19/1/13

PRÓLOGO DEL LIBRO "QUÉ FELICIDAD" DE ANTONIO ESCOBEDO



Con su estilo sencillo y fácil, nuestro autor transmite
su alegría, su felicidad. Vive la vida, y la suya, como
un fruto de un designio divino, no del azar ni de la casualidad.
Considera que practicar la justicia es lo más
gratificante, lo más razonable. Y exclama: “Mi teoría es
prácticamente mi vida, lo que vivo”. Y por la ventanilla
de sus dos ojos, contempla y admira absorto tanta belleza
como el Creador ha derramado en sus criaturas.
Así se ha transformado el autor en pregonero de ese
Dios... “que lo mejor que nos desea es la felicidad”.
En estos relatos tendrás noticia de su numerosa familia:
cuatro hijos les ha dado Dios. ¿Has leído lo que le
dice a su esposa en la dedicatoria de este libro?
Querido lector: ¿Verdad que no hay rosas sin espinas?
Te adelanto unas palabras de otro gran relato: “El
sufrimiento es necesario: es oración”. Ante un brutal
dolor que le acompaña con una angustia de muerte,
me comenta: “El Señor me ha regalado una partícula
de su Gloria... Cuando yo lo ofrezco, ya no son dolores,
sino oración”.
Perdona que te haya adelantado un poco de la vida
de... ¿un místico en acción? ¡También conoce el humor!
“No puedes cultivar un melón, si antes no has plantado
la mata, la madre, de donde saldrá no sólo un melón,
sino muchos más. De manera que, ¡no seas melón! No
te lo tomes a mal. Es una broma”.
Deseo que goces de tan integrada humanidad.
P. Germán Llorca Suñer, sacerdote claretiano

1 comentario:

  1. Anónimo19/1/13

    El autor del libro "Qué felicidad" desde su transformación espiritual ante la cueva de la Virgen de Lourdes, empezó a caminar sin vacilación hacia la cima de la felicidad cogido de la mano de la madre de Jesús. Atraído por María, Antonio dirigió innumerables rezos del santo rosario pidiendo justicia, paz, la unión de los cristianos. Hijo fiel de María, recordamos a Antonio como apóstol incansable de esta milagrosa devoción. En el Inmaculado Corazón de María, Antonio aprendió y vivió las palabras que María, la madre de Jesús dijo a los sirvientes en las bodas de Caná de Galilea:" Haced lo que él diga" (Jn 2,5.

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