11/1/09

¿Cuál es tu misión?

La Navidad se está acabando, y al igual que cuando empezábamos el tiempo de Adviento, esas cuatro semanas que nos iban introduciendo poco a poco en el misterio más grande, ahora nos tocaría pensar qué ha hecho en nosotros, qué mella ha dejado en nuestras almas.

Hoy de nuevo nos bautizamos, un nuevo comienzo de todo, un nuevo curso que empieza, ahora viene la carrera, la prueba definitiva, ese examen preparatorio para una nueva oportunidad, quizás una oposición que cambie el sentido de mi vida. De la tuya. Todos estamos sufriendo continuamente pequeñas metamorfosis, insignificantes cambios, nuevos sentidos a nuestra vida.

Pero me gustaría que reflexionáramos sobre cuál es la misión mía, la personal de cada uno, la de todos. El baño del bautismo nos llena, nos inicia y nos ratifica en hijos de Dios plenos, con derecho de voto y de opinión,, por decirlo de un modo sencillo.

Experimentarle a Él es ante todo una experiencia del “perdón”, de sentirnos perdonados, y todo por tanto amor, un infinito amor, más, mucho más que infinito. Él nunca nos grita, nunca nos apremia, nunca nos impone castigos, ¿cómo lo hace? Creo que tan sólo es por amor, perdona, no siente veces, sino siete mil millones de veces por siete. Una exageración de perdón. Pero ante todo y sobre todo está mi actitud, mi predisposición, mi postura ante la vida, siempre desde la máxima libertad, aun a riesgo de que nos equivoquemos, sólo de éste modo podemos entregar un corazón sincero.

Las apariencias no valen, el qué dirán no importa. El caer bien o mal a mis “compas”, tampoco funciona. Sólo sirve actuar de todo corazón, intentando ser mejores, pidiéndole a Él que nos ayude a conseguirlo, porque de lo contrario creo que no es posible. Bueno, igual a ti sí, pero a mi me cuesta mucho superar algunas cosillas, y de no ser por su ayuda, por su interés para conmigo, no podría ser.

Ha venido a la tierra sin gritar, ni vocear, no ha promovido escándalos lujosos, ni se ha distinguido por ser un super-man, sino que ha venido sencillo y humilde, el fenómeno más grande jamás contado por ningún trovador, nadie se lo podía imaginar, ni de hecho lo creyeron. Vino como suele actuar Él, sin levantar polvo ni meter ruido, sencillamente llegó a la tierra, para hacerse hombre, por medio de Santa María, y teniendo por padre a San José, pero sin dejar de ser Dios mismo.

¿Cómo contar esto? Sencillo, en un establo, con unos pastores que lo adoraron, los más sencillos de todos los hombres, y de una reputación dudosa. Y por el otro lado, por unos sabios magos, poderosos y señoriales Reyes, y todos lo adoraron y aclamaron juntos: “Gloria a Dios en el Cielo”.

Dios, como nos demuestra este pasaje, no hace distinciones entre indios y mestizos, acepta a todos los que lo aman y practican su amor, sean de la nación que sean.

Y gracias a este nacimiento somos hijos y hermanos, por eso cuando oigo estas palabras “tú eres mi hijo amado”, me lleno de emoción y alegría, porque es verdad, Dios, con toda su grandeza, me ama a mí, casi nada, a mí, sencillo y poquita cosa como soy, pero con Él me siento a tope, muy bien.


PD: Me gustaría conocer tu opinión, este blog no es solo mío, es de todos los hijos de Dios, sin distinción de naciones, de todos los que por amor quieran participar.

2 comentarios:

  1. Anónimo10/1/09

    Es cierto, todos somos sus hijos amados. Ojalá que algún día nos demos cuenta de cuánto nos quiere nuestro Padre. Gracias, y felicidades por ese título de teología.

    ResponderEliminar
  2. Anónimo10/1/09

    A mi tambien me gustaria saber quien soy yo y que hago aquí o como dices, cual es la misión.
    Si no encontramos un sentido trascendente de la vida, a medida que vamos madurando espiritualmente y reflexionando gracias al conocimiento y experiencias propias y ajenas probablemente nos demos cuenta, en algunos casos, del vacio de nuestra existencia y que hay que encontrar un camino hacia la Fe.

    ResponderEliminar