27/7/08

El bien y el mal

Qué importante es saber separar, distinguir entre lo que es bien de lo que es mal, saber escuchar lo que debemos hacer. Por eso el rey Salomón, cuando Dios se le aparece en sueños, le pide, al ser un muchacho, que le dé un corazón dócil, para saber gobernar, y gobernarse a sí mismo, así como la capacidad de discernir entre el bien y el mal.

¿Cuál es el tesoro más importante que podemos tener? Por mucho que yo esconda algo, el Señor me ve en todo momento, tiene delante de sí mi corazón, todas mis intenciones. ¿Qué puedo esconder y a quién?

El mayor tesoro es un corazón dócil y sensato, capaz de escuchar a la conciencia, a Dios mismo, capaz de separar lo bueno de lo malo, que siempre sepa hacer lo correcto, el bien. Éste sí que es el reino, el que el mismísimo Jesús nos dice desde el evangelio, en forma de parábolas. El reino ya a comenzado, al igual que la salvación, y únicamente viviendo así, podremos caminar por él, mostrarlo a los demás. Sabremos siempre qué y cómo hacer para agradar al Padre.

Qué fácil resulta creerse mejor que otros, qué cómodo es ver el mal siempre en la cizaña del prójimo. Yo siempre tengo razón, lo sé todo, dejo para el otro la cizaña, la suya e incluso la mía, ya que ambas crecen en el mismo campo. Pero desde mi corazón, podría empezar a separarla, a reconvertirla en grano, al menos para que no moleste al crecimiento del trigo, a la siembra.

Viendo un día faenar a unos pescadores, éstos echaban una red enorme al mar, y cuando la recogían, en ella salía de todo, peces grandes y sabrosos, y otros enfermos y endebles, incluso botellas de plástico y algo más de basura. Los pescadores, con paciencia, van separando la pesca de la basura, y la depositan en diferentes estanques. Menos mal que el Señor tiene una paciencia muy superior a la nuestra, infinita, y espera lo que haga falta con tal de que nos podamos salvar todos. Pero tanto fue el cántaro a la fuente que al final se rompió y no pudo recoger ya el agua.

Por eso dice el Señor: “Al final, saldrán los ángeles y separarán a los buenos y a los malos”.

Ojalá sepamos conducirnos de tal modo que nunca nos tengamos que lamentar al final de nuestra vida: ¡Si yo hubiera rezado más!

Ahora te dejo y me voy a la capilla del Sagrario. ¿Y tú, sueles ir?

3 comentarios:

  1. Anónimo26/7/08

    Es verdad, muchas veces nos arrepentimos de no haber hecho algo, o de haber hecho poco. ¡¡Menos mal que el Señor tiene paciencia!!

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  2. Anónimo26/7/08

    Respecto a eso de que a veces nos creemos mejor que otros, que es muy cierto, a lo mejor deberíamos preguntarnos: ¿Nos molesta a nosotros la cizaña? ¿Creemos ser el trigo, cuando realmente NOSOTROS somos la cizaña en cierto sentido? Todos tenemos parte de trigo y cizaña, debemos intentar que crezca solamente la parte que va a dar buenos frutos.

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  3. Anónimo30/7/08

    Es verdad, siempre deberiamos separar lo bueno de lo malo.La semilla es:La Palabra y sin la palabra...¿Que ariamos?Pensar en eso.

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