28/3/10

¡Bendito sea Dios!



¡Bendito sea Dios!

Qué natural es esta alabanza, somos el pueblo de Dios y Él es nuestro pastor. En toda vida humana deberíamos, se debería de dar más gracias a Dios: ¡Gracias a Dios!... En verano iremos al norte, Dios mediante. Si Dios quiere. ¡Vaya usted con Dios! ¡Que Dios te bendiga!, sí a ti, que estas leyendo esto, ese es mi deseo: ¡Que Dios te bendiga!

¿De qué crees que está hecha la crisis que tan salvajemente estamos viviendo en todo el mundo? ¿Tan solo de esos banqueros ineptos o aquellos constructores despiadados?... No, no nos engañemos.

Superar la crisis, ¿significa seguir como antes? A ver quién es más ladrón, más sinvergüenza, y aquí entramos todos, y todos los estamentos de nuestra sociedad civil, religiosa, militar... ¿No será la crisis una enfermedad del alma comunitaria, del tanto tienes tanto vales?

Cuando se supere la crisis, ¿habrán desaparecido los paraísos fiscales, la necesidad de valorar el ahorro por encima del consumo?... Posiblemente estábamos viviendo por encima de nuestras posibilidades, pero también muy alejados del alma, alejados de todo lo espiritual, engañados desde nuestra falsa moralidad, de aquella frase: “de mí mando yo”, “de aquí no me mueve ni Dios”. ¡Qué craso error! Qué absurda es entonces la vida del hombre. Por eso Jesús dice: “si estos callan, gritarán las piedras”.

¡Bendito sea Dios! A Dios lo que es de Dios.

En la vida humana hay grandes momentos para la alegría, para el trabajo bien hecho, con ilusión de aportar algo a alguien. También hay ratos para la oración, precisos y de significativa vitalidad para la vida, para no enfermar. Pero también hay ratos dolorosos, mal llamados taxativamente de cruz, porque la Cruz arranca ahí, pero lleva a la salvación eterna, va al más allá. Es decir, es el vehículo, el automóvil, el carro que nos tiene que llevar de nuevo junto al Padre.

¿Te das cuenta que el Señor te necesita a ti mismo? No mires para otro lado, no disimules.

No hay forma de acallarnos: ¡Bendito sea Dios!

21/3/10

Se trata de ir mejorando.


Estamos en la última semana de cuaresma, y quizás, con los pies tocando suelo, deberíamos preguntarnos: ¿He cambiado algo en mi vida? ¿La cuaresma me ha servido para algo? ¿He fomentado la oración en mi?

Desde luego, es por medio de la oración, cuando se van a producir esos cambios en mi vida, en mi caridad, en mi amor por todo lo sagrado, en querer saber más de los santos, en aumentar y progresar desde la oración. No hay apostolado, ni misión, que pueda comenzar, si no es desde la oración sincera, de corazón, como dicen algunos.

Jesús nos da un recital de esto mismo, Él, en oración en el monte de los olivos, y después pasa a enseñar, a ayudar a toda la gente que acudía a él. Le presentan una cuestión difícil, y Él, tocando tierra, con los pies puestos sobre la tierra, comprendiendo la situación de todas las personas que sufren y son juzgadas por indiscriminación o por cualquier otro motivo, afirma: “ Quién este libre de pecado, que tire la primera piedra.” ¿Quién está libre de pecado, de error, de algún egoísmo, de soberbia?

Y nadie lanza la piedra, todos nos reconocemos pecadores en algún aspecto. ¿Nadie te ha condenado? Y de nuevo ese amor misericordioso de Dios en su Hijo: “tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más.”

Él, tampoco me condena, y diciéndome que viva, que comparta con los míos, me pide que no peque más. Es la solicitud amable, de rogar, de sugerir un cambio, y este tiempo de cuaresma, es un tiempo perfecto, y ¿por qué? Porque toda su pasión, su muerte, es un acto de entrega, para ejemplo de cómo hemos de entender la vida. De cómo debemos y podemos mejorar, modificar actitudes erróneas, de no volver a pecar.


¿La cuaresma, te ha servido para algo, has mejorado...?

“Anda, en adelante no peques más.”

19/3/10

San Jose, esposo de la Virgen María, y padre en adopción de Jesús de Nazaret


San José


Santa Teresa ha sido la que más propagó su devoción, siendo curada por él de una terrible enfermedad que la tenía casi paralizada, enfermedad que ya era considerada incurable. Le rezó con fe a San José y obtuvo de manera maravillosa su curación. En adelante esta santa ya no dejó nunca de recomendar a las gentes que se encomendaran a él. Y repetía: "Otros santos parece que tienen especial poder para solucionar ciertos problemas. Pero a San José le ha concedido Dios un gran poder para ayudar en todo". Hacia el final de su vida, la mística fundadora decía: "Durante 40 años, cada año en la fiesta de San José le he pedido alguna gracia o favor especial, y no me ha fallado ni una sola vez. Yo les digo a los que me escuchan que hagan el ensayo de rezar con fe a este gran santo, y verán que grandes frutos van a conseguir". Y es de notar que a todos los conventos que fundó Santa Teresa les puso por patrono a San José.

Santa Teresa repetía: "Parece que Jesucristo quiere demostrar que así como San José lo trató tan sumamente bien a El en esta tierra, El le concede ahora en el cielo todo lo que le pida para nosotros. Pido a todos que hagan la prueba y se darán cuenta de cuán ventajoso es ser devotos de este santo Patriarca".

"Yo no conozco persona que le haya rezado con fe y perseverancia a San José, y que no se haya vuelto más virtuosa y más progresista en santidad".


14/3/10

No esperes más. Ponte en camino.

Sentado aquí, meditando junto al Señor, me viene a la cabeza esas personas que ven mensajes de destrucción por todas partes. Ven a un dios, al parecer vengativo, que viene a castigar y a dar muerte a los que no cumplen. Quizá, ¿Hay alegría por pensar que “esos” se van a condenar eternamente? Porque, parece ser que los otros – esos- siempre son más malos, y los de este lado todo lo hacen bien.

Y sigo sentado, mirando al Señor, y me vienen dos imágenes, la primera, o yo no lo conozco de nada, y la segunda, o ellos no lo conocen de nada, porque cuando has caminado un trecho del camino con Jesús, te das cuenta, sorprendido, que tus pies, no tocaban tierra, para que no se llagaran. Cuando vas con tu cruz, y la sientes pesada, clavándose en tu cuerpo, de repente, yendo con Él te das cuenta que no la llevas, que hace un buen rato que no sientes ese peso, que “alguien” parece ayudarte. ¡Y todo por amor!

Sentado, no soy yo quien corre hacia Él, sino que es Él quien corre hacia mi. Es Él, con una paciencia inmensa, quien se acomoda a mis pies, a caminar, que por cierto y dicho sea de paso, hoy es un poco mejor.

Mirándolo, Él me llena a mi, y no al revés. Y la Virgen María, a quien le doy las gracias por aquel encuentro la noche del uno de mayo en la gruta de Lourdes, quien tantas veces viene a mi a socorrerme, y jamás he percibido un regaño, un mal gesto, al igual que su Hijo, nunca me he sentido insultado, al contrario, por mucho que yo me haya equivocado, Él sigue junto a mi, atento a mis necesidades.

Su palabra me llena. Pero para que me llene, la tengo que escuchar con los oídos limpios, que no es otra cosa que con un corazón limpio, pero esto no es posible sino se está en gracia.

No dejes pasar esta oportunidad de vivir el Amor, de volver a su encuentro, en ese sacramento de la reconciliación, y vivir la fe en profundidad.

Ve al Sagrario, si puedes por algunas horas, y notarás cuanto te quieren, cuantas ganas de volver a verte tiene el Padre. Si estás en Valencia, te recomiendo que visites al Santísimo expuesto siempre en la Iglesia de mis hermanas clarisas en el convento de la Puridad, en la calle de la Puridad, junto a la basílica de la Mare de Deu.

El Padre no espera, no es políticamente correcto, sino que sale a nuestro encuentro, y nos da todo lo mejor.

“Ponte en camino”.

Si me preguntas a mi, yo sigo sentado, junto al Señor.

Gracias.

7/3/10

Aquí estoy

Cuántas veces, lo que comienza por ser, digámoslo de algún modo, escandaloso, acaba convirtiéndose en una reforma de todas las estructuras de lo humano, y nos acerca de forma muy especial a nuestro Padre y Creador.

Personas que lo han negado, grandes científicos, físicos cuánticos, y muchos más ejemplos. Incluso un pastor que camina todo el día con su rebaño, atento a su ganado, y que de vez en cuando sale algún sonido de su garganta para dar una orden al perro, sin saberlo, sin ser consciente, el camino particular, desde el silencio y el respeto, desde el intento de hacerlo bien, de seguir la ley natural, puede conducirnos a la gran autopista que es el verdadero Camino. Si a todo esto, si a todos estos, les añadimos las oraciones, las tantas oraciones por la conversión... tenemos un verdadero “encuentro”.

Aún resuenan en mis oídos las palabras: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti”. ¡Cuantas veces pecamos! Y sobre todo con la lengua, con una crítica, no por mejorar ni beneficiar a la persona, como el mismo Jesús hacía, y les decía bien claramente a unos y a otros, sino por decir, por criticar con mal ánimo, aún a veces sin la conciencia de estar haciendo mucho daño.

Moisés pastoreaba el rebaño y el Señor le dijo: “Moisés, Moisés.” Y enseguida respondió: “Aquí estoy.” Qué predisposición tan bonita, cuanta disposición al bien, aquí estoy, como diciendo: “ ¿Qué quieres de mi?

Cuanto sufrimiento se refleja en el libro del Éxodo, pero cuanta salvación hay en él. El Dios de nuestros padres actúa, perdona todas nuestras culpas y cura todas nuestras enfermedades, por eso tan solo nos queda decir, como en el salmo: “Bendice, alma mía, al Señor”.

Y con todo este amor, con todas estas ganas de querer Dios ayudarnos en todo, incluso cuando antes lo hemos despreciado, rechazado, por toda esta misericordia hoy nos sigue diciendo: “¿Crees que estos han muerto por ser unos pecadores?” Aquellos que construían una torre y le cayó encima, ¿murieron por ser pecadores? La verdadera muerte la tendréis si no os convertís.

Pero Dios, nuestro Señor Jesús, maestro en paciencia, no como yo, deja, da permiso para ver si al año que viene alguno se ha convertido de nuevo a Él, como aquella higuera que en tres años no había dado frutos, pero que Él da permiso para seguir un año más esperando.

La verdad, quién no conoce a Dios, no sabe lo que se pierde, y esto solo es posible por una vivencia. Acércate a los lugares donde hay oración, monasterios de clausura, y en donde la Virgen María te pueda auxiliar. Ella, mujer, sabe como Madre escuchar muy bien todas nuestras necesidades.


PD: Desde aquí, os pido a todos unas oraciones por el alma de Don Roque Guillém, sacerdote confesor en la Basílica de la Virgen de los Desamparados de Valencia, la Mare de Deu.

Gracias.

5/3/10

Tiempo de Cuaresma

Florencio Varela, 22 de febrero del 2010, Cuaresma

Jesús, “te veo abrazar con inmenso anhelo esa cruz,
que proclama en voz alta
la misericordia divina”
(H. El Padre, nº 252)


El llamado “Miércoles de ceniza” ha dado inicio a lo que la Iglesia denomina “tiempo de Cuaresma”. Tradicionalmente la Cuaresma ha sido definida como “un tiempo de penitencia y conversión”, lo es. De las dos palabras la primera es la que, de alguna manera, causa “escozor” interior. ¡Penitencia! En general esta palabra ha tenido un acento “negativo” que se identifica con: renuncias, sacrificios, negaciones… Es una pena si interpretáramos así esta palabra tan cargada de amor, de esperanza y por eso de misericordia.

La “penitencia” cuaresmal antes que poner el acento sobre lo que hemos de sacrificar, lo pone sobre lo que estamos llamados a alcanzar, es decir: “esfuerzo para”. El escalador lo primero que hace es poner su mirada en la cima, en la meta que es desafío y sueño. La cima ejerce sobre el escalador una particular fascinación y es justamente esto lo que moviliza todas sus fuerzas creadoras. Una vez puesta la mirada en la cima y tomada la decisión de alcanzarla, el escalador comienza a preparar la trepada. Se ejercita físicamente, toma vitaminas extras, hace la lista de los elementos que va a necesitar y el día determinado comienza el ascenso. No se si todos leyeron la noticia aparecida en los medios, en la que se contaba que un andinista escaló el monte Aconcagua (algo más de 7.000 metros), el pico más alto de la Cordillera de los Andes, en solitario y en 34 horas, a partir del último campamento base. ¡Todo un record! Lo que no señalaban los medios es toda la preparación que realizó el escalador. Horas y horas, días y días de ejercicios físicos, disciplina férrea, renuncias a trasnochar, a comidas y bebidas contraindicadas, etc. La meta, tocar la cima, mereció, para este joven, todo sacrificio, toda renuncia, Todo “merecía la pena” si podía realizar el sueño: tocar la cima del Aconcagua y batir el tiempo record de escalada. ¡Lo logró!

¿Cuál fue su “genialidad”, como diría el Padre Kentenich?, que no partió de lo que debía sacrificar sino de lo que quería alcanzar. Sería tonto poner el carro delante del caballo, sin embargo es lo que muchos bautizados hacemos cuando en este tiempo de Cuaresma nos fijamos más en el sacrificio, las renuncias y penitencias, y no en la meta que se pretende alcanzar. Esta meta es ir a más, ser más. ¿Ser más qué? Más como Jesús nos señala en el Evangelio del reino.

Es interesante señalar que, en su divina pedagogía, Jesús utiliza con frecuencia una comparación muy luminosa: “No seáis como los paganos”. No hace un juicio sobre el pagano, sino que apunta a la conducta diferente entre quienes no creen y los que sí creen en Dios. La Cuaresma es, justamente, un tiempo para despegarnos de las “conductas paganas” -la mayoría inconscientes- que todos tenemos, para ir hacia la “conducta cristiana”. ¿En qué consiste esta conducta cristiana? En ir asumiendo más y más el comportamiento de Jesús, nuestro Señor y Maestro. Él es quien nos invita: “venid a mí”, “aprended de mí”. Quizás sea bueno señalar un campo para ejercer esta “conducta cristiana”: el de la convivencia con quienes nos rodean, sea en la familia o en el ámbito del trabajo, como también en el comportamiento como ciudadanos.

Jesús da una “regla de oro”: “Traten a los demás como quisierais que los demás os traten a vosotros”. Se trata de una propuesta positiva y de alto contenido evangélico. Hoy constatamos un deterioro inmenso en el trato social. “La calle está cada vez más dura, más peligrosa”, señalaba un artículo periodístico días pasados. No es la calle la que está dura o peligrosa, es el hombre el que se constituyó en duro y peligroso. ¡He aquí el punto! Conocida es la frase que repetía nuestro Fundador: “Cuando el hombre se aleja de Dios, primero se embrutece y después se bestializa”. Esto es, cuando el hombre -creado a imagen de Dios- se aleja de su modelo se desfigura, se afea y su conducta deja de ser plenamente humana para asumir rasgos de brutalidad.

Si Jesús y su Mensaje nos fascinan, debiéramos buscar a lo largo de este tiempo de gracia, tiempos para estar con Él, junto a Él, aprendiendo de Él. Una vez más señalo a quien nos puede conducir “a la hondura de Cristo”: ¡María! Ella fue su primera y aventajada discípula. En sus conductas irradia el ser y hacer cristiano, lo que “recibió hambrienta y fervorosa” de Jesús. Sin duda que nuestro crecimiento interior, el escalar las alturas, exige esfuerzo y opción de nuestra parte, pero también es cierto que en el ir hacia la cima elegida no estamos solos: María, nuestra Aliada, está con nosotros y en nosotros, está como Maestra y Educadora en el camino del “amor más grande”. Y Jesús es taxativo: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”, a lo que hay que agregar que, nadie tiene amor más grande que el que da la vida y da vida a quien o quiénes no le resultan simpáticos, ni agradables. Si “Dios nos amó primero”, como escribe San Juan, nosotros también, antes que exigir, estamos llamados a ejercer la primacía del amor. Un amor que da sin esperar nada del otro, pero si el otro llegara a crecer por el amor recibido… ¡qué alegría y que paz en nosotros! ¡Sabremos que somos y actuamos como “imágenes de Dios”.

¿La meta de esta Cuaresma?, ¡configurarnos más con el modelo!, y vivir lo que somos en la convivencia de cada día. ¡Qué hermosa y noble cima es poder elevar la atmósfera de alegría, amor y paz en nuestro entorno!

Desde el Santuario “Sión del Padre”, les envío un cordial saludo y el deseo de una Cuaresma aprovechada en el amor, para que la Pascua sea de gloria. ¡Que así sea!

Que Dios les muestre su rostro y les bendiga:

P. Alberto E. Eronti