11/6/11

LA PROMESA CUMPLIDA

Hemos llegado ya al último día de la Pascua: Pentecostés. Durante todo este tiempo hemos escuchado que Jesús nos ha ido transmitiendo tranquilidad, paz, alegría, serenidad. Finalmente, Jesús en su discurso de despedida, nos prometió que nos iba a mandar el Defensor. Pues bien, queridos amigos, hoy ha llegado ya ese día.

El evangelio de este domingo es similar al del II Domingo de Pascua. Jesús se apareció a los once que estaban encerrados por miedo. Se acercó y les dijo: “recibid el espíritu santo, a quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados y a quienes se los retengáis les quedan retenidos”. Observamos que junto con su ofrecimiento del Espíritu Santo llega la misión. Como hemos dicho en otras ocasiones, sin el Espíritu Santo la misión no puede ser llevada a cabo. El Espíritu Santo es quien da la fuerza y la sabiduría para emprender la misión. Fijaos por ejemplo, como narra San Lucas el día de Pentecostés en Los Hechos de los Apóstoles: todos los apóstoles comenzaron a hablar una lengua distinta. Si todos hubieran hablado la misma, no hubieran podido predicar por todo el mundo. Hecho importante es también que con su venida nace la Iglesia.

El Espíritu Santo es la fuerza, el amor, la comprensión derramada por Jesús ante nosotros. Es la gracia que actúa en todos los sacramentos: en el bautismo, el Espíritu Santo desciende y te transforma en hijo de Dios; en la Penitencia, el Espíritu Santo te derrama el perdón y el amor; en el matrimonio, derrama su bendición sobre los novios y les otorga la gracia suficiente para vivir el matrimonio y fortalecer el vínculo; en la Eucaristía transforma el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre del Señor. En definitiva, el Espíritu Santo, confirió “el poder” a los apóstoles para atar y desatar en el cielo y la tierra.

Abramos las puertas del corazón al Espíritu Santo y dejemos que nos llene de su gracia.

SANTIAGO CHECA RUBIO.

2 comentarios:

  1. Anónimo15/6/11

    Que Él guíe nuestras palabras y nuestros escritos.
    Me gustaría saber una cosa que acabo de recordar al leer esta última entrada al blog. Cuando nos santiguamos, decimos: " En el nombre del Padre(y tocamos nuestra frente-¿la mente?), del Hijo (y señalamos nuestro corazón-¿el cuerpo?) y del Espíritu Santo" (y terminamos envolviéndonos en la cruz al tocar los hombros-¿el alma?). Me gustaría saber el origen y significado de esto.
    Saludos a todos. Gracias por el blog y por participar activamente. Que idea más buena tuvo Tono al ponerlo en marcha.
    ***

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  2. Santiago16/6/11

    Querida amiga, tu respuesta es facil de responder. Los cristianos para recordar que Jesús nos redimió en la cruz practicamos la señal de la cruz. Además es una confesión de fe.Por otra parte, cuando tocamos nuestra mente rezamos a Dios nuestros pensamientos, cuando tocamos el corazón consagramos a Dios nuestros sentimientos del corazón, tocamos nuestro hombro izquierdo para ofrecerle las penas y preocupaciones y por último nuestro con nuestro hombro derecho para consagrar todas nuestras acciones.
    Es en general una consagración de la persona.
    Espero que te haya servido de ayuda.

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