8/12/07

Un hombre bueno


Un religioso que jamás salía del Convento de noche, un buen día empezó a salir todas las noches. El Superior, que era muy observante, notó aquellas inusuales salidas de Fray José Ignacio y se puso muy furioso. También los demás religiosos comentaban el hecho poco favorablemente.
Pasó un tiempo, y alguien llamó a la puerta del Convento. Era una señora anciana de 89 años. Deseaba hablar con el padre Superior. Después de un cordial saludo del Superior, la señora anciana dijo: dispense que le moleste, padre. He venido a darle las gracias por el inestimable servicio que, durante seis meses, me ha prestado su hermano Fray José Ignacio. Me rompí la cadera, precisamente ocho días después de que mi hijo marchara a los Estados Unidos por motivos de su trabajo. Lo pasé muy mal. Me encontraba sola y con mucha dificultad para hacer mis cosas. A mi hijo no le dije nada para que no sufriera.
Fray José Ignacio, aun no sé por qué, empezó a venir a casa todos los días al anochecer. Me hacía la cena, me daba de comer y me acompañaba hasta la habitación. Yo le decía que no se molestase, pero él siempre me respondía que lo hacía porque cumplía obediencia… Su comportamiento servicial, además de edificarme, me ha llenado de paz y de alegría. Que Dios les bendiga por tanta bondad. Padre, yo no puedo corresponderles de otro modo que rezando todos los días por ustedes, especialmente por Fray José Ignacio.

El Superior, conmovido, abrazó a la anciana; llamó un taxi y la acompañó a su casa. Cuando el hijo, que había vuelto de América hacía tan sólo unos días, les abrió la puerta, dijo: ¿Es usted Fray José-Ignacio…? El Superior contestó: ¡Ojalá fuese yo Fray José-Ignacio! Les abrazó y volvió al Convento dando gracias a Dios por tener en su Comunidad a Fray José-Ignacio… (Texto de los Padres Franciscanos)
¡Cuanto podemos aprender, no colocando etiquetas! ¿No te lo parece tambien a ti?





Cuando veas un hombre bueno, emúlalo.
Cuando veas un hombre malo, examina tu corazón

4 comentarios:

  1. Anónimo9/12/07

    Las apariencias engañan, y en muchas ocasiones yo mismo me dejo influenciar por ellas.
    Deberiamos replantearnos muchos aspectos de nuestra vida.

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  2. ¡No tengaís miedo! Esta tarde leyendo un libro del papa Juan Pablo II, decía esta frase, y creo que deberiamos tener el valor de ser lo que somos. ¿No crees?

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  3. Anónimo13/12/07

    Fijate lo de bueno, lo relativo que es que su propio jefe, estaba molesto. ¿Y quieres que yo sea de otra manera?

    Mira no me creo muchas de estas cosas.

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  4. Anónimo22/12/07

    muy bonito el blog

    Santiago

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