Hosanna. Bendito el que viene en nombre del Señor. Bendito el Reino que llega.”
Gritos
y vítores de la gente sencilla, del pueblo, al que entra montado en un
borrico, tal y como la Escritura decía que lo haría el Rey: el Mesías de
Israel.
Los jefazos, los más preparados, tan solo vieron en Él a
un agitador que poco a poco iba desmontando una paradeta, como se diría
hoy. Ellos lo tenían estudiado, y sacaban su partido de todo.
Pero
Jesús, sin miedos, sabiendo dónde va, entra triunfante, le alfombraron
el camino por donde iba a pasar. Lo reconocían como Rey del Reino de
Dios.
Pero hoy, si entrara en nuestras ciudades, ¿lo
aceptaríamos? ¿O también exigiríamos una demostración de fuerza y
poderío, un tanto similar a superman?
Nuestras sociedades
mercantiles, religiosas, y de todo tipo, ¿sabrían ver al que viene para
ayudar al pobre y desvalido? ¿O también en el momento más duro lo
abandonarían porque no ha superado nuestras expectativas?
A Jesús
no se le puede detener, de un modo u otro, Él entra, se nos acerca, se
interesa por nosotros, por los enfermos, aquellos que estaban en las
piscinas de Betlesda.
Lo cierto es que su llegada siempre nos
proporciona un gozo desbordante, incluso cuando estamos solos, sabemos
que Él está junto a nosotros, los demás se alejan, pero Él siempre
atento a todas nuestras necesidades. Él conoce nuestras debilidades,
mejor que nosotros mismos, por eso incluso cuando no somos conscientes,
nos proporciona más de la cuenta, para poder superar nuestras torpezas,
como humanos que somos.
Él entra triunfante, sabiendo que la cruz
está ahí, pero también conoce la forma de dar la gloria, en su
Resurrección, que por nuestra fe sabemos que también un día nosotros la
disfrutaremos.
Nosotros siempre debemos darle la gloria, y
nuestra gratitud, porque por su gracia, podemos superar muchas pruebas y
tribulaciones. Y esto Él lo aprueba, y para ello te recuerdo el mismo
texto de San Lucas, donde unos fariseos le piden que reprenda a sus
discípulos, y Él les contesta: “Si éstos se callan, gritarán las
piedras.”
No podemos callarnos, no podemos ocultarnos, somos lo que somos, y lo somos por la gracia de Dios.
Todos queremos ser libres. Es de ley natural por voluntad de Dios, que "nos creó a imagen suya".
ResponderEliminarSe trata, pues, de un deseo innato, universal del ser humano. ¡Sublime Don el de la Libertad!,que todos estamos llamados a desearlo,vivirlo con alegría - con frecuencia, no exenta de dolor -, en la misma medida que buscamos la verdad. Escuchemos, atentamente, a Jesús:"Si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad,y la verdad os hará libres" Jn 8, 31-32.
Vivir en la verdad, con amor, con valentía y sin miedo, es nuestro peor enemigo. Así respondió la beata Madre Teresa de Calcuta al periodista que le preguntó ¿cuál es el peor enemigo del hombre? "El miedo", le respondió inmediatamente.