21/3/10

Se trata de ir mejorando.


Estamos en la última semana de cuaresma, y quizás, con los pies tocando suelo, deberíamos preguntarnos: ¿He cambiado algo en mi vida? ¿La cuaresma me ha servido para algo? ¿He fomentado la oración en mi?

Desde luego, es por medio de la oración, cuando se van a producir esos cambios en mi vida, en mi caridad, en mi amor por todo lo sagrado, en querer saber más de los santos, en aumentar y progresar desde la oración. No hay apostolado, ni misión, que pueda comenzar, si no es desde la oración sincera, de corazón, como dicen algunos.

Jesús nos da un recital de esto mismo, Él, en oración en el monte de los olivos, y después pasa a enseñar, a ayudar a toda la gente que acudía a él. Le presentan una cuestión difícil, y Él, tocando tierra, con los pies puestos sobre la tierra, comprendiendo la situación de todas las personas que sufren y son juzgadas por indiscriminación o por cualquier otro motivo, afirma: “ Quién este libre de pecado, que tire la primera piedra.” ¿Quién está libre de pecado, de error, de algún egoísmo, de soberbia?

Y nadie lanza la piedra, todos nos reconocemos pecadores en algún aspecto. ¿Nadie te ha condenado? Y de nuevo ese amor misericordioso de Dios en su Hijo: “tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más.”

Él, tampoco me condena, y diciéndome que viva, que comparta con los míos, me pide que no peque más. Es la solicitud amable, de rogar, de sugerir un cambio, y este tiempo de cuaresma, es un tiempo perfecto, y ¿por qué? Porque toda su pasión, su muerte, es un acto de entrega, para ejemplo de cómo hemos de entender la vida. De cómo debemos y podemos mejorar, modificar actitudes erróneas, de no volver a pecar.


¿La cuaresma, te ha servido para algo, has mejorado...?

“Anda, en adelante no peques más.”

1 comentario:

  1. Es muy curioso lo que cuentas. También es curioso lo que se puede experimentar. Sea como sea, es muy curioso el hecho de mejorar.

    Según me dicen mis Padres y Hermanos, cuánto más débil te sientes, más abierto estás a mejorar. Nos cuenta el Apóstol san Pablo, que cuando más débil se encontraba y oraba con más insistencia, el Señor le respondía: "te basta mi gracia". Eso debe bastarnos también a nosotros, pero nosotros no somos como él, sino que nos parecemos más a aquellos israelitas de Meriba y de Masa, que tentaban al Señor aunque habían visto sus obras.

    Mejorar nos es más que un propósito humano. El hombre, por sí mismo, no puede mejorar: necesita de la gracia de Dios. Sin embargo, el hombre sí que puede pedir esa gracia y dejar que ella actúe en su interior.

    La forma de pedir la gracia divina es orando. Nada podemos lograr de Dios sin la oración. Orar a horas y a deshoras, despiertos o dormidos (Deut 6, 4ss),...

    Mejorar no es un derecho del ser humano: es una obligación. En estos tiempos en los que se habla tanto de derechos y nada de obligaciones, tenemos que echar la vista atrás y recordar a nuestros antecesores liberados de Egipto. No basta recibirlo todo de Dios, sino que también hay que acogerlo todo y aceptarlo todo, incluido Él mismo. Esta es la manera eficaz que tiene el hombre de colaborar con la gracia divina: aceptarla, acogerla y llevarla a su plenitud, a través de la oración.

    No os olvidéis de que el mismo Dios que comenzó todas las obras buenas que hay en nosotros, las llevará a cabo si nosotros se lo permitimos. ¿Cómo puede ser esto? Pues orando, reflexionando y dando siempre gracias por todo.

    En fin, no voy a extenderme más. Que paséis un buen domingo.

    Amén.

    ResponderEliminar