21/12/12

NAVIDAD 2012


“Te diré mi amor, Rey mío, con una mirada suave, te lo diré contemplando tu cuerpo que en pajas yace” (Himno de Vísperas)
                                                                                                                                     Navidad del 2012
Queridos amigos:
¡Otro diciembre! Estamos ya en el último mes del 2012 y como cada año para este tiempo, los sentimientos y pensamientos tienden a mirar hacia atrás y hacia adelante. De alguna manera evaluamos, sea en los sentimientos o en el pensamiento, el año vivido. ¿Cómo será la evaluación? Para quienes tenemos la gracia de creer, los ojos se vestirán de la Providencia y contemplaremos el año en clave divina. No se trata en primer lugar de ¿cómo me fue?, ¿qué logré?, ¿fue un buen año o no? Las preguntas pueden ser interminables.
Los años de vida consagrada me indican que las preguntas de la evaluación son otras: ¿qué dejó de positivo este año que termina?, ¿qué aprendí, en qué crecí, qué oportunidades se me abrieron, cómo respondí a ellas…? Para el creyente la vida está plena de oportunidades y en cada suceso hay una oferta de aprendizaje, de crecimiento, de ir a más y mejor…
Inevitables son los fracasos, desilusiones y sufrimientos. Pero los fracasos, desilusiones y sufrimientos no llegan por acaso a la vida del hombre, también ellos encierran oportunidades. Mucha razón tiene quien afirmó que “se aprende más de los errores que de los aciertos”. José Kentenich solía decir que uno de los artes importantes de la vida es “transformar en peldaños los peñascos que amenazan aplastarnos”. ¡De so se trata! No es casualidad sino providencia que la Iglesia se anticipe por algunas semanas, con el inicio del año litúrgico, al inicio del año civil. Es como si, al cierre de un año -independiente de cómo lo evaluemos- Dios nos dijera: “¡Animo!, todo comienza de nuevo en el Niño”. El nacimiento del Niño en la liturgia y la celebración de la Iglesia, hace posible que cada hombre y mujer de fe “nazca de nuevo”. La Navidad de Jesús, hace posible la nuestra.
Que María y José nos den sus sentimientos para poder acoger, contemplar y adorar al Niño del Padre. Les deseo una muy bendecida Navidad y un año nuevo pleno por la esperanza.                                               
P. Alberto E. Eronti




No hay comentarios:

Publicar un comentario