27/1/08

Todos tenemos una misión

Toda esta semana, Jesús, se la ha pasado por Galilea, predicando la buena noticia, la salvación para todos los hombres, y esto nos trae ecos de la Navidad, nos recuerda a aquellos pastores, que éramos nosotros, y a los cuales el Ángel les dijo lo que estaba pasando más arriba: “Un Salvador os ha nacido”.

Y seguimos igual, ahora nos llama para ser discípulos suyos, para predicar, y aquí viene lo bueno, atiende y verás, no solo se refiere de “boquilla”, que hablemos de esto o de aquello, que en verdad es importante, sino que nos pide hechos, como aquel buen samaritano que recogió al enfermo del camino, y lo llevó a una posada, hasta que se repusiera de todas sus dolencias.

Da la impresión que lo de la llamada solo es para unos pocos elegidos, curas, monjas... y aquí está la diferencia. Jesús salva a todos, porque a todos nos está llamando, de una forma o de otra. Para cada uno de nosotros tiene preparada una misión, y todas ellas son importantes. En la sociedad hay muchas funciones, y dentro de nuestros trabajos, podemos tener un comportamiento u otro, dependiendo de nosotros, tan solo de nosotros, el que seamos seguidores, el que seamos sus alumnos, sus discípulos, y también dependerá de nosotros que hagamos sus obras, sus curaciones, y todo por el amor y entrega que pongamos en las tareas.

Decir “Señor, Señor”, no vale de nada, si no actuamos como se espera de nosotros, aún a pesar de nuestras limitaciones, de nuestras debilidades. Todos somos llamados a servir, y servir, lo podemos considerar como algo así, que los demás siempre tienen la razón, pensando que esos “los demás” son de nuestra familia , y nos desviviremos por actuar correctamente, para ayudarles en todo.

¿Y esto cómo se traduce? Sencillo: ¿eres conductor de autobús? Pon todo tu empeño en hacerlo perfecta y suavemente, para que nadie se maree. Para que nadie pueda perder la “tranquilidad” en el viaje.

¿Trabajas en una oficina cara al público? Piensa que cada uno de los que atiendes es tu mejor amigo. Y así se hará realidad aquello de: “lo que hagáis a estos mis pequeños, a mí me lo estáis haciendo”.

¿Eres sacerdote? No digas que ya no puedes más, no digas que estás cansado. A ti te han dado mucho, y mucho es lo que tienes que repartir, servir.

Siempre debemos actuar todos dando este ejemplo, y al mismo tiempo preguntándonos: ¿Cómo me gustaría a mí que me trataran? Hemos de procurar, hemos de aprender, a no hacer a los demás lo que no queremos que nos hagan a nosotros.

Posiblemente me he alejado del tema, pero recuerda, recordemos, que estamos hechos para servir a los demás, a ser más humanos, y siendo más humanos, ayudando a todos, ya estamos diciendo: “¡Señor, Señor!”

Perdóname este último apunte: ¿A quién sirves tú? ¿Cuál es tu misión? Piénsalo y verás qué bien te encuentras, cuando sepas tu respuesta.


PD.: ¡Necesito de vuestra oración! Gracias.

4 comentarios:

  1. Anónimo26/1/08

    De momento solo leyendo tu escrito ya me encuentro bien,muchas gracias . por cierto,¿Dónde estabas escondido?.

    ResponderEliminar
  2. Anónimo27/1/08

    Otro gallo nos cantaría si dieramos lo que tenemos que dar: ejemplo.

    Cuanta razón tiene ese que ha dicho que solo nos acordamos de Santa Bárbara...Cierto.

    ResponderEliminar
  3. Anónimo28/1/08

    Yo rezo por tí. Cuenta con ella.

    ResponderEliminar
  4. Anónimo2/2/08

    Yo tambien. estoy de acuerdo.

    ResponderEliminar