, los correcaminos de la vida, los investigadores, los exploradores, los aventureros... Todos necesitamos la paz y Él, viéndonos, siente lastima de nosotros porque ve que vamos desparramados, cada uno a la suya de aquí para allá. Él: “se puso a enseñarles con calma”.

A todos nos dice lo mismo, ven a mi y Yo te daré paz, deja ya de protestar, no te pre-ocupes antes de tiempo. A veces, perdemos la paz, lo más valioso que tenemos y sólo la podemos recuperar con calma en la suave brisa en la que Él está esperándonos.

Muchos no lo conocen, dicen no creer, pero más bien es que se han quedado en la superficie, no han profundizado, no se han sentado a meditar. ¿Me quiere decir algo Jesús a mí? ¿Me está hablando Dios a mí? Hay quien en una ocasión me dijo que no, quizás nunca intentó “callarse”. Dios está en el silencio, y para ser oído hay que buscar en silencio. Y Él, desde la calma, nos hablará, nos habla.
No lo dudes.

Si no lo has encontrado, no digas que no existe, piensa más bien que no lo has buscado en la dirección correcta. Si me permites un consejo empieza conociéndote a ti mismo, pero en silencio, búscate y encuéntrate, porque Él está en ti.

Desde luego te puedo garantizar, que él cambiará toda tú vida a mucho mejor. En ti y para ti; en relación a tu mujer o esposo; con tus hijos; con los padres de tu cónyuge. Con las personas; con todos tus compañeros de trabajo; en tus aficiones; en tus paseos; con tus amistades. La vida tendrá el sentido que siempre has buscado, el deseado, el que siempre has querido encontrar, el que deseas de corazón.

Si no te conoces, no lo podrás conocer a él, y recuerda que todos los caminos llevan a Roma.

Dale gracias por estar donde estás, ¡que no es poco! Ya esto es un muy buen comienzo. Recuerda, todos, todos absolutamente, tenemos fallos, errores garrafales como losas de grandes. Nadie hay perfecto. Tú y yo tampoco.


PD: Hoy os pido oración a todos. Gracias y que Dios os bendiga.

1 comentario:

  1. Anónimo19/7/09

    Cada dia escribes mejor, incluso expresas mejor los argumentos de fé.
    Gracias como siempre y sigue aportando luz a la vanal y materialista existencia actual.

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