8/12/12

AVE MARÍA PURÍSIMA




Ave María Purísima

Inmaculada Concepción
Sé que no os puedo contar nada que vosotros no sepáis, pero sí que me voy a atrever a relataros un acontecimiento que nos ocurrió estando en Santiago de Compostela, en el año 2004.

Fuimos hasta allí en coche, toda la familia, de un tirón, aunque paramos varias veces por diferentes motivos, entre ellos comer y estirar un poco las piernas. Habíamos quedado con un seminarista entonces, pero hoy ya sacerdote, y nos acompañó y nos explicó todo lo de la catedral y lo relativo al apóstol.

Al día siguiente, comiendo en una casa de comidas, nos comentó que deberíamos ir a visitar el convento donde a Virgen María se le apareció en diferentes ocasiones a Sor Lucía, dejándole el mensaje de su Inmaculado Corazón, de cómo ella le pedía sobre los primeros sábados de mes, y todo eso que ya conocéis.

Fuimos a Pontevedra, nos dirigimos al monasterio, y efectivamente nos subieron a la celda, donde Sor Lucía vivía y donde la Virgen se le aparecía. Hoy esta celda se a convertido en una capilla de oración, donde el Señor está guardado en un Sagrario, y unos bancos pequeños han sustituido al mobiliario de entonces. Allí, nosotros, toda la familia, rezamos un rosario, y también Salvador con nosotros. Aunque se hizo tarde y subió una monja para indicarnos la salida, al comprobar que estábamos todos rezando, nos dijo que cuando acabáramos y nos marcháramos, nos aseguráramos de que la puerta estaba bien cerrada.

Y así lo hicimos. ¿Por qué cuento todo esto?

Muy sencillo. Desde ese mes de agosto de 2004, y sin saber por qué, empecé a consagrarme al Inmaculado Corazón de María, y no me preguntes nada, pero los días empezaron a ser diferentes. Mi actitud, mi enfrentarme a los problemas, y sobre todo los mismos problemas en mí, también eran diferentes. Con la Virgen, de su mano, todo se suavizaba, y resultaba ser “más sencillo”. Se lo comenté al P. Alberto de Schoenstatt, y me dio explicaciones y ánimo para seguir haciéndolo. Luego la lectura de algunos santos, como san Maximiliano María Kolbe, me fueron introduciendo en ese corazón de Madre, con Antonio María de Claret... y también un libro que me regalaron sobre Juan Pablo II, cómo él lo hacía todos los días, me fueron llenando de esa fuerza y seguridad.

Os podría contar cómo lo hago, pero es tan sencillo que sé que vosotros, la inmensa mayoría, también tendréis vuestra propia oración para ello. Pero quiero animar a los que no lo hagan, a eso precisamente; a que día tras días se pongan en esos brazos de María. “Ad Jesuum per Mariam.”

¡Madre, te quiero: ruega por nosotros!
Oración
Una vez más estamos aquí para rendirte homenaje
a los pies de esta columna,
desde la cual tú velas con amor
sobre Roma y sobre el mundo entero,
desde que, hace ya ciento cincuenta años,
el beato Pío IX proclamó,
como verdad de la fe católica,
tu preservación de toda mancha de pecado,
en previsión de la muerte y resurrección
de tu Hijo Jesucristo.
¡Virgen Inmaculada!
tu intacta belleza espiritual
es para nosotros una fuente viva de confianza y de esperanza.
Tenerte como Madre, Virgen Santa,
Nos reafirma en el camino de la vida
como prenda de eterna salvación.
Por eso a ti, oh María,
Confiadamente recurrimos.
Ayúdanos a construir un mundo
donde la vida del hombre sea siempre amada y defendida,
toda forma de violencia rechazada,
la paz buscada tenazmente por todos.
¡Virgen Inmaculada!
En este Año de la Eucaristía
concédenos celebrar y adorar
con de renovada y ardiente amor
el santo misterio del Cuerpo y Sangre de Cristo.
En tu escuela, o Mujer Eucarística,
enséñanos a hacer memoria de las maravillosas obras
que Dios non cesa de realizar en el corazón de los hombres.
Con premura materna, Virgen María,
guía siempre nuestros pasos por los senderos del bien. ¡Amén!

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