Si recordamos rápidamente el Evangelio de la semana anterior, Jesús preguntó a sus discípulos qué piensa la gente de Él. La respuesta que esperaba Jesús oir salió de Pedro: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Esta respuesta es el fruto de una experiencia personal con Jesús. Y por eso, le otorgó las llaves en el Reino de los Cielos con la posibilidad de atar y desatar los pecados en el cielo y en la tierra.
Cosa muy distinta ocurre esta semana. Jesús comienza a anunciar su pasión y su cruz a los apóstoles. En esta ocasión, Jesús tiene que escuchar un comentario de Pedro que no esperaba escuchar: “¡Lejos de ti tal cosa, Señor!”. ¿Cómo es posible que una persona como Pedro que hace un momento haya hecho una confesión de fe tan real y se le haya otorgado pleno poder en el cielo, y ahora manifieste todo lo contrario?. Así es nuestra humanidad. Nos alegramos de los triunfos y glorias que nos otorguen, pero no somos conscientes de que esto también acarrea unos sufrimientos inherentes a la persona.
Ya responde Jesús: “El que quiera venir conmigo, niéguese a sí mismo cargue con su cruz y me siga”. En nuestra misión de cristianos el sufrimiento es necesario para que nuestra vida sea fructífera. “Si la semilla no cae a tierra, y muere no da fruto”. En nuestra vida cotidiana nos vamos a encontrar con muchas formas de “morir”. Y ahí va a estar Jesús para ayudarnos a superar ese obstáculo. Lo mejor de todo es que al final se nos pagará según nuestra conducta.
Por todo ello, necesitamos agarrarnos a Jesús y pedirle que nos de fuerzas. Muchas veces nos sentiremos solos, pero él estará ahí; otras veces, nuestra cobardía nos hará dar un paso hacia atrás, y otras veces, si confiamos plenamente en Él haremos cosas que no lograríamos entender por nosotros mismos.
SANTIAGO CHECA RUBIO
Cierto. Es precisamente en los momentos de mayor oscuridad cuando debemos buscar y encontrar esa divina mano siempre tendida hacia nosotros ... y es justamente en esos momentos cuando se nos nubla la visión. Gracias a Dios la mano no se cansa de esperarnos.
ResponderEliminarGracias; esta es una forma muy buena de profundizar un poco más en las enseñanzas del Evangelio. Que Dios os bendiga.