17/2/13

TIEMPO DE CUARESMA


Jesús, “te veo abrazar con inmenso anhelo esa cruz,
que proclama en voz alta
la misericordia divina”
(H. El Padre, nº 252)


El llamado “Miércoles de ceniza” ha dado inicio a lo que la Iglesia denomina “tiempo de Cuaresma”. Tradicionalmente la Cuaresma ha sido definida como “un tiempo de penitencia y conversión”, lo es. De las dos palabras la primera es la que, de alguna manera, causa “escozor” interior. ¡Penitencia! En general esta palabra ha tenido un acento “negativo” que se identifica con: renuncias, sacrificios, negaciones… Es una pena si interpretáramos así esta palabra tan cargada de amor, de esperanza y por eso de misericordia.

La “penitencia” cuaresmal antes que poner el acento sobre lo que hemos de sacrificar, lo pone sobre lo que estamos llamados a alcanzar, es decir: “esfuerzo para”. El escalador lo primero que hace es poner su mirada en la cima, en la meta que es desafío y sueño. La cima ejerce sobre el escalador una particular fascinación y es justamente esto lo que moviliza todas sus fuerzas creadoras. Una vez puesta la mirada en la cima y tomada la decisión de alcanzarla, el escalador comienza a preparar la trepada. Se ejercita físicamente, toma vitaminas extras, hace la lista de los elementos que va a necesitar y el día determinado comienza el ascenso. No se si todos leyeron la noticia aparecida en los medios, en la que se contaba que un andinista escaló el monte Aconcagua (algo más de 7.000 metros), el pico más alto de la Cordillera de los Andes, en solitario y en 34 horas, a partir del último campamento base. ¡Todo un record! Lo que no señalaban los medios es toda la preparación que realizó el escalador. Horas y horas, días y días de ejercicios físicos, disciplina férrea, renuncias a trasnochar, a comidas y bebidas contraindicadas, etc. La meta, tocar la cima, mereció, para este joven, todo sacrificio, toda renuncia, Todo “merecía la pena” si podía realizar el sueño: tocar la cima del Aconcagua y batir el tiempo record de escalada. ¡Lo logró!

¿Cuál fue su “genialidad”, como diría el Padre Kentenich?, que no partió de lo que debía sacrificar sino de lo que quería alcanzar. Sería tonto poner el carro delante del caballo, sin embargo es lo que muchos bautizados hacemos cuando en este tiempo de Cuaresma nos fijamos más en el sacrificio, las renuncias y penitencias, y no en la meta que se pretende alcanzar. Esta meta es ir a más, ser más. ¿Ser más qué? Más como Jesús nos señala en el Evangelio del reino.

Es interesante señalar que, en su divina pedagogía, Jesús utiliza con frecuencia una comparación muy luminosa: “No seáis como los paganos”. No hace un juicio sobre el pagano, sino que apunta a la conducta diferente entre quienes no creen y los que sí creen en Dios. La Cuaresma es, justamente, un tiempo para despegarnos de las “conductas paganas” -la mayoría inconscientes- que todos tenemos, para ir hacia la “conducta cristiana”. ¿En qué consiste esta conducta cristiana? En ir asumiendo más y más el comportamiento de Jesús, nuestro Señor y Maestro. Él es quien nos invita: “venid a mí”, “aprended de mí”. Quizás sea bueno señalar un campo para ejercer esta “conducta cristiana”: el de la convivencia con quienes nos rodean, sea en la familia o en el ámbito del trabajo, como también en el comportamiento como ciudadanos.

Jesús da una “regla de oro”: “Traten a los demás como quisierais que los demás os traten a vosotros”. Se trata de una propuesta positiva y de alto contenido evangélico. Hoy constatamos un deterioro inmenso en el trato social. “La calle está cada vez más dura, más peligrosa”, señalaba un artículo periodístico días pasados. No es la calle la que está dura o peligrosa, es el hombre el que se constituyó en duro y peligroso. ¡He aquí el punto! Conocida es la frase que repetía nuestro Fundador: “Cuando el hombre se aleja de Dios, primero se embrutece y después se bestializa”. Esto es, cuando el hombre -creado a imagen de Dios- se aleja de su modelo se desfigura, se afea y su conducta deja de ser plenamente humana para asumir rasgos de brutalidad.

Si Jesús y su Mensaje nos fascinan, debiéramos buscar a lo largo de este tiempo de gracia, tiempos para estar con Él, junto a Él, aprendiendo de Él. Una vez más señalo a quien nos puede conducir “a la hondura de Cristo”: ¡María! Ella fue su primera y aventajada discípula. En sus conductas irradia el ser y hacer cristiano, lo que “recibió hambrienta y fervorosa” de Jesús. Sin duda que nuestro crecimiento interior, el escalar las alturas, exige esfuerzo y opción de nuestra parte, pero también es cierto que en el ir hacia la cima elegida no estamos solos: María, nuestra Aliada, está con nosotros y en nosotros, está como Maestra y Educadora en el camino del “amor más grande”. Y Jesús es taxativo: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”, a lo que hay que agregar que, nadie tiene amor más grande que el que da la vida y da vida a quien o quiénes no le resultan simpáticos, ni agradables. Si “Dios nos amó primero”, como escribe San Juan, nosotros también, antes que exigir, estamos llamados a ejercer la primacía del amor. Un amor que da sin esperar nada del otro, pero si el otro llegara a crecer por el amor recibido… ¡qué alegría y que paz en nosotros! ¡Sabremos que somos y actuamos como “imágenes de Dios”.

¿La meta de esta Cuaresma?, ¡configurarnos más con el modelo!, y vivir lo que somos en la convivencia de cada día. ¡Qué hermosa y noble cima es poder elevar la atmósfera de alegría, amor y paz en nuestro entorno!

Desde el Santuario “Sión del Padre”, les envío un cordial saludo y el deseo de una Cuaresma aprovechada en el amor, para que la Pascua sea de gloria. ¡Que así sea!

Que Dios les muestre su rostro y les bendiga:

P. Alberto E. Eronti

1 comentario:

  1. Anónimo17/2/13

    Cuando contemplo a Jesús muerto en la cruz, me viene el recuerdo de las palabras que dice Jesús a Marta, hermana de Lázaro: "Yo soy la resurrección y la vida: quien cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá para siempre" Jn 11, 25-26.
    Que el espíritu de la penitencia y conversión cuaresmal, nos acompañe todos los días de nuestra, siendo fieles a la voluntad de Jesús: "Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de mí, porque soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave, y mi carga, ligera" Mateo 11, 28.
    Es la conversión cuaresmal que nos llevará a la celebración gozosa de la Pascua de Resurrección.

    ResponderEliminar