1/4/12

¡Bendito sea Dios!

¡Bendito sea Dios!

Qué natural es esta alabanza, somos el pueblo de Dios y Él es nuestro pastor. En toda vida humana deberíamos, se debería de dar más gracias a Dios: ¡Gracias a Dios!... En verano iremos al norte, Dios mediante. Si Dios quiere. ¡Vaya usted con Dios! ¡Que Dios te bendiga!, sí a ti, que estas leyendo esto, ese es mi deseo: ¡Que Dios te bendiga!

¿De qué crees que está hecha la crisis que tan salvajemente estamos viviendo en todo el mundo? ¿Tan solo de esos banqueros ineptos o aquellos constructores despiadados?... No, no nos engañemos.

Superar la crisis, ¿significa seguir como antes? A ver quién es más ladrón, más sinvergüenza, y aquí entramos todos, y todos los estamentos de nuestra sociedad civil, religiosa, militar... ¿No será la crisis una enfermedad del alma comunitaria, del tanto tienes tanto vales?

Cuando se supere la crisis, ¿habrán desaparecido los paraísos fiscales, la necesidad de valorar el ahorro por encima del consumo?... Posiblemente estábamos viviendo por encima de nuestras posibilidades, pero también muy alejados del alma, alejados de todo lo espiritual, engañados desde nuestra falsa moralidad, de aquella frase: “de mí mando yo”, “de aquí no me mueve ni Dios”. ¡Qué craso error! Qué absurda es entonces la vida del hombre. Por eso Jesús dice: “si estos callan, gritarán las piedras”.

¡Bendito sea Dios! A Dios lo que es de Dios.

En la vida humana hay grandes momentos para la alegría, para el trabajo bien hecho, con ilusión de aportar algo a alguien. También hay ratos para la oración, precisos y de significativa vitalidad para la vida, para no enfermar. Pero también hay ratos dolorosos, mal llamados taxativamente de cruz, porque la Cruz arranca ahí, pero lleva a la salvación eterna, va al más allá. Es decir, es el vehículo, el automóvil, el carro que nos tiene que llevar de nuevo junto al Padre.

¿Te das cuenta que el Señor te necesita a ti mismo? No mires para otro lado, no disimules.

No hay forma de acallarnos: ¡Bendito sea Dios!

1 comentario:

  1. Anónimo2/4/12

    La crisis...,¡ay la crisis! ¿No será que todos tenemos, en menor o mayor grado, un'déficit'de fe?
    Es gratificante, ciertamente, decir,¡Bendito sea Dios!
    Pero, además, es una maravilla, una gran sorpresa, decir en determinadas ocasiones, las palabras que Abrahán dijo a Isaac, su hijo único: "Dios proveerá el cordero para el holocausto, hijo mío".
    De Abrahán,nuestro padre en la fe, aprendamos a confiar siempre en Dios,como él ante la prueba que Dios le puso. Vale la pena leer despacio el conmovedor pasaje de la Biblia, "Sacrificio de Isaac" Génesis,22,1-8.

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