7/2/10

Cuando se confía en Jesús...

Yo escribo por mi, y no lo hago por otro. Y por qué digo esto, muy sencillo, porque es tan bonito hablar de las cosas de Dios, y es que, además al hacerlo, nos llenamos de alegría. Por esto escribo, por la felicidad que me produce, pero no te creas que yo tengo algún merito.

Hablando con un sacerdote, me decía: “ qué bien nos lo pasamos hablando de las cosas de Dios, de su forma de actuar”

Este evangelio de hoy, es igualmente digno de alegría, porque Jesús, con su palabra, reunía a grandes masas que acudían a Él, tan sólo para escucharlo, porque les alegraba, como a ti y a mí, les llenaba de paz, ya en aquellos tiempos.

Pero Jesús que “sabe” mucho, y que juega a varias bandas, de paso que instruye con calma a los que se han reunido junto al lago, para oír la Palabra de Dios, como te digo, se ha subido a una barca, ¿para qué? Sencillo, porque va a demostrar, que esa palabra no es estéril, sino que cuando se confía en Él, se obran verdaderos milagros, y no por los méritos de unos u de otros, no, sino por confiar simplemente en Él, que es quién actúa.

Sigamos: Pedro y los demás eran buenos conocedores del lago, vivían en él, y trabajaban en él. Con su experiencia, sabían que hoy, aquel día, nada mas se podía hacer, después de pasar toda la noche bregando duramente. Pero con la llegada de la luz, ahora es de día y antes era de noche, y confiando en la palabra de Jesús, Pedro, rema mar adentro, hacia los problemas de la vida, donde lo difícil nos espera, pero...ahí, precisamente vienen”esas” actuaciones del Señor. Desde la confianza, Él actúa, y lo hace para llenarnos de alegría siempre. ¡el señor Jesús, siempre es alegría! Ya sea al escucharlo, o al hablar con Él, o de Él, siempre nos llena de alegría, a todos.
Y menuda que les montó, por confiar en su palabra, por poco se rompen las redes, y las barcas se les hunden, ya que Pedro tuvo que pedir auxilio a los que se habían quedado en tierra, recogiendo y limpiando los aperos de la pesca.

Así es Jesús, es el Dios Todopoderoso que actúa, cuando lo dejamos actuar. Cuando lo escuchamos, cuando confiamos en Él.

Hace no muchos años los hombres se fiaban de la palabra dada. De este modo se hicieron muchos y grandes negocios. Hoy, quizás sería imposible, pero con Jesús, sigue funcionando, al igual que ayer.

Si tú no ves estas obras, medita por qué puede ser, porque Él sigue estando ahí, aquí, con todos nosotros, ¡pero para escuchar, hay que guardar silencio!

¡¡¡Confía en su Palabra y podrás comprobar como el ánimo no te falta!!!