13/3/11

Para mi querida Compi

Semana I de cuaresma
Domingo, 12 de marzo, 2011



Posiblemente a ti jamás te haya pasado, pero muchos sí lo hemos pensado; quisiéramos que nuestro Dios estuviera para solucionar todos nuestros problemas, por muy pequeños o por muy grandes que fueran. ¿Cómo pensar que a tal familiar, que a nosotros mismos, nos pueda venir bien esta enfermedad? Parece un disparate, con lo fácil que es decir “Señor, convierte esas piedras en un buen bocadillo de jamón, y de paso le pones un poco de aceite de oliva”. Pero no, hay que enfrentarse a la realidad, y a veces puede ser muy dura. Pero no sé cómo lo hace Él, que sin transformar ninguna piedra, nos transforma a nosotros, nos llena de paz, de tranquilidad, e incluso va y nos viene bien. ¡Qué cosas!

También me gustaría que fuera un personaje de cine, de esos que vuelan por la 5º Avenida de Nueva York o por la plaza del Ayuntamiento, tirarse del tejado de Correos para recoger a un niño que se le ha caído a su madre, y en mucho menos de un segundo ya lo tiene en sus brazos. Pero, yo me pregunto, y todo esto, ¿a cambio de qué? Es decir, ¿de qué me sirve a mí? ¿Cuál es mi fe, si en vez de amar a Jesús lo voy tentando? Quizá mi fe sea egoísta y por supuesto muy superflua. Por esto el Santo Cura de Ars decía a sus parroquianos: “Entiendo que no os merezcáis comulgar, pero os hace mucha falta.” Menos mal que la comprensión del Señor está por encima de mí, de mis malos pensamientos.

Jesús nos pide lo de siempre, que de todo corazón lo amemos, y que a Él sólo adoremos, y que a Él sólo demos culto.

Qué bien nos puede venir la enfermedad, el sufrimiento, pero éste puede ser de dos maneras, inútil y estéril o fructífero al 100%.

Inútil cuando sólo sirve para lamentarme y quejarme de lo mal que Dios se ha portado conmigo, con un familiar nuestro.

Y puede ser muy productivo, cuando hacemos caso al Espíritu y ofrecemos nuestro sufrimiento como oración continua por el bien de la Iglesia, ya que aún a pesar de estar llena de pecadores, la jerarquía también está llena de intentos de santidad, y ahí hace falta nuestro sufrimiento, nuestra intención más pura.

Santa Teresa de Jesús nos decía: “Gracias a Dios, muero dentro de la Iglesia”. Y esto lo decía poco antes de morir.

A veces no valoramos lo que tenemos, a nuestro Dios, con su Reino de Amor y de Paz. Tampoco cuidamos a nuestra salud, a nuestra mujer...

Nuestros demonios intentan una y otra vez que en los tiempos de crisis... (pon tú lo siguiente, yo me he cansado y necesito respirar, igual la falta de oxígeno me ha hecho decir algún pequeño disparate; perdóname por ello.)

1 comentario:

  1. Anónimo14/3/11

    ...nuestros demonios intentan, una y otra vez, que en los tiempos de crisis, cuando nuestras fuerzas parecen flaquear, nos dejemos vencer abandonando la espada de nuestra lucha, pero tenemos que alzar la cabeza y continuar. Él iluminará los senderos tenebrosos por los que tengamos que pasar.
    ¡Te queremos Tono!

    ResponderEliminar