27/2/11

¿Cuál es tu fe?

Domingo VIII T. Ordinario
27 de febrero, 2011

Para mí, hoy, es un canto a la verdadera libertad que Jesús mismo nos enseña, cómo vivir esa libertad y en que consiste realmente. ¿Acaso un cirujano puede estar operando en un hospital, y en otro al mismo tiempo? ¿Acaso el mismo avión puede volar a los Ángeles y a Moscú al mismo tiempo? Pues esto es lo que nos enseña el evangelio de hoy, nos muestra un método, unas preguntas que debemos hacernos para comprobar nosotros, cual es nuestro grado de fe, cómo estamos ante Dios. Él no necesita saber de nosotros, ¡ya lo sabe! Somos nosotros quienes necesitamos saber de nosotros mismos.

Un esposo, puede mantener una relación con una mujer a escondidas, al margen de su propia esposa. Es difícil, y antes o después la cosa se sabrá y vendrá aquella frase: ¡yo no quería! ¡te prometo que no volverá a pasar! Pues Jesús nos enseña que hemos inclinado la balanza en sentido contrario a nuestros intereses: “nadie puede estar al servicio de dos amos”, porque siempre habrá alguno que saldrá peor parado. “No estéis agobiados por la vida”. Es decir, no quiere que nos preocupemos, y nos pone desde un ejemplo con los pájaros, a quienes nunca les falta la comida, hasta el extremo más distal, más serio, la propia muerte. “¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora de tiempo de su vida?” Y siempre respetando nuestra libertad, incluso el mismo error, pero Él nos indica por activa y por pasiva, lo más bueno para nosotros. “No andéis agobiados”.

Nos dice que si confiamos en Él todo lo tenemos resuelto, pero al parecer nosotros no acabamos de creerlo, por eso nos indica “buscad el reino de Dios y su justicia”, es como si nos dijera, y a partir de aquí iréis mucho mejor, ya que Dios es siempre justo y misericordioso. “Lo demás se os dará por añadidura, por tanto no os agobiéis por el mañana”. ¿Quién nos puede decir algo así sino Dios mismo? Cada día tiene su propio agobio, no añadamos nosotros nada más.

Y aun así nos deja libertad para incluso hacerlo mal, hacerlo lo peor posible. ¿Cuántos matrimonios viven dentro de la infidelidad? Pues por eso Él nos dice que no podemos servir a dos amos, nos está indicando fidelidad y confianza total en él.

Jesús, en ti confío. En los momentos de duda, repite esta frase, verás cuál es el resultado.

No olvidemos a la Virgen, que nos pide que hagamos todo lo que Él nos dice. ¿Por qué crees que nos lo dice?

20/2/11

Una vuelta más de tuerca

Domingo VII T. Ordinario
20 Febrero, 2011



Estos días nos planteábamos sobre la posibilidad de perdonar, a quien nos ha hecho un gran daño, y llegábamos a la conclusión de que es una tarea imposible para el hombre, sin la ayuda de Dios, por medio del Espíritu Santo.

Hoy en el programa del cristiano, se da una vuelta más de tuerca, como diría mi amigo Manuel, no sólo hay que perdonar a esos enemigos que tanto daño me han hecho, sino que ahora nos dice que hay que: “Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manga la lluvia a justos e injustos.” ¡Cualquier cosa! Ahora me toca amar a mis enemigos, y rezar por ellos, si quiero demostrar que soy hijo de Dios.

Además termina el evangelio diciendo: “Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.” Estas palabras casi dan miedo, porque ¿cómo puedo conseguir esto? Si casi me parece una utopía, para perdonar necesitaba ayuda, pero además AMAR, creo que es imposible. Pero mirando por mi ventana interior, escucho casi la respuesta, “rezad por los que os persiguen”. Es decir, al margen de la ayuda misericordiosa de Dios, que siempre desde su amor nos ayuda aún sin saberlo, hay algo que yo tengo que hacer, y es: rezar. La oración, en todas sus modalidades, pero pidiendo por esos... y poco a poco, los vas olvidando, van perdiendo importancia para nosotros, como si en una pizarra hubieran escritos unos resentimientos hacia ellos, y una mano con una bayeta, poco a poco, y siempre escuchando nuestra oración, o lo que es mejor, los efectos de la misma, pues como digo, fueran borrando parte de esos detalles. De igual modo, tras la oración continua, y sin prisas, pero sin dejar pasar un solo día, desde la oración rezo por esos que tanto daño me han hecho.

Por otro lado reflexiono sobre la lluvia, y no sé si a ti te pasará lo mismo que a mí, pero me pongo a ver llover y me pasan las horas embebido, por ese caer de la lluvia, miro aquel charco, y cómo saltan las gotas al golpear contra él. Esto me hace pensar que con la oración hacia los que de algún modo me persiguen, me ocurre algo similar, mi ser se queda tranquilo, sin ánimo de revancha, sin ánimo de venganza, y de este modo alcanzo la paz yo, porque de lo contrario me encuentro en un puro estado de guerra, dispuesto y capacitado para discutir con quien haga falta.

A mí estar en paz me llena, miro cualquier dirección y no me altero nada, también mi organismo se regenera mucho mejor, se va sanando.

No sé si te servirá todo esto, pero a mí, te lo puedes creer, me ayuda a fortalecerme en esa Paz, como ya te he contado.

Precisamente yo, no me puedo olvidar de la oración de otros, de la tuya, que viene a sostenerme, en esos momentos de marejada, y que además potencian mi paz. Y por supuesto la oración de la iglesia, ese Sacramento de la Unción de Enfermos, y enfermos los hay de cuerpo y alma. Si ves que no eres capaz de reflotar tu nave, no lo dudes, acude a un sacerdote, cuéntale y pídele este magnífico sacramento.

Habrá muchas cosas más, pero yo voy a terminar, y te voy a pedir un poquito de oración por mí, tan sólo un Ave María, pero si puede ser, a diario. Como siempre, gracias por tu paciencia.

Que la Virgen María, que escucha todas nuestras intenciones, y su esposo San José, nos ayuden y enseñen a orar.

13/2/11

¿Deseas perdonar?

Domingo VI T. Ordinario
13 febrero, 2011



Hoy seguimos en la montaña donde se producen esas enseñanzas magistrales de Jesús, para todos nosotros, y nos aclara que su aparición entre nosotros está justificada por estas notas de toda superación. No nos habla de unas leyes escritas, sino que va mucho más lejos, nos pide el corazón, la predisposición a querer tal y como Él nos lo indica.

Hace poco decíamos que para perdonar hay que pedirle al Espíritu que nos dé las fuerzas que a nosotros nos faltan, porque de lo contrario no podemos, es superior a nosotros mismos, pero con Él, con la ayuda de la Virgen María, nuestros pasos, son saber cómo, van hacia la dirección apropiada, y ¿cómo lo sabemos? Muy sencillo, por la Paz, sí, en mayúscula, hay cosas que claramente son así, son de Él.

Pues en estas notas de hoy, en este ir mucho más allá, nos pide lo de siempre, ese cambio -conversión- de todo corazón. Si no hay deseo, no lo voy a conseguir, y si hay deseo, ahí, justo ahí, entra en acción Él mismo. Si mi deseo es ése, aún a pesar de todos los pesares, aún sin comprender cómo, la cosa funciona, vamos bien.

Cómo comprender si no, “no matarás”, y mucho menos aún, “todo el que esté peleado con su hermano”. ¿Comprendes ahora lo del perdón? Nos dice que matar tiene muchas formas, que la violencia puede ser muy variada, hay cosas que se hacen y no matan, pero dejan a una persona muy maltrecha en todas sus actitudes, su autoestima por los suelos. Y me viene a la memoria una víctima de este tipo de lucha, todo esto se lo han hecho dentro del monasterio, y en nombre de Dios. Por eso Él, hoy, nos habla de que para ir a su encuentro al altar –donde le ofrecemos lo que somos- hay que estar limpio, no sólo no haber matado, sino también de corazón, de resentimientos, porque lo importante no es lo que tú aportas, sino tu deseo de aportar algo, con su ayuda

Nosotros lo necesitamos para todo, y digo para todo, ya que “no somos capaces de volver blanco o negro un solo pelo”. No podemos, ni tenemos medios, para imaginar lo que Él nos tiene preparado, tan sólo la revelación por el Espíritu, de ahí que nuestro deseo deba ser como canta el salmo: “Enséñame a cumplir tu voluntad, y a guardarla de todo corazón”. Solamente así, si Él nos abre los ojos, nosotros podremos contemplar todas sus maravillas.

Qué importante es el deseo, no puedes perdonar, pero tienes que desear perdonar, y Él, desde su paz, te enseñará a perdonar.

¿Crees que acaso la Virgen, cuando mataron a su Hijo, como a un criminal, no tuvo ella misma que poner en marcha todo esto? ¡Y mucho más!

¡Oh, María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos!

11/2/11

ORACIÓN A LA VIRGEN DE LOURDES



ORACIÓN A LA VIRGEN DE LOURDES

¡Oh Señora!,
me has robado el corazón.
Y yo te pregunto:
¿Dónde lo has puesto?
¿No lo habrás escondido en tu Corazón,
por temor de que yo lo encuentre?

¡Oh, Robadora de Corazones!,
¿Cuándo me devolverás el mío?
¿Quieres quedarte con él para siempre?

Cuando yo te lo pido,
Tu sonríes,
y tu sonrisa me tranquiliza.

Pero, vuelto en mí,
si te lo vuelvo a pedir,
me abrazas, ¡oh Dulcísima!.

Entonces,
embriagado de tu amor,
ya no pienso en mi corazón,
y no sé pedirte otra cosa que el Tuyo.

Desde este momento
mi corazón se encuentra
tan embargado por tu Dulzura,
que te lo doy,
para que Tú lo guies
y para que lo coloques
en el Corazón de tu Hijo.

(Oración del sigo XIII atribuida a Ricardo de San Lorenzo)

Nuestra Señora de Lourdes
¡Ruega por nosotros!

6/2/11

¡Gracias por el piropo!

Domingo V T. Ordinario
6 Febrero, 2011



Estos días van de piropos, el viernes el Dr. Esplugues me llamó genio, pero hoy es el mismo Dios quien se preocupa en piropearnos; “Vosotros sois la sal de la tierra”, ¡Casi nada! La sal es la que da vida, y si no mira en las cordilleras tibetanas, aquellas gentes que tenían que cruzar desde una parte a la otra, para conseguir los saquitos de la sal. O aquellos otros que para comprar el trigo, cambiaban su sal por el trigo. De todos modos el halago es impresionante, la sal da sabor a nuestra vida, nuestros guisos, ¿te los imaginas sin nada de sal? Imposible.

De nuevo otro gran cumplido es: “Vosotros sois la luz del mundo” ¡casi nada! De nuevo el señor Jesús nos llama luz del mundo, no de un rincón de la casa, y con ello, con esa confianza que demuestra tener con nosotros, incluso más que nosotros mismos en muchísimas ocasiones. Y es que en realidad Él nos conoce tal y como somos, por eso nos hace una pequeña advertencia; sois sal y sois luz, para que podáis alumbrar-ayudar a todos los de la casa y, precisamente por ser los hombres nuestras buenas obras, de este modo pueden dar gloria al único que la tiene, y nosotros quedamos como buenos empleados, que cumplimos con nuestra misión, y es que hemos de ser testigos de Dios allá donde estemos, no solamente en misa, que son 45 minutos, sino las 24 horas del día y de la noche.

La gloria, toda es de nuestro padre que está en el cielo, si tú eres una persona tan lista, ¿por qué crees que lo eres? Sí, tú, sí, la del fondo, si eres tan buena en idiomas, ¿por qué crees que lo eres? Ahora bien, lo que es tuyo, que son todas tus dificultades, ahí sí que tenemos que mirar cómo vas evolucionando con tu esfuerzo, porque esto, no es tampoco para ti, sino para la gloria de Dios.

Pero, a pesar de todo, Dios, Jesús su hijo, no se cansa de elogiarnos y de darnos ánimo. Ahora mismo un compañero me ha llamado, y me ha dicho que el día 7 tiene el examen de conducir, ya que le pedí que me avisara para rezar por él. ¿Te animas a rezar un poquito por este señor, para que así pueda él dar gloria a Dios aprobando este cuarto examen de coche?

Sé que me vais a ayudar, y sé que va a superar la prueba, porque él mismo se ha acordado de Dios, al pedirme a mí oración por él.

¡Qué grande es Dios! Y hay que ver cómo nos quiere.

Gracias.