10/2/08

Los desiertos

Hemos pasado el miércoles por la ceniza, por la debilidad de lo que somos, y hoy se nos propone el desierto, el campo de batalla, cómo ser cristiano de continuo. Lo duro que puede llegar a ser todo esto.

Pero si lo miramos un poco más, también podemos verlo como algo enormemente positivo, como una evaluación, un examen, donde podremos ver cuál es nuestra situación en cuanto a la fe. Podemos valorar nuestro momento. Y siempre, después de las grandes pruebas, vienen los grandes regalos.

Me anima la esperanza de que nunca el Señor nos deja solos, sin fuerzas para resistir a un enemigo tan poderoso. Siempre que nos permite pasar por situaciones difíciles, siempre, nos da más de lo necesario para aguantar. Realmente, aun siendo pesado, lo tenemos fácil. Pero claro está, con Él. De lo contrario, no hay nada que hacer.

Recuerdo que de muy crío, me llevaron al cine mis padres, y había una escena de “miedo”, y yo acabé agachado debajo de la butaca. No miraba, y así el peligro pasaba. O bien, cerrando los ojos, pensamos que el peligro ya se ha esfumado. Puede que con esto lo tengamos todo resuelto, hay peligro, tentaciones, vida difícil, no importa, cierro los ojos y mantengo mi fe en los momentos bonitos que ya el Señor me ha dado. O sea, vivir de rentas. A esperar que pase el temporal, como en esas tormentas de verano en que hay que refugiarse como sea, porque sabemos que va a pasar. Duran un tiempo, pero pasan. Acaban por finalizar.

Pues igual nosotros en estos peligros, en estas tentaciones tan provocativas. ¿Cómo no caer? ¿Cómo resistir? La solución siempre es la misma, la oración y la Palabra de Dios. Encerrarnos con nuestras armas, que son poderosísimas, no hay quien pueda con ellas. “No sólo de pan vive el hombre”, alimento físico, “sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”, verdadero alimento del alma, y con él soportamos lo que sea, pero recordando quiénes somos y hacia dónde vamos.

De dónde venimos lo sabemos, la ceniza, y a dónde vamos, aún es más sencillo, a la Vigilia Pascual, al fuego, a la gloria de la Resurrección, pero siempre de la mano de Jesús.

Y recuerda que siempre tenemos más defensas para aguantar, de las imaginadas por nosotros.

Bueno, yo, como tengo dos manos, siempre le pido a la Virgen María que me acompañe y enseñe todo lo que hay que hacer. ¡En realidad es muy sencillo!

Cuando iba al cine con mis padres, me gustaba ir cogido de la mano de los dos, y ahora, me sigue gustando lo mismo. A un lado, la Virgen María, y al otro su Hijo Jesús. Y por si fuera poco, los Ángeles de la Guarda, también vienen. ¡Cuántos están conmigo!

Contigo, Señor, lo que sea, ¡Hágase tu voluntad! Los desiertos contigo, son oasis, si no antes, sí después.

¿Aún tienes miedo del desierto? ¿Aún te asustan las tentaciones?



PD: Un favor os pido los que lo leáis, mi padre José, hoy hace diez años que se lo llevo la Virgen en compañía de su esposa, de mi madre. ¡Ya sabes lo que te pido! Gracias, con un Ave María será suficiente.

2 comentarios:

  1. Anónimo10/2/08

    Gracias por estos comentarios tan enriquecedores y que tanta falta al menos a mi me hacen, por favor sigue escribiendo ,es un placer descubrir tantas novedades en temas de todos los tiempos.
    Gracias.

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  2. Anónimo10/2/08

    TONO. gracias por tu aportación de ésta semana a nuestras "fuerzas" para superar los desiertos de nuestras vidas. yo sólo pido a Dios que no nos de todo lo que pueda aguantar un cuerpo.y si me aprieta mucho le digo , menos mal que Tu sufriste antes por nosotros, porque si no ,nos fallarían las fuerzas.Solo pido a Dios que me deje un agujerito para poder respirar, y seguir adelante.Tienes mi oración.

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