15/8/11

Cómo nos manifiesta Dios su voluntad

María, por su amor a Dios, permitió que éste actuara a través de ella. María, la siempre Virgen María, llevó al Señor Jesús. Ella siempre nos lleva a su Hijo, por eso la devoción a María es la misma devoción a Jesús.

“La voluntad de María, es exactamente la voluntad de su hijo Jesús, es la voluntad de Dios.” (San Maximiliano María Kolbe).

Así es como actúa Dios, en lo cotidiano, en lo que podría parecer una coincidencia, una casualidad. Ahí, encubierto y visto desde la fe, ahí está Dios, desde la sencillez, en lo más normalito de la vida, ahí, está su brazo Todopoderoso.

¿Cómo nos manifiesta Dios su propia voluntad? Una forma es la que nos indica el santo Maximiliano María Kolbe, y es por medio de sus representantes en la Tierra. Y esto sirve tanto para el prior del monasterio, como para esa sencilla y humilde muchacha deseosa de amar más a Dios. Al amar, tenemos necesidad de más amor; Dios es así, se deja amar de modo muy sencillo, es posible que lo grande... quizá no nos acerque tanto a Dios. Dios está donde uno lo necesita, en realidad, está siempre, pero, no siempre nosotros lo miramos. Y aquí estamos todos, desde los sacerdotes, que corren el peligro de hacer el culto eucarístico de un modo formal y vacío, en las celebraciones, sin la participación de corazón. (Homilía de Benedicto XVI, el día del Corpus Christi del 2009, en la basílica de san Juan de Letrán)

En los laicos que no viven este culto, porque acuden de un modo rutinario, pero sin más: ¡Hay que ir! Y aquí interviene Dios. La fuerza del espíritu llenó a María del mismísimo Dios, una mujer sencilla, pero que se dejó llenar, permitió a Dios actuar, sin valorar los posibles riesgos.

Nosotros hemos de hacer nuestra labor, nuestro trabajo, sin abandonar jamás la oración, porque si no hay oración, quizá caigamos en la trampa de creer que “yo” valgo mucho. Cuando actuamos unidos a él, desde el deseo, por el amor, Él actúa en nosotros y por medio de nosotros. Él se está manifestando por mediación nuestra.

Como María, hemos de ser portadores de Dios, como templos del Espíritu Santo. Hemos de hacer ver a otros a Dios, en nosotros mismos, y nosotros, más maravilloso aún, ver en ésos al verdadero Cristo.

María, con su sencillez, nos enseña a todo: a orar, a ser más humanos, a vivir con la comunidad. Nuestra Madre, la Virgen María, desde todas sus advocaciones, nos llena de fe, nos llena de todo, y siempre con ella, y a través de ella, vamos al Señor Jesús.

Deja al Todopoderoso hacer cosas grandes en ti y por medio de ti.
Hay que humanizar esta sociedad infrahumana, y eso siempre es fácil con la Virgen María.

1 comentario:

  1. Anónimo16/8/11

    ¡Que peciosidad!, gracias Tono desde donde estes, por seguir iluminándonos de esta forma tan sencilla y llena de tanto amor.

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