20/1/08

Dar testimonio diario


Estaba yo un día paseando por el puerto, que por cierto es muy grande, y al cabo de unas horas ya no podía caminar, de dolor en la espalda, y mira por dónde me senté en esos grandes hierros que hay en los amarres de piedra, los noray. Son esos tubos enormes donde enganchan las cuerdas, las maromas de los barcos, para fijar su amarre a puerto. También veo las defensas del muelle.

Por cierto, el agua daba pequeños golpes contra el casco de barco, enorme, tan pesado, ¡y que pueda flotar! Parece mentira. Allí, viendo todo esto, mirando los tornillos que fijan este noray a la piedra, allí, sin darme cuenta, pensaba en mi rosario franciscano, de madera de olivo de Belén, y al mirar la cuerda (estacha), más gruesa que mi brazo, sin querer comparaba.

Una estacha tan monumental fija un barco tan titánico, que tantas mercancías transporta, y sin embargo, mi rosario tan débil y pequeño, mueve mucho más.

Un rosario puede con todo. Da paz, da alegría, relaja, comunica, ayuda a muchos, a miles. Tan poquita cosa, y ese Padre Nuestro, seguido de las diez Ave Marías y el Gloria, repetido cinco veces, puede con todo. Tiene más fuerza que esa maroma que estoy mirando.

Allí sentado, soy diminuto, todo a mi alrededor es fabuloso, la grúa es como un edificio, el barco... todo es supergrande.

Pensando, mis dedos van y vienen, mi corazón reza, y el agua que golpea suavemente el casco del buque, y mi rosario que sigue.

Veo a marineros trabajando en la mar, meses sin ver a los suyos, muy especialmente a uno que conozco gallego, que era el cocinero de todos los demás, trabajando duro. Veo cómo algún atardecer, este viejo sabio de la mar, se asoma por la barandilla y piensa en su familia. Éste se llama Salvador, pero a otros muchos no los conozco. Esa agua sigue golpeando con cariño el barco.

Mi rosario sigue y finaliza, he pedido a Santa María, Virgen del Carmen, que ayude a sus hijos de la mar, en tantos momentos difíciles como pasan lejos de sus hogares.

Y hoy cuando leo el testimonio que da San Juan, de Jesús, el Salvador, (qué casualidad, como mi amigo marinero), mi pregunta es: si el agua siempre está en contacto con el barco, ¿por qué mi oración no está siempre presente en mí? El barco necesita al agua para navegar, yo necesito la oración para vivir. ¿Doy testimonio cristiano de lo que soy?

Perdona que te pregunte: ¿Y tú? ¿Das testimonio diario?

5 comentarios:

  1. Anónimo20/1/08

    Vale, vale, el barco necesita agua, tú necesitas oración y yo... bueno, yo también doy mi testimonio diario, aunque no siempre tiene que ser por escrito (en un blog) o con presencia física (en una iglesia). Hay muchas formas.

    Buenas noches.

    ResponderEliminar
  2. Anónimo20/1/08

    Hola no se quien eres, aunque eso no importa,pero me ha llamado mucho la atención tu comentario al escrito,mejor dicho tu respuesta a la pregunta de ¿y tú? ¿das testimonio a diario?.
    Me gustaria saber cuál es tu forma de dar testimonio,perdona, pero sería bonito que cada uno de los que leemos estos comentarios,mantuvieramos algún tipo de dialogo y así enriquecernos unos de otros.
    A mi me gusta este blogger, lo encuentro muy valiente.
    Gracias
    María

    ResponderEliminar
  3. Anónimo20/1/08

    Leer esta historia ha hecho que reflexione sobre mi manera de dar testimonio,a partir de ahora va a ser diferente, gracias por hacerme ver.

    ResponderEliminar
  4. Anónimo23/1/08

    Gracias por la reflexión Tono. Como se suele decir " solo nos acordamos de Santa Rita cuando truena" (¿es así el dicho, no?, y nos olvidamos de "dar testimonio" en tiempos de bonanza. Últimamente doy testimonio ya que "hay truenos en mi vida". Pase lo que pase intentaré no olvidar tu reflexión cuando salga el sol. Gracias Tono.
    Pepe Cebreiro.

    ResponderEliminar
  5. ¡Pepe! Te recomendaría si me lo permites, que te pongas en manos de Santa María, al levantarte y acostarte, dedicarle unos minutos.

    y el día volvera a tí, porque ella nos conduce a la Luz, y a la Vida, que es su Hijo, ni mas ni menos.

    Espero no haberte molestado en nada.

    ResponderEliminar